Recomiendo:
0

Exorbitante inflación y un régimen militar represivo azotan la antigua Birmania

Miles de monjes encabezan en Myanmar la mayor protesta contra la Junta Militar

Fuentes: Gara/The Independent

Miles de monjes salieron de nuevo a las calles de Myanmar en contra de la negativa de la Junta Militar a pedir disculpas por la agresión policial a varios bonzos. A las marchas se sumaron decenas de miles de ciudadanos descontentos con la elevada subida de la gasolina y el aceite.

Al menos 300.000 personas se manifestaron ayer en Rangún y otras ciudades de Myanmar en la mayor protesta llevada a cabo contra la Junta Militar desde hace dos décadas. Las movilizaciones comenzaron en agosto por la elevada subida de la gasolina y el aceite. A ellas se sumó la Alianza de Todos los Monjes de Myanmar después de que, a principios de este mes, varios monjes fueran agredidos por soldados en Pakokku, región central del país. Ante la negativa de la Junta Militar a disculparse por el maltrato a los bonzos, convocó una jornada de protesta nacional, secundada por numerosos activistas y decenas de miles de ciudadanos.

Según testigos citados por diversas emisoras de radio y otros medios birmanos de la oposición, en Rangún, se manifestaron unas 100.000 personas, una cifra similar en Pakokku y unas 120.000 en Mandalay. Alrededor de 20.000 monjes encabezaron la movilización en esta última localidad, al igual que en Sittwe, capital de Rakhine. En todas ellas entonaron el salmo del metta sutha y portaron los cuencos de recogida de ofrendas boca abajo en señal de protesta.

La jornada fue precedida de una orden emitida a primera hora de la mañana por la jerarquía de la institución budista de Myanmar a todos los monjes para que regresasen a sus monasterios y pusiesen fin a la sucesión de protestas.

La mayoría de los bonzos que participaron en las marchas, tanto en las de ayer como en las de la pasada semana, procedían de monasterios de localidades próximas y, de acuerdo con las normas del monacato, se han hospedado en las residencias religiosas de las urbes a las que se han trasladado.

En la multitudinaria manifestación del sábado en el centro de Rangún, los militares birmanos permitieron a la opositora y Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi salir brevemente de su casa y saludar a los monjes y a varios centenares de personas que lograron sobrepasar la barrera policial que impide a la gente acercarse a la vivienda de la líder de la Liga Nacional por la Democracia (LND), en arresto domiciliario desde 2003.

Por otra parte, la Asociación de Presos Políticos de Myanmar, con sede en Bangkok, informó que, desde agosto, ha habido 218 detenciones. Denunció que muchos de los arrestados -la mayoría militantes de la LND- fueron golpeados en los interrogatorios y sometidos a tortura sicológica. Subrayó también que se negó asistencia sanitaria a algunos de los detenidos que resultaron heridos en las protestas.

Incierto futuro

La pregunta, ahora, es qué harán los militares en el poder para mantenerse ahí a pesar del descontento general, cada vez más generalizado y más presente en las manifestaciones. Después de todo, se está hablando de una junta militar que ordenó atacar la caravana en la que Suu Kyi viajaba en 2003, para después acusar a la víctima de ser «un peligro público» y ordenar su arresto, además de otras arbitrariedades.

El gobierno de Myanmar ha sido señalado de tener prácticas extravagantes. Por ejemplo, aunque el país siempre se llamó Birmania, en 1989, al poco tiempo de llegar al poder por la fuerza, el CEPD decidió nombrarlo Myanmar. Y la capital siempre se llamó Rangún, pero los militares decidieron nombrarla Yangón.

La más llamativa -y la más cara- de las extravagancias, sin embargo, fue la decisión de cambiar la sede del gobierno de lugar. El CEPD no quiso trasladarla a otra ciudad, sino a un prado en medio de la selva llamado Pyinmana, donde no había nada excepto una minúscula aldea.

El anuncio de que la nueva capital política no sería Yangón se hizo en 2005. Pero dos años después, la nueva sede del CEPD y sus ministerios, llamada ahora Naypyidaw en vez de Pyinmana, no se ha terminado de construir y lo único listo para usarse son edificios gubernamentales y unos cuantos bloques de departamentos. Los caminos, además, brillan por su ausencia.