Según dice el propio Marcos, sus críticos no acaban por entender su última teorización sobre el movimiento y programa del EZLN (la otra campaña). Las críticas parecen decir que, para Marcos, quienes participen en la otra campaña pueden votar por un partido o por otro, o por un candidato o por otro, abstenerse de votar […]
Según dice el propio Marcos, sus críticos no acaban por entender su última teorización sobre el movimiento y programa del EZLN (la otra campaña). Las críticas parecen decir que, para Marcos, quienes participen en la otra campaña pueden votar por un partido o por otro, o por un candidato o por otro, abstenerse de votar o no abstenerse, o todo lo contrario: en una palabra, nadie parecería entender el significado de votar por el PRI, por el PAN, o por el PRD, y al mismo tiempo ser un miembro activo de la otra campaña.
En los hechos, supongo, Marcos no esperaría que alguien que vote PRI o PAN también ande en la otra campaña. Sin embargo, hace tabla rasa de los tres principales partidos y dedica rudas críticas particulares al PRD y a sus personajes centrales, Cárdenas y López Obrador, y cree que el tabasqueño sería un presidente especialmente autoritario.
Para Marcos, los tres partidos son iguales: todos le van a entrar al neoliberalismo. El PRI y el PAN no se han ocupado de Marcos, pero al PRD sí le han dolido los dardos marquesinos.
No veo las razones de la confusión. Si hay una crítica especial al PRD es simplemente que Marcos quiere decirle a quien quiera oírlo: la izquierda soy yo, el EZLN y quienes piensen como nosotros, no el PRD, partido en el que hay de dulce, de chile y de manteca, pero ninguno es de izquierda. La única forma de ser de izquierda es ser expresamente anticapitalista hoy mismo, es decir, pro socialista o pro comunista (o quizá pro otra sociedad de la que aún no tenemos noticia); de otra parte, según el discurso de Marcos, a esa otra sociedad se llegaría no por la vía asalto al Palacio de Invierno; es decir, siempre no por esa vía, porque el plan original sí era ése, según dijo en los albores del nacimiento del EZLN. Pero como la sociedad dijo que por esa vía no, y nosotros mandamos obedeciendo, lo haremos (o empezaremos, o continuaremos) mediante la otra campaña.
De otra parte, hasta ahora todo indicaría que el EZLN tampoco está a favor de una sociedad organizada de acuerdo con los cánones de las experiencias fracasadas: URSS, China, Polonia, Yugoslavia o Cuba.
Por eso la otra campaña nada tiene que ver con el marco institucional actual: tiene el exclusivo y estratégico propósito de crear lo que para el EZLN es una izquierda real (anticapitalista), que se propone reunir las fuerzas necesarias para el cambio anticapitalista, y cuya responsabilidad actual y futura, parece, sería la de teorizar lo necesario para construir la meta y la vía de ese cambio, por ahora no definido. Entre tanto, el EZLN aprendería de sus propias experiencias de organización social: el sistema de los caracoles.
Irremediablemente, Marcos no puede ser visto por muchas personas, incluidas las radicalmente inconformes con el status quo actual, sino como quien se arroga el saber absoluto acerca de las definiciones políticas. Pontifica y dice quién es y quién no es de izquierda: su palabra es la ley.
Marcos nos debe aún muchas explicaciones. Ser anticapitalista significa estar en contra de que la producción y la distribución de mercancías y servicios estén regidas por las prácticas del mercado y por la práctica de los capitalistas de alcanzar las máximas ganancias en sus operaciones. Existe vasta polémica -ajena a las izquierdas mexicanas- sobre los modos y alcances con las que se puede intervenir en esas prácticas, pero, en cualquiera de los casos posibles de intervención o de formas de organización de una economía mixta, sigue habiendo fundamentalmente capitalismo.
Hasta ahora nadie ha puesto sobre la mesa ninguna otra alternativa que la planificación central, para sustituir al mercado, pero dicha planificación probó históricamente estrechos límites como herramienta del desarrollo socioeconómico y humano en general. En los hechos, la exitosa planificación central de la URSS para crear una gran base de producción de bienes de producción fue un atajo para dar un gran salto de desarrollo hacia la producción capitalista. No hablo de un propósito planeado, hablo de hechos históricos que nadie se propuso, pero que estaban irremediablemente sujetos a la necesidad histórica.
Mientras se trató de montar una gran base de bienes de capital, con grandes sacrificios de la población, puesto que esa gigantesca inversión significaba la posposición indefinida del consumo, la planificación central funcionó, sin duda, con una eficiencia mayor que la del mercado. En cuanto la economía soviética alcanzó cierto grado de complejidad hacia mediados de los años sesentas y los bienes de consumo comenzaron a diversificarse, la planificación central mostró límites formidables y la producción se burocratizó de manera creciente, precisamente en el momento en que la historia daba el banderazo de salida a la tercera revolución tecnológica. La URSS estaba incapacitada para competir con Occidente. Eso lo aprendió China, y la emprendió rumbo al capitalismo con dirección autoritaria.
Ojalá un día Marcos nos muestre sus cartas y nos diga qué piensa, como buen anticapitalista, frente a esos hechos.