Khassan Baiev es testigo de la guerra en Chechenia hasta su exilio a EEUU. Su libro, «El Juramento», es un testimonio descarnado y apasionado. El de un cirujano que operaba a heridos de ambos bandos respetando el juramento hipocrático y desde la pasión de un checheno que defiende el derecho de su pueblo a vivir […]
Khassan Baiev es testigo de la guerra en Chechenia hasta su exilio a EEUU. Su libro, «El Juramento», es un testimonio descarnado y apasionado. El de un cirujano que operaba a heridos de ambos bandos respetando el juramento hipocrático y desde la pasión de un checheno que defiende el derecho de su pueblo a vivir en libertad y en paz.
Nacido en 1962 en el extrarradio de la capital chechena, Khasan Baiev se vio forzado a sustituir el bisturí de cirujano por la pluma y el micrófono para mostrar al mundo el drama que sufre su pueblo, ahogado en sangre en una guerra declarada por Rusia hace ya once largos años.
Su libro toma el título del juramento hipocrático de los médicos. ¿Es posible mantener, como hizo usted, la equidistancia cuando estaban masacrando a su propio pueblo?
No es fácil mantener el juramento en una situación de guerra. Ya desde la primera guerra, aunque más desde la segunda, todos los comandantes de los combatientes chechenos conocían mis principios. Conseguí superar la barrera de críticas y amenazas, aunque hubo gente por parte chechena que no quiso aceptarlo.
Pero usted operaba a soldados del Ejército ruso, el mismo que cursó contra usted orden de busca y captura y forzó finalmente su exilio a EEUU…
Yo aprendí en la guerra una cosa muy importante. Si una persona no tiene principios, al final se convierte en víctima. Cuando la gente conoce tus principios es más fácil sobrevivir. Cuando empiezas a intentar complacer a unos y a otros se empieza a complicar la cosa.
Usted defiende en su libro la libertad para Chechenia.
Por supuesto, y el hecho de que no haya finalizado la guerra sólo se explica porque se trata de una guerra por la independencia. Los rusos hablan de una guerra contra el terrorismo internacional. Nosotros sabemos que no es así. Hay que conocer la historia de Chechenia para entender la situación actual.
Cuatro años en el exilio. ¿Ha cambiado la situación en Chechenia desde entonces?
La vida sigue y todo cambia. pero en Chechenia siguen muriendo civiles chechenos y soldados rusos. También desaparece sin dejar rastro gente cada día. Especialmente por la noche, cuando gente enmascarada se lleva principalmente a gente joven. Ahora, además, es cada vez más frecuente que se lleven a chicas jóvenes.
¿Y la guerra?
Ahora no se vive una guerra abierta y tan cruenta como hasta 2002. Ahora es una guerra de partisanos. Pero al fin y al cabo, guerra. No hay familia en Chechenia que no haya perdido como mínimo dos o tres miembros. 250.000 chechenos han muerto desde entonces.
¿Qué opina de las elecciones legislativas del domingo?
Ya dijeron antes, con motivo de las elecciones presidenciales, que la guerra se iba a terminar. No fue así. Ya entonces la mayoría de los votantes fueron los soldados rusos. Estamos en el mismo escenario.
¿Qué valoración hace de la resistencia de corte islamista liderada por Shamil Basayev?
El pueblo checheno está categóricamente en contra de sus métodos porque no le favorecen en nada y le acarrean una imagen negativa en el mundo. El propio presidente Masjadov, muerto en marzo, y otros comandantes chechenos siempre han estado en contra de estos métodos. Basayev escapó de su control y ahora lucha a su aire.
¿A qué métodos se refiere?
Por ejemplo, al secuestro de Beslan. Los chechenos comprendieron como nadie el drama, porque han perdido a 40.000 niños en la guerra, a los que hay que sumar 26.000 huérfanos. Por eso los chechenos salieron por miles a las calles y se ofrecieron como rehenes a cambio de los niños de Beslan.
Pero Basayev es un referente en la guerra ruso-chechena…
Por supuesto. Es el personaje central. Pero su percepción por los chechenos ha cambiado. Durante la primera guerra fue elevado a héroe nacional. Ahora se le acusa de provocar la segunda guerra con la incursión en Daguestán. El pueblo está muy enfadado con él.
¿Por qué escribió el libro?
Para explicar a la gente quiénes somos y que no somos ni bandidos ni terroristas. Somos una pequeña nación que vive de acuerdo con sus principios. En nuestra historia no hemos tenido ni reyes ni jefes, ni hemos conocido la esclavitud.
No somos culpables por amar la libertad. Para el pueblo checheno la libertad está en la sangre, es algo genético. En Chechenia no existe el tratamiento de usted o el patronímico, como en Rusia. Hasta al presidente se le trataba de tú. Hay una expresión popular, que hunde sus raíces en la tradición de hospitalidad, que resume el espíritu checheno: «Entra libremente».
¿Qué opina de la posición de la comunidad internacional?
Vivimos un juego político perverso. Cada país tiene sus problemas, por ejemplo EEUU en Irak, y hay un pacto de silencio entre los gobiernos. Después de la tragedia del 11-S, la política mundial cambió y todos los gobiernos se unieron en un objetivo común, la lucha contra el terrorismo internacional. Bajo este lema se esconden todas las barbaridades sin límite que están cometiendo esos gobiernos.
¿Y Europa?
A Chechenia se la ha dejado de lado. Forma parte de Europa y Europa debería prestarle atención. Aprovecho la ocasión para reseñar que en Chechenia sentimos una gran simpatía hacia el pueblo vasco, porque las historias de ambos pueblos guardan cierto parecido. Para mí es un gran honor haber llegado a la tierra de los vascos.
El vasco que suscribe espera que pueda usted volver un día a una Chechenia libre y en paz.
Yo también lo espero y vivo con esa esperanza.