El profesor de la Universidad de Cádiz y autor de «Comunicar para transformar. Transformar para comunicar» (Ed. Popular), Víctor Marí, enuncia las diferentes lógicas comunicativas que dominan en el mundo de las ONG para el Desarrollo. La lógica «publicitaria», para posicionar una marca; la «comunicación mercadeada», con el fin de captar fondos; y la lógica […]
El profesor de la Universidad de Cádiz y autor de «Comunicar para transformar. Transformar para comunicar» (Ed. Popular), Víctor Marí, enuncia las diferentes lógicas comunicativas que dominan en el mundo de las ONG para el Desarrollo. La lógica «publicitaria», para posicionar una marca; la «comunicación mercadeada», con el fin de captar fondos; y la lógica «informacional», que da cuenta de las actividades de las organizaciones. Ésta es la tendencia predominante. En el contexto de crisis, incluso, algunas ONG para el Desarrollo han incrementado las campañas publicitarias, en las que se mezclan objetivos pecuniarios -la captación de fondos- con la denuncia de las causas de la pobreza. Una confusión de fines que resta crédito a las ONG para el Desarrollo ante los movimientos sociales críticos con las lógicas del sistema.
En los grandes medios aparecen anuncios de ONG «centradas en la captación de fondos, y que han utilizado el imaginario de la pobreza para conmover carteras más que para transformar y proponer alternativas», opina Silvia M. Pérez, responsable del área de Comunicación de la Plataforma 2015 y más, que también ha trabajado en el Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL). «Sería necesario un cambio de discurso; tendríamos que plantear que hay dos tipos de ONG para el desarrollo: las que trabajamos en la denuncia, la incidencia política y la transformación social; y otras que se centran en el asistencialismo y la gestión de recursos», ha añadido la activista en una jornada organizada por la Revista Pueblos y la asociación Paz con Dignidad.
El periodista ya fallecido, editor de Viento Sur y responsable de comunicación de la ONG Acsur-Las Segovias, Miguel Romero, planteaba en términos muy claros el problema: «En nombre de la solidaridad, la cooperación al desarrollo difunde la lástima; cuando responde a motivaciones nobles, al horror ante el sufrimiento y la miseria ajena, la lástima merece respeto. Pero no es solidaridad; la solidaridad implica una fraternidad, un compromiso con la emancipación de las y los desposeídos. Una causa común en el Norte y en el Sur. Una opción política». Por ello, subraya Silvia M. Pérez, «más que a una ‘comunicación para el desarrollo’ tendríamos que referirnos a una ‘comunicación para la transformación social’, y que incida en las estructuras económicas».
La crisis económica ofrece oportunidades, reza el lugar común, pero en todos los sentidos. También, según Silvia M. Pérez, «para comunicar las causas globales de la pobreza, repolitizarse e incidir en trasformaciones estructurales; aunque muchas organizaciones siguen confundiendo esta oportunidad con un oportunismo adaptativo o instrumental, con objetivos que no van mucho más allá de su propia supervivencia». A la difusión del discurso emancipador contribuye Internet y la proliferación de nuevos medios de comunicación. Según la activista, «muchas de las nuevas propuestas trabajan y están abiertas a la colaboración con ONG. Es un momento idóneo para, precisamente, olvidar las lógicas comunicativas utilitaristas o mercantilistas y plantear análisis, propuestas y alternativas transformadoras».
Un ejemplo de campaña de denuncia es la de la Coordinadora de ONG para el Desarrollo de Euskadi que, lanzada en diciembre de 2013 con el título «Quién es quién», se propuso «señalar a los responsables de la pobreza y las desigualdades, inherentes al sistema capitalista y patriarcal». La idea, señala Silvia Gregorio responsable de género de la coordinadora desde 2006, era ir más allá de los discursos de Pobreza Cero». La Coordinadora de ONG de Euskdadi, nacida en 1988 y formada actualmente por 84 organizaciones con más de 140 sedes, centra su labor en el «horizonte de transformación social, la superación de las desigualdades y la lucha por un mundo más justo».
La iniciativa se lanzó con una acción de calle en Bilbao, que generó un notable impacto en los medios. Llegó incluso a la prensa china o a la edición europea de The New York Times. La campaña constaba de cinco ejes (la crisis ecológica, las multinacionales, la guerra, el machismo y la desinformación) y se concreta en una página Web (www.iniciativaquienesquien.
El desplegable repartido durante la campaña verificaba la filosofía de la misma sin ambages. Empezaba por afirmar: «Hablamos de crisis capitalista cuando: matar de hambre a 1.020 millones de personas; mantener en la pobreza a 4.700 millones; condenar al desempleo o la precariedad al 80% del planeta; dejar sin agua al 45% de la población mundial y al 50% sin servicios sanitarios; violar los derechos de los pueblos y extinguir especies e incluso, alterar el clima mundial…ya no es suficientemente rentable para 1.000 empresas multinacionales y 2.500.000 personas millonarias».
En euskera y castellano, el tríptico al que se puede acceder en la página Web de la campaña desmiente siete tópicos que se escuchan en la calle. «Las personas pobres no quieren trabajar» (más de 1.300 millones de personas en el mundo viven con menos de un euro al día); «Las guerras no benefician a nadie» (el gobierno español destinó en 2009, 51 millones de euros diarios a gastos militares. Esta partida se ha incrementado en años sucesivos); «Las mujeres donde mejor están es en su casa, cuidando de su familia» (las mujeres producen el 70% de los alimentos en los países empobrecidos y son dueñas del 1% de la tierra a nivel mundial. En Euskadi, el 82% de las personas con riesgo de exclusión social son mujeres).
El resto de lugares comunes que rebatía el desplegable de la campaña decían así: «siempre ha habido y siempre habrá hambre en el mundo. Es inevitable» (el 10% de la población mundial tiene el 85% de la riqueza); «bastante tenemos con la crisis como para pensar en el medio ambiente» (si todo el planeta viviera como lo hacemos en Euskadi, necesitaríamos tres planetas para abastecer a la población mundial); «Las empresas multinacionales generan empleo y riqueza donde se implantan» (con el dinero que la petrolera Exxon-Mobil da a Guinea Ecuatorial por explotar sus yacimientos petrolíferos, cada habitante del país podría tener una renta per cápita anual superior a los 35.000 dólares, y no de 500 como tienen ahora).
El último punto aborda la desinformación. «Los medios de comunicación nos informan de lo que ocurre en el mundo» (El 80% de las informaciones de los medios de comunicación son inducidas, es decir, promovidas por alguien que tiene interés en que se difundan; además, la información es hoy un elemento más del mercado con el que ganar dinero: representa el 15% del PIB mundial).
«El destinatario de la campaña era la ciudadanía en general», apunta Silvia Gregorio. «Procuramos utilizar un lenguaje directo y pedagógico, ya que tendemos a estar en una burbuja con nuestro lenguaje, con lo que no se nos entiende». Añade que la iniciativa «nos ha servido también para reivindicar a las ONG que muchas veces no somos las más visibles, las más reivindicativas, las que no tenemos esa visión de la cooperación caritativa o de donativo».
Sobre el rol de los medios de comunicación, Silvia M. Pérez afirma su preocupación porque «medios como El País dediquen en su edición digital una sección exclusivamente a temas de Desarrollo, pero que este eje no cale en el resto de las noticias nacionales o internacionales». Además, «¿qué tipo de «desarrollo», qué tipo de mensajes y de organizaciones se nos están vendiendo en un medio como El País?», se pregunta. O incluso en medios más críticos, como eldiario.es, «que aunque en general vayan por otro camino en el resto de las secciones, en la cuestión del Desarrollo se produce como una disparidad».
Además, «cuando hablamos de desigualdad las fuentes informativas son las que todos conocemos; aunque también es cierto que el discurso contrahegemónico cunde en las ONG que tenían una tradición más asistencialista. Por ejemplo, el mensaje de «pobreza cero» ha ido cambiando a lo largo de los años para exigir justicia fiscal; pero en el enfoque de «derechos» aún nos queda mucho camino». «El contexto de crisis no ha favorecido», opina Silvia Gregorio. «Algunas ONG han tenido que discutir con tertulianos si primero son los pobres de aquí o los de allí; te pueden llevar a enfrentar solidaridades». «El terreno de los medios es muy resbaladizo», remata.
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