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América Latina-UE

Modestos acuerdos, grandes discordias

Fuentes: IPS

Con la aprobación de acotados convenios para mejorar el intercambio comercial y la prórroga de otros, pero con más dudas que certezas en las relaciones entre países, finalizó la cuarta cumbre América Latina y el Caribe-Unión Europea (UE). Los 58 jefes de Estado y de gobierno participantes en la cita de este viernes firmaron la […]

Con la aprobación de acotados convenios para mejorar el intercambio comercial y la prórroga de otros, pero con más dudas que certezas en las relaciones entre países, finalizó la cuarta cumbre América Latina y el Caribe-Unión Europea (UE).

Los 58 jefes de Estado y de gobierno participantes en la cita de este viernes firmaron la llamada Declaración de Viena, en la que se incluye el lanzamiento de negociaciones entre la UE y América Central con vistas a un acuerdo de asociación, que puede llegar a un tratado de libre comercio.

A tal efecto, los gobiernos centroamericanos se comprometieron a «ratificar su tratado de inversiones y servicios» y «desarrollar un mecanismo jurisdiccional que garantice el refuerzo de la legislación económica regional en toda la zona».

Este acuerdo de asociación comercial es sólo uno de los objetivos principales que la UE se había fijado alcanzar durante la Cumbre de Viena. Los otros dos similares, con la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y el Mercosur, han sido pospuestos una vez más.

Las negociaciones entre la UE y la CAN, conformada por Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, están prevista para que se reanuden este año, con sesiones bilaterales antes del 20 de julio, mientras que sigue tan estancado como hace 10 años el proceso con el Mercosur (Mercado Común del Sur), que reúne a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.

Aunque la declaración de Viena establece que «las bases de negociación (entre la UE y la CAN) que permitan una participación plena y beneficiosa para todas las partes» estén prontas antes del 20 de julio, los conflictos en ese bloque sudamericano sugieren que este plazo es muy corto para ello.

Por otra parte, el proceso de negociaciones entre la UE y el Mercosur no concluirá antes de que se cierre la llamada Ronda de Doha, aprobada por la cuarta conferencia ministerial de la Organización Munidal del Comercio que se reunió en diciembre de 2001 en la capital de Qatar.

Ese proceso global está bloqueado desde entonces principalmente por desencuentros entre países ricos y pobres sobre el tema de agricultura, como la negativa de la UE de abrir sus mercados a los productos rurales provenientes de países como Argentina, Brasil y Uruguay.

Representantes europeos aseguraron que los tratados de libre comercio entre ese bloque y América Latina y el Caribe coadyuvarían a aumentar los intercambios comerciales entre ambas regiones.

El ministro de Economía de Austria, Martin Bartenstein, recordó que en la actualidad las ventas de la UE con América Latina «sólo alcanza el 5,6 por ciento del comercio exterior del bloque».

«Es decir, nuestras relaciones comerciales actuales son muy modestas y susceptibles de ser mejoradas», añadió el funcionario que en el primer semestre del año preside el Consejo de Ministros de Economía de la UE.

Para Bartenstein, los tratados de asociación económica, concertación política y cooperación de la UE con México, en vigor desde octubre de 2000, y con Chile, desde febrero de 2003, son la referencia a seguir».

«Si nuestras relaciones comerciales con América Latina fueran como las que mantenemos con Chile y México, nuestro intercambio aumentaría», apuntó.

La Declaración de Viena también plasma «el compromiso» de los gobiernos de ambas regiones de lanzar «una reforma integral y una revitalización de (la Organización de) las Naciones Unidas, que refuerce su carácter democrático, representatividad, transparencia, rendición de cuentas y eficacia»

El documento exprime también las posiciones comunes sobre el multilateralismo, el terrorismo, la proliferación de armas nucleares, migraciones y derechos humanos.

Aunque el documento final de la cumbre ratifica «el derecho soberano de los países de gestionar y de regular sus recursos naturales», la decisión de este mes del gobierno de Bolivia de nacionalizar la producción de hidrocarburos continúa siendo objeto de polémicas, puesto que afecta intereses de empresas de Brasil, España y de Argentina, entre otras.

En el foro empresarial paralelo que tuvo lugar en Viena, ejecutivos de Europa y de América Latina exigieron que sena pagadas indemnizaciones a las firmas afectadas por las nacionalizaciones.

Según Hernán Somerville Senn, presidente de la asociación chilena de bancos, sostuvo que «los gobiernos tienen el derecho a expropiar si lo consideran de interés nacional, pero deben ofrecer las recompensas apropiadas.»

La nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia, que tiene la mayor cantidad de reserva de gas de América del Sur después de Venezuela, ha complicado las relaciones entre La Paz y Brasilia, que se suman a las ya existentes entre Venezuela y sus vecinos Colombia y Perú, así como con México.

Tales tensiones quedaron en evidencia en Viena, donde el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y sus pares Alejandro Toledo, de Perú, y Vicente Fox, de México, prolongaron su guerra de palabras.

Toledo repitió sus acusaciones de que Chávez interviene en la campaña por la segunda vuelta presidencial del 4 de junio en Perú, mientras Fox defendió los tratados bilaterales de libre comercio que Estados Unidos promueve con países andinos.

Son «compatibles» con la integración regional, dijo Fox, en clara oposición a la doctrina de Chávez y Morales, quienes consideran que esos acuerdos minan la CAN.

Las tensiones saltaron incluso del otro lado del océano Atlántico, donde el portugués José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, acusó veladamente a los mandatarios venezolano y boliviano de llevar adelante una política «populista».

«El populismo es una amenaza a nuestros valores. Si entendemos populismo como una simplificación abusiva de los problemas complejos, si entendemos populismo como apelación a los sentimientos negativos y no a los valores democráticos y al estado derecho, el populismo es una amenaza», dijo Durao Barroso, sin mencionar explícitamente a los dos presidentes.

«No importa si el populismo es de izquierda o de derecha. Nosotros estamos en Europa contra las tendencias populistas», añadió el titular del órgano ejecutivo de la UE.

Chávez, aparentemente, se sintió aludido por Durao Barroso. «El neoliberalismo en América Lataina ha llegado a su fin y ahora comienza la nueva, que algunos lo llaman populismo, tratando de desfigurar la hermosura que tenemos», indicó.

«Europa debe entender mejor lo que está pasando en América Latina, entender mejor que estamos cambiando», advirtió Chávez.