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Los Objetivos de Desarrollos Sostenible y la actividad sindical para lograrlos

Fuentes: Ser Seres Solidarios

Los jefes de gobierno aprobaron los Objetivos De Desarrollo Sostenible (ODS) (2016-2030), en la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de 2015. Venían a suceder a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) que se debían implementar en la quincena de años anterior (años 2000-2015): reducir a la mitad a nivel mundial una […]

Los jefes de gobierno aprobaron los Objetivos De Desarrollo Sostenible (ODS) (2016-2030), en la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de 2015. Venían a suceder a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) que se debían implementar en la quincena de años anterior (años 2000-2015): reducir a la mitad a nivel mundial una serie de indicadores, sobre todo el de reducción de la pobreza extrema. Pero los ODM estaban volcados en la filosofía de la ayuda al desarrollo, desde el Norte al Sur o del Centro a la Periferia.

Los ODS han supuesto avances de planteamientos. El enfoque de ‘no dejar a nadie atrás’, supone la aceptación del multilateralismo, y la comprensión de que la consecución de unos objetivos, por ejemplo, la reducción de la pobreza, va ligada a la igualdad de género, la educación, a la gobernanza internacional, al trabajo digno, … y que el cambio climático no tiene fronteras.

Aunque los ODM tuvieron un desarrollo desigual y la pujanza china y de otros países lograron una reducción de la pobreza extrema, afortunadamente hubo un cambio de paradigma. Se entendió por expertos, movimientos sociales y sindicales y gobiernos que es necesario un planteamiento holístico, transversal de los problemas globales a los que nos enfrentamos como especie y como sociedad.

Esto hizo que se alcanzase un consenso mundial en ese año 2015, pero que no está claro que se mantenga. Los ODS se aprobaron junto a otras conclusiones en otras esferas, como la de procurar movilizar recursos en Addis Abeba, o la lucha contra el cambio climático, en París. Se aceptó en esos momentos la multilateralidad y la mutua dependencia para resolver o paliar problemas.

Por supuesto, se mantienen los conflictos ideológicos y hay ciertas contradicciones: aceptación de los límites de recursos planetarios y el peligro de un cambio climático, o la movilización de recursos económicos y fiscales para políticas de desarrollo y sociales, y la inclusión del crecimiento económico como solución o una laxitud frente a los paraísos fiscales y el poder contractual de las multinacionales.

Las direcciones de los sindicatos y sus organismos de cooperación también han cogido el guante del cambio de planteamientos.

Durante los ODM, se produjo la unidad sindical que conformó la existencia de la Confederación Sindical Internacional. Ésta, propició la Red Sindical de Cooperación al Desarrollo (RSCD) que primero nació con la vocación de coordinar la cooperación sindical de los sindicatos del Norte hacia los del Sur, evitando duplicidades y competitividad sindical, junto a la inclusión del concepto de ‘trabajo digno’ (acuñado por la OIT) en las declaraciones institucionales y conferencias internacionales.

Esta labor de la RSCD incluye la conformación de alianzas internacionales sindicales con muchas ONG’s de cooperación y de otro tipo para lograr modificar planteamientos escasamente participativos y sociales y extender otros conceptos como el de diálogo social, negociación colectiva, etc. También, ha servido para laminar reticencias de unos y otros de cooperar juntos, y el reconocimiento de que los sindicatos somos agentes transformadores, organizaciones de muchos afiliados y capacidad de interlocución.

Los sindicatos hacen suya la Agenda 2030

El mundo sindical también ha evolucionado en su forma de implicación, ya sea en los ODM o en los ODS. Así, en la etapa de los ODM, USO participó directamente o a través de SOTERMUN en la Alianza contra la Pobreza y en la Red Sindical de Cooperación al Desarrollo. Los objetivos de estas plataformas era incidir en que nuestro país alcanzase el 0,7 % de ayuda al desarrollo y que la ayuda internacional (y sindical) estuviera alineada con la Declaración de París, que buscaba la eficiencia, simplicidad y empoderamiento de las poblaciones y gobiernos (o sindicatos) beneficiarios afectados de la ayuda al desarrollo.

La Agenda 2030 de los ODS ha supuesto para los sindicatos un nuevo reto. Los ODS no son ayuda a la cooperación. Son 17 objetivos, que incluyen 169 metas concretas y ya se han fijado 232 indicadores que miden cuantitativamente su cumplimiento. Muy desglosados para que queden claro los resultados. Así, por ejemplo, el indicador 8.5.2 dice: Tasa de desempleo, desglosada por sexo, edad y personas con discapacidad. Al ser públicos, los gobiernos tienen que dar cuenta de las políticas y presupuestos para lograrlos. La obligación de dar cuenta de resultados internacional con Exámenes en las Naciones Unidas, permite que las organizaciones sindicales y sociales pueden sacar los colores en sus propios Estados y en la comunidad internacional.

El hecho de la interdependencia de los ODS y que en cada país haya pobreza, desigualdad, trabajadores pobres (aquellos que aún con trabajo no obtienen las rentas necesarias para una vida digna), falta de vivienda, no tratamiento de aguas residuales, desertización, pérdida de biodiversidad, …hace que los ODS sean un instrumento de intervención social.

Los sindicatos, además del centro de trabajo, como organización de defensa del bienestar de los trabajadores y trabajadoras, tenemos la vocación de interesarnos en todas las parcelas económicas, sociales y ecológicas. Podemos influir y exigir coherencia a través de la negociación colectiva, el diálogo social y la participación institucional. Debemos impulsar medidas que giren hacia el pleno empleo y la igualdad de hombres y mujeres, por una globalización con derechos, por una transición justa y hacia una economía de bajo carbono, compensando y creando nuevas posibilidades laborales a los trabajadores afectados por los cambios tecnológicos y energéticos.

Esa compresión de nuestra actividad es la que ha hecho que el Consejo General de la CSI fijase sus Prioridades sindicales respecto al desarrollo, señalando que «la implementación de los ODS requiere coherencia en las acciones sindicales, incluyendo las actividades y políticas económicas, sociales, medioambientales e industriales, involucrando a todo el sindicato, y debe integrarse de manera transversal en todos los departamentos de los sindicatos».Por su parte, USO, tras su último Congreso, modificó su estructura Ejecutiva haciendo que una Secretaría se denominase de Acción Internacional y Desarrollo Sostenible. SOTERMUN, a su vez, lleva tiempo volcada en actividades, como el concurso de fotografía internacional o en los proyectos de cooperación con otros sindicatos, de apoyo y difusión del trabajo digno.

Pero tiene que ser tarea de todos. Cada cual, en su responsabilidad y tarea. Por nosotros y las generaciones futuras. Porque estamos en un solo mundo.

Santiago González Vallejo. USO y SOTERMUN

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.