El Vaticano es un Estado rico. Sus negocios empero son misteriosos y mantenidos en secreto. ¡Con razón! Tampoco en casa de San Pedro las riquezas son distribuidas equitativamente. El Papa parece un hombre pobre: no recibe salario y ni siquiera tiene un portamonedas. En términos terrenales, el Papa actúa como un monarca absolutista que no […]
El Vaticano es un Estado rico. Sus negocios empero son misteriosos y mantenidos en secreto. ¡Con razón! Tampoco en casa de San Pedro las riquezas son distribuidas equitativamente.
El Papa parece un hombre pobre: no recibe salario y ni siquiera tiene un portamonedas. En términos terrenales, el Papa actúa como un monarca absolutista que no hace cuenta en monedas. Aún así, recibe todo lo que necesita. Desde zapatos nuevos hasta un buen vino.
¿Más pobre que rico?
El historiador Hartmut Benz se ha ocupado de las finanzas del Vaticano. Benz relativiza las dimensiones de sus riquezas. El Vaticano es más pobre que rico, si se tiene en cuenta la monumental tarea que desempeña, dice Benz quien asegura que con las bajas sumas que el presupuesto fiscal pone a disposición, es difícil cubrir los gastos.
«Desde hace muchos años el Vaticano depende de la solidaridad de la iglesia mundial. Más de 100 comunidades eclesiásticas nacionales nutren con sus donaciones las arcas del Vaticano».
Riquezas sí tiene
Aún así, el Vaticano sí es un Estado rico. El caso es que sus riquezas son invendibles. Ni la catedral de San Pedro ni las piezas artísticas de sus museos pueden ser comerciadas. Estas propiedades aparecen en los balances con valores simbólicos. El hecho de que el mismo Vaticano no publique cifras sobre su capital, obliga a los especialistas a trabajar con estimaciones. Los cálculos oscilan entre uno y 12 mil millones de euros.
Entradas y salidas
La balanza corriente de entradas y gastos es, de otro lado, modesta. Benz explica que la dirección eclesiástica, la llamada Santa Sede y el Estado soberano de la Ciudad del Vaticano llevan presupuestos separados. Sus montos anuales se calculan en unos 210 millones de euros. A pesar del crecimiento continuo de las entradas ambos presupuestos registran un déficit del 5% desde 2000, correspondiente a unos 10 millones de euros.
Una suma irrisoria comparada con la que dispone Colonia (Alemania), la arquidiócesis más rica del mundo: 680 millones anuales. La de Chicago (EEUU) tiene un presupuesto anual similar. Las diócesis más pudientes subvencionan la dirección romana de acuerdo a sus posibilidades.
Alrededor de las ganancias percibidas por los dineros del Vaticano puestos a intereses o provenientes de transacciones bursátiles rodean toda suerte de misterios. La Santa Sede posee valores en inmuebles, acciones, obligaciones y oro. A ello se suman entradas por arriendos, divisas y especulación monetaria. Estas sumas son administradas por la tercera entidad financiera Istituto per le Opere di Religione (IOR), considerada el banco del Vaticano. No estando supeditado al control monetario del Estado italiano, el IOR no publica balances.
Moral y ganancias
Algo de lógica si hay en los negocios del Vaticano. Pablo VI habría ordenado no invertir en consorcios químicos que produzcan anticonceptivos o condones o en la industria metalúrgica vinculada a la producción de armas. La regulación se ordenó hace 30 años después de publicarse que el Vaticano participaba en negocios contrarios a los sermones de sus pastores. No se sabe con certeza si el Vaticano vendió sus acciones de Chrysler tras la fusión de esta con la Mercedes. Si no es así, el Papa estaría, por lo menos, indirectamente, involucrado en la industria armamentista europea.
DEUTSCHE WELLE
José Ospina Valencia |