Abdul Rehman se asombró cuando, una mañana, no encontró como era habitual los diarios en el césped de su casa, en el septentrional estado indio de Jammu y Cachemira. No los vería ni allí ni en los puestos de venta durante tres días más. «Para mí, leer los periódicos en la mañana es tan esencial […]
Abdul Rehman se asombró cuando, una mañana, no encontró como era habitual los diarios en el césped de su casa, en el septentrional estado indio de Jammu y Cachemira. No los vería ni allí ni en los puestos de venta durante tres días más.
«Para mí, leer los periódicos en la mañana es tan esencial como el desayuno», dijo Rehman. Luego descubrió que los periódicos locales habían suspendido su tirada entre el 8 y el 11 de este mes. Fue la primera vez que ocurrió algo así en 20 años de conflicto en la región de Cachemira, disputada entre India y Pakistán.
Los medios de prensa protestaron de esta forma contra las restricciones que impuso el gobierno estadual al movimiento de reporteros y de personal técnico.
Aunque la situación en Jammu y Cachemira ha mejorado en los últimos dos años y las protestas pacíficas han ido reemplazando a la violencia contra las fuerzas de seguridad indias, la presión sobre la prensa ha continuado, e incluso aumentado.
Los periodistas son observados de cerca tanto por el gobierno estadual como por los opositores a éste.
«Estos frenos a los reporteros en Cachemira no tienen precedentes. Nunca lo habíamos visto antes», dijo Zaffar Mehraj, un veterano periodista.
La situación se agravó tras la última ola de violencia en este estado de mayoría musulmana, reclamado por Pakistán y donde hay más de medio millón de soldados indios.
Una encuesta del instituto británico Chatham House concluyó que entre 75 y 95 por ciento de los cachemiros desean la independencia. La disputa por este territorio motivó tres guerras entre India y Pakistán.
El 11 de junio, las fuerzas de seguridad indias mataron a un adolescente de 17 años cuando se trasladaba desde un centro de estudios hasta su casa en Srinagar. Esto desató una serie de protestas en toda Cachemira, y otras 14 personas murieron -la mayoría también adolescentes-mientras que decenas más resultaron heridas por la represión policial.
Aún está vigente un toque de queda en la mayor parte del estado, mientras el gobierno teme que se produzcan nuevas manifestaciones.
Fue en este contexto que las asociaciones de prensa se reunieron y decidieron sumarse a las protestas suspendiendo la impresión de todos los periódicos locales en inglés y en urdu.
«Tuvimos que detener la publicación de nuestros periódicos por cuatro días consecutivos, dadas las restricciones impuestas al personal de prensa», dijo Bashir Ahmad Bashir, editor de un diario en urdu.
«Nuestros permisos para trabajar durante el toque de queda fueron cancelados. Periodistas y fotógrafos fueron golpeados brutalmente, mientras que se presentaron demandas contra muchos trabajadores de los medios para impedir que informaran sobre la realidad», señaló. Riyaz Masroor, del diario en inglés Rising Kashmir, contó que fue «golpeado brutalmente por policías» luego de identificarse como periodista ante las autoridades que lo detuvieron en la puerta de su casa, a cuatro kilómetros del centro de la ciudad de Lal Chowk.
Los medios acusan al gobierno de querer privarle al público de información independiente, pero las autoridades lo niegan.
«Tuvimos que cancelar los permisos para impedir que fueran mal usados, pero entregamos unos especiales a personas de la prensa», dijo el portavoz del gobierno estadual, Khurshid Ahmad.
Organizaciones de prensa se quejaron de la escasez de permisos. «No es el editor el que puede hacer un periódico. Hay otras personas, las que trabajan en la redacción, en el diseño, en la impresión y en la distribución, las que hacen posible la publicación. Entregar unos pocos permisos no va a ayudar a la publicación», señaló Zaffar Mehraj, editor del diario Kashmir Monitor.
El 26 de junio, el gobierno estadual ordenó a los canales de televisión por cable locales que redujeran 15 minutos sus noticiarios de la tarde, y prohibió retransmitirlos.
Los dueños de los medios no desobedecieron la orden por temor a ser penalizados. Las autoridades pueden cancelar su licencia para operar, explicó el analista político Sheikh Showkat.
No hay canales de televisión satelital privados ni estaciones de radio privadas en Cachemira.
«Esto deja sólo dos opciones para la gente. O leen los periódicos locales para recibir información objetiva o ven los canales por cable», señaló Showkat.
«La información provista por la radio y la televisión no es considerada confiable por el pueblo de Cachemira, ya que las radiodifusoras estatales sólo dicen lo que le conviene al gobierno», añadió.
Pero las limitaciones al trabajo periodístico han existido en Jammu y Cachemira desde que comenzó la insurgencia en 1989.
«Al menos 10 periodistas han sido asesinados, una decena han sobrevivido a ataques mortales y cientos de redactores han sido golpeados y amenazados varias veces desde el inicio de la insurgencia», dijo el periodista Jahangir Bukhari.
«Los periodistas en Cachemira han trabajado con dificultad la mayor parte del tiempo, e incluso han optado por la autocensura por temor», dijo Bukhari.
Aunque los diarios reanudaron su publicación después de que el gobierno les aseguró que no habría acoso contra los reporteros, la situación sigue siendo tensa. «Esperamos que se nos permita trabajar libremente», dijo Bashir.
The Asia Media Forum (http://www.theasiamediaforum.org) es un espacio para que los periodistas compartan análisis sobre asuntos relacionados con los medios y su profesión. Es coordinado por IPS Asia-Pacífico.