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Nicaragua. Razones de la victoria sandinista en las elecciones municipales 2004

Fuentes: Pueblos

Para nadie era un secreto que el Frente Sandinista sería el ganador de las elecciones municipales. Todas las encuestas a lo largo del año así lo indicaban, pero nadie pudo predecir la magnitud y profundidad de la victoria. El éxito alcanzado es sencillamente arrollador. El mapa político del país, visto desde el poder local, fue trastocado sustancialmente

Para quienes en el exterior no conocen en detalle la importancia y relevancia de ello hay que decir que de los 152 municipios del país, el sandinismo y la convergencia controlarán las principales cabeceras departamentales del país, ampliando ahora su administración a ciudades medianas y pequeñas alcaldías rurales. Hasta la fecha, no se discute la victoria en 13 de las 17 cabeceras, y en 83 del total de los municipios, con un incremento de 31 nuevas plazas en todo el país.

Prácticamente se puede decir que el FSLN tendrá ahora el poder local en las ciudades donde se concentra la mayor parte de la población nicaragüense. Todo lo anterior, en medio de una campaña electoral y un proceso de votación y escrutinio respaldado por todos los observadores extranjeros.

Aunque todavía quedan por definirse una pocas plazas y aun falta la publicación oficial y definitiva del escrutinio, es posible adelantar desde ahora, algunas consideraciones que ayuden a explicar las razones de la victoria. A continuación los factores que se combinaron para producir tal resultado.

1. La disciplina y unidad del voto sandinista

Contrariamente a la fragmentación, dispersión y obvia abstención en el campo del adversario, el sandinismo salió a votar de manera militante y cohesionada. El crecimiento real del voto sandinista es poco trascendente, pero la preservación y cohesión de su fuerza electoral, es un elemento notable y de gran significado político.

2. La mayor capacidad organizativa y movilizativa del FSLN

Es innegable que la decisión política adoptada desde hace varios años por la dirección del FSLN, de apostarlo todo a la opción electoral, le ha permitido fortalecer su tendido organizativo para la lucha electoral, que contrasta -dicho sea de paso- con su debilidad y ausencia en las luchas sociales. Mientras tanto, su adversario principal, el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) ha entrado, en los dos últimos años, en un franco proceso de debilitamiento organizativo producto de profundas fracturas internas, divisiones, pasadas de cuentas y ausencia de dirección política cotidiana sobre sus bases.

3. Una exitosa política de alianzas del FSLN

El sandinismo logró preservar en estos años, su política de alianzas expresada en la Convergencia Nacional y además, en esta ocasión, aumentó su proyección compartiendo con sus aliados, con la excepción de algunas plazas claves, las candidaturas al poder local. Candidatos no sandinistas lograron sumar votos al FSLN y contribuyeron a la victoria en lugares de gran significado político, como las ciudades de Masaya, Jinotega, Boaco, para tan sólo mencionar las más relevantes. Mientras su principal adversario el PLC, aislado, con una política sectaria y profundamente dividido, se presentó con su fuerza debilitada.

4. Una eficiente y transparente administración edilicia

La gran mayoría de los alcaldes sandinistas electos en el año 2000, tuvieron un excelente desempeño. Trabajaron sin sectarismos en beneficio de toda la comunidad y sin que hasta ahora se hayan conocido situaciones de corrupción, que hoy por hoy, es una de las enfermedades endémicas en el país. Algunos alcaldes como el de la capital, lograron incluso convertirse en el periodo, en verdaderas figuras nacionales, mientras otros con pocos recursos, multiplicaron las obras de progreso en plazas tradicionalmente liberales, como los alcaldes de Nagarote y Tipitapa. La gestión no partidarizada, los niveles de eficiencia de muchos, el contacto directo con la gente, en especial los más pobres y la transparencia administrativa, ganaron la simpatía de no pocos ciudadanos no sandinistas y seguramente debilitaron el miedo producto de la polarización del pasado.

5. La frustración por las promesas incumplidas

La población nicaragüense lleva ya 14 años esperando se cumplan las promesas de bienestar, empleo y progreso de los diversos gobiernos neoliberales. El ciudadano humilde, que es la mayoría de la población, observa cómo unos cuantos viven en la abundancia, en tanto ellos siguen en la pobreza. Mientras de manera notoria la riqueza se concentra en unos pocos, las mayorías, liberales y sandinistas, siguen estancadas en la miseria. Sin embargo, mientras las bases sandinistas se llenan de esperanzas y beligerancia electoral con la aspiración del retorno al poder, una parte de las bases liberales ha sido presa de la frustración, llevando al poder una y otra vez, a una dirigencia política corrupta. Ello seguramente debilitó la beligerancia de muchos en la base liberal a la hora de la participación electoral.

6. El carácter menos polarizante de las elecciones municipales

Se evidencia que una parte de la población comienza a ver las elecciones locales desde una perspectiva diferente a la extrema polarización política manifiesta en las elecciones nacionales. El tema local comienza poco a poco a abrirse caminos y a tomar cierta distancia del significado del poder nacional, dando lugar en unos casos a una mayor tolerancia política, en otros, a una pérdida de temor a la administración sandinista en las alcaldías. También es cierto que en una cultura predominantemente centralista, no pocos expresan una actitud de indiferencia hacia los comicios locales con su ausencia en las urnas. Fueron factores favorables al FSLN.

7. El fracaso de la injerencia norteamericana

El proyecto político, trabajado tempranamente desde la embajada norteamericana, era básicamente el de una recomposición y nuevo reagrupamiento de las «fuerzas democráticas», bajo una nueva conducción política que tomara distancia de la manifiesta conducta corrupta del arnoldismo. En pocas palabras, liberalismo sin Arnoldo Alemán y su camarilla. Aunque resulte sorprendente, las primeras medidas concretas en contra de la corrupción de los dirigentes liberales, no fueron empujadas por el FSLN sino por la embajada norteamericana y el Departamento de Estado. La embajada, pensando en las consecuencias de largo plazo, calculó tempranamente que los notorios actos de corrupción del gobierno de Alemán y los líderes del PLC, podría conducir a la perdida futura del gobierno y a una probable victoria sandinista. Las cosas hasta ahora le han salido muy mal: una aplastante victoria del FSLN en las municipales, una fragmentación y dispersión de las llamadas «fuerzas democráticas» y un incierto futuro para los objetivos de su estrategia anti sandinista.

8. El costo de la corrupción

Durante los últimos años las bases liberales han sufrido el bombardeo de todos los medios de comunicación, quienes a diario han venido publicando las noticias de los actos de malversación y enriquecimiento ilícito de sus principales dirigentes. Es muy probable que frente a tanta evidencia, se haya debilitado su entusiasmo por salir a las urnas para respaldar a los candidatos de su partido, escogidos además en procesos internos antidemocráticos. Es notorio también que la parte sustancial de la actividad política de la dirigencia del PLC, ha estado concentrada en la búsqueda de acuerdos políticos que le permitan alcanzar la libertad de su dirigente, cómodamente detenido. Con ello han abandonado el trabajo de dirección y acompañamiento de sus bases y dejado al olvido absoluto la agenda social y necesidades de su gente empobrecida. La campaña electoral misma fue debilitada de manera manifiesta, aún es sus principales plazas como Managua y León, por la ceguera de una parte de la dirigencia que centraron sus lemas alrededor de la libertad de Arnoldo y manifestaron reservas aún de sus propios candidatos como reflejo de los conflictos internos.

9. Ganaron el poder para perderlo

En las elecciones del 2000 el PLC tomó el poder en la mayoría de las municipalidades y llevó al Frente Sandinista a una enorme derrota en las presidenciales del 2001. Sin duda el entusiasmo de los dirigentes intermedios y de base del PLC era inmenso, en un país que como en muchos, el triunfo electoral es sinónimo de empleo, cargos, favores, oportunidades y privilegios. La ruptura de Bolaños con Alemán se tradujo en desempleo, abandono, despidos y frustración para cuadros y militantes del partido arnoldista, y más grave aún, el partido perdió el usufructo económico del poder, con lo que se desplomaron los recursos financieros con el que se había acostumbrado a mantener el aparato partidario, los recursos de campaña y muchas cosas más.

10. Un perdón que sumó votos

Como es sabido, el secretario general del Frente Sandinista pidió públicamente perdón a la jerarquía católica por sus actitudes pasadas. El Cardenal Obando, en nombre de la iglesia, de la manera más evangélica, públicamente concedió el perdón. De esta forma se dio por abierta una nueva etapa en las relaciones de la jerarquía católica con la dirigencia sandinista. De tal suerte que para esta elección, no hubo viborazos, ni actitudes anti sandinistas de la jerarquía en el proceso electoral. En el juego de imágenes, votar por un candidato sandinista, en esta ocasión, ya no fue un pecado. Es muy probable que en algunos segmentos de los sectores políticamente mas atrasados, la imagen cultivada de esta nueva relación se haya convertido en un factor electoralmente favorable.

11. El efecto de la abstención y las debilidades del sistema electoral

Todo indica que la abstención en esta ocasión gravitara alrededor del 50%, con un aumento superior al 7% con relación a las municipales del año 2000. Los sandinistas votaron. Los no sandinistas votaron menos. En esta ocasión, por los factores antes señalados, los partidos de la derecha no desplegaron los grandes operativos económicos y organizativos, para asegurar que su gente fuera a votar como en las elecciones pasadas. Por otra parte, fue notorio que no pocos ciudadanos no pudieron votar por fallas del sistema y la displicencia de los magistrados del Consejo Supremo Electoral, como la ausencia del nombre del ciudadano en el padrón de las mesas electorales. Como en definitiva los únicos votos que cuentan son los votos válidos, la abstención, que en su mayoría provino del voto liberal, sumó el porcentaje a favor de los candidatos sandinistas. Sin embargo, en términos aritméticos, en no pocos lugares ganó la abstención, actitud que unos atribuyen al desencanto con los partidos políticos y otros, al menor interés que de ordinario suscitan las municipales.

12. Una expectativa insuficiente

El presidente Bolaños luego de la ruptura con Alemán optó por crear su propia fuerza política, la Alianza por la República (APRE). El proyecto, que aspira a construir una tercera fuerza que inicialmente sirva de bisagra y luego dispute el liderazgo al PLC y el FSLN, no dio los frutos esperados. Además del corto tiempo invertido en la organización del APRE, su impulso desde el gobierno le significó, de entrada, el costo de aparecer representando a un gobierno cuyas políticas neoliberales resultan altamente lesivas e impopulares. En términos políticos y prácticos el APRE, en estas elecciones municipales, dividió el voto que había permitido al PLC las victorias del 2000 y el 2001. Mientras el voto liberal y conservador se dividió, el sandinismo no sólo conservó sus electores sino que los amplió, dando mucho más espacio a sus aliados con candidatos no FSLN de la Convergencia Nacional.

13. Una empresa privada sin partido fuerte

Contrariamente a lo que ha ocurrido en el pasado, en esta ocasión la empresa privada no se sumó al PLC y se apuntó por el naciente proyecto del partido de gobierno. Pragmáticos, optaron por maximizar ahora sus ganancias con Bolaños. Carentes además de fuerza para imponer sus opciones al «arnoldismo», sin fuerza política propia, ni proyecto alguno para la nación, la oligarquía económica, que en el pasado supo negociar e imponer candidaturas a Alemán, desertó del arnoldismo, debilitándolo frente a la fuerte competencia sandinista. El gran capital, socio de Alemán en las pasadas elecciones, había cambiado de opción.

14. Los micro partidos aislados una fuerza insuficiente

Además del PLC, APRE y FSLN, un conglomerado numeroso de pequeños partidos corrieron esta vez por su propia cuenta y fuera de las alianzas tradicionales con los partidos grandes, con lo que se aumentó la dispersión del voto no sandinista en beneficio también del FSLN. Los partidos confesionales de origen evangélico no lograron resultados trascendentes. Otros pequeños partidos pusieron en evidencia su influencia en algunos ámbitos locales, es el caso del Partido de la Resistencia, en el pasado aliado del PLC, en el norte del país o Yatama en el RAAN. El Partido Liberal Independiente (PLI) que apostó a la figura de Edén Pastora como candidato a la alcaldía de Managua, obtuvo un insignificante resultado. La figura proto-caudillesca de Pastora, único eje de su campaña, no tuvo impacto en los votantes de la capital, ni logró dividir el voto sandinista.

15. Medios de comunicación más balanceados

Si bien no hubo ninguna concesión de los medios de la derecha en favor del sandinismo, la dura competencia por la audiencia y el mercado de lectores ha venido presionando por una información más balanceada. Los medios de la derecha, no ocultaron la aprobación mayoritaria de la población por las gestiones edilicias del sandinismo, siendo el caso más notable, el reconocimiento a la positiva administración del alcalde Lewites en la capital. Los resultados de las encuestas, que marcaban tendencias favorables para el FSLN no fueron ocultados ni manipulados, como en otras ocasiones. Más allá de la tradicional censura al pacto y el caudillismo. Hay que reconocer que salvo raras excepciones, en esta campaña no hubo la rabia antisandinista del pasado.

16. La tradicional polarización política da señales de debilitamiento

El tiempo parece operar en favor de la tolerancia. El país que por años vivió en medio de la confrontación y la polarización, da señales de cambios. La campaña electoral transcurrió prácticamente sin confrontación alguna. No hubo en el transcurso de la misma, ni muertos ni heridos por razones políticas. El carácter pacífico de la campaña alentó a los amantes de la democracia representativa. La campaña sucia y la propaganda negra casi fueron inexistentes.

Desde el sandinismo se apreciaba que el miedo -arma privilegiada de la derecha- se ha debilitado o por lo menos ha dado señales de debilitamiento. Los jóvenes que se incorporaron a los nuevos votantes, vienen menos marcados por los prejuicios de las guerras del pasado. Este ambiente de democracia vivido en las elecciones municipales, de «libre competencia y democracia» -como diría Bush- favoreció irónicamente también, al menos por esta vez al voto sandinista.


Julio López Campos fue director de Relaciones Internacionales del FSLN 80-90. Actualmente realiza «Causa y Efecto» en Radio La Primerísimo, programa de análisis político desde la izquierda. Es miembro de la Junta Directiva de Popol Na.