La marca líder de restaurantes de comida rápida -McDonald´s- se sumó a los 43 socios comprometidos a reducir las barreras al empleo decente para los jóvenes lo que, a un primer vistazo, contradice las denuncias de sus prácticas de explotación y discriminación a lo ancho y largo del mundo. Durante 2016, en el marco Empleos […]
La marca líder de restaurantes de comida rápida -McDonald´s- se sumó a los 43 socios comprometidos a reducir las barreras al empleo decente para los jóvenes lo que, a un primer vistazo, contradice las denuncias de sus prácticas de explotación y discriminación a lo ancho y largo del mundo.
Durante 2016, en el marco Empleos Decentes para los Jóvenes, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) lanzó una iniciativa mundial cuyo objetivo es promover el empleo juvenil y garantizar que los jóvenes tengan acceso al trabajo decente en conformidad con la Agenda 2030 de desarrollo sostenible.
Este escenario constituye el punto de partida ideal para asociarse con algunas multinacionales aparentemente comprometidas con estas iniciativas en la creación de empleos. Y así, McDonald´s se comprometió a impulsar el acceso al trabajo decente en todo el mundo
Los compromisos del sector privado incluyen la Iniciativa global para los jóvenes de Nestlé, que busca facilitar el acceso a oportunidades económicas para 10 millones de jóvenes en todo el mundo, y la iniciativa de Lukoil en los países de la CEI, dirigida a reforzar las competencias y los conocimientos locales para poner en práctica políticas y programas nacionales eficaces en materia de empleo juvenil.
Hace algunos años la McDonald’s tuvo diferentes entredichos con la Justicia de varios países por sus prácticas laborales. En Argentina en el año 2010, se la condenó por el inadecuado uso de contratos de aprendizaje, que apuntan a jóvenes de entre 16 y 24 años, con el fin de que se los forme de manera teórico-práctica.
Dicha capacitación deberá estar establecida en un programa de trabajo, el cual el empleador debe respetar literalmente. Es por ello por lo que el aprendiz no puede realizar las mismas tareas que un empleado efectivo porque, en caso contrario, se estaría en presencia de un fraude a las leyes laborales. Ese fue el caso en Argentina… pero que se ha repetido en otras latitudes.
Por lo tanto, dichos jóvenes se encuentran claramente con menor posibilidad de reclamar por condiciones razonables de labor y salarios, y son fuerza de trabajo propensa a mayores niveles de explotación, y de todo tipo de discriminación, como es práctica consuetudinaria en esa multinacional.
Todo apunta a que la propuesta de la multinacional conduce a mayor precarización y mayor rotación de puestos de trabajo, con mayor mano de obra no calificada, coherente con el sistema y la conducción económica de la globalización.
Un poco de historia
En 1919, las naciones signatarias del Tratado de Versalles crearon la Organización Internacional del Trabajo (OIT), reconociendo el hecho de que «existen condiciones de trabajo que entrañan tal grado de injusticia, miseria y privaciones para gran número de seres humanos, que el descontento causado constituye una amenaza para la paz y armonía universales».
Para hacer frente a este problema, en el alba de su creación la Organización estableció un sistema de normas internacionales del trabajo – convenios y recomendaciones internacionales preparados por representantes de los gobiernos, de los empleadores y de los trabajadores de todo el mundo- que abarca todos los temas relacionados con el trabajo.
Los fundadores de la OIT reconocieron con cierto espíritu visionario ya en 1919 que la economía global necesitaba reglas claras para garantizar que el progreso económico estuviese en sintonía con la justicia social, la prosperidad y la paz para todos.
Muchas décadas después la Declaración de la OIT sobre la justicia social para una globalización equitativa, adoptada por los Gobiernos, los Trabajadores y los Empleadores en junio de 2008, tiene como objetivo, en particular, fortalecer la capacidad de la OIT para promover el Programa de Trabajo Decente y ofrecer una respuesta eficaz a los crecientes desafíos que plantea constantemente la globalización.
Este programa, que abarcó un gran número de desafíos a los que la OIT ya se vio confrontada en el momento de su creación, tiene como objetivo permitir a todas las personas la obtención de un trabajo decente, favoreciendo el diálogo social, la protección social y la creación de empleos, así como el respeto de las normas internacionales del trabajo. Este es sin lugar a duda el marco teórico que le permitió a la OIT, mantenerse como la institución que todos conocemos cien años más tarde.
Está claro que la OIT celebra esta adhesión de Mc Donald´s, y así lo explica Deborah Greenfield, Directora General Adjunta de Políticas de la OIT: «Celebramos la decisión de McDonald’s de asumir un compromiso con el Empleo Decente para los Jóvenes cuyo objetivo es aportar un cambio positivo en la vida de los jóvenes a través de acciones concretas», dijo.
Con 64 millones de jóvenes desempleados en el mundo, el desafío del empleo juvenil es vasto y afecta a todos los países. La OIT -afirmó Greenfield- está plenamente comprometida con dotar a los jóvenes con las competencias para el empleo relevantes y trabaja con los gobiernos y los interlocutores sociales a fin de implementar soluciones específicas para incentivar la transición de los jóvenes hacia empleos de calidad, empleos que protejan sus derechos, les ofrezcan protección social y les den la oportunidad de expresar su opinión.
Añadió que en el marco de la iniciativa Youth Opportunity, la empresa está experimentando un programa de formación de preparación para el empleo en Chicago, con el objetivo de reducir los obstáculos para 4.000 jóvenes en la ciudad, antes de introducirlo en otras ciudades seleccionadas en Estados Unidos a partir del próximo año.
Esta iniciativa será puesta en marcha a partir de 2019 en los mercados mundiales participantes a través de programas de formación y socios pertinentes a nivel.
Recordamos que los estatutos fundacionales de la OIT dejaron claro el objetivo fundamental del desarrollo de las personas en su calidad de seres humanos. En la Declaración de Filadelfia de la OIT, de 1944, la comunidad internacional reconocía que «el trabajo no es una mercancía».
La otra cara del informe: de la comida chatarra al «pleno empleo»
El trabajo no es como una manzana o como un aparato de televisión, no es un objeto inanimado que pueda negociarse para obtener el mayor provecho o conseguir el más bajo precio. El trabajo es parte de la vida diaria de todos y el factor determinante para alcanzar la dignidad humana, el bienestar y el desarrollo como seres humanos.
Por lo tanto, el desarrollo económico debe incluir la creación de empleo y unas condiciones de trabajo adecuadas para que las personas puedan trabajar con libertad y en condiciones de seguridad y dignidad. En resumen, el desarrollo económico no es un fin en sí mismo, sino que su meta debe ser mejorar la vida de las personas. Las normas internacionales del trabajo se han establecido para garantizar que el desarrollo económico siga centrándose en la mejora de la vida y la dignidad humanas.
Pero los tiempos cambian y según el discurso dominante de nuestra época, parece ser queexiste una grave imposibilidad de los Estadosa dar respuestas adecuadas a la problemática del empleo juvenil.En realidad, bajo la óptica de la concepción dominante de la economía neoliberal, fenómenos sociales como la pobreza, el hambre, la desocupación y las variadas formas que asume la precarización laboral, no tendrían relación alguna con estructuras de poder establecidas.
Transformamos entonces la estimulación por parte del Estado del individualismo, la gran familia compuesta de empresarios empleadores y empleados, la meritocracia, la libre empresa, en definitiva, el individualismo como forma de disputa cultural ante los reclamos sociales.
Así se vende la multinacional de la comida hasta ahora «chatarra» o de «dudosa procedencia» creando además un enfoque particular en la formación tecnológica de los jóvenes a emplear, la multinacional propone un verdadero festival de la alegría y la sonrisa «made in América», acorde con la dicha colectiva prometida
En la Asamblea Mundial de la Salud en mayo de 2013, los 194 estados miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) acordaron el plan de acción mundial para la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles. Uno de los nueve grandes objetivos del plan es frenar la obesidad, esa epidemia que no deja de avanzar en los países desarrollados y emergentes. Tanto es así que expertos de la OMS pidieron a los dirigentes políticos leyes para combatir el consumo de comida rápida.
Según un estudio que publico la OMS, los gobiernos podrían frenar e incluso revertir la creciente epidemia de sobrepeso y obesidad, que puede tener consecuencias graves para la salud a largo plazo, como diabetes, enfermedades cardiacas, derrame cerebral y cáncer. El trabajo, realizado por un equipo de investigadores con sede en EEUU e Irlanda, es el primero en examinar los efectos de la desregulación de la economía, incluidos los sectores de la agricultura y alimentación, y el consiguiente aumento de las transacciones de comida rápida, en la obesidad a lo largo del tiempo.
Esta otra cara del informe pretende ser la dialéctica de las incertidumbres, o la letra pequeña de los contratos entonces permítaseme dudar seriamente de la real finalidad de McDonald´s. Aun en épocas de crisis, no todo sirve en materia de empleo: la OIT adopta un compromiso anti-natura que va a contrasentido de sus propias normas laborales. El tiempo lo dirá, la praxis ya lo confirma.
Eduardo Camin. Periodista uruguayo, miembro de la Asociación de Corresponsales de prensa de la ONU. Redactor Jefe Internacional del Hebdolatino en Ginebra. Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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