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Putin, cruzados y bárbaros

Fuentes: Asia Times Online

La OTAN civilizada podría querer repensar la pelea con los herederos laterales del Gran Khan

Moscú es dolorosamente consciente de que la «estrategia» de US/OTAN de contención de Rusia ya está alcanzando su paroxismo. Otra vez.

El miércoles pasado, en una reunión muy importante con la junta del Servicio Federal de Seguridad, el presidente Putin lo expuso todo en términos claros: «Nos enfrentamos a la llamada política de contención de Rusia. No se trata de competencia, que es algo natural en las relaciones internacionales. Se trata de una política consistente y bastante agresiva destinada a interrumpir nuestro desarrollo, a ralentizarlo, para crear problemas en el perímetro exterior, desencadenar inestabilidad interna, socavar los valores que unen a la sociedad rusa y, en última instancia, debilitar a Rusia y ponerla bajo control externo. Tal como lo estamos presenciando en algunos países del espacio postsoviético».

No sin un toque de maldad, Putin agregó que no era una exageración: “De hecho, no es necesario que estén convencidos de esto, ya que ustedes mismos lo saben perfectamente, tal vez incluso mejor que nadie».

El Kremlin es muy consciente de que la «contención» de Rusia se centra en su perímetro: Ucrania, Georgia y Asia Central. Y el objetivo final sigue siendo el cambio de régimen.

Las declaraciones de Putin también pueden interpretarse como una respuesta indirecta a una sección del discurso del presidente Biden en la Conferencia de Seguridad de Munich.

Según los guionistas de Biden, Putin busca debilitar el proyecto europeo y la alianza de la OTAN porque es mucho más fácil para el Kremlin intimidar a países individualmente que negociar con la comunidad transatlántica unida… Las autoridades rusas quieren que otros piensen que nuestro sistema es igual de corrupto o incluso más corrupto.

Un ataque personal directo y torpe contra el jefe de estado de una gran potencia nuclear no lo califica exactamente como diplomacia sofisticada. Al menos muestra claramente cómo la confianza entre Washington y Moscú ahora se reduce a menos de cero. Por mucho que los patrones del Deep State de Biden se nieguen a ver a Putin como a un digno socio negociador, el Kremlin y el Ministerio de Relaciones Exteriores ya han descartado a Washington como «incapaz de llegar a un acuerdo».

Una vez más, se trata de soberanía. La «actitud hostil hacia Rusia», como la definió Putin, se extiende a «otros centros independientes y soberanos de desarrollo mundial». Leerlo principalmente como China e Irán. Todos estos tres estados soberanos están clasificados como las principales “amenazas” por la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos.

Sin embargo, Rusia es la verdadera pesadilla de los excepcionalistas porque son: cristianos ortodoxos, haciendo referencia así a franjas de Occidente; consolidada como la mayor potencia euroasiática; una superpotencia militar hipersónica; y con habilidades diplomáticas inigualables, apreciadas en todo el Sur Mundial.

En cambio, no quedan muchos argumentos al estado profundo excepto demonizar sin cesar, tanto a Rusia como a China, para justificar una acumulación militar occidental. «Lógica» incorporada en un nuevo concepto estratégico llamado «OTAN 2030: Unidos por una nueva era».

Los expertos detrás del concepto lo aclamaron como una respuesta «implícita» a la declaración del presidente francés Emmanuel Macron de la OTAN como «muerto cerebral».

Bueno, al menos el concepto prueba que Macron tenía razón.

Esos bárbaros del este

Las cuestiones cruciales sobre la soberanía y la identidad rusa han sido un tema recurrente en Moscú durante las últimas semanas. Y eso nos lleva al 17 de febrero, cuando Putin se reunió con líderes políticos de la Duma, desde Vladimir Zhirinovsky del Partido Comunista, que disfrutaba de un nuevo aumento de popularidad, hasta Sergei Mironov de Rusia Unida, así como con el presidente de la Duma Estatal Vyacheslav Volodin.

Putin hizo hincapié en el carácter «multiétnico y multirreligioso» de Rusia, ahora con «un entorno diferente sin ideología»: “Es importante que todos los grupos étnicos, incluso los más pequeños, sepan que esta es su Patria sin otra para ellos, que aquí están protegidos y dispuestos a dar la vida por proteger este país. Esto nos interesa a todos, independientemente de la etnia, incluido el pueblo ruso.”

Sin embargo, el comentario más extraordinario de Putin tuvo que ver con la historia de la antigua Rusia: “Los bárbaros vinieron de Oriente y destruyeron el imperio cristiano ortodoxo. Pero ante de los bárbaros de Oriente, como bien saben, vinieron los cruzados de Occidente y debilitaron este imperio cristiano ortodoxo, y sólo entonces se dieron los últimos golpes, y se venció. Esto es lo que pasó… Debemos recordar estos hechos históricos y no olvidarlos nunca.”

Bueno, esto podría ser suficiente materia como para generar un tratado de 1.000 páginas. En su lugar, intentemos, al menos, de manera concisa, de descomprimirlo.

La Gran Estepa Euroasiática, una de las formaciones geográficas más grandes del planeta, se extiende desde el bajo Danubio hasta el río Amarillo. La broma corriente en Eurasia es que «Keep Walking» se puede realizar de forma consecutiva, sin interrupción. Durante la mayor parte de la historia registrada, esto ha sido Nomad Central: tribu tras tribu atacándose a los márgenes, o algunas veces en los centros del corazón: China, Irán, el Mediterráneo.

Los Escitas (véase, por ejemplo, el magistral The Scythians: Nomad Warriors of the Steppe [Oxford University Press 2019.ndlt], de Barry Cunliffe) llegaron a la estepa póntica desde más allá del Volga. Después de los Escitas, fue el turno de los Sármatas de aparecer en el sur de Rusia.

Desde el Siglo IV en adelante, la Eurasia nómada fue un vórtice de tribus merodeadoras, con y entre otros, los Hunos en los Siglos IV y V, los Jázaros en el Siglo VII, los Cumanos en el Siglo XI, hasta la avalancha de los Mongoles, en el Siglo XIII.

La trama siempre enfrentó a los nómadas con los campesinos. Los nómadas gobernaban y exigían tributos. En su invaluable Ancient Russia, Georges Vernadsky muestra cómo «el Imperio Escita puede describirse sociológicamente como un dominio de la horda nómada sobre las tribus vecinas de agricultores».

Como parte de mi investigación múltiple sobre los imperios nómadas para un futuro volumen, los llamo «Rudos Bárbaros a caballo». Las estrellas del espectáculo incluyen, en Europa, en orden cronológico, Cimerios, Escitas, Sármatas, Hunos, Jázaros, Magiares, Pechenego, Selyúcidas, Mongoles y sus descendientes Tártaros; y, en Asia, Hu, Xiongnu, Heftalitas, [pueblos] Turcos, Uigures, Tibetanos, Kirguís, Kitán, Mongoles, Turcos (nuevamente), Uzbekos y Manchúes.

Podría decirse que desde la era hegemónica de los Escitas (los primeros protagonistas de la Ruta de la Seda), la mayoría de los campesinos del sur y del centro de Rusia eran Pueblos Eslavos. Pero hubo grandes diferencias entre ellos. Los eslavos al oeste de Kiev estaban bajo la influencia de Germania y Roma. Al este de Kiev, fueron influenciados por la Civilización persa.

Siempre es importante recordar que los Vikingos todavía eran nómadas cuando se convirtieron en gobernantes en tierras eslavas. De hecho, su civilización prevaleció sobre los campesinos sedentarios, incluso cuando absorbieron muchas de sus costumbres.

Curiosamente, la brecha entre los nómadas esteparios y la agricultura en la proto-Rusia no era tan pronunciada como entre la agricultura intensiva en China y la economía de la estepa entrelazada en Mongolia.

(Para una atractiva interpretación marxista del nomadismo, véase «Nomads and the Outside World», de Anatoly M. Khazanov).

El cielo protector

¿Y el poder? Para los nómadas Turcos y Mongoles, que llegaron siglos después de los Escitas, el poder emanaba del Cielo. El Kan gobernó por la autoridad del «Cielo Eterno», como todos vemos cuando nos internamos en las aventuras de Genghis y de Kublai. Por implicación, como solo hay un cielo, el Khan tendría que ejercer un poder universal. Bienvenido a la idea del imperio universal.

En Persia, las cosas eran un poco más complejas. El Imperio Persa tenía que ver con la adoración al Sol: eso se convirtió en la base conceptual del derecho divino del Rey de Reyes. Las implicaciones fueron inmensas, ya que el Rey ahora se volvió sagrado. Este modelo influyó a Bizancio, que, después de todo, siempre interactuó con Persia.

El cristianismo hizo que el Reino de los Cielos fuera más importante que gobernar el dominio temporal. Aún así, persistió la idea del Imperio Universal, encarnada en el concepto de Pantocrátor: fue el Cristo quien finalmente gobernó, y su ayudante en la tierra fue el Emperador. Pero Bizancio siguió siendo un caso muy especial: el Emperador nunca podría ser igual a Dios. Después de todo, era humano.

Sin duda, Putin es muy consciente de que el caso ruso es extremadamente complejo. Rusia está esencialmente al margen de tres civilizaciones. Es parte de Europa, razones que incluyen todo, desde el origen étnico de los Eslavos hasta los logros en la historia, la música y la literatura.

Rusia también es parte de Bizancio desde un ángulo religioso y artístico (pero no forma parte del posterior imperio otomano, con el que estuvo en competencia militar). Y Rusia fue influenciada por el Islam proveniente de Persia.

Luego están las influencias cruciales de los nómadas. Se puede argumentar seriamente que los estudiosos las han descuidado. El dominio mongol durante un siglo y medio, por supuesto, es parte de la historiografía oficial, pero quizás no dada a su debida importancia. Y los nómadas del sur y el centro de Rusia hace dos milenios nunca fueron debidamente reconocidos.

Así que Putin puede haber tocado un nervio. Lo que dijo apunta a la idealización de un período posterior de la historia rusa de finales del Siglo IX hasta principios del 13: la Rus de Kiev. En Rusia, el Romanticismo del Siglo XIX y el nacionalismo del Siglo XX construyen activamente una identidad nacional idealizada.

La interpretación de Rus de Kiev plantea tremendos problemas, eso es algo que discutí con entusiasmo en San Petersburgo hace unos años. Hay fuentes literarias raras, y se concentran principalmente en el posterior Siglo XII. Las fuentes anteriores son extranjeras, en su mayoría persas y árabes.

La conversión rusa al cristianismo y su magnífica arquitectura concomitante se han interpretado como evidencia de un alto nivel cultural. En pocas palabras, los estudiosos terminaron utilizando Europa Occidental como modelo para la reconstrucción de la civilización Rus de Kiev.

Nunca fue así de simple. Un buen ejemplo es la discrepancia entre Novgorod y Kiev. Novgorod estaba más cerca del Báltico que del Mar Negro y tenía una interacción más estrecha con Escandinavia y las ciudades hanseáticas [bajo alemán medio. Lübeck, etc]. Compárelo con Kiev, que estaba más cerca de los nómadas esteparios y de Bizancio, sin mencionar el Islam.

Rus de Kiev fue un cruce fascinante. Las tradiciones tribales nómadas (sobre administración, impuestos, sistema judicial) prevalecían. Pero en religión, imitaron a Bizancio. También es relevante que hasta finales del Siglo XII, una variedad de nómadas esteparios constituían una «amenaza» constante para el sureste de Rus de Kiev.

Así que, aunque Bizancio, y más tarde incluso el Imperio Otomano, proporcionaron modelos para las instituciones rusas, el hecho es que los nómadas, comenzando por los Escitas, influyeron en la economía, el sistema social y, sobre todo, en el enfoque militar.

Mirar al Kan

Sima Qian, el maestro historiador chino, ha demostrado cómo el Kan tenía dos « reyes », cada uno de los cuales tenía dos generales, y así sucesivamente, hasta los comandantes de cien, mil y diez mil hombres. Este es esencialmente el mismo sistema utilizado durante un milenio y medio por los nómadas, desde los Escitas a los Mongoles, hasta el ejército de Tamerlán a finales del siglo XIV.

Las invasiones de los mongoles, 1221 y luego 1239-1243, fueron de hecho el principal cambio de juego, como me dijo el experto analista Sergei Karaganov en su oficina a fines de 2018, las que influyeron en la sociedad rusa durante siglos después.

Durante más de 200 años, los Príncipes rusos tuvieron que visitar la sede de los mongoles en el Volga para rendir tributo. Una vertiente académica lo ha calificado de «barbarización»; esa parece ser la opinión de Putin. Según esa línea, la incorporación de los valores mongoles puede haber «invertido» la sociedad rusa a lo que era antes de la primera tentativa de adoptar el cristianismo.

La conclusión ineludible es que cuando la Moscovia emergió a finales del siglo XV como potencia dominante en Rusia, fue esencialmente la sucesora de los mongoles.

Y por eso el campesinado -población sedentaria- no fue tocado por la «civilización» (¿es hora de releer a Tolstoi?). El poder y los valores nómadas, por fuertes que fueran, sobrevivieron al dominio mongol durante siglos.

Bueno, si se puede derivar una moraleja de nuestra breve parábola, es que no es exactamente una buena idea para la OTAN «civilizada» iniciar una pelea con los herederos –laterales- del Gran Kan.

Pepe Escobar es un periodista brasileño del periódico Asia Times Online y de Al-Jazeera. Pepe Escobar es también autor de: «Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War» (Nimble Books, 2007); «Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge»; «Obama does Globalistan» (Nimble Books, 2009), Empire of Chaos (Nimble Books, 2014. Se lo puede seguir también en inglés por Facebook y 2030

Traducido del Inglés para El Correo de la Diaspora por Carlos Debiasi

Fuente: http://www.elcorreo.eu.org/Putin-cruzados-y-barbaros-por-Pepe-Escobar?lang=fr