Traducido por Àngel Ferrero
Reykjavik: el espíritu de una rebelión se va desarrollando lentamente en Islandia, reforzado a cada nueva historia de horror con la crisis financiera.
» ¿Qué responsabilidad cree Ud.que tiene al respecto del hecho de que mis deudas se hayan cuadruplicado aunque pague todas mis cuotas a tiempo y no haya pedido ningún nuevo préstamo?», preguntó un ciudadano al primer ministro Geir Haarde el mes pasado frente a 2.000 oyentes.
» En cierto modo todo el mundo es responsable», respondió el premier con un hilo de voz. Añadió que respondería de su responsabilidad de la situación ante una «comisión de la verdad» independiente. De acuerdo con el periodista Oskar Gumundsson, «el modo en que nuestro gobierno ha de rendir cuentas recuerda a los tribunales populares chinos de la Revolución Cultural», aunque se trate de unos «tribunales populares» muy educados.
Educados o no, los 320.000 habitantes de la isla al norte del Atlántico han estado viviendo en un permanente estado de shock desde el desplome de los tres principales bancos de Reykjavik en octubre.
Este shock está compuesto por una inflación que subió hasta el 20% y una moneda nacional, el krona, que ha perdido tanto su valor que algunos la ven ya como la moneda prácticamente sin valor empleada en los países del bloque soviético durante la Guerra Fría.
» Islandia se hunde y nadie sabe cuándo tocará fondo», declaró Andri Snaer Magnason, un portavoz del movimiento de protestas, cada vez mayor.
Es algo absolutamente excepcional, teniendo en cuenta la pequeña población del país, que casi 10.000 personas se reúnan cada sábado para protestar frente al parlamento islandés, el Althing. Madres solteras, que de repente tienen que lidiar con aumentos del alquiler del 100%, protestan hombro con hombro con islandeses de clase media de aspecto próspero que se enfrentan a un abismo a causa de las presiones del crédito de sus nuevos apartamentos y automóviles.
» Nosotros somos el pueblo» es su mantra, que aparece en pancartas mientras permanecen bajo las los cielos fríos y sombríos de Islandia.
En general, el sentimiento existente es que el gobierno se despreocupó de todo mientras banqueros extremadamente generosos y «atrevidos» jugaron a la ruleta con el país entero… y perdieron.
La Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo estima que el endeudamiento total de los tres bancos -Kaupthing, Glitnir y Landsbanki- equivale a cinco veces el Producto Interior Bruto de la nación.
Una parte considerable de la población también está directa, personal y desesperadamente endeudada porque los bancos hicieron todos los préstamos en arreglo a la inflación. Los préstamos se efectuaron casi todos en moneda extranjera. por lo que, debido a la depreciación del krona, sus precios se han elevado astronómicamente.
Además, se espera que el desempleo aumente un 10% en el 2009, cuando hasta ahora se mantenía en un 2%. Mientras tanto, el estado ha recortado drásticamente su gasto.
» A ojos de la ciudadanía, el sistema se encuentra tan en bancarrota como el de Alemania oriental antes de la caída del Muro. Y corrompido hasta la médula», dice el escrito Einar Mar Gumundsson, que forma parte de quienes se han politizado de nuevo, reclamando que el gobierno sea reemplazado por un «gabinete de expertos».
» ¿Por qué los ciudadanos de a pie tenemos que pagar por la locura de los bancos y la inacción del gobierno?», pregunta.
La cantante de pop Björk proporcionó al primer ministro Hardee paquete de «buenas ideas» para resolver los problemas actuales. Para ella, la entrada en la UE es uno de ellos, una idea que Haarde ha rechazado previamente.
Björk, junto con Magnason y otros jóvenes islandeses, ha estado trabajando en red vía Internet. Muchos otros nunca habían participado en los movimientos políticos previamente.
Magnason, sin embargo, trata de ver algo positivo de la reciente conmoción que ha sacudido al país. «Ahora todos nuestros banqueros sin empleo tienen tiempo libre a raudales. Son gente educada, inteligente. Espero que podamos usar estos recursos con prudencia y sensatez. No tiene que tratarse siempre de hacerse con un botín», asegura.
Àngel Ferrero es miembro de Rebelión , Sin Permiso y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística.