“La vieja sirena se arrastra con las manos, tal como subió la escala aquella remota noche y se sorprende al recordar. Tiene memoria y comprende que no la ha perdido porque sigue siendo súbdita del tiempo y de la muerte (…); y entonces la vieja sirena tiene prisa. Prisa por volver junto a Ahram. No puede desperdiciar el tiempo que le queda de vida. Contempla el paisaje que no volverá a ver, el fondeado navío que la trajo”, escribió José Luis Sampedro (La vieja sirena, Ed. Destino, 1990).
Cuando se editó esta obra, el novelista y gran humanista ejercía también como catedrático de Estructura Económica, había sido senador (por designación regia) y formaba parte de la Real Academia Española (RAE); entre las novelas publicadas, figuraban El río que nos lleva; Congreso en Estocolmo; Octubre, Octubre o Real sitio.
En uno de los apéndices –Acerca de las sirenas y su mundo-, el autor caracterizó a estos seres de la Grecia clásica como grandes aves con cabeza y pechos femeninos; sin embargo, en el texto introdujo la imagen moderna, la mujer-pez proveniente de la mitología nórdica; la presentación de la editorial situaba La vieja sirena en “Egipto, siglo III d. de J.C. o bien cualquier época, la nuestra acaso”.
Cinco años antes vio la luz La sonrisa etrusca; un veterano campesino y expartisano que procedía de Calabria, Salvatore Roncane, llegaba a la casa de los familiares en Milán; en la gran urbe pasa la última etapa de su vida y se relaciona (“vuelca su ternura”) con el nieto de apenas un año, Bruno.
“El viejo salta de la cama ilusionado como un niño: en su tierra la nieve es maravilla y juego, promesa de rico pasto y gordas reses (…); la ciudad la corrompe, como a todo, convirtiéndola en charcos embarrados”, relataba José Luis Sampedro.
El pasado 4 de marzo se presentó en la librería Primado de Valencia la biografía literaria –con más de un centenar de documentos inéditos- José Luis Sampedro. Un hombre fronterizo, de José Manuel Lucía Megías (Ed. Plaza&Janés, 2023); el cartel del acto anunciaba la presencia del autor junto a la narradora, traductora y poeta, Olga Lucas, quien escribió con Sampedro Escribir es vivir (2005), La ciencia y la vida (2008) o Cuarteto para un solista (2011).
El escritor y catedrático de Filología José Manuel Lucía publicó en noviembre el volumen, de 640 páginas, sobre quien fue Premio Nacional de las Letras en 2011; para ello, el biógrafo estuvo investigando –durante más de una década- en los manuscritos, esquemas, diarios, notas y borradores de José Luis Sampedro.
El libro incluye párrafos que desvelan el ideario del escritor biografiado; por ejemplo, una parte de la página 31 del discurso leído por Sampedro, el 2 de junio de 1991, con motivo de su ingreso en la RAE (Desde la frontera):
“Muy colmado de ciencia está Occidente, pero muy pobre de sabiduría. Es decir, del arte de vivir, más abarcante que la ciencia porque, contando con ella, incluye además el misterio. Ahora no se procura alcanzar la iluminación, sino sentir el latigazo del deslumbramiento (…); los países de la periferia conservan, aún en su atraso técnico, más sabiduría y eso es una esperanza para todos (…)”.
Resulta asimismo significativa la reflexión siguiente, incluida en Escribir es vivir, con el autor casi nonagenario, y en la que contraponía su infancia a la realidad de 2005:
“No pertenezco al mundo de hoy. Estoy aquí de polizón. Eso sí, no he venido en patera y tengo mis papeles en regla, pero no soy de aquí. Los artefactos no me interesan. No me gusta el teléfono. He aprendido a utilizar el cajero automático hace sólo año y medio, a la fuerza, por evitarme una cola, y en el ordenador lo único que hago es teclear”.
Lucía Mejías ha participado en las actividades de la Asociación Amigos de Jose Luis Sampedro, constituida en 2014 por Olga Lucas y Amaya Delgado; la entidad sin ánimo de lucro permite el acceso a información sobre el pensamiento y obras –novelas, teatro, poesía o cuentos- paisajes, conferencias y miradas (análisis crítico “de la sociedad en la que le tocó vivir”).
¿Cómo era el proceso de elaboración en los textos narrativos? “Hay que creerse lo que se está escribiendo (…); y para ello, me apoyo mucho en la documentación. Yo me documento mucho. Por ejemplo, en mi novela La vieja sirena hay mucho de época, de la Alejandría del siglo III de nuestra era. Tardé más de tres años en reunir toda la documentación necesaria”, compartía el escritor y economista.
En El amante lesbiano (2000), acogida con entusiasmo y también con rechazo –en algunos casos una impugnación inesperada-, Sampedro contó la historia de amor “entre una mujer sedienta de un varón sin machismo y un amante fetichista que goza en la sumisión”; y en Mar al fondo (1992), introduce la mirada humanista en relatos que se sitúan en océanos –el Ártico- y mares como el Egeo o el Mediterráneo.
La página Web de la Asociación Amigos de José Luis Sampedro da cuenta de ensayos que trascienden la literatura y la ficción; como Economía humanista. Algo más que cifras (2008); Sobre política, mercado y convivencia (2006), de conversaciones con el politólogo Carlos Taibo; Multimegamuchaglobalización (2009), de diálogo con los catedráticos de Economía Carlos Berzosa y Ángel Martínez González-Tablas (Sampedro, que en 1955 aprobó las oposiciones a catedrático de Estructura Económica, consideraba que para un economista “es una ventaja ser también novelista”).
En Conciencia del subdesarrollo, veinticinco años después (1996), con Carlos Berzosa, se subrayaba la “monstruosa desigualdad” entre los países del Norte y los que oficialmente se califican como subdesarrollados. En otro ensayo de 2005, Los mongoles en Bagdad, el intelectual adopta como punto de partida la invasión de Irak perpetrada en 2003 por Estados Unidos y sus aliados.
Así, en la Mirada sobre la Barbarie contra Irak, José Luis Sampedro concluye: “La defensa de la libertad y la seguridad humana no es la causa de la agresión. Bush ataca para servir ambiciones estratégicas y los intereses petroleros y armamentistas de los grupos de poder que le hicieron presidente”.
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