Si los intereses de opresores y oprimidos están entremezclados, los opresores prolongan sus privilegios y los oprimidos refuerzan su sumisión. Esto sucede con el Foro Social Mundial (FSM) que es, según su carta de principios, un «espacio abierto para articular acciones eficaces por entidades y movimientos sociales que se opongan al neoliberalismo y al dominio […]
Si los intereses de opresores y oprimidos están entremezclados, los opresores prolongan sus privilegios y los oprimidos refuerzan su sumisión. Esto sucede con el Foro Social Mundial (FSM) que es, según su carta de principios, un «espacio abierto para articular acciones eficaces por entidades y movimientos sociales que se opongan al neoliberalismo y al dominio del mundo por el imperialismo». Se propone elaborar alternativas «a un proceso de globalización, comandado por las grandes corporaciones multinacionales y por gobiernos e instituciones que sirven a sus intereses».
El FSM fue creado, el 2001, por el fabricante brasileño de juguetes, Oded Grajew, quien revela que su idea fue financiada por la Fundación Ford (FF) (In Motion Magazine, 19-XII-04). Henry Ford, el fundador de la Ford Motors (FM), financió a Hitler desde 1922, antes que lo hicieran los industriales alemanes (New York Times, 20-XII-22). James Petras indica que, en 1954, John Mccloy, presidente de la FM , articuló a la empresa a las operaciones de la CIA , quien creó dentro de la FF una unidad administrativa vinculada a la agencia de espionaje de EEUU. Paúl Labarique califica a la FF de «fachada filantrópica de la CIA » (Red Voltaire, 5 al 19 de abril de 2005). Entre las más grandes transnacionales no financieras del mundo se hallan la FM , General Motors, Shell, Exxon, IBM, At&t, Mitsui, Merck, Toyota, Philip Morris, General Electric, Unilever, Fiat, Mobil, Nestlé, Philips, Intel, DuPont, Standard, Alcatel Alston, Volkswagen, Matsushita, Basf, Siemens, Sony, Elf, Coca Cola, British Petroleum, Bayer y Mitsubishi, además de Microsoft, Cisco y Oracle (IAR – Noticias, 13-XII-05).
La base de datos del FSM de Porto Alegre está a cargo de «Redes de Información del Tercer Sector» (RITS), financiada por la Fundación Soros , la FF , Commonwealt of Telecommunications Organization de Inglaterra, IDRC de Canadá, la Fundación Rockefeller y el Banco Mundial (Beatriz Busaniche, «Enfoques Alternativos», septiembre 2004). El último encuentro del FSM fue patrocinado por Petrobrás (asociada a Soros), la Caixa de España (vinculada a Repsol) y «grandes multinacionales que asistieron también al encuentro empresarial de Davos (Suiza), donde Lula fue proclamado estadista global» (Raúl Zibechi, ALAI-amlatina, 06-02-10). La investigadora francesa, Julián Teil, ha denunciado que la entidad ecologista IIED, financiada por el Banco Mundial, FAO, Comisión Europea, Care Dinamarca y Fundaciones como Rockefeller y Ford están impulsando el maltusianismo en África, mediante reformas a la propiedad de la tierra, que buscan instaurar un gobierno mundial de las grandes potencias, aún más totalitario que el actual. (Réseau Voltaire, 30-VII-09).
Podrá argumentarse que el FSM ha servido de tribuna a destacadas personalidades que condenan al capitalismo y al imperialismo, como Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales, que ha promovido marchas contra la invasión a Irak, condenas a las bases militares norteamericanas en Colombia y al golpe en Haití y que ha difundido miles de documentos y reflexiones bajo la consigna «Otro Mundo es Posible». Sin embargo, el FSM, por una parte, y la CIA y las transnacionales, por otro, no pueden tener la razón al mismo tiempo. O el FSM está ayudando a crear conciencia en torno al cambio social o los todopoderosos usan al FSM como válvula de escape para descomprimir indignaciones, que se diluyen como ríos en la arena.
Esther Vivas advierte que el FSM, al cabo de diez años, corre el riesgo de caer en la rutina y la «oneigización». Lo anterior se agrava por la falta de participación de movimientos sociales reales (Bolpress, 29-01-10). Esta observación ratifica que los poderosos del planeta no financiarán su propio funeral, lo que otorga vigencia al adagio mexicano: «El que paga los mariachis elige la música».
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