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Los cambios de China y el mundo desde 2008 hasta hoy

Fuentes: CLAE

Catorce años pasaron entre los Juegos Olímpicos de Verano de 2008 y los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022, ambos en Beijing. Occidente utilizaba los Juegos como moneda de cambio para ejercer todo tipo de presiones sobre China, y los chinos estaban ansiosos por justificarse. Durante esos catorce años el clima de época y la […]

Catorce años pasaron entre los Juegos Olímpicos de Verano de 2008 y los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022, ambos en Beijing. Occidente utilizaba los Juegos como moneda de cambio para ejercer todo tipo de presiones sobre China, y los chinos estaban ansiosos por justificarse.

Durante esos catorce años el clima de época y la mentalidad nacional china cambiaron profundamente por tres razones: el sistema capitalista mundial está atravesando una profunda crisis económica y política; China se está convirtiendo en el centro de atención mundial; y porque la percepción del pueblo chino sobre su propio país, Occidente y Estados Unidos en particular, experimentó un giro dramático.

Yao Zhongqiu, profesor en el Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Renmin y en el Instituto Avanzado de Estudios Confucianos de la Universidad de Shandong, se convirtió desde 2008 en el principal intelectual en abandonar la escuela neoliberal, y hoy trabaja en crear un marco para la nueva escuela de pensamiento china, llamada Política Histórica.

Yao señala que durante los últimos dos siglos, el sistema mundial atravesó múltiples cambios estructurales. El más reciente comenzó con los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, cuando el mundo fue testigo de los grandes avances del pueblo chino. Ese mismo año, estalló la crisis financiera global más grande desde la Gran Depresión, que socavó profundamente la confianza en el sistema capitalista y sus valores liberales.

En los últimos dos siglos, el sistema mundial ha sufrido varios cambios estructurales. Un breve examen a través de la lente de los Juegos Olímpicos muestra que los 14 años transcurridos entre los Juegos de Verano y los de Invierno en Pekín fueron un periodo de gran transición sistémica.

En la primera fase, Gran Bretaña completó inicialmente la industrialización y estableció una enorme ventaja tecnológica y militar sobre otros países. Otros países europeos y americanos, ante la presión competitiva y siguiendo una estrategia de recuperación, también adquirieron capacidades militares industrializadas una tras otra, incorporando a casi todos los pueblos y países del mundo al sistema mundial capitalista-imperialista para su opresión y explotación sistemáticas.

Los países capitalistas industrializados adquirieron así una apariencia moderna y próspera, mientras que las colonias y semicolonias se fueron periferizando, desindustrializando y desestructurando, con el resultado de un empobrecimiento absoluto -China entra en esta última categoría.

La idea de una jerarquía racista de civilizaciones estaba muy extendida en la sociedad europea y americana de la época, y la civilización de Europa y Estados Unidos en relación con otras regiones se demostraba mediante la realización de grandes celebraciones transnacionales como la Exposición Universal. Los Juegos Olímpicos modernos, fundados a finales del siglo XIX, también formaron parte de esta planificación.

La introducción del deporte moderno por parte de la élite dominante reveló el vínculo entre el deporte moderno occidental y el militarismo, pero también expresó el fuerte deseo de los chinos de alcanzar la prosperidad nacional a través de la aptitud física, una percepción que configuró la orientación básica de los chinos hacia los Juegos Olímpicos. Esta percepción no desapareció hasta los Juegos Olímpicos de Invierno.

En la segunda etapa, los dos grandes países industrializadores, Estados Unidos y Alemania, chocaron con los intereses de los pioneros y desencadenaron guerras imperialistas. Lenin tomó un camino diferente, formando y dirigiendo el partido político de vanguardia para obtener la victoria revolucionaria en el eslabón débil del imperialismo y establecer un Estado socialista; también dirigió la creación de la Internacional Comunista para construir un sistema mundial revolucionario y una resistencia integral al sistema mundial capitalista-imperialista.

En ella se fundó el Partido Comunista de China, con los genes de la resistencia al capitalismo y al imperialismo. El Kuomintang, partido ncionalista,  también se unió a esta causa durante un tiempo, pero traicionó la revolución en 1927 y entró de nuevo en el sistema mundial capitalista-imperialista. La sola participación de Liu Changchun en los Juegos Olímpicos de 1936, sin nada que demostrar, ilustra la situación de dependencia de China.

En la tercera fase, las dos grandes guerras desmantelaron los imperios coloniales de Europa y Estados Unidos. Los partidos revolucionarios de muchas colonias y semicolonias aprovecharon la oportunidad para romper con el dominio colonial, establecer Estados independientes y buscar un desarrollo autónomo; los países liberal-capitalistas aprovecharon su ventaja de ser los primeros en llegar para frenar su desarrollo autónomo.

A la nueva China, que logró la victoria revolucionaria  y construyó su país sobre el socialismo, los países capitalistas le impusieron un bloqueo total y los atletas chinos no tuvieron derecho a participar en los Juegos Olímpicos controlados por Occidente. Sin embargo, al estar en el sistema socialista mundial dirigido por los soviéticos, China emprendió una vía alternativa de modernización, creando como parte de ella un sistema de deportes de masas y de competición nacional.

En la cuarta fase, la década de los sesenta fue testigo de la ruptura entre los partidos soviético y chino, de la reforma y apertura de China en la década de los ochenta y de su adhesión a la Organización Mundial de Comercio en 2001. En consecuencia, China retomó su puesto en el Comité Olímpico Internacional en 1979 y comenzó a enviar atletas a los Juegos.

 La economía china estaba muy atrasada con respecto a la de Occidente en ese momento, su población carecía en general de confianza cultural y política, y el país tenía grandes expectativas políticas de participación, con medallas para levantar el ánimo nacional; esta intención fue la que impulsó la candidatura de China para organizar los Juegos Olímpicos de 2008.

La quinta fase comenzó en 2008, cuando el desarrollo de China ya estaba muy avanzado, y la ceremonia de inauguración fue una muestra poderosa y visualmente impactante del patrimonio civilizatorio del país y de sus logros en materia de desarrollo, mostrando el afán de los chinos por lograr la autoafirmación y el respeto a través de los Juegos. Por otra parte, la crisis financiera que estalló en Wall Street en la época de los Juegos hizo que el mundo entero se mostrara escéptico respecto a los valores liberales y al sistema capitalista. Sin embargo, la elección de Barack Obama como presidente, siendo un hombre negro, salvó la cara de los valores estadounidenses.

A medida que el renacimiento de China ha sacudido su estructura dominante, Occidente se ha volcado en contener firmemente a China para preservar sus intereses de monopolio, y China se ha visto obligada a defenderse. En respuesta, ambas partes han tomado una serie de medidas como la desvinculación parcial, la integración y la movilización internas, y la construcción de sistemas separados, y se ha puesto de manifiesto la dinámica de una lucha sistémica.

En los años que siguieron al 2008, la cooperación entre China y EEUU continuó con normalidad. Las élites chinas seguían creyendo que una China emergente y próspera podría integrarse a la llamada comunidad internacional. Sin embargo, a partir de 2014 la relación entre ambos países se convirtió, gradualmente, en una “rivalidad entre superpotencias”.

Occidente teme perder su posición dominante en el viejo orden mundial, y cambió su política de la cooperación a la contención, perturbando significativamente la agenda de desarrollo de China.

Tras los Juegos Olímpicos, la economía china despegó y en 2010 la producción manufacturera total superó a la de Estados Unidos y el PIB total superó al de Japón, convirtiéndose en el segundo mayor del mundo. Por otro lado, la economía china ha seguido creciendo, gracias a una división global del trabajo cada vez más estrecha, y Estados Unidos y China se han convertido en los «dos mejores» países del mundo.

Sin embargo, el crecimiento estadounidense, que ha venido de la mano de la creciente globalización y virtualización de las finanzas y la alta tecnología, se ha desconectado cada vez más de las clases bajas y medias de Estados Unidos, y el crecimiento ha exacerbado las tensiones sociales.

La historia de China y el mundo en los catorce años transcurridos entre los Juegos Olímpicos puede dividirse a grandes rasgos en tres etapas: unos años después de las Olimpiadas de Verano, cuando los chinos todavía creían en general que «el mundo era plano» y tenían grandes expectativas de «integración internacional», reconocimiento por parte de Europa y Estados Unidos, e «integración en la comunidad internacional».

Había una fuerte expectativa de «integración en la comunidad internacional». Sin embargo, el sistema mundial dominado por Occidente nunca ha sido plano. A medida que el renacimiento de China ha sacudido su estructura dominante, Occidente se ha vuelto firme y brutal en sus esfuerzos por contener y desbaratar a China para salvaguardar sus intereses monopolísticos.

China se vio obligada a tomar medidas de autoprotección y, como resultado, la división del trabajo predominantemente cooperativa entre EEUU y China evolucionó hacia una «rivalidad de grandes potencias». Durante un tiempo, la comunidad china se alarmó bastante por este cambio y la política nacional fue entonces revisada, con gran éxito.

Es de esperar que en la era posolímpica y pospandémica, los dos sistemas se enfrenten en una lucha feroz y prolongada. Considera que la integración interna de China es más eficaz que la de Estados Unidos, y que China debe enarbolar la bandera de la «igualdad» y el «desarrollo» y explorar los mecanismos de organización y cooperación necesarios para un «sistema mundial de desarrollo». Esta es la única manera de promover la construcción de una comunidad de destino humano, afirma.

Yao señala que el poder económico de China es también la base para construir la autoconfianza cultural y política, y desde el 18° Congreso Nacional del Partido Comunista Chino (PCCH), China ha demostrado firmemente que continuará en el camino del socialismo.

Así, las élites políticas y culturales estadounidenses dieron entonces un giro a su política y abogaron por una estrategia de desacoplamiento, tanto económica como tecnológica. China se volcó a una estrategia de desarrollo de doble circulación para mantener su progreso económico. De esta forma, las economías china y estadounidense están, de hecho, desacopladas parcialmente.

La dirección más importante de los esfuerzos intelectuales actuales es desarrollar el marxismo bajo el contexto chino y revivir “la cultura y el ADN de China”, especialmente con la nueva interpretación política del confucianismo. Esto demuestra que el ambiente académico de China ha comenzado a replantear sus propios fundamentos filosóficos para las ciencias sociales y a “liberarse” a sí mismo de la doctrina neoliberal.

Como el mayor productor industrial y comercializador de commodities del mundo, China propuso la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el concepto de una comunidad con futuro compartido para la humanidad y la Iniciativa de Desarrollo Global. Un nuevo “sistema mundial en desarrollo” está tomando forma.

En oposición a este internacionalismo, EE UU aboga por su agenda “América Primero”, basada en el racismo como valor dominante tanto para políticas internas como internacionales. Esto priva a Estados Unidos de su posición moral universal y de su tutela del orden internacional, recuerda Yao. El sistema capitalista global, neoliberal y unipolar está colapsando, afirma.

 “En el futuro, veremos la emergencia de dos sistemas: uno es el “sistema mundial en desarrollo” conducido por China, con la equidad como su valor principal y el desarrollo como su objetivo, proveyendo la tecnología necesaria y el apoyo industrial al Sur Global. El otro es el cada vez más reducido y moribundo sistema capitalista liderado por EE UU, que se esfuerza por salvaguardar los intereses de unos pocos países desarrollados y ejercer su monopolio tecnológico e industrial”, indica el economista.

Yao señala que la era post pandemia estará marcada por una lucha feroz y a largo plazo entre dos sistemas. Solo a través de la “Gran Lucha” que rompa con el monopolio militar, tecnológico y económico de Estados Unidos, más pueblos y países podrán unirse y marcar el camino para la construcción de una nueva forma de la civilización humana.

*Analista económica francesa de la Agencia Latinoamericana de Información y Análisis-2 (Alia2), asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

https://estrategia.la/2022/08/01/los-cambios-de-china-y-el-mundo-desde-2008-hasta-hoy/