Recomiendo:
0

Líbano, un país enfermo y víctima de las mil y una injerencias internacionales

Fuentes: Gara

Hoy se cumplen dos años de la muerte en atentado del primer ministro Rafic Hariri. El magnicidio ahondó la crisis política auspiciada por Occidente. Una crisis que amenaza con sumergir al pequeño País de los Cedros en una nueva guerra civil como la que asoló a Líbano entre 1975 y 1990. Una potentísima explosión en […]

Hoy se cumplen dos años de la muerte en atentado del primer ministro Rafic Hariri. El magnicidio ahondó la crisis política auspiciada por Occidente. Una crisis que amenaza con sumergir al pequeño País de los Cedros en una nueva guerra civil como la que asoló a Líbano entre 1975 y 1990.

Una potentísima explosión en pleno centro de Beirut alcanzaba de lleno al coche blindado del entonces primer ministro libanés, Rafic Hariri, acabando con su vida y matando a su ministro de Finanzas, Basel Fleihan, y a dieciocho guardaespaldas y transeúntes.

Era al 14 de febrero de 2005. No se trató del primer magnicidio en la convulsa historia libanesa. Tampoco fue el último atentado -ayer mismo morían tres personas en una explosión en una localidad cristiana-. Supuso, eso sí, un antes y un después en la actual crisis política del País de los Cedros, crisis que tiene su origen en las dificultades de la ocupación estadounidense de Irak y en la ofensiva neoconservadora contra el mundo árabe y musulmán tras el 11-S.

Un pequeño y estratégico mosaico

Líbano tiene una extensión de 10.452 kilómetros cuadrados, la mitad de Euskal Herria, y su población ronda los 3,5 millones de habitantes. Frente a su pequeñez, su ubicación, a orillas del Mediterráneo y entre los estados de Israel y Siria, le confieren una importancia estratégica. Es, a la vez, un mosaico de culturas y religiones, habitado por cristianos maronitas -que se reclaman herederos de los primeros seguidores de Jesús-, musulmanes sunitas y chiítas, drusos… Ello le ha condenado, a lo largo de la historia, a ser víctima de maniobras extranjeras para enfrentar a sus comunidades. Líbano ha devenido en un «Estado-tampón».

Quién era Rafic Hariri

Primer ministro entre 1990 y 1998 y 2000 y 2004, Rafic Hariri era un empresario sunita con estrechos vínculos con Arabia Saudí. Irrumpió como hombre fuerte de Líbano, agotado tras quince años de guerra civil (1975-1990), que dejó 250.000 muertos y un país arrasado.

Frente a lo que sostienen sus hagiógrafos occidentales, Hariri dio la puntilla al debilitado Estado libanés y lo sustituyó por un proyecto empresarial propio, de la mano de iniciativas urbanísticas como la de su firma Solidere, que supuso la rapiña de las riquezas del país. Heredó una deuda de 2.500 millones de dólares. A su muerte, Líbano sufría una deuda de 40.000 millones de dólares.

Sus proyectos de convertir Beirut en una suerte de Montecarlo o de Dallas sur-Mer (Dallas al borde del mar) resultaron un fiasco de proporciones gigantescas. Sus planes, incluido su proceso de privatizaciones salvajes, le granjeraron el favor de Occidente, que también valoraba su disposición a llegar a un acuerdo de paz con Israel.

Quién mató a Rafic Hariri

Un grupo islamista reivindicó el atentado. Las cámaras de vigilancia de una sede bancaria cercana grabaron a un camión blanco situándose junto al coche de Hariri, lo que confirmaría la tesis oficial libanesa de un atentado suicida. Por contra, EEUU y el Estado francés insistieron desde un primer momento en apuntar a la tesis siria. Obviaban que el camaleónico Hariri fue un fiel aliado de Damasco, que le mantuvo en el poder.

El factor sirio

Siria y Líbano mantienen estrechas relaciones históricas. Tras el desmoronamiento del imperio otomano, y dentro del renacimiento árabe, muchos libaneses, musulmanes y cristianos, abogaron por la incorporación a Siria. Similar fenómeno ocurrió tras la irrupción en la segunda mitad del siglo XX de movimientos panárabes e izquierdistas defensores de la descolonización. Tropas sirias entraron en el país en plena guerra civil libanesa y mantuvieron su contingente con el permiso de EEUU, que pagaba así a Damasco su alineamiento contra Irak en la Guerra del Golfo de 1991.

El 11-S e Irak

Todo cambia en los albores del nuevo milenio. La ocupación de Irak empantana a EEUU, que reacciona elevando sus amenazas contra Siria e Irán. El Estado francés, antigua metrópolis deseosa de volver a amigarse con Washington, lidera una iniciativa en la ONU para forzar la retirada siria, el desarme de Hizbula -organización chiíta a la que relacionan con Irán- e incluso la destitución del actual presidente y enemigo acérrimo de Hariri, el cristiano maronita Emile Lahoud.

EEUU toma el testigo de París y fuerza una catarata de resoluciones contra Líbano en la ONU, siempre pasiva con respecto a Israel. Las tropas sirias completan su retirada en abril de 2005. Hizbula, con un enorme prestigio al haber logrado la retirada israelí del sur de Líbano en 2000, no entrega sus armas, pero la injerencia occidental en la soberanía política de Líbano, incluido el intento de imponer un tribunal «internacional» para juzgar el «caso Hariri» alimenta una crisis sin precedentes que tuvo su colofón en los enfrentamientos entre sunitas y chiítas el pasado mes de enero, y que se saldó con la muerte de siete personas.

Crisis internacional

Una coalición entre los herederos de Hariri, los drusos y parte de las formaciones cristianas -sobre todo las herederas de la Falange, de tal infausto recuerdo para los palestinos de Sabra y Shatila- venció en junio de 2005 en unos comicios plagados de irregularidades -ignoradas esta vez por Occidente-. El movimiento, que recibe su nombre, 14 de Febrero, del día de la muerte del ex primer ministro, se proclama heredero de la «revolución naranja» de Ucrania, se alinea sin rubor alguno con Occidente y se enfrenta tanto a la Presidencia del país como a la Presidencia del Parlamento, reservadas por los acuerdos de paz de Taif respectivamente a las minorías cristiana y chiíta.

Los ministros chiítas de Hizbula y Amal abandonan el Gobierno en noviembre de 2006. Junto a un antiguo militar cristiano, el general Michel Aoun, comienzan el 1 de diciembre una acampada permanente en la capital. Exigen una representación equitativa y proporcional a la población entre las comunidades y acusan al Gobierno pro-occidental de golpe de estado.

Nueva agresión israelí

Tras la captura en acción de resistencia y en suelo libanés de dos soldados israelíes por parte de la milicia de Hizbula, Israel había iniciado el 12 de julio de 2006 una nueva campaña de bombardeos contra el sur del país y la zona chiíta de Beirut que se saldó con un millar largo de civiles muertos. La posterior incursión terrestre israelí, en un intento de reocupar sus antiguas posiciones al sur del río Litani, resultó un fiasco ante la fuerte resistencia de los milicianos chiítas.

Israel perdió más de un centenar de soldados, a lo que hay que sumar los ataques con cohetes de Hizbula contra poblaciones del norte de Israel, que generaron una gran alarma en la población de este Estado.

El 12 de agosto, Israel volvió a retirarse y su Ejército, el Tsahal, perdió su aura de invencibilidad, lo que desembocará en una crisis sin precedentes, de la que todavía no se ha escrito el último capítulo, en Israel.

Cascos azules regresaron al sur de Líbano. Hizbula mantiene su capacidad casi intacta y deja en evidencia al Gobierno de Siniora, ausente en toda la crisis. Quizás por ello, el Ejército libanés cruza disparos con el israelí ante una incursión de este último en suelo libanés el pasado 7 de febrero.

Ubicación de Líbano en el mundo

Frente al Gobierno pro-occidental, la oposición libanesa insiste en la necesidad de que el País de los Cedros se imbrique en su contexto regional, árabe y, en su caso, musulmán chiíta. Insiste en que no se puede convertir a Líbano en una quinta columna de Occidente y rechaza exigencias unilaterales de la ONU y todo lo que no sea una solución global a los problemas de la región, que pasan por la solución de los contenciosos que mantiene Israel: la Palestina ocupada, las también ocupadas granjas libanesas de la Chebaa, los Altos del Golán sirios…

Los planes estadounidenses

Los fantasmas de la guerra civil han regresado a Líbano. Coinciden con el hundimiento del Irak ocupado en una guerra que cobra, cada vez, más tintes interconfesionales. En Occidente impera la tesis de que esta deriva en Irak responde a un mal cálculo. No es así si hacemos caso a los neoconservadores estadounidenses y a su teoría de la «inestabilidad constructiva». Fomentar el caos para salvaguardar los intereses de EEUU.

La metrópolis francesa lo hizo en su día convenciendo a los cristianos libaneses de que eran los herederos de los cruzados. Gran Bretaña lo hizo con los drusos para debilitar la posición francesa. Como en Irak, si Líbano vuelve a caer en el infierno volverán los vaticinios de que estamos ante un «Estado enfermo». Enfermo de tantas injerencias en nombre de tantos falsos salvadores.