Cuando India ingresó a la industria mundial de la energía nuclear hace cinco años, muchos creyeron que este país encontraría rápidamente el camino para poner fin a su dependencia del carbón y de otros combustibles fósiles. Después de todo, India ya tenía en marcha 19 reactores atómicos que generaban unos 4.000 megavatios de energía, a […]
Cuando India ingresó a la industria mundial de la energía nuclear hace cinco años, muchos creyeron que este país encontraría rápidamente el camino para poner fin a su dependencia del carbón y de otros combustibles fósiles.
Después de todo, India ya tenía en marcha 19 reactores atómicos que generaban unos 4.000 megavatios de energía, a pesar de que esa actividad desafiaba un embargo internacional, encabezado por Estados Unidos e impuesto luego de que Nueva Delhi realizara un ensayo nuclear en 1974.
La negativa de India a firmar el Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP), suscrito por 189 naciones desde 1968, también contribuyó a su aislamiento. Se necesitó una exención especial del Grupo de Proveedores Nucleares, de 47 miembros, para que Nueva Delhi pudiera participar del comercio nuclear internacional.
Con el levantamiento de los embargos, el gobierno indio proyectó una serie de «parques nucleares» que serán construidos por inversores extranjeros a lo largo de su costa peninsular, añadiendo 40 gigavatios de energía adicional para 2020.
El gobierno avanza con el proyecto a pesar de la resistencia de agricultores y pescadores, que temen se vea amenazado su sustento y forma de vida, el hecho de que la zona es vulnerable a movimientos sísmicos y un recurso legal contra los planes nucleares presentado por intelectuales ante la Corte Suprema.
«Había pocas dudas de que el plan de construir numerosas plantas atómicas a lo largo de la costa tendría problemas», señaló el científico M.V. Ramana, del Programa sobre Ciencia y Seguridad Global de la estadounidense Universidad de Princeton.
«Debido a los crecientes conflictos sobre los recursos naturales, la oposición a los nuevos sitios nucleares solo se intensificarán en el futuro. La escasez de agua, por ejemplo, se hará cada vez más severa a lo largo del año», dijo Ramana a IPS en una entrevista por correo electrónico.
«Los pescadores ya están viendo sus sustentos amenazados por diversos problemas. Los efluentes de las plantas industriales y de energía que derivan en el mar es uno de ellos», detalló.
Intensas protestas se llevan a cabo en Jaitapur, en el occidental estado Maharashtra, donde la empresa francesa Areva SA construye un parque nuclear con capacidad de generar 9.900 megavatios, y también en Koodankulam, en el sureño estado de Tamil Nadu, donde está cerca de completarse la construcción de una planta atómica rusa.
Ramana señaló que el desplazamiento de personas era otro problema. «El tratamiento a los afectados por las instalaciones nucleares ha sido menos que satisfactorio», afirmó.
«Para comenzar, los planificadores deben darse cuenta de que el país tiene que elegir entre sus ambiciones y la democracia», sostuvo.
«Las intensas y prolongadas protestas en Koodankulam y Jaitapur son una señal de que todas las otras opciones para hacerse oír han estado bloqueadas», indicó.
Vinod Kumar Gaur, uno de los principales sismólogos del país y profesor en el prestigioso Instituto Indio de Astrofísica, en la sureña ciudad de Bangalore, señaló que los estudios de riesgo en Jaitapur estaban terriblemente equivocados.
Según Gaur, es significativo que el emplazamiento del complejo nuclear de Jaitapur, llamado a ser el mayor del mundo, se encuentre a solo 110 kilómetros de la represa de Koyna, que sufrió graves grietas tras ser afectada en 1967 por un terremoto de magnitud 6,4 en la escala Richter.
Es también importante señalar, dijo Gaur, que en el año 1524, un gran tsunami impactó en la costa occidental de India, 100 kilómetros al norte de Jaitapur. La posibilidad de que se produzca otro no ha sido contemplada en los actuales estudios.
Gaur dijo a IPS que «la confirmación o refutación a través de investigaciones científicas es clave para determinar la seguridad sísmica de la planta en Jaitapur, y el último terremoto en Japón demostró que es relevante considerar todas las posibilidades cuando se trata de diseñar una planta de energía nuclear».
«Igualmente importante», sostuvo, es que «los resultados de las investigaciones científicas sean divulgados, para así disipar los temores que tiene la gente».
Ramana dijo que era tiempo de que el hermético Departamento de Energía Atómica participara de un honesto y transparente debate sobre sus planes, en particular con las personas que viven cerca de los sitios elegidos para los proyectos.
El gubernamental Departamento «tiene que abandonar posiciones científicamente indefendibles, como sus afirmaciones de que sus reactores son ‘100 por ciento’ seguros y de que la probabilidad de un accidente nuclear es cero», añadió.
«Instalar un reactor afectará al ambiente, debido a la expulsión de contaminantes radiactivos y agua caliente», alertó.
Ramana añadió que, «si los residentes se niegan absolutamente a tener una planta nuclear en medio de ellos, el Departamento debe cancelar las plantas de construcción».
El Departamento evitó participar de las consultas públicas exigidas por el Movimiento Popular contra la Energía Nuclear, que lidera la resistencia en Koodankulam.
«Realizar debates públicos se ha vuelto aun más importante luego de Fukushima», dijo S.P. Udayakumar, líder del Movimiento desde 1988.
El accidente en esa central nuclear japonesa «ayudó a que la gente entendiera mejor los peligros», dijo a IPS.
«Considerando que la sociedad civil ha pedido insistentemente a un debate público, el primer ministro debe dar un paso y realizar consultas en todo el país sobre la relevancia de una opción energética tan peligrosa y cara», dijo por su parte Karuna Raina, activista de Greenpeace en India.