La génesis del tráfico masivo de estupefacientes, que empezaría con el opio, no fue una iniciativa de mafiosos en países subdesarrollados…
El 7 de mayo de 1954 las tropas francesas recibieron una humillante derrota militar al norte de Vietnám, en la llanura de Dien-Bien-Phu, a manos de las fuerzas del Viet-Minh comandandas por el General Vo Nguyên Giap.
Ese día Francia terminó por entender que llegaba su declive como imperio y que debía retirarse definitivamente de esos lejanos y extensos territorios conocidos como Indochina, que comprendían Vietnám, Laos, Camboya y una parte del norte de China.
Con el agua hasta el cuello, el año anterior París había pedido ayuda con tropas al presidente Dwight D. Eisenhower, pero este no aceptó intervenir directamente porque más le convenía que Francia terminara de cocinarse en su propio jugo. Seguro de su poderío militar, creía que luego fácilmente derrotaría a las fuerzas independentistas, y tomaría posesión de los territorios.
Eso sí, aceptó el envió de muchos más consejeros militares y equipos destinados a organizar grupos clandestinos.
Ante la imposibilidad de derrotar a las fuerzas populares, desde bien antes de Dien-Bien-Phu Francia venía traspasando el conflicto a Estados Unidos. Mientras los servicios especiales terminaron por dejar en manos de la CIA las operaciones clandestinas, el trabajo sucio. Los crímenes sin responsables.
Y esto llevó a que la CIA se apropiara de un negocio altamente clandestino, que servía para financiar esas operaciones: el tráfico de heroína.
Desde la llegada de los “Administradores Franceses” a Saigón en 1862, las franquicias aduaneras regionales sobre el opio fueron puestas bajo la tutela del “Monopolio del Opio”. Esto se hizo con el pretexto de tener autonomía financiera de la Metrópoli, de Paris. El primer resultado fue la multiplicación de la producción, lo que trajo una disminución considerable del precio del opio, y por supuesto un aumento del consumo en Vietnam. Ello se extendió por buena parte de Indochina. (1)
Recién terminada la Segunda Guerra Mundial, los franceses incitaron a las comunidades (o tribus) asentadas en las montañas de sus colonias, en particular a los Meo de Laos, a que aumentaran la producción. La intoxicación y dependencia al opio aumentó aceleradamente, algo que sería denunciado por las fuerzas revolucionarias vietnamitas como ejemplo perverso del colonialismo.
Ya para 1950, mientras los responsables políticos en París se desgarraban las vestiduras hablando de erradicar el tráfico y consumo de opio y heroína, en sus colonias de Indochina la venta servía hasta para pagar a sus funcionarios. “En la sombra, los servicios de inteligencia y los oficiales de los servicios especiales se servían de ese comercio”. (2)
No solo eso. En París, las altas instancias del poder político y militar también sabían que parte de esas ganancias eran dirigidas a organizar y financiar grupos paramilitares nativos, que reprimían a quienes se oponían al colonizador.
Empezando 1953 Edward “Ed” Lansdale fue transladado a Saigón. Este alto oficial estadounidense era “un gran especialista de la acción clandestina, siempre ingenioso e imaginativo”, según dijera el que llegara ha ser jefe de la CIA, William “Bill” Colby. (3) Lansdale tenía fachada de diplomático, agregado de la Aviación, pero su real trabajo era organizar a las tropas separatistas chinas, bajo responsabilidad de la CIA.
Prontamente descubre que no solo los militares franceses compraban las cosechas de opio, sino que estaban activamente implicados en el tráfico. El militar se quejó ante sus superiores en Washington, pidiendo que se abriera una investigación y se pidiera explicaciones a París. Lansdale dice que la respuesta que recibió fue: “¿No tiene otra cosa para hacer?”. Y le ordenaron de no meterse “en ese avispero”, para no “provocar un problema mayor con un gobierno amigo” (4)
Lansdale confirmó la existencia de todo un sistema de tráfico denominado “Operación X”.
“Él conoció muchos secretos de los servicios franceses, hasta los más inconfesables, como sus relaciones con los traficantes de drogas y los productores de opio, que el Servicio de Documentación Exterior y de Contra-Espionaje frances, SDECE, protegía y utilizaba como milicia anticomunista”. (5)
El trayecto regular que hacían con el opio los aviones militares franceses era desde la llanura de los Jarres, en Laos, al cabo Saint-Jacques en Vietnam. Los aviones militares la llevaban hasta la isla de Córcega. De ahí era solo un pasito para ponerla en el mercado francés y europeo.
Lo particular de esta historia es que cuando las tropas galas parten derrotadas, la CIA no sólo retoma esa práctica sino que la extiende.
Es así como el opio pasa a financiar parte importante de la guerra secreta estadounidense contra el pueblo vietnamita, principalmente. El tráfico de opio laosiano y birmano toma proporciones desconocidas hasta ese momento. Los campesinos entregaban la producción a los comandos de la compañía de aviación Air America, quienes la descargaban en Bangkok y Saigón. Desde ahí partía una buena parte hacia Estados Unidos y Europa.
Air America había sido creada por la CIA como una empresa para servicio de pasajeros y carga normal, luego de la derrota que sufriera Estados Unidos cuando intentara invadir a Cuba en abril de 1961. Se adujo que por falta de apoyo aéreo del Pentágono a los mercenarios invasores se había fracasado. Con Air America tendría aviones para cuando y donde los necesitara.
Air America, la “empresa” de aviación multi-usos, tuvo una participación estratégica. Su eslogan era: “No importa qué. No importa dónde. No importa cuándo”. Como lo ha contado uno de sus pilotos, ese eslogan la hacía poseedora de un gran pragmatismo: “Una caja es una caja, y si ella contiene granadas, alimento para un recién nacido, o del opio duro, o esencia de rosas, es un asunto del cliente”. (6)
Esas naves de la CIA dejaban la droga y regresaban cargadas con dinero, material bélico y logístico necesario para que las redes paramilitares continuaran su accionar criminal.
Hacia 1968 la producción y exportación de heroína se volvió masiva, coincidentemente cuando empezó el terrífico Programa Fénix, donde grupos paramilitares de la CIA asesinaron a más de 20.000 vietnamitas, según pudo constatar la investigación del Senado estadounidense, por ser presuntos colaboradores de la guerrilla del Vietcong.
Ante las denuncias de la prensa y varios congresistas, en 1972 la Inspección General de la CIA realizó una investigación y, lógicamente, no encontró la mínima prueba sobre el tráfico de opio. Esta investigación se había dado justo después que el presidente Richard Nixon declarara, en los discursos, la guerra al comercio internacional de heroína.
Debido a investigaciones de la prensa, por fin se inculpó a un oficial de la CIA por el tráfico de 26 kilos de heroína. La Agencia se opuso a su juzgamiento invocando razones de “seguridad nacional”. En esos momentos el senador Charles Percy declaró: “Aparentemente, los agentes de la CIA son intocables, no importa la gravedad de sus faltas y las consecuencias sobre la sociedad”. (7)
Algo a tener en cuenta: tanto en el tráfico de heroína como en el Prograna Fenix, muchos cubanos que habían participado en la frustrada invasión a Cuba brillaron por su activa participación: “Los cubanos contrarrevolucionarios que poseían la experiencia de La Habana mafiosa y pre-revolucionaria, fueron excelentes colaboradores”, contaría un investigador (8)
Uno de ellos fue Felix Rodríguez Mendigutía, hombre muy cercano a George Bush padre, y quien se encargara de dar la orden de asesinar al Che Guevara en Bolivia. Las medallas recibidas son testimonio.
Notas
1) Charpier, Frédéric. La CIA en France. 60 ans d’ingérence dans les affaires françaises. Editions du Seuil. París, 2008.
2) Robbins, Christopher. Air America. L’histoire secrète des pilotes de la CIA. Ediciones Albin Michel, Paris, 1979.
3) Colby, William, 30 ans de CIA. Ediciones Presses de la Renaissance. Paris, 1978.
4) Lansdale, Edward, In the Midst of Wars. Ediciones Harper & Row, New York, 1972.
5) Charpier, Frédéric. La CIA en France. 60 ans d’ingérence dans les affaires françaises. Editions du Seuil. París, 2008. Ver también: Robbins, Christopher. Air America. Ob. Cit.
A partir de 1982 el SDECE, que es la contraparte de la CIA, pasó a llamarse DGSE: Dirección General de la Seguridad Exterior.
6) Robbins, Christopher, Robbins. Ob. Cit.
7) Robbins, Christopher. Idem.
8) Bye, Vegard. La Paz Prohibida. Editorial Departamento Ecuménico de Investigaciones. San José, Costa Rica, 1991.