Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos
Segunda parte de un artículo en dos partes (Primera parte: La desestabilización de Pakistán)
«El nuevo general paquistaní [Musharraf]acaba de ser elegido; no elegido, este tipo se hizo con el poder. Parece que este tipo va a traer estabilidad al país y creo que son buenas noticias para el subcontinente» (George W. Bush, 1999)
«En Afganistán los luchadores por la libertad son la clave para la paz. Apoyamos a los muyaidin…» (Presidente Ronald Reagan, Séptima comparecencia sobre el Estado de la Unión, enero de 1988).
El asesinato de la ex-presidente paquistaní Benazir Bhutto se debe entender en un contexto histórico. Desde finales de los años setenta sucesivas administraciones estadounidenses han contribuido a revocar el imperio de la ley destruyendo las instituciones paquistaníes de gobiernos laicos y civiles, y fomentando el control militar.
Durante la Guerra Fría y en el periodo subsiguiente la revocación de la democracia y la militarización del Estado paquistaní han servido a los objetivos de la política exterior estadounidense. Pakistán es un centro geopolítico desde el que se han emprendido operaciones militares patrocinadas por Estados Unidos y operaciones encubiertas de inteligencia.
Pakistán pertenece a Asia del sur, está en un cruce estratégico que bordea Oriente Próximo, Asia central y ex-repúblicas soviéticas, y cerca de la frontera occidental china.
El padre de Benazir, el primer ministro Zulfikar Ali Bhutto, dirigente del Partido del Pueblo Pakistaní (PPP) fue depuesto por un golpe militar el 5 de julio de 1977 que lanzó a Pakistán en un proceso de gobierno militar prácticamente ininterrumpido. A consecuencia del golpe militar Zulfikar Ali Bhutto fue ejecutado en un asesinato judicial siguiendo órdenes de una junta militar auspiciada por Estados Unidos.
Bajo Zulfikar Ali Bhutto se desarrolló un gobierno postcolonial laico. Se promovió el nacionalismo económico. El gobierno del Partido del Pueblo Paquistaní (PPP), que tenía el apoyo de la amplia mayoría del electorado, se comprometió con un amplió programa de reformas económicas, sociales y institucionales.
Desde los primeros días como ministro de Asuntos Exteriores en los sesenta, Bhutto había abogado por una política exterior independiente y no alineada, libre de la invasión estadounidense, así como por el cierre de las bases militares estadounidenses. A lo largo de los setenta bajo el gobierno del PPP se llevó a cabo un programa de nacionalización de las industrias clave, que minó los intereses del capital multinacional.
En el periodo subsiguiente al golpe militar de 1977
Tras el golpe militar de 1977 se desmantelaron las estructuras del gobierno democrático. Se abolió la Constitución y se estableció la ley marcial bajo el mando del general Muhammad Zia-ul-Haq que se convirtió en presidente en 1978.
Se había revocado el proceso político postcolonial. Al principio del régimen de Zia-ul-Haq se revocaron y deshicieron las reformas populistas del PPP de nacionalización y reformas agrarias de la era Bhutto.
A su vez los nuevos dirigentes militares trataron, con el apoyo de Washington, de minar las estructuras laicas del Estado paquistaní.
El islamismo quedó incrustado en el funcionamiento del Estado bajo el mando militar. La dictadura militar del general Zia adoptó los principios del «fundamentalismo islámico» auspiciados por la inteligencia estadounidense, con vistas a minar las estructuras del gobierno civil y el imperio de la ley.
En 1980 el Parlamento fue sustituido por una falsa asamblea consultiva, el Majlis-e-Shoora, compuesta de académicos y profesionales, todos ellos nombrados por el presidente Zia. En nombre del Islam se instauró un reinado del terror marcado por detenciones y encarcelamientos arbitrarios.
El estado de violencia bajo el gobierno militar apoyó al mismo tiempo la implementación de reformas de «libre mercado» bajo el mando del FMI y del Banco Mundial. Las reformas macro-económicas patrocinadas por el FMI contribuyeron a destruir el tejido de la economía paquistaní. Se disparó la deuda externa. La pobreza se volvió galopante. Las instituciones financieras occidentales se hicieron con el sistema bancario comercial.
Desde 1977 ha prevalecido en gran parte una dictadura militar. Los breves gobiernos democráticamente elegidos de Benazir Bhutto y Nawaz Sharif no rompieron de manera significativa la continuidad del gobierno militar autoritario. Tanto Sharif como Bhutto sirvieron a los intereses estadounidenses y aceptaron los decretos económicos del FMI y del Banco Mundial.
El papel de Pakistán en la guerra afgano-soviética
La guerra afgano-soviética fue parte de la agenda encubierta de la CIA iniciada durante la administración Carter, que consistió en apoyar y financiar activamente brigadas islámicas, más tarde conocidas como al Qaeda. Desde un principio el régimen paquistaní jugó a finales de los setenta un papel clave en las operaciones militares y de inteligencia financiadas por Estados Unidos en Afganistán. En la era posterior a la Guerra Fría este papel clave de Pakistán en las operaciones de inteligencia estadounidenses se extendió a la zona más amplia de Asia central y de Oriente Medio.
El golpe militar de 1977 en Pakistán, que llevó a la desaparición del gobierno del PPP de Ali Bhutto, fue una condición previa para el lanzamiento de la guerra encubierta de la CIA en Afganistán.
En abril de 1978 el Partido Democrático del Pueblo de Afganistán (PDPA, por sus siglas en inglés), se hizo con el poder en Afganistán en una insurrección popular dirigida contra la dictadura del presidente Mohammed Daud Khan. El gobierno del PDPA promovió un programa de reforma de la tierra, mejoró los programas educativos y sanitarios, y apoyó activamente los derechos de las mujeres. También se fortalecieron las relaciones de Afganistán con la Unión Soviética.
El objetivo de la operación encubierta de la CIA era minar y, en última instancia, destruir el gobierno del PDPA, al tiempo que reducir la influencia de la Unión Soviética en Asia central. El apoyo encubierto de la CIA a las brigadas islámicas desempeño también un papel decisivo en la destrucción de los cimientos de un gobierno civil laico.
Desde el inicio de la guerra afgano-soviética en 1979 Pakistán, que estaba bajo un gobierno militar, apoyó activamente a las brigadas islámicas. En estrecha relación con la CIA la inteligencia militar paquistaní, el Inter-Services Intelligence (ISI), se convirtió en una poderosa organización, en un gobierno paralelo que ejercía un enorme poder e influencia.
La guerra encubierta estadounidense en Afganistán, que utilizaba a Pakistán como plataforma de lanzamiento, se inició durante la administración Carter antes de la «invasión» soviética:
«Según la versión oficial de la historia, la ayuda de la CIA a los muyaidines empezó en los ochenta, esto es, después de que el ejército soviético invadiera Afganistán el 24 de diciembre de 1979. Pero la realidad, mantenida en secreto hasta la fecha, es completamente diferente. De hecho, fue el 3 de julio de 1979 cuando el presidente Carter firmó la primera directriz de ayuda secreta a los oponentes al régimen pro-soviético de Kabul. Y ese mismo día escribí una nota al presidente en la que le explicaba que, en mi opinión, esa ayuda iba a inducir a una intervención militar soviética» (Former National Security adviser Zbigniew Brzezinski, Interview with Nouvel Observateur, 15-21 January 1998)
En las memorias del secretario de Defensa Robert Gates, que en el momento culminante de la guerra afgano-soviética desempeñaba el cargo de vice-director de la CIA, [afirma que] la inteligencia estadounidense estaba directamente implicada desde el principio, antes de la invasión soviética, en canalizar la ayuda a las brigadas islámicas.
Con la CIA respaldándolo y canalizándole enormes cantidades de ayuda militar estadounidense, el ISI paquistaní se había convertido en una «estructura paralela que ejercía un poder enorme en todos los aspectos del gobierno» (Dipankar Banerjee, «Possible Connection of ISI With Drug Industry», India Abroad, 2 de diciembre de 1994). El personal del ISI estaba compuesto de aproximadamente 150.000 personas entre oficiales militares y agentes de inteligencia, burócratas, agentes secretos y uniformados (Ibid).
Mientras tanto, las operaciones de la CIA también habían reforzado el régimen militar paquistaní dirigido por el general General Zia Ul Haq:
«Las relaciones entre la CIA y el ISI habían ido mejorando cada vez más después de que [el general] Zia destituyera a Bhutto y se instaurara el régimen militar…Durante la mayor parte de la guerra afgana, Pakistán fue más agresivamente anti-soviético que, incluso, Estados Unidos. Poco después de que los soviéticos invadieran Afganistán en 1980, Zia [ul Haq] envió a su jefe del ISI a desestabilizar a los Estados soviéticos de Asia central. Sólo en octubre de 1984 la CIA estuvo de acuerdo con este plan» (Ibid)
Operando prácticamente como una filial de la CIA, el ISI desempeñó un papel central en canalizar el apoyo a los grupos paramilitares islámicos en Afganistán y posteriormente a las repúblicas musulmanas en la antigua Unión Soviética.
Actuando en nombre de la CIA, el ISI también estuvo implicado en el reclutamiento y adiestramiento de los muyaidines. En los diez años comprendidos entre 1982 y 1992, se reclutó a unos 35.000 musulmanes de 43 países islámicos para luchar en la jihad afgana. También se fundaron madrasas en Pakistán, financiadas gracias a obras de caridad saudíes y con apoyo estadounidenses con la idea de «inculcar valores islámicos». «Los campamentos se convirtieron prácticamente en universidades para el futuro radicalismo islámico» (Ahmed Rashid, The Taliban). El adiestramiento en la guerrilla bajo los auspicios de la CIA-ISI incluyeron asesinatos selectivos y atentados con coche bomba.
Los envíos por barco de cargamentos de armas «fueron enviados por el ejército paquistaní y el ISI a los campamentos rebeldes en la provincia de la frontera noroeste cerca de la frontera con Afganistán. El gobernador de la provincia es el teniente general Fazle Haq, quien [según Alfred McCoy] permitió «que se establecieran cientos de refinerías de heroína en su provincia». Desde aproximadamente 1982, camiones del ejército paquistaní que transportan armas de la CIA desde Karachi a menudo recogen heroína en la provincia de Haq y vuelven cargados con ella. Papeles del ISI los protegen de los registros de la policía. (1982-1989: US Turns Blind Eye to BCCI and Pakistani Government Involvement in Heroin Trade véase también McCoy, 2003, p. 477) .
Osama Bin Laden
Osama bin Laden, el ogro de Estados Unidos, fue reclutado por la CIA en 1979 al principio de la jihad financiada por Estados Unidos. Tenía 22 años y fue adiestrado en un campo de entrenamiento de la guerrilla financiado por CIA .
Durante la administración Reagan se encargó a Osama, que pertenecía a la acaudalada familia saudí Bin Laden, recaudar dinero para las brigadas islámicas. Se crearon muchas obras de caridad y fundaciones. La operación fue coordinada por la inteligencia saudí, dirigida por el príncipe Turki al-Faisal, en estrecha relación con la CIA. El dinero procedente de obras de caridad fue empleado para financiar el reclutamiento de voluntarios muyaidines. Al Qaeda, «la base» en árabe, era un banco de datos de voluntarios que se habían apuntado para luchar en la jihad afgana. Osama bin Laden se ocupó inicialmente de la base de datos.
La administración Reagan apoya el «fundamentalismo islámico»
El ISI paquistaní fue utilizado como intermediario. El apoyo encubierto de la CIA a los muyaidines en Afganistán se producía indirectamente a través de ISI paquistaní, esto es, la CIA no canalizaba directamente su apoyo a los muyaidines. En otras palabras, para que estas operaciones encubiertas tuvieran «éxito», Washington ponía buen cuidado en no revelar el objetivo último de la «jihad», que consistía en destruir la Unión Soviética.
En diciembre de 1984 se estableció en Afganistán la legislación Sharia (la jurisprudencia islámica) tras un referendum fraudulento organizado por el presidente Muhammad Zia-ul-Haq. Unos escasos meses después, en marzo de 1985, el presidente Ronald Reagan aprobó la Directiva sobre Decisión de Seguridad Nacional 166 (NSDD 166, por sus siglas en inglés), que autorizaba «una ayuda militar escalonada a los muyaidines», así como el apoyo al adoctrinamiento religioso.
La imposición de la Sharia en Pakistán y la promoción del «Islam radial» era una política deliberada estadounidense que servía a sus intereses geoestratégicos en el sur de Asia, Asia central y Oriente Próximo. Muchas de las actuales «organizaciones fundamentalistas islámicas» de Oriente Próximo y Asia central fueron producto directo o indirecto del apoyo y financiación encubiertos de Estados Unidos, canalizado a menudo s a través de fundaciones de Arabia Saudí y de los Estados del Golfo. Se encargó a misiones de la secta wahhabi del Islam conservador en Arabia Saudi dirigir las madrasas financiadas por la CIA en el norte de Pakistán.
Con la NSDD 166 se emprendieron una serie de operaciones encubiertas de la CIA-ISI.
Estados Unidos suministró armas a las brigadas islámicas a través del ISI. Agentes de la CIA y del ISI se pudieron haber reunido en el cuartel general del ISI en Rawalpindi para coordinar el apoyo estadounidense a los muyaidines. Con la NSDD 166, la adquisición de armas estadounidenses por parte de los insurgentes islámicos aumentó de 10.000 toneladas de armas y municiones en 1983 a 65.000 toneladas anuales para 1987. «Además de armas, [se incluye] adiestramiento, equipamiento militar completo, incluyendo mapas satélite y equipamiento de comunicaciones último modelo» (Telegrama de la Universidad, 7 de mayo de 2002).
Encuentro entre Ronald Reagan y comandantes muyaidines afganos en la Casa Blanca en 1983 (Reagan Archives)
Con William Casey como director de la CIA, la NSDD 166 fue descrita como la mayor operación encubierta de la historia de Estados Unidos:
«El paquete de ayuda estadounidense tenía tres componentes esenciales, organización y logística, tecnología militar y apoyo ideológico para mantener y animar la resistencia afgana ….
Expertos en contrainsurgencia estadounidenses trabajaron estrechamente con el ISI paquistaní en la organización de los grupos muyaidines y en la planificación de las operaciones dentro de Afganistán.
… Pero la contribución más importante de Estados Unidos fue… llevar hombres y material de todo el mundo árabe y de más allá. Se buscó a los hombres más curtidos y entregados ideológicamente con la lógica de que serían los mejores combatientes. Se publicaron anuncios, pagados por la CIA, en periódicos y boletines de todos el mundo ofreciendo incentivos y motivaciones para unirse a la jihad». (Pervez Hoodbhoy, Afghanistan and the Genesis of the Global Jihad, Peace Research, 1 de mayo de 2005)
Adoctrinamiento religioso
Con la NSDD 166, la ayuda estadounidense a las brigadas islámicas canalizada a través de Pakistán no se limitó a ayuda militar de buena fe. Por medio de la Agencia Estadounidenses de Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) Washington también apoyó y financió el proceso de adoctrinamiento religioso, en buena parte para garantizar la desaparición de las instituciones laicas:
«… Estados Unidos gastó millones de dólares para suministrar a los alumnos de las escuelas afganas libros de textos repletos de imágenes violentas y enseñanzas islámicas militantes, como parte de los intentos encubiertos de fomentar la resistencia a la ocupación soviética.
Los manuales, que estaban repletos de palabrería sobre la jihad y de ilustraciones sobre armas, balas, soldados y minas, han servido desde entonces como centro del curriculum escolar afgano. Incluso los talibán utilizan libros creados por Estados Unidos …
La Casa Blanca defiende el contenido religioso afirmando que los principios islámicos están presentes en la cultura afgana y que los libros «están llenos de complicidad con la legislación y la política estadounidense» . Sin embargo, expertos jurídicos se preguntan si los libros violan una prohibición de la Constitución al utilizar dólares de los impuestos estadounidenses para promover la religión.
…Altos cargos de [US]AID afirmaron en entrevistas que dejaron el material islámico intacto porque temían que los educadores afganos rechazaran los libros por faltarles grandes dosis de pensamiento musulmán. La agencia de los textos religiosos eliminó su logotipo y toda mención al gobierno estadounidense, afirmó la portavoz de [US]AID, Kathryn Stratos.
«No es una política de [US]AID apoyar una institución religiosa», afirmó Stratos. «Pero continuamos con este proyecto porque su propósito inicial . . . es educar niños, que es básicamente una actividad laica».
… Publicados en las lenguas afganas mayoritarias, dari y pashtun, los libros de texto se desarrollaron a principios de los años ochenta gracias a una subvención de [US]AID concedida a la Universidad de Nebraska-Omaha y a su Centro para Estudios de Afganistán. Entre 1984 y 1994 la agencia se gastó 51 millones de dólares en los programas de educación de la Universidad» (Washington Post, 23 de marzo de 2002)
El papel de los neocons
Existe una continuidad. Los artífices de la operación encubierta en apoyo del «fundamentalismo islámico» emprendida durante la presidencia de Reagan desempeñaron un papel fundamental en el lanzamiento de la «guerra global contra el terrorismo» tras el 11 de septiembre.
Varios de los neocons de la administración de Bush hijo fueron altos cargos políticos durante la presidencia de Reagan.
Richard Armitage era vice-secretario durante el primer mandato de George W. Bush (2001-2004). Desempeñó un papel clave en las negociaciones tras el 11 de septiembre con Pakistán que llevaron a la invasión de Afganistán en octubre de 2001. Durante la época Reagan desempeñó el cargo de ayudante del secretario de Defensa para la política de seguridad nacional. En las funciones de su cargo desempeñó un papel clave en la implementación de la NSDD 163 al tiempo que afianzaba las relaciones con el ejército y el aparato de inteligencia paquistaníes.
Mientras, Paul Wolfowitz estaba en el departamento de Estado a cargo de un equipo de política exterior compuesto entre otros por Lewis Libby, Francis Fukuyama y Zalmay Khalilzad.
El grupo de Wolfowitz también estuvo implicado en llevar a cabo el trabajo ideológico preliminar del apoyo encubierto de Estados Unidos a partidos y organizaciones islámicas en Pakistán y Afganistán.
El secretario de Defensa de Bush, Robert Gates, también trabajó en la preparación del trabajo previo de las operaciones encubiertas de la CIA. Fue nombrado vice-director de Inteligencia por Ronald Reagan en 1982 y vice-director de la CIA en 1986, puesto que mantuvo hasta 1989. Gates desempeñó un papel clave en la formulación de la NSDD 163, que establecía un sólido marco para promover el fundamentalismo islámico y canalizar el apoyo encubierto a las brigadas islámicas. También estuvo implicado en el escándalo «Iran Contra».
La operación «Iran Contra»
Richard Gates, Colin Powell y Richard Armitage, entre otros, estuvieron también implicados en el la operación «Iran Contra».
Armitage tenía una estrecha relación con el coronel Oliver North. Su subordinado y jefe anti-terrorista Noel Koch formaba parte del equipo creado por Oliver North.
Es significativo que la operación «Iran Contra» también estuvo relacionada con el proceso de canalización de la ayuda encubierta a las brigadas islámicas en Afganistán. El esquema «Iran Contra» sirvió para varias otras políticas exteriores relacionadas:
1) proporcionar armas a Irán y, por consiguiente, alimentar la guerra irano-iraquí,
2) apoyar a los contras nicaragüenses,
3) apoyo a las brigadas islámicas en Afganistán, canalizado vía el ISI de Pakistán.
Tras la entrega de misiles anti-tanque TOW a Irán, el dinero de esas ventas se depositó en cuentas bancarias numeradas y el dinero se utilizó para financiar a los contras nicaragüenses y a los muyaidines:
«El Washington Post informó de que los beneficios de las ventas de armas a Irán fueron depositados en una cuenta administrada por la CIA en la que Arabia Saudi y Estados Unidos habían depositado 250 millones de dólares cada uno. Este dinero fue entregado no sólo a los contras de América central sino también a los rebeldes que luchaban contra las tropas soviéticas en Afganistán» (US News & World Report, 15 de diciembre de 1986).
Aunque el teniente general Colin Powell no estuvo directamente implicado en las negociaciones de transferencia de armas, que habían sido encargadas a Oliver North, era uno de «los al menos cinco hombres del Pentágono que sabía que se estaban transfiriendo armas a la CIA» (The Record, 29 de diciembre de 1986). En este sentido, Powell desempeñó directamente un papel decisivo en dar «luz verde» a oficiales de menor rango, lo que supone una flagrante violación de los procedimientos del Congreso. Según el New York Times, Colin Powell tomó la decisión (respecto a las adquisiciones militares) de permitir al entrega de armas a Irán:
«De forma apresurada, uno de los hombres más cercanos al secretario de Defensa Weinberger, el general de división Colin Powell, pasó por encima de los procedimientos de «sistema de foco» y ordenó a la Agencia de Logística de Defensa [responsable de la adquisición] que entregara el primero de los misiles TOW 2.008 TOW a la CIA., que actuó como intermediario para entregarlo a Irán» (New York Times, 16 de febrero de 1987)
El secretario de Defensa Robert Gates también estuvo implicado en el caso «Iran Contra».
El tráfico de drogas del Creciente de Oro
La historia del tráfico de droga en Asia central está íntimamente relacionada con las operaciones encubiertas de la CIA. Antes de la guerra afgano-soviética la producción de opio en Afganistán y Pakistán estaba dirigida a pequeños mercados regionales. No había producción local de heroína. (Alfred McCoy, Drug Fallout: the CIA’s Forty Year Complicity in the Narcotics Trade. The Progressive, 1 de agosto de 1997).
El estudio de Alfred McCoy confirma que dos años después del inicio de las operaciones encubiertas de la CIA en Afganistán «las fronteras de Pakistán y Afganistán se convirtieron en el mayor productor mundial de heroína» (Ibid). Se crearon varios grupos paramilitares y organizaciones islámicos. La recaudación del tráfico de droga afgano, que estaba protegido por la CIA, se utilizó para financiar las diferentes insurgencias:
«Bajo la protección paquistaní y de la CIA, el ejército paquistaní y la resistencia afgana abrieron laboratorios de heroína en la frontera afgano-paquistaní. Según el Washington Post de mayo de 1990, entre los principales fabricantes de heroína estaba Gulbuddin Hekmatyar, un dirigente afgano que había recibido aproximadamente la mitad del envío encubierto de armas que Estados Unidos había enviado por barco a Pakistán. A pesar de las quejas existentes de la brutalidad de Hekmatyar y del tráfico de drogas entre las filas de la resistencia afgana de entonces, la CIA mantuvo una alianza acrítica y le apoyó sin reservas ni restricciones.
Una vez que la heroína dejó estos laboratorios en la frontera noroeste de Pakistán, la mafia siciliana importó las drogas a Estados Unidos, donde rápidamente se hicieron con el 16% del mercado estadounidense de heroína. Esto quiere decir que el 16% del suministro de droga a Estados Unidos venía indirectamente de una operación de la CIA. Durante la década de esta operación, los ochenta, un sustancial contingente de la Agencia Estadounidense contra la Droga (DEA, por sus siglas en inglés) en Islamabad no practicó detenciones ni hizo decomisos, con lo que de facto dejó manos libres a los sindicatos para exportar heroína. En cambio, un solitario detective noruego que seguía a un traficante desde Oslo a Karachi organizó una investigación que puso entre barrotes a un poderoso banquero paquistaní, que era como un hijo para el presidente Zia. La DEA en Islamabad no detuvo a nadie, no hizo nada, se mantuvo al margen.
Ex-agentes de la CIA han admitido que esta operación llevó a la expansión del tráfico de heroína afgano-paquistaní. En 1995 el ex-director de la CIA de esta operación afgana, Charles Cogan, admitió sacrificar la guerra de la droga para combatir la Guerra Fría. «Nuestra misión principal era hacer el mayor daño posible a los soviéticos. Realmente no teníamos los recursos o el tiempo para dedicarlo a investigar el tráfico de droga», declaró a la televisión australiana. «No creo que debamos pedir perdón por ello. Cada situación tiene sus secuelas. Hubo secuelas en términos de drogas, sí, pero se cumplió el principal objetivo. Los soviéticos abandonaron» (Alfred McCoy, Testimony before the Special Seminar focusing on allegations linking CIA secret operations and drug trafficking-convened February 13, 1997, by Rep. John Conyers, Dean of the Congressional Black Caucus)
Lucrativo tráfico de narcóticos en la época posterior a la Guerra Fría
El tráfico de droga no ha disminuido lo más mínimo en los años posteriores a la Guerra Fría. Afganistán se convirtió en el principal suministrador de heroína de los mercados occidentales, de hecho, casi el único suministrador: más del 90% de la heroína vendida en todo el mundo procede de Afganistán. El lucrativo contrabando está relacionado con la política paquistaní y la militarización del Estado paquistaní. También tiene una relación directa con la estructura de la economía paquistaní y sus instituciones bancarias y financieras, que desde el inicio del tráfico de drogas del Creciente de Oro han estado implicados en amplias operaciones de blanqueo de dinero, que están protegidas por el aparato militar y de inteligencia paquistaní:
Según el Informe de Estrategia Internacional de Control de Narcóticos del Departamento de Estado estadounidense (2006) (citado en el Daily Times, 2 March 2006),
«Las redes criminales paquistaníes desempeñan un papel clave en el paso de narcóticos y bienes de contrabando desde Afganistán a los mercados internacionales. Pakistán es uno de los principales países de tránsito de droga. Las recaudaciones del tráfico de narcóticos y la financiación de las actividades terroristas a menudos son blanqueados por medio de un sistema alternativo llamado hawala. … .
«Repetidas veces ha emergido también una red de organizaciones de caridad privada no regulada como una fuente significativa de financiaciones ilícitas de redes terroristas internacionales», señaló el informe …»
El sistema hawala y las organizaciones de caridad no son más que la punta del iceberg. Según el informe del departamento de Estado, «el banco estatal de Pakistán ha congelado durante más de veinte años unos escasos 10 millones y medio de dólares «que pertenecen a 12 entidades e individuos vinculados a Osama bin Laden, al Qaeda o los talibán». Lo que el informe no menciona es que la mayor parte de las recaudaciones del tráfico de drogas afgano es blanqueada de buena fe en instituciones bancarias occidentales.
Los talibán reprimen el tráfico de droga
En 200 se produjo un giro fundamental e insospechado en el tráfico de droga auspiciado por la CIA.
El gobierno talibán que llegó al poder en 1996 con el apoyo de Washington implementó, con el apoyo de Naciones Unidas, en 2000-2001 un programa de erradicación de largo alcance que sirvió para minar el multimillonario tráfico de droga. (Para más detalles véase, Michel Chossudovsky, America’s War on Terrorism, Global Research, 2005).
En 2001, antes de la invasión encabezada por Estados Unidos, la producción de opio bajo el programa de erradicación de los talibán bajó más de un 90%.
Inmediatamente después de la invasión dirigida por Estados Unidos la administración Bush ordenó que no se destruyera la cosecha de opio con el pretexto inventado de que eso minaría el gobierno de Pervez Musharraf.
«Varias fuentes dentro del Capitolio indicaron que la CIA se opone a la destrucción del suministro de opio afgano porque hacerlo desestabilizaría el gobierno paquistaní del general Pervez Musharraf. Según estas fuentes, la inteligencia paquistaní había amenazado con derrocar al presidente Musharraf si se destruían las cosechas …
«Si ellos [la CIA] se oponen de hecho a la destrucción del tráfico de opio afgano, esto sólo servirá para perpetuar la creencia de que la CIA es una agencia que carece de moral; [está] lejos de su propio programa más que con el [programa] de nuestro gobierno elegido constitucionalmente» (NewsMax.com, 28 March 2002)
Desde la invasión encabezada por Estados Unidos la producción de opio ha aumentado 33 veces, de 185 toneladas en 2001 bajo los talibán a 6.100 toneladas en 2006, y las zonas cultivadas han aumentado 21 veces desde entonces. (Michel Chossudovsky, Global Research, 6 January 2006)
En 2007 Afganistán suministraba aproximadamente el 93% del suministro global de heroína. La recaudación (en términos valor al por menor) del tráfico de droga de Afganistán se calculan (en 2006) que son superiores a 190 mil millones de dólares, lo que representa una parte significativa del comercio global de narcóticos (Ibid).
La recaudación de este lucrativo contrabando multimillonario en dólares se deposita en bancos occidentales. Casi la totalidad de los ingresos benefician a intereses corporativos y sindicatos criminales de fuera de Afganistán.
El blanqueo del dinero de la droga constituye una actividad multimillonaria que sigue estando protegida por la CIA y el ISI tras la invasión de Afganistán por Estados Unidos en 2001.
Viéndolo con perspectiva, uno de los objetivos principales de la invasión de Afganistán en 2001 fue restablecer el tráfico de droga.
La militarización de Pakistán sirve a poderosos intereses políticos, financieros y criminales que subyacen bajo el tráfico de droga. La política exterior estadounidense tiende a apoyar estos poderosos intereses. La CIA sigue protegiendo el tráfico de narcóticos de Creciente de Oro. A pesar de su compromiso de erradicar el tráfico de drogas, bajo el régimen del presidente afgano Hamid Karzai se ha disparado la producción de opio .
El asesinato del general Zia Ul-Haq
En agosto de 1988 el presidente Zia murió en un accidente aéreo junto con el embajador estadounidense en Pakistán, Arnold Raphel, y varios altos oficiales militares paquistaníes. Las circunstancias de accidente aéreo continúan envueltas en un velo de misterio.
Tras la muerte de Zia se celebraron elecciones parlamentarias y Benazir Bhutto juró su cargo como primera ministro en diciembre de 1988. Posteriormente fue retirada de su cargo por el sucesor de Zia, el presidente Ghulam Ishaq Khan, acusada de corrupción. En 1993 fue re-elegida y de nuevo fue retira del cargo en 1996 por orden del presidente Farooq Leghari.
Siempre se ha mantenido la continuidad. En la corta vida de los gobierno electos post-Zia de Nawaz Sharif y Benazir Bhutto, nunca se puso en entredicho el papel central de la clase dirigente de la inteligencia y militar, ni sus vínculos con Washington.
Tanto Benazir Bhutto como Nawaz Sharif sirvieron a los intereses exteriores estadounidenses. Mientras permanecieron en el poder los dos dirigentes democráticamente elegidos apoyaron, sin embargo, la continuidad del dominio militar. Como primera ministro desde 1993 hasta 1996 Benazir Bhutto «defendió una política conciliadora respecto a los islamistas, especialmente los talibán de Afganistán» que habían estado apoyados por el ISI paquistaní (See F. William Engdahl, Global Research, January 2008)
El sucesor de Benazir Bhutto como primer ministro, Mia Muhammad Nawaz Sharif, de la Liga Musulmana de Pakistán (PML, por sus siglas en inglés) fue derrocado en 1999 en el golpe de estado dirigido por el general Pervez Musharraf y apoyado por Estados Unidos.
El golpe de 1999 fue instigado por el general Pervez Musharaf, con el apoyo del jefe del Estado mayor, teniente general Mahmoud Ahmad, que posteriormente fue designado para el puesto clave de jefe de la inteligencia militar (ISI).
Desde el principio de la administración Bush en 2001 el general Ahmad mantuvo unas estrechas relaciones no sólo con su homólogo estadounidense, el director de la CIA, George Tenet, sino también con miembros clave del gobierno estadounidense, incluyendo al secretario de Estado, Colin Powell, el vice-secretario de Estado, Richard Armitage, por no mencionar a Porter Goss, que entonces era presidente del Comité de la Cámara sobre Inteligencia. Irónicamente, según un informe del FBI de septiembre de 2001, Mahmoud Ahmad también es conocido por el papel que supuestamente desempeñó en apoyar y financiar a los supuestos terroristas del 11 de septiembre, así como por sus relaciones con al Qaeda y los talibán. (See Michel Chossudovsky, America’s «war on Terrorism, Global Research, Montreal, 2005)
Conclusiones
Estas diferentes organizaciones «terroristas» fueron creadas a consecuencia del apoyo de la CIA. No son producto de la religión. El proyecto de establecer un «Califato pan-islámico» forma parte de una operación de inteligencia cuidadosamente diseñada.
El apoyo de la CIA a al Qaeda en absoluto acabó al terminar la Guerra Fría. De hecho, más bien fue todo lo contrario. El modelo inicial de apoyo encubierto no sólo se amplió sino que adquirió un empuje global y se volvió cada vez más sofisticado.
La «guerra global contra el terrorismo» es una compleja e intrincada creación de la inteligencia. El apoyo encubierto proporcionado a «grupos terroristas islámicos» forma parte de la agenda imperial. Pretende debilitar y, finalmente, destruir instituciones gubernamentales laicas y civiles, al tiempo que contribuir a vilipendiar al Islam. Es un instrumento de colonización que trata de minar naciones-Estado soberanas y transformar países en territorios.
Sin embargo, para que la operación de inteligencia tenga éxito, las diferentes organizaciones islámicas creadas y adiestradas por la CIA deben desconocer el papel que están desempeñando en el tablero geopolítico en beneficio de Washington.
De hecho, con los años estas organizaciones han adquirido cierto grado de autonomía e independencia en relación a sus patrocinadores estadounidenses y paquistaníes. Sin embargo, esta apariencia de «independencia» es crucial; es una parte esencial de la operación encubierta de inteligencia. Según el ex-agente de la CIA Milton Beardman, los muyaidines siempre ignoraban el papel que estaban desempeñando en beneficio de Washington. En palabras de bin Laden (citadas por Beardman), «ni yo ni mis hermanos vimos pruebas de la ayuda estadounidense» (Weekend Sunday (NPR); Eric Weiner, Ted Clark; 16 de agosto de 1998).
«Motivados por el nacionalismo y el fervor religioso, los combatientes islámicos ignoraban que estaban luchando contra el ejército soviético a favor del Tío Sam. Aunque había contactos a los niveles más altos de la jerarquía de la inteligencia, los dirigentes rebeldes islámicos que actuaban sobre el terreno no tenían contactos con Washington o la CIA» (Michel Chossudovsky, America’s War on Terrorism, Chapter 2).
Se necesita la creación de «terrorismo» -incluyendo el apoyo encubierto a terroristas- para proporcionar legitimidad a la «guerra contra el terrorismo».
Los diferentes grupos fundamentalistas y paramilitares implicados en la actividades «terroristas» auspiciadas por la CIA son «activos de inteligencia». Tras el 11 de septiembre la función que se les designa como «activos de inteligencia» es desempeñar el papel de «enemigos de Estados Unidos» creíbles.
Con la administración Bush la CIA sigue apoyando (vía el ISI de Pakistán) a varios grupos islámicos asentados en Pakistán. Se sabe que el ISI ha apoyado a Jamaat a-Islami, que también está presente en el sudeste de Asia, Lashkar-e-Tayyaba, Jehad a-Kashmiri, Hizbul-Mujahidin y Jaish-e-Mohammed.
También se busca que los grupos islámicos creados por la CIA consigan apoyo público para los países musulmanes. El objetivo subyacente es crear división dentro de las sociedades nacionales por todo Oriente Próximo y Asia central, al tiempo que se instigan las luchas sectarias dentro del Islam, con el objetivo último de frenar el desarrollo de una resistencia de masas laica de amplia base que desafiaría la ambiciones imperiales estadounidenses.
Esta función de un enemigo exterior también es una parte esencial de al propaganda de guerra que se requiere para aguijonear a la opinión pública occidental. Sin un enemigo no se puede luchar una guerra. La política exterior estadounidense necesita crear un enemigo para justificar sus diferentes intervenciones militares en Oriente Próximo y Asia central. Se necesita un enemigo para justificar la agenda militar que consiste en «ir tras al Qaeda». Para justificar la acción militar se necesita la creación del enemigo y vilipendiarlo.
La existencia de un enemigo exterior mantiene la impresión de que la «guerra contra el terrorismo» es real. Justifica y presenta la intervención militar como una operación humanitaria basada en el derecho a la autodefensa. Mantiene la impresión de un «conflicto de civilizaciones». En última instancia, el propósito subyacente es ocultar los objetivos económicos y estratégicos reales que hay detrás de la más amplia guerra de Oriente Próximo y Asia central.
Históricamente, Pakistán ha desempeñado un papel central en la «guerra contra el terrorismo». Desde el punto de vista de Washington, Pakistán constituye un centro geopolítico. Hace frontera con Afganistán e Irán. Ha desempeñado un papel fundamental en la realización de operaciones militares estadounidenses y de los aliados así como en el contexto de los planes de guerra del Pentágono en relación a Irán.
Pakistán sigue siendo un campo de adiestramiento para las brigadas islámicas auspiciadas por Estados Unidos en Oriente Medio, África, Asia central y sudeste de Asia.
Los medios de comunicación occidentales describen al presidente Pervez Musharraf como «un aliado de Estados Unidos en su batalla contra el terrorismo». La realidad es completamente distinta. Desde finales de los años setenta el régimen militar paquistaní ha estado ayudando y financiando sistemáticamente «organizaciones terroristas islámicos» en beneficio de Washington.
Michel Chossudosky es autor del libro America’s «War on Terrorism» Global Research, 2005. Es profesor de economía en la Universidad de Ottawa y Director del Centro de Investigación sobre la Globalización.
Enlace con el original: http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=7746