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Foro Social Mundial de las Migraciones

Plantean un modelo migratorio alternativo al definido por la Directiva de Retorno de la Unión Europea

Fuentes: tercerainformacion.es

Con la presencia de más de dos mil delegados acreditados procedentes de 90 países, ayer iniciaron sus trabajos en el III Foro Social Mundial de las Migraciones (FSMM) celebrado en la localidad madrileña de Rivas Vaciamadrid. En la mesa inaugural, el obispo brasileño Demetrio Valentini, miembro del Consejo Internacional del Foro Social Mundial, ha asegurado […]

Con la presencia de más de dos mil delegados acreditados procedentes de 90 países, ayer iniciaron sus trabajos en el III Foro Social Mundial de las Migraciones (FSMM) celebrado en la localidad madrileña de Rivas Vaciamadrid. En la mesa inaugural, el obispo brasileño Demetrio Valentini, miembro del Consejo Internacional del Foro Social Mundial, ha asegurado que el contexto global para los migrantes es mucho más negativo que hace dos años, cuando se celebró el anterior FSMM también en Rivas, entre otros factores por la aprobación por parte de la Unión Europea de la Directiva de Retorno el pasado 18 de junio.

Valentini considera que el FSMM no sólo debe rechazar la conocida como «Directiva de la Vergüenza», sino que debe comprenderse de manera más profunda la compleja realidad de las migraciones y entender las razones por las que la UE ha emprendido este duro viraje. «No es una medida circunstancial, esta iniciativa revela que estamos ante una crisis de civilización que afecta a la humanidad. Tenemos que buscar soluciones globales e inclusivas, no parciales y excluyentes». El presidente del Servicio Pastoral para los Migrantes de la Conferencia Episcopal brasileña y fundador de la organización continental Grito de los Excluidos ha exhortado también a «recuperar la utopía de la solidaridad humana universal», a trabajar por «la utopía de los derechos humanos para todos y todas», a conquistar «la utopía de la ciudadanía universal».

También ha planteado la necesidad de que el FSMM proponga a la Unión Europea un amplio plan de emergencia que ayude a las poblaciones más pobres de los países de origen de los migrantes. «Europa debe recuperar su vocación de trabajar por la integración mundial y promover un nuevo proyecto de civilización en el que todos los pueblos se sientan respetados en un nuevo orden mundial justo, solidario y sostenible».

Por su parte, Ignacio Díaz de Aguilar, presidente de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), organización que coordina la secretaría internacional del FSMM, recordó que justamente hoy se cumplen veinte años de la llegada de la primera patera con migrantes a Canarias. Asimismo, pidió al auditorio un minuto de silencio como sentido homenaje a todos aquellos seres humanos que han perdido su vida en la travesía hacia la dignidad. El presidente de CEAR abogó por que, junto con reivindicar los derechos de los migrantes, el FSMM plantee un modelo migratorio diferente a la involución de los últimos años, con la impermeabilización de las fronteras, el incremento de los muros, la apuesta por el dispositivo Frontex o la Directiva de Retorno. «Durante algunos años -añadió-, España fue un referente en la forma de enfocar las migraciones y se ha producido una recesión importante. El FSMM debe ser una plataforma para que España recupere el papel en defensa de los derechos sociales también de los migrantes. Y un primer paso muy importante es que seamos el primer país europeo en suscribir y ratificar la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Trabajadores Migrantes y sus Familias».

El anfitrión del III FSMM, José Masa (alcalde de Rivas Vaciamadrid), dio la bienvenida a todos los delegados y destacó el trabajo de los 500 voluntarios y voluntarias que hacen posible este encuentro universal y la fraternidad de las 150 familias ripenses que acogen estos días en sus casas a delegados del FSM. «Vamos a compartir un espacio de debate que tiene como eje las migraciones y las luchas de los migrantes. Hay pocos debates de mayor interés en el mundo actual. Como alcalde quiero daros la bienvenida a la ciudad que quiere ser Rivas Vaciamadrid: sin fronteras ni geográficas ni mentales».

Masa también saludó a los representantes de Izquierda Unida (Inés Sabanés, portavoz en la Asamblea de Madrid) y PSOE (Pedro Zerolo, responsable de Movimientos Sociales) presentes en la jornada inaugural. Y concluyó su intervención con unas palabras muy ajustadas a la coyuntura actual: «La crisis no deben pagarla los mismos de siempre, los más débiles, los migrantes, no pueden establecerse directivas de retorno cuando de lo que se trata es de integrar en el trabajo, de reconocer derechos…».

Si Demetrio Valentini señaló que las migraciones actuales tienen una estrecha relación con la crisis ambiental que padece el planeta, en la primera de las conferencias plenarias del III FSMM François Houtart (sociólogo belga, profesor emérito de la Universidad de Lovaina y miembro del Consejo Internacional del Foro Social Mundial) se refirió en profundidad a este vínculo ya indisoluble. Citando datos del Informe Stern encargado por el Gobierno británico hace unos años, Houtart subrayó que se estima que en sólo cuatro décadas habrá entre 150 y 200 millones de personas desplazadas por las consecuencias del deterioro medioambiental del planeta.

Las palabras más emotivas de la mañana llegaron de la palestina Rajaa Derbashi, presidenta del campo de refugiados de Baqa, quien recordó la tragedia de su pueblo que se inició hace justo sesenta años con la creación del Estado de Israel en 1948 y reivindicó el derecho al retorno a su verdadera patria de los más de cuatro millones de refugiados palestinos, tal y como reconocen distintas resoluciones de Naciones Unidas.

La dirigente del movimiento de los migrantes somalíes en Estados Unidos, Farhiya Noor, explicó el trabajo que su organización, Somali Action Alliance, realiza en defensa de su colectivo, esencialmente en la reagrupación de familias destrozadas y separadas por la violencia y la guerra en su país y en la concienciación a su comunidad de la importancia de participar políticamente en la vida de su país de acogida para conquistar sus derechos.