Recomiendo:
0

Perú: Desenlace electoral y Vía Crucis de la derecha

Fuentes: Alai-amlatina

Las preocupación que buscó disimular en el último mes de campaña, la candidata de la derecha Lourdes Flores Nano, y que se fue transformando en pesadillas conforme se acercaba el 9 de abril, ha terminado por convertirse literalmente en un verdadero Vía Crucis, conforme se han ido dando los resultados parciales de las reñidas elecciones […]

Las preocupación que buscó disimular en el último mes de campaña, la candidata de la derecha Lourdes Flores Nano, y que se fue transformando en pesadillas conforme se acercaba el 9 de abril, ha terminado por convertirse literalmente en un verdadero Vía Crucis, conforme se han ido dando los resultados parciales de las reñidas elecciones generales en el Perú. Al momento de cerrar esta nota (martes por la mañana), el último reporte oficial de la Oficina Nacional de Procesos Electorales, ONPE, casi al 84 por ciento, ratificaba el primer lugar del candidato nacionalista Ollanta Humala, con 30.82 por ciento; y en peleado segundo lugar, se confirmaba la tendencia ascendente que registró desde ayer lunes por la tarde, el candidato del Apra, Alan García, con 24.71 por ciento; y relegada a casi definitivo tercer lugar, a Lourdes Flores de Unidad Nacional, con 23.64 por ciento.

Si se mantiene la tendencia hacia arriba de los dos primeros, todo indica que Humana y García, disputarán una segunda vuelta electoral, teniendo como protagonista al ex presidente aprista, y como gran derrotada por segunda vez consecutiva a la candidata de la derecha, Lourdes Flores. Como algún analista político, dijera un par de meses antes de la elección, los resultados han configurado un escenario de pesadilla para la derecha; es decir, un valotage entre Humala y García. Y por supuesto, si ya el panorama político en las primeras horas pos 9 de abril era incierto, por lo disputado del segundo lugar, ahora el panorama o la perspectiva se tornan mucho más complicados, a tal punto que no ha faltado quien ya salió a decir que con estos resultados el país está al borde del precipicio.

Lo cierto es que estas elecciones han ratificado algunas tendencias, han traído sorpresas, pero también han generado serias preocupaciones por el resurgimiento político del fujimontesinismo corrupto y por la extinción electoralmente hablando, de los partidos de la izquierda socialista y progresista más tradicional, vinculada a las organizaciones sociales y gremiales, que han sido virtualmente engullidos por el fenómeno electoral nacionalista.

Aunque suene a una verdad de Perogrullo, estas elecciones en la primera vuelta han tenido un claro vencedor, pero no en la dimensión que ellos esperaban, pues en algún momento desplegaron la estrategia de «ganar en primera vuelta»: Ollanta Humala. Sin partido propio, con un escaso nivel de organización en el país -con relación a los otros dos partidos que lo siguen- y con tan poco tiempo en política y mucho menos en campaña electoral, logró destronar a Lourdes Flores, estaba en campaña por más de un año y medio y que había cabalgado holgadamente liderando las encuestas de intención de voto, hecho que incluso la llevó hace gala de cierta arrogancia. Ergo, la gran derrotada ha sido la llamada «candidata de los ricos», que no fue capaz de quitarse de encima este membrete, y que cuando lo quiso hacer, lo hizo de una manera tan burda -como ofrecer 650 mil puestos de trabajo por año- que ya la gente no lo tomó en serio. Además, hay que mencionar que Flores apenas ganó en Lima y Callao -plazas tradicionalmente conservadoras- mientras que Humala lo hizo en 18 de los 25 departamentos; es decir, perdió en el resto del país. Además, Unidad Nacional, apenas tendría 19 congresistas -de 120-, mientras que Humala ha logrado colocar 43 y con posibilidades de sumar un par más.

Vistas así las cosas, Alan García surge como otro de los ganadores de la jornada, pues hay que tomar en cuenta que hasta dos semanas antes del 9 de abril, casi se daba por descontada una segunda vuelta entre Humala y Lourdes Flores. Un replanteamiento de su estrategia de campaña orientada a presentarse como el único capaz de derrotar a Humala en la segunda vuelta, pareció darle enormes resultados. Además, ha mantenido su presencia en toda la costa norte – reconocidos baluartes del voto aprista- ganando en cinco departamentos y colocando una importante bancada en el congreso de 35 parlamentarios.

A dónde irán los votos de la derecha?

Salvo una poco probable sorpresa en la parte final del cómputo oficial de votos, todo indica que tendremos una segunda vuelta -con la derecha of side- parecida a lo que fue el 2001, cuando García pasó a la segunda vuelta con Toledo, salvo que en un contexto muy diferente. La polarización que ha generado la presencia de Humala se expresó muy claramente el día que éste acudió a votar y que sufrió lo que él mismo ha calificado como una «emboscada política». El rechazo de este sector de clase media limeña, gritó de todo a Humala, desde dictador hasta asesino y estuvo a punto de agredirlo físicamente. Esto puede reflejar también lo que podría ser un futuro gobierno de Humala con una derecha en la oposición.

Hay que señalar también que los golpes bajos intercambiados en la parte final de la campaña entre Flores y García, por la disputa del segundo lugar, fueron de grueso calibre. Los votos de Flores son los únicos que le pueden garantizar a García el éxito en la segunda vuelta. Pero eso implicaría a Apra, hacer concesiones importantes en sus propuestas electorales, que podrían ser percibidas una vez por el electorado como la típica «escopeta de dos cañones», cuya patente es atribuida al partido de García. Dicho en términos más simples: si García quiere ganar tendrá que derechizar su propuesta.

De otro lado, hay quienes sostienen que si Humala quiere ganar, tendrá que moderar su discurso para atraer los votos del Frente de Centro o del movimiento evangélico, que fue la sorpresa y pasó la valla electoral del 4 por ciento; así como de algún sector de la derecha que mantiene su rechazo y su resistencia a García. Esto tiene un riesgo muy serio, pues si algo lo catapultó a Humala en la escena política fue precisamente su discurso «anti sistema». Además, algunas propuestas del candidato nacionalista como la revisión de los contratos con las empresas transnacionales o la convocatoria a una Asamblea Constituyente, son demandas con fuerte arraigo en los sectores populares y justamente las más rechazadas por neoliberales y conservadores.

De manera, que sin pretender entrar a un análisis mayor de lo que puede pasar en la segunda vuelta, todo indica que entraremos a un periodo en la que el ajedrez político, el cálculo electoral y muchos otros aspectos estarán en juego en las estrategias de los dos candidatos que disputarán la presidencia. Las acusaciones recientes de que Ollanta Humala tiene un entorno con fuerte tufo montesinista, su oscuro episodio en la lucha antisubversiva y la presunta violación a los derechos humanos, la presencia de connotados ex fujimoristas y la nada despreciable bancada que el grupo político del corrupto ex mandatario y hoy extraditable en Chile, ha logrado en el Congreso -15 curules-, configuran un escenario complejo para el candidato nacionalista.

Una nota final para los partidos de la izquierda tradicional. Tanto el Partido Socialista, con un candidato de amplia ejecutoria política como Javier Diez Canseco; el Movimiento Nueva Izquierda que agrupó al Partido Comunista del Perú -Patria Roja- así como al Partido Comunista, que postularon a su connotado líder Alberto Moreno; o la alianza Concertación Descentralista, con su tendencia más de centro izquierda y que llevaron como alternativa a la ex ministra del gobierno de transición, Susana Villarán, han sido literalmente barridos de la escena electoral. Si se suman sus resultados, apenas superarían el 1 por ciento; y por lo tanto, tampoco tendrán presencia en el Congreso. Esta izquierda se encuentra en la encrucijada. Hay quienes sostienen que la única manera de reciclarse es mimetizándose en el humalismo. Otros piensan lo contrario, que ello aceleraría su extinción. Lo primero que deberán hacer es un balance autocrítico y luego repensar su relación con el movimiento social y popular que históricamente fue la base que le permitió tener protagonismo político.