Recomiendo:
0

Pakistán: algo más que cricket

Fuentes: The Next Recession

Pakistán tiene 200 millones de personas y 105 millones de ellos se han registrado para votar en las elecciones generales del 25 de julio. Esto convierte a Pakistan en la quinta mayor democracia y la segunda mayor democracia musulmana, después de Indonesia, en el mundo. ¿Quien ganó? Pues bien, parece que el número de votantes […]

Pakistán tiene 200 millones de personas y 105 millones de ellos se han registrado para votar en las elecciones generales del 25 de julio. Esto convierte a Pakistan en la quinta mayor democracia y la segunda mayor democracia musulmana, después de Indonesia, en el mundo.

¿Quien ganó? Pues bien, parece que el número de votantes se mantuvo, sin cambios desde las últimas elecciones de 2013, en sólo el 53%. Por lo que el ‘partido de la abstención’ fue el principal ganador. Sin embargo, un partido relativamente nuevo ha ganado la mayoría de los escaños en la Asamblea Nacional. Se trata del Pakistán-Insaf Tehreek-e (PTI) o Partido de la Justicia de Pakistán, dirigido por Imran Khan, famoso ex jugador de cricket internacional (el deporte heredado del régimen colonial británico y más popular en el subcontinente indio, se trate de musulmanes o hindúes).

El partido de Khan ha vencido a la Liga Musulmana de Nawaz Sharif. Sharif fue ex primer ministro de Pakistán antes de ser condenado por corrupción. La familia de Sharif fue objeto de investigación judicial tras los Papeles de Panamá. Después de la inhabilitación de Sharif para ejercer cargos públicos, los tribunales de Pakistán le condenaron a la cárcel y se exilio en el Reino Unido. Justo antes de las elecciones regresó a Pakistán para iniciar una sentencia de cárcel de 10 años. Este ‘sacrificio’, según lo considera, tenía como objetivo aumentar las posibilidades de una victoria electoral de su partido, ahora dirigido por su hermano. Pero esta arriesgada decisión parece haber fracasado.

Pakistán es uno de los países más desiguales del mundo. Sólo 22 familias controlan el 66% de los activos industriales de Pakistán y el 20% más rico consume siete veces más que el 20% más pobre. Nombres como Khan y Sharif significan ‘gobernante’ o ‘noble’. De acuerdo con un estudio de 2013 , el 45% de todos los titulares de un cargo en Pakistán son originarios de una de estas familias ‘dinastías’. Pasan de un partido a otro con una rapidez desconcertante, pero la orientación política la deciden quienes son seleccionados por el alto mando militar del país.

Khan ha ganado porque había hecho campaña durante varios años a favor de la ‘lucha contra la corrupción’, que ha corroído hasta los huesos a los dos principales partidos de gobierno hasta la fecha, la Liga Musulmana y el Partido Popular (dirigido por la dinastía Bhutto). Su mensaje de lucha contra la corrupción ha ganado suficientes votantes, principalmente de clase media. Khan atrae a estos sectores como un candidato más ‘laico’ (lo que no es sorprendente teniendo en cuenta su estilo de vida).

Aunque, el apoyo al PTI proviene de las clases medias urbanas, en las elecciones el partido de Khan se ha alineado con partidos religiosos extremistas más pequeños para obtener la mayoría, dando un paso atrás en la igualdad y las cuestiones ‘sociales’. Por otra parte, es considerado como el nuevo favorito de los militares, que desean continuar con su política de apoyo a los talibanes en Afganistán y la alianza con China contra la India. China es el mayor inversor extranjero en Pakistán.

Khan afirma que quiere ‘despolitizar’ la policía y establecer la ‘ley y el orden’ en una sociedad violenta y plagada de criminalidad; también ‘mejorar la salud y la educación’ a través de un seguro de sanidad para el 70% de la población. Sin embargo, Khan no es nada favorable a los intereses de la clase obrera de Pakistán o los agricultores rurales. Está previsto que siga los dictados del FMI como la ‘solución’ para el continuo fracaso económico de Pakistán. Y eso significa que nunca podrá cumplir sus promesas políticas.

La realidad es que la frágil economía de Pakistán está entrando en un nuevo período de recesión y crisis después de una breve recuperación. El último informe del FMI calcula que Pakistán crecía a un 5-6% anual. Pero sólo gracias a la política de dinero barato del banco central, un creciente gasto fiscal y un aumento del déficit por cuenta corriente.

Las reservas de divisas han caído a sólo 2,3 meses del gasto de las importaciones porque las autoridades han tratado de sostener su moneda a pesar del deterioro de la economía. El déficit comercial y los futuros pagos de la deuda externa duplicarán las necesidades de financiación externa, reduciendo aún más las reservas de divisas. Pakistán pronto requerirá un paquete de financiación del FMI para mantener su solvencia, y con él tendrá otro periodo de ‘austeridad’.

Aunque ha habido algunas mejoras en los indicadores de desarrollo humano en Pakistán desde 2010, los índices de participación de los jóvenes en educación y formación profesional superior siguen siendo muy bajos. En materia de salud, el retraso en el crecimiento sigue siendo muy alto entre los niños menores de cinco años de edad, con un 44% en este grupo de edad con moderada o severa atrofia. Una gran proporción de la población todavía no tiene acceso a agua corriente en el hogar o sanitarios conectados a un sistema de alcantarillado.

Hay muy pocos fondos públicos disponibles para hacer frente a estos problemas, ya que los ricos pagan poco o ningún impuesto. Menos de un 1% de la población activa declara superar el umbral fiscal de ingresos. De las 72.000 o más empresas registradas en 2016, menos de la mitad presentó declaraciones fiscales. Y de las que lo hicieron, la mitad no pagó ningún impuesto. Pakistán tiene como objetivo aumentar la recaudación de impuestos al 15% del PIB en 2020. Sin embargo, el crecimiento de la recaudación de los impuestos directos ha sufrido una desaceleración debido a los continuos recortes de los impuestos a las empresas. La mayoría de los impuestos son indirectos, es decir a través de las compras de consumo, lo que afecta especialmente a los más pobres.

La inversión del sector capitalista es sólo el 11% del PIB (y cae), con otro 4% del sector público. Compárese con el 45% de China o incluso con el 20% o más de la mayoría de los países menos desarrollados. La mayoría de los ingresos en manos de los ricos se invierte en bienes inmuebles y activos financieros (y gran parte se transfieren al extranjero).

Las exportaciones representan sólo el 7,6% del PIB del país. Eso es casi 17 puntos porcentuales menos que el promedio de los países de ingresos medios. La mayor parte de las exportaciones del país tienden a ser productos de bajo valor añadido, como algodón y arroz. Pakistán es el 115º país más competitivo del mundo de 137 países clasificados en la edición de 2017-2018 del Informe de Competitividad Global. Así que Pakistán depende de un flujo constante pero cada vez más debil de remesas y financiación exteriores, lo que hace que sea muy susceptible a los choques externos.

Al llegar al gobierno Khan (con los militares detrás del escenario), Pakistán se enfrenta a otra crisis de su balanza de pagos. La rupia de Pakistán se ha desplomado como consecuencia del agotamiento de sus reservas de divisas.

Sin inversión y financiación china la economía de Pakistán ya estaría en crisis. El corredor económico entre China y Pakistán (CPEC) es un conjunto de obras de infraestructura y proyectos comerciales, por valor de más de 63 mil millones de dólares. Se ha convertido en el núcleo de la Iniciativa de Rutas y Caminos (BRI) de China, por valor de 1 billón de dólares. Las inversiones del CPEC chino pretenden resolver los muchos problemas, desde puertos poco profundos hasta autovías intransitables y centrales eléctricas ineficientes, que ahogan a la industria manufacturera paquistaní. El flujo de préstamos a Pakistán ha aumentado desde 2015.

Todo esto significa que la élite gobernante de Pakistán debe elegir entre el FMI o la ‘buena voluntad’ de China para financiarse.

Decida usted, Imran Khan.

Michael Roberts es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajador 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.

Fuente: http://thenextrecession.wordpress.com/2018/07/25/pakistan-its-not-cricket/

Traducción para Sin Permiso de G. Buster