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Luto sin fronteras

Fuentes: Il Manifesto

Traducido para Rebelión por Rafael Morales

¡De carreras, nada! El viernes en Roma, Le Capannelle permanecerá cerrado por respeto al entierro del Papa, programado para ese día. A la decisión de los responsables del hipódromo de la ciudad se ha unido rápidamente el gobierno de la república que ha hecho todavía más, disponiendo la suspensión de todas «las manifestaciones públicas de espectáculo ligero». Ni cabaret ni caballos y según una nota de la federación nacional, nada de partidas de golf. El dolor por la muerte del Papa es una cosa seria. También los funerales del Papa son una cosa seria como bien saben los responsables de los servicios de seguridad. Las decisiones del gobierno en cambio, parecen ridículas. El consejo de ministros ha prolongado el luto: cinco días. Banderas a media asta también jueves y viernes. Continúa la genuflexión del estado laico. Y se agranda. Palazzo Chigi ha decidido difundir para la ocasión una invitación a las televisiones que, como se sabe, no ha caído en saco roto. El día del entierro «la programación de radio y televisión para las cadenas publicas y privadas tendrá que adecuarse al luto nacional, prestando particular atención a los contenidos de los programas de espectáculos». La directiva llega tarde, hace ya una semana que la RAI y Mediaset han «adecuado» sus transmisiones llenándolas de santos y parafernalia sagrada. El centro derecha no sabe nada del país que gobierna, las regionales lo demuestran y el luto nacional lo confirma. Mientras Roma se llena de peregrinos descamisados, multitudes de chicos y chicas haciendo cola en la via della Conciliazione como en un concierto rock, mientras disparan sus móviles-video ante los restos mortales del pontífice, palazo Chigi responde en el más puro estilo años cincuenta. La censura, como si fuéramos todavía la Italia del cabaret y las carreras de caballos. El luto adquiere nuevas formas y el dolor, sobre todo cuando es alimentado mediáticamente, ya no es el de las plañideras. La adhesión oficial e interminable del gobierno no tiene nada del gesto capaz de captar el sentimiento popular y sí mucho de exceso de celo. Como sucede siempre con el servilismo.

En Francia se han desatado polémicas durísimas por 24 horas de banderas a media asta, hasta los políticos de centro derecha se han enfadado con el gobierno. En el mundo político italiano nadie ha tenido el menor resquemor laico, nadie se plantea poner límite a la congoja de estado. Y esto autoriza cualquier iniciativa, incluidas las más extravagantes como la suspensión de una partida de golf. Se podría objetar que Italia es el país limítrofe del Vaticano pero no sería correcto: la frontera ya no existe.