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Predicador papal compara acusaciones a Iglesia con antisemitismo

Fuentes: Agencias

Durante la misa solemne del Viernes Santo, el predicador personal del papa Benedicto XVI dijo que las acusaciones contra el pontífice y la Iglesia en el escándalo por abusos sexuales se parecen a los «aspectos más vergonzosos del antisemitismo». Pero unas horas después, ante la oleada de críticas que desató la comparación, el Vaticano consideró […]

Durante la misa solemne del Viernes Santo, el predicador personal del papa Benedicto XVI dijo que las acusaciones contra el pontífice y la Iglesia en el escándalo por abusos sexuales se parecen a los «aspectos más vergonzosos del antisemitismo».

Pero unas horas después, ante la oleada de críticas que desató la comparación, el Vaticano consideró necesario deslindar al Papa de las declaraciones del predicador.

Tanto grupos judíos como víctimas de presuntos abusos sexuales consideraron que era inapropiado comparar la incomodidad que experimentaría la jerarquía eclesiástica en el escándalo actual con los hechos de violencia que culminaron con la matanza masiva de judíos durante la Segunda Guerra Mundial.

El Vaticano ha estado a la defensiva en los últimos días, al señalar que la Iglesia ha sido señalada y estereotipada por el asunto de los curas pederastas, algo que la Santa Sede ha considerado un problema de toda la sociedad, no sólo de los clérigos.

Pero una comparación con el antisemitismo pareció particularmente delicada en un Viernes Santo, luego de décadas de esfuerzos por parte de judíos y católicos para superar la desconfianza mutua. Entre los católicos hubo durante siglos creencias de que los judíos eran responsables colectivamente por la muerte de Cristo, y un logro histórico del Concilio Vaticano Segundo, de la década de 1960, fue una declaración de que los judíos no debían ser culpados por la crucifixión.

Mientras el Papa escuchaba en la repleta Basílica de San Pedro, el reverendo Raniero Cantalamessa comparó las acusaciones contra el pontífice y la Iglesia, por los abusos sexuales en Europa, Estados Unidos y otros lugares, con la «violencia colectiva» sufrida por los judíos.

El pontífice de 82 años parecía fatigado durante el oficio de oración, al que asistió unas horas antes de presidir en el Coliseo romano la procesión del Vía Crucis que conmemora el sufrimiento de Cristo antes de la crucifixión.

El padre franciscano Cantalamessa señaló en el sermón que un amigo suyo judío, no identificado, le dijo en una carta que estaba molesto por los «ataques» contra Benedicto.

Los judíos «saben por experiencia lo que significa ser víctimas de violencia colectiva, y es por eso también que han reconocido rápidamente los síntomas recurrentes», dijo Cantalamessa.

Citando contenido de la carta, el padre dijo que su amigo judío seguía «con indignación los ataques violentos y concéntricos a la Iglesia, el Papa y los fieles de todo el mundo».

«El uso de estereotipos, el paso de la responsabilidad y la culpa personales a una culpa colectiva, me recuerdan los aspectos más vergonzosos del antisemitismo», añadió, leyendo la misiva.

Más tarde, el portavoz vaticano Feerico Lombardi habló con The Associated Press y dijo que Cantalamessa no hablaba como un jerarca de la Santa Sede cuando hizo la comparación.

Semejante paralelismo puede «llevar a malos entendidos, y no representan una postura oficial de la Iglesia católica», dijo Lombardi, quien añadió que Cantalamessa hablaba de la carta de un amigo que vivió una «experiencia dolorosa».

Aunque el Vaticano enfatizó que Cantalamessa no hablaba como jerarca de la Santa Sede, su diario oficial, L’Osservatore Romano, publicó íntegro el texto de la homilía.

Después de la homilía, Benedicto no habló, pero cantó las oraciones con una voz algo cansada. Se inclinó para retirar una tela roja que cubría un alto crucifijo, el cual le fue entregado por un ayudante. Se quitó los zapatos, se arrodilló y oró ante la cruz.

Dos horas después, Benedicto, con una capa roja en la noche fresca, se arrodilló otra vez para orar en el Coliseo Romano, mientras veía a los fieles cargar una alta cruz de madera, en la procesión tradicional del Vía Crucis. Miles de personas con sus libros de oraciones y velas llenaron la antigua arena.

Durante la procesión, «meditamos en su sufrimiento (de Jesús) y descubrimos cuán profundo era su amor por nosotros», dijo Benedicto después de la ceremonia de 90 minutos. Luego, bendijo a la multitud, parte de la cual gritó a coro: «Larga vida al Papa».