En Pedernales, cerca de la frontera con Haití, en la República Dominicana, conocí a los Okupadores. No son ningún grupo guerrillero, pero es una guerra lo que plantean. No son gentes antisistema pero utilizan métodos impropios del sistema que les aparta, que les ignora, que les expulsa. No son ilegales aunque están obligados a reivindicar […]
En Pedernales, cerca de la frontera con Haití, en la República Dominicana, conocí a los Okupadores. No son ningún grupo guerrillero, pero es una guerra lo que plantean. No son gentes antisistema pero utilizan métodos impropios del sistema que les aparta, que les ignora, que les expulsa. No son ilegales aunque están obligados a reivindicar su legalidad por la ausencia de justicia.
Los Okupadores llevan 12 años siendo expulsados, una, dos e infinitas veces, de unas tierras, las únicas para ellos y ellas, que les concedió el Instituto de Reforma Agraria dominicano. Y por una, dos e infinita vez, los Okupadores han repetido el mismo camino: de sus sencillas viviendas en un humilde barrio de Pedernales, a las tierras cultivables que les pertenecen. Allí aran sus tierras arcillosas, siembran y antes de cosechar -siempre antes de cosechar- la policía y matones asalariados desmontan los campos y destrozan sus esperanzas verdes como los melones, amarillas como el maíz o marrones como las patatas. Los golpes que se llevan quienes defienden su tierra okupada y recién parida, se sanan en las prisiones, donde son conducidos y «hospedados» por 45 días más un día.
Los Okupadores necesitan la tierra, entre otras cosas, para vivir. Quien les expulsa, el capitalismo en forma de un caciquillo feudal, con el apoyo incondicional de la justicia local, necesita la tierra, entre otras cosas, para aumentar su patrimonio. (Nota etimológica, patrimonio del latín: bienes o posesiones que heredan los hijos, de sus padres y de sus abuelos. Para las mujeres, el lenguaje les dejó el matrimonio: bienes o posesiones de la madre, es decir los hijos e hijas) . Hasta tal grado es la impunidad y el contubernio existente, que en este caso concreto se pasa por alto un dictamen de la Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana que dictaminó a favor de las familias pobres de Pedernales, a las que hoy les llamamos Okupadores. La justicia se suma a este teatro de injusticias, por una simple razón, por la razón de siempre, la única que sustenta este modelo devastador, el interés capitalista, el dinero… Porque los poderosos siempre pisan a los pobres, porque es la ley del divide y vencerás. Y casi lo consiguen… como casi siempre… Pero los Okupadores lo tienen claro, expulsados de sus tierras, sobreviviendo como pueden, saben que cuando la justicia falla, la única alternativa es la lucha.
Lo dice el subcomandante Marcos y sirve para los Okupadores. Son transgresores de la ley, seguramente por haber transgredido la ley, la ley de gravedad. Por querer que lo que está abajo se levante, para estar arriba.
* Gustavo Duch Guillot. Director de Veterinarios Sin Fronteras