Traducido para Rebelión por Germán Leyens
París.- El secretario de Estado de EE.UU. John Kerry ha dicho célebremente: EE.UU. «no es ciego» o «estúpido» en su esfuerzo por llegar a un acuerdo histórico respecto al programa nuclear iraní. [1] De modo que ahora que el mundo ha sido informado, debe haber estado, enigmáticamente, hablando sobre Francia.
Las fracasadas negociaciones en Ginebra el fin de semana pasada sobre un acuerdo nuclear temporario por lo menos llevaban aparejado el mérito de revelar quién está realmente bloqueándolo: el eje del miedo y de la animosidad compuesto por los Likudniks en Israel, la Casa de Saud, y el gobierno de François Hollande en Francia.
Torrentes de bytes ya han detallado cómo Israel secuestra rutinariamente la política exterior de EE.UU. Ahora tenemos otro ejemplo de cómo funciona «la cola que menea al perro». El viernes pasado, el presidente Barack Obama llamó al primer ministro israelí Bibi Netanyahu para pedirle que no desbaratara Ginebra. Entonces, como era de esperar, Bibi tomó el teléfono y llamó sucesivamente al primer ministro británico David Cameron, al presidente ruso Vladimir Putin, a la canciller alemana Angela Merkel y al presidente francés Hollande y les pidió… que desbarataran Ginebra.
Hollande fue el único que siguió las órdenes de marcha de Bibi. Y todo esto después que el propio Kerry había sido sermoneado por Bibi en el aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv el viernes por la mañana.
Avancemos al colofón, temprano el domingo por la mañana. Por casualidad, Wendy Sherman, la principal negociadora estadounidense respecto al expediente nuclear iraní, adverada favorecedora de Israel y racista fronteriza, [2] voló desde Ginebra directamente a Israel para «reconfortar» debidamente a su verdadero líder, Bibi, de que no se llegaría a ningún acuerdo.
No es ningún secreto que Bibi y los Likudniks también dirigen gran parte del Congreso. Fuera de sabotear Ginebra, Bibi también puede acumular otra victoria temporaria, ya que el Congreso de EE.UU. está a punto de imponer aún más sanciones a Irán al agregarlas a la Ley de Autorización de la Defensa Nacional.
Y llega Bandar Fabius
En lo que se refiere a la conducta francesa, está condicionada por el formidable lobby israelí en París, como por el dinero de las petro-monarquías del Golfo.
Ciertamente ayudó que, según The Times of Israel, el miembro del parlamento francés Meyer Habib -poseedor también de un pasaporte israelí, ex portavoz oficial del Likud en Francia, y cercano amigo de Bibi- haya llamado al ministro de Exteriores francés Laurent Fabius para decirle que Israel atacaría instalaciones nucleares iraníes si se llegaba al acuerdo propuesto. [3]
Llamémoslo el efecto AIPAC. Habib es vicepresidente del Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia, o CRIF – equivalente francés del Comité Estadounidense-Israel de Asuntos Públicos [AIPAC]. También sucede que el amanuense de los discursos del presidente Hollande es miembro del CRIF.
Fabius, grandilocuente y tan escurridizo como un Roquefort maduro, invocó -qué iba a ser- «preocupaciones de seguridad de Israel» para desbaratar Ginebra. El presidente iraní Rohaní y el ministro de Exteriores Mohammed Javed Zarif siempre estuvieron extremadamente preocupados por la posibilidad de ser saboteados por su propia oposición interna, el Cuerpo de Guardias Revolucionarios Islámicos, de la línea dura. Por lo tanto su principal directiva era que no se filtraran detalles del acuerdo durante las negociaciones.
Es exactamente lo que hizo Fabius. Incluso antes del aterrizaje de Kerry en Ginebra, Fabius informó a una estación de radio francesa que París no aceptaría un jeu des dupes (juego de ‘inocentones’).
El papel de Fabius fue invaluablemente resumido por el proverbial diplomático occidental anónimo quien dijo a Reuters: «Los estadounidenses, la UE y los iraníes han estado trabajando intensivamente durante meses en esta propuesta, y esto no es otra cosa que un intento de Fabius de ganar relevancia tarde en las negociaciones». [4]
Terabytes de sesgo han estado afirmando que Washington y París están jugando al policía bueno-policía malo respecto al expediente iraní. No es así exactamente; es más bien el gallo galo dándose importancia una vez más.
Hollande estaba entusiasmado ante la posibilidad de bombardear Damasco cuando Obama dio marcha atrás en el undécimo minuto en el ataque «limitado» del Pentágono; Hollande se quedó con la vista clavada en una botella de Moet rancio. Respecto a Siria y Líbano, París juega desvergonzadamente a una mezcla de abrazos y besos neocoloniales mientras comparte la cama con Israel y la Casa de Saud.
¿Pero por qué, una vez más, perjudicarse a sí mismo? París ha perdido mucho dinero -para no hablar de puestos de trabajo franceses, a través de Peugeot- debido a la demencia de las sanciones contra Irán.
Ah, pero siempre existe la seducción del jefe de inteligencia de Arabia Saudí Príncipe Bandar bin Sultan, alias Bandar Bush, y las petro-monarquías del Golfo. En pocas palabras: Bandar Fabius no hacía otra cosa que jugar al mensajero de la Casa de Saud. El premio: inmensos contratos militares -aviones, barcos de guerra, sistemas de misiles- y la posible construcción de plantas de energía nuclear en Arabia Saudí, un acuerdo similar al que el gigante energético francés Areva obtuvo el año pasado en los Emiratos Árabes Unidos (EAU).
El fantasma de Montaigne debe estarse retorciendo; Francia ya no usa ironía. Irán no tiene derecho a tener sus propias plantas nucleares, pero Francia las construye y las opera para sus clientes wahabíes.
El que Occidente siga las órdenes de Israel tiene sentido; después de todo Israel también puede ser interpretado como un portaaviones occidental en el corazón de Medio Oriente árabe. En cuanto a Francia siguiendo las órdenes de los wahabíes, basta con seguir el dinero – de la construcción y operación de plantas de desalinización de agua por Veolia en Arabia Saudí a deshacerse de todos esos cazas Rafale.
Catar, ese paraíso de la esclavitud premiado por la FIFA con una Copa del Mundo, ya ha invertido más de 15.000 millones de dólares -y suma y sigue- en Francia, desde acciones en Veolia y en el coloso energético Total hasta la constructora Vinci, el gigante mediático Lagardere, y el pleno control de Paris Saint Germain, residencia del nuevo Rey de París, el ícono del fútbol Zlatan «Ibracadabra» Ibrahimovic. Para no mencionar que Catar ha comprado virtualmente cada centímetro cuadrado entre Madeleine y la Ópera en París.
Hollande es un chiste. Esta semana está en la portada del semanario Courrier International
(Título: «El arte de la caída»), y los medios pan-europeos lo califican de «incoherente», «paralizado» e «incompetente» (y son los epítetos más piadosos). En la edición de fin de semana del periódico del establishment Le Figaro, lo demolieron debido a la última baja de la calificación crediticia de Francia por Standard & Poor’s.
El Rey Sarko Primero -conocido como ex presidente Nicolas Sarkozy- debe estar radiante; Hollande es ahora el presidente más impopular en la historia de Francia. París sido siendo maravilloso – pero sobre todo para hordas de turistas efímeros de mercados emergentes, no para hordas de parisinos desocupados.
¡Por lo tanto aparece Bandar Fabius al rescate! El dinero de las petro-monarquías del Golfo es la salvación. En principio, esta demostración de «independencia» debiera convertirse en miles de millones de euros en contratos e inversiones. También ayuda que el «incompetente» Hollande vaya en visita oficial a Israel en los próximos días.
Ese giro a Persia
Olvidemos la busca de detalles sobre las verdaderas razones para esta «demostración de independencia» en los medios dominantes, fuera de Alain Gresh en su blog en Le Monde Diplomatique. [5]
Las explicaciones son absolutamente patéticas. Francia está «sola contra todos»; ha mostrado «responsabilidad»; ha «reafirmado su independencia». Y por supuesto toda la culpa es de Kerry, quien supuestamente «llegó con un texto que nadie había visto antes». Cada escribidor se ha apresurado a presentar al defensor de Israel Fabius como salvador. Y sin embargo, el Palacio del Elíseo ha subrayado que Fabius solo seguía las órdenes de Hollande – que, en principio, significaban renegociar los «puntos débiles» del acuerdo. Llamémoslo, esencialmente, al «incompetente» Hollande mostrando a Obama que tiene cojones.
París ha recurrido al argumento de que los problemas con el acuerdo tienen que ver con el reactor de agua pesada de Teherán en Arak y su acopio de uranio medianamente enriquecido. Diplomáticos estadounidenses e iraquíes habían estado trabajando duro hacia un compromiso; Teherán seguiría construyendo el reactor durante el período de seis meses del acuerdo interino, pero las pruebas serían hechas con barras de combustible ficticias y agua normal.
Kerry estuvo ocupado con esta propuesta, hasta que Fabius presentó su actuación magistral en una larga sesión que solo terminó tarde en la mañana del sábado. Eso condujo al ministro de Exteriores iraní Zarif a señalar, sardónicamente, que los P5+1 (EE.UU., Gran Bretaña, Francia, Rusia y China más Alemania) tenían que negociar primero entre ellos antes de hacerlo con Irán.
El lío interno de los P5+1 podría comprometer seriamente la próxima vuelta de negociaciones durante la próxima semana en Ginebra. Sin embargo Kerry, si se dio cuenta, logró cambiar su narrativa a algo más adecuado al teatro de lo absurdo; ahora culpa a Irán por la falta de un acuerdo. [6] Es como si, después de leer los periódicos franceses, hubiera decidido expiar sus pecados.
Se puede decir que Irán ha demostrado a toda la verdadera «comunidad internacional», de carne y hueso, que quiere un acuerdo y que está dispuesto a negociar. Pero entonces existen las sanciones que deben ser aprobadas por el Congreso de EE.UU. – un sabotaje interno estadounidense de facto. Pero son sanciones a terceras partes – con las que otros países son «castigados» por EE.UU. por comerciar con Irán. Nadie las tomará en serio, comenzando por las potencias asiáticas, Turquía y Rusia.
Por el momento, ningún acuerdo podría parecer mejor que un mal acuerdo. Podría tener lugar en la próxima reunión, en Ginebra el 22 de noviembre. Lo más probable es que se llegue a un acuerdo interino completo en unos pocos meses. El gobierno de EE.UU. quiere un acuerdo. Francia, a pesar de toda su pose, es irrelevante.
Peor todavía. Francia está siendo «ciega» y «estúpida» -adaptando las palabras de Kerry- al alienar a compañías francesas, en el sector de la energía, la energía nuclear y la manufactura, de las fabulosas posibilidades abiertas por una relación normalizada entre Irán y Occidente. Si la banda de Hollande cree que será «salvada» por los wahabíes, debe estar tomando mezcal.
Puede tardar años – y así será. Pero Washington encontrará inevitablemente algún tipo de arreglo con Irán. Las corporaciones estadounidenses lo quieren. Occidente hambriento de energía lo quiere. Incluso el complejo de híper-potencia de EE.UU. lo quiere – ya que le dará más libertad de acción en el Sudoeste de Asia y más allá. El eje de temor y animosidad de Israel, la Casa de Saud y Francia, podrá jugar a los saboteadores – pero no por mucho tiempo. «¿Giro hacia Asia?» No antes de un giro hacia Persia.
Notas:
1. Iran nuclear talks: US ‘not stupid’ – John Kerry, BBC News, 10 de noviembre de 2013.
2. The DNA of Iranians and Under Secretary Sherman, Counterpunch, 4 de nociembre de 2013.
3. Israel will attack Iran if you sign the deal, French MP told Fabius, Times of Israel, 10 de noviembre de 2013.
4. Iran nuclear deal unlikely as split emerges in Western camp: diplomats, Reuters, 9 de noviembre de 2013.
5. Haga clic aquí (en francés).
6. Iran balked at Geneva nuclear deal, says John Kerry, The Guardian, 11 de noviembre de 2013.
Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y de Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Su libro más reciente es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Contacto [email protected]
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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/MID-02-121113.html