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Intervención en el seminario "La convención internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares"

¿Por qué está un sindicalista en este seminario?

Fuentes: Rebelión

Cuando recibí las primeras noticias sobre la posibilidad de la realización de este Foro y me planteé cómo ayudar a la consecución del mismo, dada la pertenencia de la Unión Sindical Obrera a la Asamblea General de CEAR desde una perspectiva sindical y universalista, tuve claro que debía promover y sobre todo divulgar la Convención […]

Cuando recibí las primeras noticias sobre la posibilidad de la realización de este Foro y me planteé cómo ayudar a la consecución del mismo, dada la pertenencia de la Unión Sindical Obrera a la Asamblea General de CEAR desde una perspectiva sindical y universalista, tuve claro que debía promover y sobre todo divulgar la Convención Internacional de los derechos de los trabajadores migrantes y sus familias.

Desde el sindicalismo.

Parecería obvio que cuando se trate de derechos de los trabajadores, los sindicatos fuéramos el primer agente movilizador. Por supuesto, sin contraponer el legítimo trabajo de las demás asociaciones, ONGes, etc. Pero, aquí, hay que señalar que las percepciones sociales cambian y que, por ejemplo, los sindicatos no participamos o no se nos invita a estar en foros de derechos de los trabajadores. Así, es revelador que en una reciente encuesta a la juventud española ante la petición sobre su interés en formar parte de organismos, asociaciones, etc., para encuazar su participación y sus reivindicaciones, sólo el 1,5 por ciento mostraba su apoyo por afiliarse a los sindicatos, frente al 40 por ciento de otra clase de asociaciones. Esa respuesta es claro síntoma de que los sindicatos tenemos unas carencias relevantes, ya sea de comunicación o lo que sería más grave de no saber ser el instrumento de defensa de los trabajadores.

Porque, el sindicato es un instrumento de los trabajadores. Un instrumento de los trabajadores organizados para la defensa y mejora de sus condiciones de vida; donde la solidaridad es el eje vertebrador; donde se establece que la prioridad social es el trabajo y la persona que lo realiza y no la mercancía o el beneficio; donde los objetivos de la redistribución de la riqueza al conjunto de la sociedad conforman el ideario sindical. Y el internacionalismo debe ser simplemente lo anterior en un mundo interdependiente.

Desde estos planteamientos, cuando hay más de 170 millones de personas migrantes en el mundo y el fenómeno de las migraciones es una constante de la historia, es lógico que desde el sindicalismo se quiera dar carta de naturaleza jurídica a los derechos de los migrantes.

Hay que presionar para el cumplimiento de la Declaración de los derechos humanos, económicos y sociales y los demás instrumentos jurídicos internacionales. Su vigencia y respeto acercan el concepto de ciudadanía universal a todas las personas de este mundo, independientemente de su condición de hombre o mujer o de ser nacional de un estado u otro.

Los sindicatos reclamamos que las normas de la OIT sean el mínimo legal exigible y que los Acuerdos comerciales no pongan en peligro el acervo laboral, social o ambiental. Esto todo el mundo lo ve como natural.

Todas estas consideraciones vienen a cuento, cuando nos vamos a referir a la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares. Esta Convención trata del respeto a los derechos del trabajador migrante y sobre el derecho de que ese trabajador pueda vivir con su familia, allí en el Estado donde tiene empleo.

Volviendo a la frase inicial de nuestra intervención, el objeto sindical es que la persona, la persona trabajadora viva dignamente y que viva cada vez mejor. Y para lograr eso debemos conseguir que esa persona tenga unos derechos de cómo ser tratado previamente a su ingreso en el estado donde busca empleo; una vez en el país, los mismos derechos de cualquier trabajador, sin destinción de origen, sin ningún tipo de discriminación, salarial, social, ante situaciones de desempleo o de previsión, ante el despido o de mejora laboral; y que tenga la oportunidad de vivir junto a la familia que se ha dado o a la que pertenece . Sería un elemento relevante para pasar del trabajo mercancía al concepto de trabajo social y hacer visible a las personas que lo llevan a cabo. Por lo tanto, también debe ser natural, el apoyo sindical al refrendo de estos derechos.

La Convención tiene las suficientes precauciones y también los elementos concretos para poder decir que es ‘políticamente correcta’, tanto en el trato al trabajador regular como a la persecución de la irregularidad y al tráfico de personas, que su refrendo no debiera suponer una distorsión o modificación de la legislación nacional de numerosos países democráticos. Lo que se garantiza es el respeto a los derechos humanos y protección adecuada de cualquier persona migrante, independientemente de su situación administrativa, paliando su vulnerabilidad.

Y me detendré un momento en este aspecto de la integración social del trabajador migrante dentro del sindicato: que el trabajador migrante tenga derecho a crear o participar en sindicatos forma parte de la Norma 97 de la OIT sobre libertad sindical.

La libertad sindical de crear nuevos sindicatos por parte del trabajador migrante no debe suponer ningún rechazo de los sindicatos previamente constituidos. Podría demostrar, en algún caso, las carencias de trabajo de los sindicatos establecidos para asimilar y hacer propias las reivindicaciones de los trabajadores migrantes, que en una primera etapa, normalmente están insertos en actividades donde hay escasez de mano de obra de trabajadores nacionales y sus condiciones laborales y salariales no suelen estar en las primeras posiciones de los rankings. Porque, además, la mejoría de las condiciones laborales y sociales de esos trabajadores va en beneficio del conjunto de los trabajadores, incluyendo a los trabajadores autóctonos, de sus propios jóvenes. De las propias mujeres trabajadoras.

Pienso que los sindicatos favorecemos el asociacionismo de los trabajadores migrantes y que nuestras infraestructuras se ponen al servicio de las asociaciones de personas no nacionales. Quizá, debido a recelos infundados de ambas partes, los trabajadores no nacionales tienen un nivel de afiliación pequeño, pero ese defecto también es compartido por las limitaciones de presencia y pérdida de cultura sindical de los propios trabajadores nacionales. Está claro, pues, que la apuesta que los sindicatos como USO hacen en los Estado de acogida es la de integrar al trabajador, proceda de donde proceda, promoverle a responsabilidades sindicales en la organización sindical de la empresa o de la estructura interna del propio sindicato. Afortunadamente, desconozco la existencia en cualquier lugar del mundo de un sindicato, creado por extranjeros con respecto al Estado de acogida porque esa haya sido la consecuencia de falta de defensa de los sindicatos del Estado de acogida. Pero, podría darse esa circunstancia ante la distorsión de valores sindicales y que se antepusieran un carácter etnicista.

Pero, también es cierto, que los sindicatos debemos hacer un trabajo permanente, anticipador, de vacuna, para evitar que surjan aspectos xenófobos entre los propios trabajadores, sujetos de la propia sociedad, y fortalecer la política de igualdad de oportunidades o de condiciones laborales, ‘a igual trabajo, igual salario’ que fortalezca la igualdad de trato. No sólo en el campo laboral, que la sociedad entiende que es el propio sindical, sino también, los sindicatos como instrumento de los trabajadores organizados en la sociedad en el plano comúnmente denominado social: educación, vivienda, salud,….

Para ello, además de nuestra labor interna, a través del conjunto de la organización, nuestro sindicato forma parte de redes de asociaciones ligadas al mundo de los emigrantes o de la lucha contra el racismo, la xenofobia o la intolerancia, como por ejemplo, ENAR que a vez está ligada a estructuras asociativas europeas. Tengo que señalar, que en seminario organizado por ENAR y Amnistía Internacional, en sus secciones del Estado Español, en el año 2004, la primera prioridad jurídica que se destacó en sus conclusiones, fue la ratificación de esta Convención de los derechos de los Trabajadores Migrantes por parte de nuestro país. Sin ningún éxito.

Pero, hay otro aspecto ligado al mundo sindical que quisiera resaltar. Es frecuente que en los países donde hay un gran flujo de emigración, sus economías tengan problemas y los sindicatos sean débiles y con escasa afiliación. Sería útil que los sindicatos de los países emisores y receptores de trabajadores fueran fuertes. No estoy pensando sólo en la regulación del flujo, si no también en el identidario del trabajador que tiene que ser consciente que forma parte de los trabajadores organizados y que tanto en un Estado u otro, sea el de origen o el de destino, el instrumento sindical está en su mano. Sindicalizar al trabajador y que su circunstancia sea la emigración.

No es que minimice los graves problemas de desarraigo de las migraciones. Todo lo contrario. Quiero destacar los instrumentos de integración y los sindicatos o la Convención de los derechos de los trabajadores migrantes, que defendemos, lo son. Paliar, reducir y evitar las migraciones no deseadas forman parte de la Agenda del desarrollo y de afectar a la inercia de la actual globalización.

Pero como iba diciendo, esta sindicalización del trabajador, sea en un país u otro, va a tener un impulso en estos próximos meses. Está decidido. Dos grandes internacionales de sindicatos, la CIOSL y la Confederación Mundial del Trabajo, junto a otros sindicatos independientes, a partir del 1 de noviembre de este año formarán una nueva confederación internacional unitaria de sindicatos y trabajadores que debe hacer suya la demanda unitaria de los trabajadores para alterar este modelo de globalización. Y por los derechos humanos se empieza. Y la convención de los trabajadores migrantes y sus familias es uno de ellos, que los trabajadores puedan ejercer su trabajo y que sus familiares convivan con ellos.

USO es un sindicato viejo y joven. Viejo porque se creó en tiempos de la dictadura franquista, luchando por las libertades y la defensa de los trabajadores. En un país donde había un gran flujo de trabajadores que ante la situación económica se iba a trabajar a otros países europeos o a la lejana América. Esos trabajadores, se iban en su mayoría solos. Después forjaron familias con otros españoles o con los nacionales de los países donde estuvieron, muchos regresaron, otros, un millón y medio, se quedaron. Tenemos, quizá, un conocimiento familiar de lo que eso supuso y de lo que significa para la familia el estar separados. Y por eso debemos ser exigentes para que las normas buenas y justas se pongan en marcha.

Somos jóvenes. Recientemente, nuestro sindicato después de muchos años incomprensiblemente, forma parte de la Confederación Europea de Sindicatos o de la TUAC, la organización de los sindicatos procedentes de los países de la OCDE.

Observamos con preocupación que ningún país denominado ‘occidental’, ni como os decía antes, el Estado español, ha firmado o ratificado la Convención de los derechos de los trabajadores migrantes y sus familias.

Los sindicatos europeos y occidentales, futuros miembros de esa nueva confederación internacional, tenemos un reto relevante. Hacer que nuestros gobiernos, esos gobiernos que en muchas ocasiones de forma ampulosa hablan del diálogo social, ‘se retraten’ ante el dilema de la ratificación de esta convención. Desde nuestra juventud en estas organizaciones, CES y TUAC y en la agenda de la nueva Confederación internacional no dudéis que vamos a poner empeño para que los sindicatos presionemos a nuestros gobiernos en la ratificación de esta Convención. Porque como decíamos al principio, debemos dar carta natural al concepto de ciudadanía universal y que el trabajador viva dignamente y en mejores condiciones, en todas partes. Con iguales derechos y garantías.

Y para ello, tampoco dudéis, el sindicato es un instrumento adecuado, quizá lento, tembloroso ante las contradicciones de los propios trabajadores, propias de la sociedad en la que viven. Pero el sindicato es el trabajador organizado y cuánto más fuerte sea, más fuerte será la voz de los trabajadores para modificar los patrones de riqueza y de poder, haciendo un mundo más humano y vivible. A ello, a fortalecer a los sindicatos, a todos los trabajadores, sea cual sea su origen, sea cual sea el sitio de su residencia, os animo. Cuanto más fuertes sean nuestros sindicatos, mejores condiciones de vida tendremos los trabajadores.

Santiago González pertenece a la Unión Sindical Obrera (USO)

En 1990 la Asamblea de Naciones Unidas aprobó la Convención Internacional sobre la Protección de todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares, en vigor desde 2003, ratificada por 22 países y firmada por otros 10 Estados. España y los demás países europeos no han firmado ni han ratificado este documento.