La tendencia creciente de la tasa de marginalización social mundial (TCTMSM) es ley del sistema capitalista y de su progenitor, el modo de vida civilizatorio Patriarcal. Se puede convalidar surgida del marco de la economía política dentro del modelo redil y como producto de su aplicación, constatar en la actual fase regresiva del capitalismo, la presencia de una tendencia creciente de la tasa de marginalización social mundial (TCTMSM), que reúne las condiciones como para ser aceptada como ley. Esta afirmación esbozada y publicada en 2017 en La Civilización Sociopática,1 implica que la tasa de marginalización social es aquí entendida como la magnitud medida en porcentaje que se podría aplicar metodológicamente en cada disciplina para medir el grado de equilibrio económico, político, social, ético, jurídico, estético, psi, bio, étnico, ecológico, planetario, en el espacio vital de indagación del conjunto de lo afectado con el propósito de establecer un estándar de referencia que estudie y revele la necesidad-posibilidad de adecuación/reemplazo del modelo civilizatorio patriarcal que se muestra ineficaz en la defensa de la vida humana y la del conjunto. Se procede mediante medición estadística en cada categoría de interés respecto de afirmatívo/rechazo, valor/reemplazo, aprecio/desecho, cognición/artificio, salud/abandono, educación/rudimento y aquellos antagonismos de interés en cada área vital atinente a la eficacia/ineficacia en la defensa, amparo y protección en este caso específico, de la vida de la especie humana. Ilustrando, debería aplicarse respecto de población activa en cuanto al requerimiento/sustitución laboral; en la población pasiva lo que atiene a cuidado/abandono; en cuanto a procreación, medir la relación mujeres bio/personas, cuerpos y recursos tecnológicos gestantes y en lo atinente a niñez o criatura humana, la magnitud porcentual de la relación amparo/desamparo. Esta tesis muestra una tendencia estructural a la marginación social que presenta contratendencia sólo a corto y mediano plazo, aunque no a largo plazo. Esta tendencia estructural surgida del carácter endógeno del sistema obliga a analizar si la era digital se constituye en una nueva vía de valorización que pueda prescindir de la base social del valor. La fase regresiva de esta época del modelo se revela desde la caída del llamado estado de bienestar en ‘Occidente’, política con la que el capitalismo intentó competir con los diferentes planteos hacia el socialismo que se asentaron durante el siglo XX, estrategia imperialista de bienestar contingente que desde las respectivas restauraciones, se manifiesta crecientemente abandonada. La fase regresiva actual del capitalismo, en la que aquí no profundizaremos, muestra una tendencia creciente de precarización que se desplaza hacia un estado de marginalización social de magnitud sin precedentes no prevista en la obra de Marx. La actual fase regresiva estabiliza un nuevo sector social que a mediano plazo no pertenecerá al proletariado ni siquiera requerido como EIR, ni al lumpen-proletariado, ya que fluctuará en caída hasta el momento de su expulsión estable de la lógica del sistema. Lo que hoy se caracteriza por tendencia creciente de marginalización posee una dinámica expulsiva que paulatinamente se desplaza hacia una tendencia de lumpenización definitiva de magnitud colosal. Esta tendencia de precarización aguda hacia la lumpenización masiva producida por la acentuada, agudizada o definitiva ausencia de requerimiento, ya se muestra en caída oscilante y su gradiente de marginalización dependerá de factores tales como entre otros, la tasa de natalidad, de expectativa de vida y de mortalidad. Las élites y sus áreas de influencia estratégica –comando fragmentado del modelo-, las que surgen del carácter contradictorio de la unidad humana dividida forman parte de una misma relación social estructurada en torno a la propiedad privada, el trabajo y el ejercicio del poder, aunque en su extremo opuesto, esta misma relación genera paulatina y crecientemente un sector de magnitud excepcional que será expulsado definitivamente del requerimiento, lo cual podría coincidir con el punto de colapso de esta forma civilizatoria capitalista. Someramente, esta fase se caracteriza por un despliegue de financiarización y una aceleración de la automatización en el marco de una crisis ecológica aguda, factores que muestran que la tendencia a la marginalización surge de un análisis sistémico y se encarna en el carácter endógeno no contingente del modelo. Los movimientos sistémicos que aparecen como generadores de marginalización despliegan una precarización laboral estructural, promovida por la automatización y deslocalización productiva que se combinan anulando puestos de trabajo masivamente, sin sustitución o alternativas equivalentes, lo que genera un marco social mundial precarizado en vías de lumpenización. En acción complementaria, la marginalización se muestra como condición funcional del sistema, generando reducción de costos laborales, lo que expande la existencia sistémica del ejército industrial de reserva a niveles pandémicos. Las poblaciones migrantes y refugiadas marginalizadas son instrumentalizadas por la lógica del modelo, con el objeto de desregular mercados laborales y fragmentar las relaciones sociales con el propósito de bloquear los movimientos de resistencia social que surjan. No obstante, al interior del redil aparecen en esta actualidad regresiva nuevas situaciones o actores agravantes, tales como el denominado tecnofeudalismo digital de plataformas, que externaliza costos sociales sin protección laboral, mientras monopoliza datos, dominio entendido como nuevo recurso productivo. Al fenómeno digital se le adosa la expansión del extractivismo ecológico promovido como recurso con el objeto de sostener la tasa de ganancia, aunque al costo de generar desertificación creciente de tierras aptas para el cultivo y desplazamiento de población en magnitudes desconocidas. Se trata del final de la mediación social estatal que competía con los intentos socialistas, con lo cual el capitalismo muestra su faz caníbal de producto dilecto del modelo redil. En esta actualidad, los administradores del capitalismo establecen tácticas regresivas que criminalizan la pobreza y las protestas sociales mediante un despliegue represivo a gran escala apoyado en una normativización penal que legitima la exclusión por cuestiones de seguridad nacional o de orden económico. El conflicto muestra su faz descarnada desplazándose al interior de las fuerzas que representan a los grandes relatos religiosos fundacionales operadores del modelo en cuanto a la pugna por romper relaciones diplomáticas con el Vaticano católico, cuya interpretación del cristianismo choca con las necesidades actuales del modelo en su afán de mantenerse vigente, afán que promociona salidas individualistas exaltadas en ‘Occidente’ por los evangelismos cristianos, con el propósito de eliminar todo vestigio de cooperación, incluso aquel instrumentalizado con propósitos de capitalización.
La tendencia creciente de la tasa de marginalización social mundial (TCTMSM) se constituye en ley del sistema capitalista surgido de la transformación del modelo redil patriarcal al reunir las condiciones de los criterios socio-históricos de necesidad endógena, de irrevesibilidad estructural y universalidad. Estos criterios se complementan con los productos de los principios constitutivos del modelo vigente desde la antigüedad pastoril, desde la que fue transformándose en lo que conocemos como Medioevo,2 Modernidad y Edad Contemporáneo con sus respectivos modos de producción, los que otorgan a cada una cierta especificidad. Los principios fundacionales del modelo fueron transformándose con el transcurrir vivencial, sutilizándose, institucionalizándose, enmascarándose, hasta el punto en que ante una indagación somera muestran su presencia deviniente.3 Se trata de una deviniencia aquí entendida como interior a la unidad. Aunque con fuertes discrepancias respecto de la interpretación de Freud, considero el despliegue de la fuerza bruta,4 individual y sectorial con fines de apropiación de bienes sociales comunales en los momentos históricos o prehistóricos primigenios de este orden social, despliegue que produjo jerarquías mediante la imposición del terror, estructuras y sistemas de poder que fueron configurándose, diseñando una unidad modélica existencial, es decir, la pertenencia humana a un modo de vida de redil, jerárquico, apropiador y violento sucesivamente transformado. A pesar de las transformaciones de sus fundamentos de legitimación, por caso, hoy su moral se centra en la propiedad privada, la libertad contractual y el mérito individual, así como en valores de eficiencia y acumulación, los que han sido erigidos en derechos naturales secularizando la ética para servir al intercambio mercantil, a pesar de todas, el modelo en cada una de sus transformaciones se ha mostrado ineficaz en la defensa de la vida humana y de la vida en su conjunto. Esta unidad del modelo, regresiva desde el momento mismo de su despliegue jerárquico y violento, se apoyó en el carácter competitivo y apropiador de bienes y personas, aunque debemos aclarar, que tanto el sentido apropiador que se aferra a la vida como la competencia con la que se combina culturalmente, también experimentaron transformaciones en estos seis milenios de su historia. La competencia primigenia entre humanos, pastoril y medieval es diferente a la desplegada en la forma civilizatoria capitalista, pero se trata sólo de su transformación al interior del modelo vigente. Se trata de la competencia transformándose al interior de la unidad. La apropiación vital propia de las especies vivas, en los humanos fue transformándose en apropiación afectiva creada y llamada Eros – un tipo de amor, el amor posesivo- por Platón, en propiedad privada de bienes nombrada de múltiples maneras y, en propiedad privada de personas o esclavitud. El carácter autodestructivo y contradictorio del modelo se ha transferido a sus diferentes épocas y modos de producción, ya que estos surgen de la diferencia y el conflicto desplegado al interior de la unidad.
En cuanto a los criterios enunciados que enmarcan la posibilidad de su legalidad sociohistórica, la tendencia se cumple en dos versiones destacadas, tales como el determinismo marxista y el enfoque fluido que lo rechaza propuesto por Wright-Mills. En cuanto a la necesidad endógena, se ajusta a ley de tendencia decreciente de la tasa de ganancia postulada por Marx en El capital, tasa decreciente que exige nuevos ciclos de desposesión que intensifican la explotación. Respecto del criterio de universalidad, se cumple con la excepción aun resistente en mínima escala de los Na de China 5, pueblo milenario que encarna un modelo vital colectivo matrifocal, una ‘sociedad sin padres ni maridos’, radicalmente opuesta, políticamente atacada en la actualidad y en proceso de patriarcalización, vía introducción de monogamia, prostitución y dinero con fines individualizantes. En cuanto al criterio de irreversibilidad estructural, se cumple ya que las estrategias paliativas propuestas desde dentro del sistema o las reformistas, incluso las reactivas, se limitan a gestionar sin erradicar la marginalización. Si bien para Marx el proletariado es precarizado por la instrumentalización capitalista, hoy su condición marginalizada crecientemente se manifiesta por fuera el EIR, y lo actualiza reduciéndolo en términos relativos. La precariedad se combina con la baja salarial o una retribución decreciente, pero en esta específica fase regresiva no cíclica del capitalismo, esta precariedad es expulsada del ámbito laboral transformándose en marginalidad creciente. Este proletariado deja paulatinamente de ser precario ya que es expulsado de la lógica activo-reserva para ser transformado en desecho humano condenado a una informalidad marginalizada a niveles elementales de subsistencia. Si bien, en el marco de la lucha de clases la precarización socava las contractualizaciones que sostienen el equilibrio político, esta fase regresiva estable muestra como resultado a largo plazo, una tasa de marginalización creciente que opera como alerta para el sector activo, lo que le impulsa a abroquelarse en posiciones conservadoras. La adopción de posiciones conservadoras se muestra altamente inestable y depende de las soluciones-perjuicios que sus intereses reciban. En esta especifica fase, la precarización laboral mundial aún mantiene su carácter de funcionamiento normal. Las elaboraciones teóricas de Marx, tales como el ejército industrial de reserva, la tendencia decreciente de la tasa de ganancia y el empobrecimiento relativo, mantienen su nivel explicativo acerca de por qué la automatización y deslocalización generan un sector precarizado sin alternativas equivalentes en el marco del capital-trabajo, aunque en esta actualidad regresiva se confirma el crecimiento tendencial de un tercer sector que se manifiesta relativamente por fuera de la lógica del sistema que lo expulsa acercándolo a niveles de lumpenización estable. Este novedoso y masivo tercer sector no se configura en clase social ya que no posee intereses propios y su destino, o mejor, su deriva irreversible producto de la ineficacia del capitalismo en la defensa de la vida es la lumpenización. Marx afirma que el proletariado está obligado a vender su fuerza de trabajo para sobrevivir incluyendo a ocupados, desocupados y precarizados ya que considera que la precariedad no es una anomalía sino que surge del funcionamiento del capitalismo. Dentro del sector precarizado describe las diferentes modalidades que asume como latente, fluctuante, estancada y pauperizada. Todas estas subdivisiones de la población son funcionales al modo de producción y forman lo que Marx llama ejército industrial de reserva (EIR), lo cual supone que su condición no constituye un estado de exclusión definitiva que pueda homologarse a un estado estable de marginalización social. Esta característica propia del proletariado lo distingue de la restante categoría prevista por Marx a la que llamó lumpen-proletariado, población humana expulsada del funcionamiento del sistema que incluye marginales, enfermos crónicos, delincuentes e indigentes. Este sector de la población no forma parte del EIR y por tanto tampoco del proceso revolucionario. Es decir, el lumpen-proletario se distingue del precario, incluso del precario pauperizado, en cuanto a que este aún posee potencial revolucionario y aquél lo ha perdido.
Al postular una tasa creciente de marginalización social mundial que muestra una notoria especificidad, se intenta tener presente el conjunto de la dinámica de la forma civilizatoria capitalista, así como sus teorizaciones. Por lo cual, si bien el punto de colapso del sistema puede imaginarse distante del corto plazo, corre el tiempo en que las estrategias paliativas financieras, de endeudamiento, de precarización institucionalizada, automatización, inmigración, reducción automática de la natalidad, logren mantenerlo en funciones, seguirá su rumbo mientras las estrategias de control social y ecológicas no alcancen un punto límite, aunque una vez alcanzado este momento, el modelo superará su equilibrio crecientemente inestable hacia el abismo definitivo arrastrando a un alto porcentaje de la población humana, su víctima predilecta. Estas consideraciones, sin embargo, chocan con necesidades paradojales que el capitalismo debe afrontar, las que surgen porque el sistema no depende de abstracciones sino de relaciones sociales, tales como trabajo asalariado y consumo, relaciones que su propia lógica erosiona. Los administradores del sistema capitalista se ven obligados a intentar regular su funcionamiento, lo que equivale a decir que se ven obligados a defender la porción rentable de la vida humana, lo que dista de significar que su propósito es defender la vida humana y la del conjunto. 6
Por otra parte, la tendencia creciente de marginalización social mundial presenta límites precisos y contradicciones. La lógica del sistema genera resistencias políticas a las decisiones de su Comando y a nivel estatal, a las de los organismos de crédito, amenazándolos con moratorias unilaterales o desconocimiento de deuda, así como el auge ya presente de movimientos políticos regionales aislados financiera y ecológicamente. El límite por excelencia es el que presenta la propia lógica expansiva del capitalismo que requiere la abierta utilización de los recursos naturales, los que por definición son limitados en tenaza combinado con el avance tecnlógico. Con estos límites se combinan prácticas destructivas como la megaminería, el extractivismo, el tratamiento de los desperdicios, la contaminación de los ríos por la industria en general y la farmacéutica en particular, así como por el uso ilimitado del agua que requiere el desarrollo digital y el despliegue transhumanista.
Un enfoque imprescindible para afrontar el dilema que presenta esta contemporaneidad a la prosecución de la vida, impulsa a recordar el debate suscitado cuando se analizan las manifestaciones de David Ricardo: si el rey de Inglaterra pudiera obtener el mismo ingreso gracias a maquinas distribuidas por todo el país, podría prescindir del pueblo inglés. Marx respalda la crítica de Sismondi al considerar abstracto el planteo de Ricardo que no toma en cuenta las relaciones sociales, la base de la producción, apreciación que más allá de acertar en las intenciones de los patriarcas, olvida la naturaleza social del valor.7 El problema surge en el momento en que se constituye una contratendencia relativamente eficaz en la nueva era digital como nueva vía de valorización, lo que constituiría una paradoja. Aunque si se considera que el trabajo abstracto socialmente necesario es la única fuente de valor y plusvalía y que el trabajo vivo es la fuerza laboral humana disminuida u oculta pero insustituible, el fondo del problema no cambia. Pero la innovación tecnológica inherente al capitalismo tiende a expulsar trabajo vivo hasta hoy desde el enfoque ortodoxo considerado como única fuente de valor y plusvalía del proceso productivo, reemplazándolo con el aumento exponencial de la automatización. La nueva valorización aparentemente prescinde de trabajo, ya que las plataformas digitales, los algoritmos, la IA, el autoaprendizaje artificial y los big data pareciera que generan ganancias con un mínimo de intervención humana, intervención que con el avance de la robótica podría ser sustituida. Esta nueva situación podría configurar una contratendencia eficaz en el corto plazo apoyada en el aumenta la productividad que reduce costos y genera ganancias extraordinarias vía monopolios tecnológicos, pero a largo plazo no, porque no resuelve la contradicción fundamental de sistema. Aunque las nuevas vías contribuyen a las ganancias, no escapan a la lógica teórica marxista, ya que el valor sigue siendo social porque los datos sólo son valiosos si sirven para producir mercancías. Los nuevos recursos siguen siendo capital constante que no crea nuevo valor, sino que se limita a transferir su propio valor a las mercancías, mientras el trabajo humano permanece oculto y el trabajo reproductivo sigue sosteniéndolo desde la salud y la educación en tanto necesaria fuerza laboral. Las nuevas formas de valorización complejizan pero no anulan ni desplazan la ley del valor. El trabajo vivo colectivo sigue siendo la fuente última de plusvalía, aunque su fragmentación y precarización enmascaran la explotación que impulsa exponencialmente la tasa creciente de marginalización social. Aunque la teoría de Marx no haya previsto la magnitud excepcional que desecha masas de miles de millones de personas en la actualidad, en un proceso abierto de marginalización que se agravará en el largo plazo en términos de resultados socioculturales hoy inconcebibles, esta situación de lumpenización masiva no se desenvuelve por fuera de su teoría. El proceso actual de marginalización masiva no surge como un defecto externo al sistema, sino como un exponente denigrante de sus contradicciones internas. Marx proporcionó el marco para entender la valorización del capital por sobre las necesidades humanas ya que el capitalismo tiende a crear riqueza para unos pocos y miseria estructural marginalizante para las masas en magnitudes y condiciones aun inimaginables.
No obstante, en un escenario dilemático que lejos de ser hipotético se acerca, qué sucederá cuando robótica y xenobótica estén en condiciones de reemplazar humanos definitivamente. Se puede afirmar, en este caso, que los humanoides intentarían o serían utilizados para generar nuevas ‘relaciones sociales’ y un novedoso ‘consumo’. En cuanto esté presente la capacidad autónoma total para producir sin intervención humana, las premisas fundamentales del actual capitalismo colapsarían. El valor dependería de nuevos criterios ante estas nuevas relaciones sociales y como en toda civilización jerarquizada dependerá en este caso de quien controle la infraestructura robótica, la renta y los oligopolios tecnológicos. Más allá de a quienes se les venderá la producción, este dilema se generará en un escenario de desigualdad extrema entre élites tecnocráticas y masas innecesarias. En semejante situación, aún con el predomino de la acumulación basada en la propiedad privada, la transición tecnológica transhumanista se enfrentará radicalmente a su desenlace, el que estará obligado a definirá si la automatización esclaviza o emancipa.
El modelo de derecho paterno, jerárquico, apropiador y violento hoy devenido capitalismo, se manifiesta autodestructivo y destructivo de la vida misma, con lo cual configura otra tendencia que surge asimismo como ley sistémica producida por su propia incapacidad de contractualización. Con el propósito de evitar enfoques sociohistóricos limitados a ciertas especificidades que se presentan en diferentes sociedades y épocas, problema que trataré en una próxima publicación, aquí se trata de enfocar en los caracteres comunes, los principios, las estructuras, los propósitos y los sistemas que han sido promovidos como fundamentos o bien como certezas en prácticas compartidas en múltiples sociedades basadas en la autoridad y el poder de los hombres sustentadas en diseñadas prácticas competitivas. Sin reconocer la existencia de una condición altruista en la criatura humana 8 toda posición ética o política podría ocultar fines opuestos a la vida. Sin este reconocimiento se debilita la defensa de los humanos despreciados, marginados o sometidos, algo de sentido común impuesto desde los relatos religiosos, mitológicos y científicos. En defensa de los denigrados humanos compartamos esta información: La actitud de compartir información con generosidad parece ser algo natural incluso en niños muy pequeños.9 Faltan indicios para afirmar que el altruismo humano surja del intercambio cultural.
Más allá de los esfuerzos propagandísticos, malversaciones y controversias elaboradas por los administradores y guardianes ideológicos del capital, con el objeto de evitar repeticiones actitudinales nocivas para la vida, se trata de enfocar comparativamente en los dos (2) modelos civilizatorios conocidos irreductibles entre sí. La disyuntiva descripta al interior del modelo o modo de vida patriarcal como tendencia, tanto como el reconocimiento de su carácter absoluto podría formularse del siguiente modo: abolición o extinción.
Notas:
1 Fernández Ahumada, Daniel Osvaldo, Civilización Sociopática, ed. La luna qué, Buenos Aires, 2017, pp. 178, 315.
2 Marx, Karl, Capital, Tomo I, cap. XXIV, pp. 484: ”Los grandes señores feudales, levantándose tenazmente contra la monarquía y el parlamento, crearon un proletariado incomparablemente mayor, al arrojar violentamente a los campesinos de las tierras que cultivaban y sobre las que tenían los mismos títulos jurídicos feudales que ellos, y al usurparles sus bienes de comunes.”
3 El concepto derrideano de devenir se ajusta a la versión aquí utilizada.
4 Freud, Sigmund, Totem y tabú, Capítulo IV. Obras completas, Amorrotu ed., Volumen XXIII, pp. 145.
5 Cai Hua, Une societé sans pere ni mari. Les Na de Chine, ed. Presses Universitaire de France, Paris, 2014.
6 Marx, K., El Capital, T1, cap. I, p. 400: ”… la órbita de explotación e imperio del capital se va extendiendo con su propio volumen y con la cifra de sus súbditos”. Cita a Mr Eden: lo que atrae “…a los propietarios (es) la mayor influencia y autoridad posibles sobre los que trabajan para ellos… Todo el que conozca la naturaleza humana sabe que este estado de sumisión es necesario para comodidad de los propios obreros.» (énfasis añadido).
7 Marx, Karl, Capital, Fondo de Cultura Económica, México, Tomo II, 1980, pp. 398 / Dussel, Enrique, Filosofía de la producción, p.120.-NOTA 23 Cuaderno de París (trad. Bolívar Echeverría), Era, México, (1974), p. 120; MEGA, I,3 (Berlín 5). Marx dice: Sismondi tiene razón cuando dice que, de acuerdo con Ricardo, si el rey de Inglaterra pudiera obtener el mismo ingreso gracias a maquinas distribuidas por todo el país, podría prescindir del pueblo inglés.
8 Tomasello, Michael, Por qué cooperamos, Katz, Madrid, 2009, pp. 25.
9 Ibid, pp. 43; “Casi no hay indicios de que en cualquiera de las tres acciones que mencionamos -ayudar, informar y compartir, el altruismo que muestran los niños sea producto del intercambio cultural, de la intervención de los padres ni de ninguna otra forma de socialización.” pp. 50.
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