San Cristobal de Las Casas, Chis., 5 de junio. La autonomía zapatista, en su lucha por ser posible en el mundo real -en el espacio de las comunidades, en primer lugar, y de ahí a escala nacional-, se nutre de su propia movilización social, de su propia historia. «Preguntando caminamos», dice una expresión de los […]
San Cristobal de Las Casas, Chis., 5 de junio. La autonomía zapatista, en su lucha por ser posible en el mundo real -en el espacio de las comunidades, en primer lugar, y de ahí a escala nacional-, se nutre de su propia movilización social, de su propia historia. «Preguntando caminamos», dice una expresión de los zapatistas. Así se titula la investigación de Philipp Gerber, de la Universidad de Zurich, Suiza, «sobre las familias zapatistas tzotziles en resistencia por el camino de la autonomía de hecho», mediante el ejemplo de la cooperativa de café orgánico Mut Vitz, en el municipio San Juan de la Libertad.
Gerber afirma que los municipios en resistencia constituyen un poder «que los gobiernos estatal y federal no pueden ignorar». Por lo mismo, «las bases civiles, y con ellas las estructuras autónomas, han quedado bajo la mira de la contrainsurgencia». Menciona la matanza de Acteal, perpetrada después de que la población de Chenalhó se había organizado en estructuras autónomas. En 1998 fueron desalojados varios municipios, entre ellos San Juan de la Libertad, «y muchos de los responsables de la administración autónoma fueron detenidos».
El investigador suizo deja clara su intención académica, más que ideológica, y alega que su estudio busca «las motivaciones de esta tenaz resistencia que los órganos del gobierno hasta la fecha no han podido domar ni con el látigo ni con la zanahoria».
El café, cabe recordar, es clave en la economía indígena en los Altos y la selva de Chiapas, y las fluctuaciones en ocasiones criminales de los precios internacionales acompañan desde sus orígenes a la rebelión zapatista. Mut Vitz opera en el norte de la región tzotzil, en San Juan de la Libertad (El Bosque) y Simojovel. Otra cooperativa cafetalera de la región es Nueva Luz del Cielo. Ambas, como los demás colectivos rebeldes, se coordinan con la junta de buen gobierno (JBG) de Oventic.
Gerber encuentra que desde hace algún tiempo, por convicción política (y no étnica), la cooperativa ha dejado de emplear personas externas como asesores. Se trata de un antecedente del proceso que culminó con la creación de los caracoles y la JBG. Reclamando su «derecho a construir su propia modernidad», el zapatismo «no persigue separatismo alguno, el Estado nacional mexicano no tiene por qué temer por su soberanía. Ni fue jamás parte del programa un ‘etnicismo’ retrógrada. En las declaraciones del EZLN no hay argumentaciones milenaristas o esencialistas». Esto último, en referencia a las mitificaciones «ahistóricas» que caracterizaron y aún caracterizan a muchos movimientos indígenas del continente.
Los rebeldes «quieren ser una parte reconocida, y se aferran simultáneamente al derecho a la igualdad, es decir no discriminación; al derecho a la diferencia, es decir respeto a su cultura». San Juan de la Libertad fue uno de los primeros municipios autónomos que se consolidaron. Por entonces comenzó la paramilitarización «a sembrar terror», y las familias zapatistas fueron expulsadas por la violencia de Los Plátanos (desde entonces bastión de una banda paramilitar-delincuencial).
El 10 de junio de 1998, el Ejército federal y la policía atacaron el municipio. En Unión Progreso fueron ejecutados cinco zapatistas y la comunidad casi destruida. Otros tres indígenas murieron en Chavajeval. Las estructuras autónomas de El Bosque fueron «desmanteladas». En aquel, a la postre fallido, desmantelamiento, destacó el papel de Adolfo Orive, a la sazón asesor de la Secretaría de Gobernación, muchos años después de haber sido asesor de los indígenas de El Bosque y haber estado cerca de la fundación de Unión Progreso.
«Como en el caso de la cooperativa de Majomut (en Chenalhó), la lógica de estas operaciones de pacificación estatal parecía estar en la destrucción de los proyectos autónomos, para dejar sin sustento económico a la resistencia, pero luego de las agresiones contra el municipio autónomo surgió, como un ave Fénix, una cooperativa nueva y autónoma: Mut Vitz».
El estudioso de Zurich encuentra que después de las «traiciones de los kaxlanes» (como el profeta del maoísmo-salinismo, Adolfo Orive, o el ex activista que devino en funcionario chiapaneco más asociado a la masacre de Acteal, Jorge Enrique Hernández Aguilar), «en los municipos autónomos se desarrollaron proyectos que, con independencia del Estado y de las agencias de ayuda al desarrollo, debían mantenerse en sus propios pies». Las bases de apoyo zapatistas establecieron, pues, «una sociedad solidaria de comercialización» que posibilitara un precio justo a su producto.
En 1998, la cooperativa ya tenía unos 750 socios. El nombre lo tomaron del ‘cerro del Pájaro’ (Mut Vitz), parte de la tradición sagrada de los ancianos, y hoy un símbolo de la resistencia justa. Los campesinos se vincularon con compradores internacionales. A partir de 1999, las exportaciones fueron subiendo año con año; el grano, de primera calidad y de agricultura biológica, se vendió a 1.41 dólares por libra, con «un éxito que no parece tener parangón en el ámbito del comercio justo».
Mut Vitz es para los campesinos «la expresión práctica de su identidad rebelde». Philipp Gerber resalta el discurso sobre la producción orgánica, «que ocupa un lugar central como delimitación frente a los campesinos leales al gobierno». La cohesión y solidez que une a los cooperativistas «se muestra en la cotidianidad». No sólo se defienden juntos contra la privatización de los ejidos y se resisten a los controles del Ejército federal, «también se adiestran en el cultivo biológico y logran exportar directamente su café».
La estructura legal de la cooperativa cafetalera representa para las bases del EZLN «una red de solidaridad intracomunitaria y regional que, si bien está pensada primordialmente para la exportación directa de su producción, ha alcanzado una gran significación para la cohesión de las familias y la consolidación de la autonomía».
El investigador confiesa: «uno de los resultados sorprendentes de mi trabajo de campo fue descubrir que la conciencia de sí mismos como productores biológicos constituye un factor central para los miembros de Mut Vitz». Ante el derrumbe de los precios del café, y las corrupciones y ‘programas’ gubernamentales, este tipo de agricultura se vuelve viable para los que no reciben fertilizantes, y abre una «alternativa económica», algo que los gobiernos mexicanos no han ofrecido con los ajustes neoliberales, cuyas manifestaciones extremas son apenas «suavizadas» con ‘pronasoles’, ‘procampos’ y ‘oportunidades’. Este círculo de sometimiento se rompe con los «nichos de precio justo» que operan internacionalmente.
«Mut Vitz es una cooperativa en la que sólo está organizada la base de apoyo zapatista. Las autoridades de los municipios autónomos y la JBG desempeñan la función de consejeros cuando llega a haber problemas que rebasan la gestión ordinaria de la cooperativa» y es hoy una «expresión orgánica» de la resistencia. El historiador Andrés Aubry dijo a Gerber en una entrevista que los zapatistas «dentro de la guerra están construyendo la paz. Agroecología, educación y salud, eso no es guerra. Y esperan algo de la comercialización».
Para el autor de Preguntando caminamos, «el carácter experimental de esta autonomía» y su apertura permiten «corregir decisiones equivocadas». Las nuevas estructuras regionales de la autonomía zapatista «buscan una nivelación dentro del movimiento, un equilibrio entre el estímulo de cada campesino por un ingreso extraordinario y una repartición solidaria, y una fuerza propia en la comercialización de los productos de las comunidades en resistencia».
A pesar de las dificultades y deficiencias de esta experiencia autonóma, Gerber le otorga una «justificada esperanza», alentado por el optimismo de los indígenas que, como el joven Mariano, ven que «un comprador más es dar un paso adelante. Vamos avanzando, la gente se siente alegre».