Traducido para Rebelión por Rafael Morales
Cientos de miles de libaneses -un millón según algunas fuentes- llenaron el pasado día 16 la plaza de los Mártires y todo el centro de Beirut, justo un mes después del atentado que costó la vida a Rafik Hariri y a otras 16 personas. Llegados de todos los rincones del país, cristianos y musulmanes se unieron para pedir la Haqiqa , la verdad, sobre el asesinato del primer ministro. Como era previsible, no faltaron las acusaciones contra el presidente Emil Lahud y el procurador general Adnan Addum por parte de los representantes de la oposición. Pero entre las personas de toda edad y condición social que ondeaban banderas libanesas por las calles había también militantes de movimientos de extrema derecha que pedían a grandes voces la liberación del infame jefe de las Fuerzas Libanesas y responsable de importantes masacres, Samir Geagea. Otros aclamaban al general Michel Aun, ex-jefe de Estado Mayor que huyó a Francia en 1990 después de oponerse con su ejército a los acuerdos de Taef, que pusieron fin a la guerra que ensangrentó el país entre 1975 y 1990. Precisamente Aun se está preparando para volver al Líbano. El mismo lo anunció ayer durante una rueda de prensa celebrada en Paris y añadió que podría participar en las elecciones de mayo. La oposición se siente más fuerte después de la manifestación de ayer y su principal representante, el líder druso Walid Jumblatt, se declara satisfecho y anuncia nuevas movilizaciones en nombre de la «verdad» y de la retirada de los sirios del Líbano. Durante treinta años Jumblatt ha sido un fiel aliado de Damasco y amigo de la causa palestina. Su posición cambió radicalmente en los meses pasados y desde el asesinato de Hariri no ha dejado de acusar a Damasco. Le hemos entrevistado en su residencia, Mukhtara (un castillo del siglo XII), sobre el Chouf que es donde vive la mayoría de los drusos libaneses.
A un mes del asesinato de Hariri parece que las diferentes formaciones de la oposición han alcanzado su objetivo principal: la retirada de las tropas sirias del territorio libanés. A pesar de ello han continuado las protestas y la presión sobre el presidente del consejo.
Nuestra lucha común continúa porque es esencial saber toda la verdad sobre la muerte de Hariri, que en mi opinión esta siendo escondida por los servicios secretos libaneses y sirios, y obtener las reformas institucionales necesarias para el futuro democrático de nuestro país. A esto tenemos que añadir la destitución de Lahud: mientras esté en la presidencia no podrá haber esperanza para nuestro país.
Utiliza usted un tono muy fuerte para referirse al jefe del Estado, perece más un conflicto de carácter personal que una confrontación política.
No es eso, porque aquí se está decidiendo el futuro de la independencia del Líbano y los conflictos personales quedan al margen. Lahud tiene que irse y en seguida. Su discurso del sábado pasado confirma esta urgencia. Después de guardar silencio sobre el asesinato de Hariri durante un mes entero y en el momento en que todos esperaban alguna señal positiva e informaciones acerca de las investigaciones, ha reaparecido para lanzar advertencias y amenazas a la oposición. Un jefe del Estado debe ser neutral y él no lo es.
Usted mantuvo buenas relaciones en el pasado con Siria. ¿Donde nace su aversión a Damasco?
Siria ha ejercido un papel importante en nuestro país, pero tendría que haber retirado sus soldados y sus agentes secretos hace ya bastante tiempo, porque los libaneses tienen derecho a vivir libres e independientes. Damasco no ha comprendido que los tiempos han cambiado e insiste en querer controlar la vida política libanesa. Las enmiendas a nuestra constitución promovidas por Siria con el fin de prolongar el mandato de Lahud (septiembre pasado, ndr) han sido el elemento que ha desencadenado la rabia popular y solo ahora Damasco empieza a comprender los errores cometidos. Los primeros repliegues de soldados sirios son un paso en la dirección justa, pero la retirada tendrá que completarse antes de las elecciones (previstas en mayo, ndr) o si no los electores no podrán expresarse libremente.
Al mismo tiempo el Líbano se ha dividido a juzgar por la participación en las manifestaciones de signo político contrario de estos últimos días.
Nuestra sociedad es democrática y cada uno puede y debe expresar libremente su posición política. Invito a los periodistas a esperar a las elecciones para hablar de mayorías y minorías.
La coalición de las fuerzas de la oposición es muy variada: junto a partidos y grupos progresistas hay también movimientos de derecha que en el pasado apoyaron la ocupación israelí del Líbano y que ahora piden la aplicación de la resolución de la ONU que, además de la retirada siria, prevé el desarme de Hezbollah. Usted más de una vez se ha expresado contra la 1559 y a favor de los acuerdos de Taef. ¿Cómo concilia su posición con la de la derecha?
Mi punto de vista está muy claro, tenemos que colaborar plenamente con la ONU pero la solución de la crisis libanesa pasa solamente a través de los acuerdos de Taef. No se puede desarmar a Hezbollah porque es un movimiento de resistencia a la ocupación (israelí). Hay, sin duda, diferencias entre las fuerzas de la oposición, nadie puede negarlo. Pero ahora es el momento de alcanzar dos objetivos fundamentales: la retirada de Siria y el esclarecimiento de la verdad sobre el asesinato de Hariri. Sobre esto el acuerdo es total. En el futuro cada uno tomará sus decisiones respetando las reglas democráticas.
Durante su reciente gira por el extranjero se ha mostrado usted más flexible con el primer ministro Karame, que ha iniciado las consultas para la formación de un nuevo gobierno. Según las agencias de prensa ha dicho usted que es necesario darle una oportunidad. ¿Se puede imaginar la entrada de la oposición en el nuevo gobierno?
No creo. La única posibilidad de éxito de Karame consiste en anunciar cambios de verdad y acoger nuestras principales reivindicaciones. Nunca formaremos parte de un gobierno que no está haciendo nada para detener a los responsables del asesinato de Hariri y que todavía no ha hecho dimitir a los responsables de los servicios de seguridad. En realidad nos preparamos para presionar a Karame hasta conseguir el cambio que desean los libaneses.