Recomiendo:
0

Una lectura del chantaje energético a Europa

Putin y Minsk: el movimiento del caballo

Fuentes: La Stampa / Megachip

Traducido por Gorka Larrabeiti para Rebelión y Tlaxcala

¿Y si el «uno-dos», gas y petróleo, entre Moscú y Minsk significara el principio de una ofensiva política de Putin para liquidar a Lukashenko? ¿Y si no tuviese nada que ver con el chantaje energético a Europa y, en cambio, se tratase de un ajuste de cuentas interno de la antigua URSS si bien distinto del que hace un año provocó un conflicto entre Moscú y Kiev? Pues mientras Kiev intenta salir huyendo de la órbita rusa, Minsk no ha echado jamás tantas raíces de hermandad con los rusos.

Una hipótesis para explicar la crisis. ¿Sólo por los dólares? Muy improbable.

Si así fuera, la habría gestionado Gazprom sin incomodar a la política. En cambio intervino Vladimir en persona. Semejante ruido significa que hay muchas nueces. Putin alberga desde hace tiempo la idea de una unión (o una estrecha federación) entre Rusia y Bielorrusia. Se trataría de una señal fuerte para todo el ex-imperio, buena parte del cual no espera otra cosa, ahora que Rusia no sólo no está en paños menores sino que está convirtiéndose en protagonista mundial. Pero sería también una fortísima señal hacia Europa y la OTAN, las cuales -cada una por cuenta propia pero con intenciones convergentes- durante estos años han dirigido sus apetitos hasta el mismísimo patio de la casa de Rusia. Se trataría de un perentorio «no tiréis demasiado de la cuerda, que reaccionaremos».

Vladimir se convertiría en presidente de un nuevo Estado

Y podría servir como óptimo escamoteo para Putin en persona, pues podría convertirse en presidente de un nuevo Estado sin necesidad de cambiar la Constitución rusa para quedarse en el poder (cosa que lo expondría a acusaciones nuevas de neo-zarismo). Le bastaría con escribir una nueva para un nuevo Estado que aún no existe, pero que tendría muchos aspectos de un viejo Estado que ya no existe. Para interpretar lo que está pasando, puede ser útil partir del hecho cierto de que Putin quiere mantenerse, y se mantendrá, en una posición de mando en 2008, al término de su segundo (y teóricamente último) mandato presidencial ruso. Un problema es Lukashenko, tan amigo de Putin como el fuego lo es del agua: viejas rencillas que derivan del hecho de que Putin fue el delfín de Eltsin, destructor de Rusia, mientras Lukashenko fue el único diputado del Soviet Supremo que votó contra la disolución de la URSS en aquel lejano diciembre de 1991. Otro problema es que Rusia es capitalista -a su manera, no poco criminal, pero capitalista al fin y al cabo-, mientras Bielorrusia es socialista, sin partido comunista, pero con todas las estructuras del socialismo real todavía en perfecto funcionamiento, seguridad social incluida, cosa que, al parecer, le sigue gustando a la gente que tiene un rédito fijo y no posee villas en las Bahamas como los oligarcas rusos.

Petróleo y gas hacen crecer al tigre bielorruso

Hacer una federación en estas condiciones es prácticamente imposible. Además, Putin será, sin lugar a dudas, popular en Rusia, pero Lukashenko también lo es en Bielorrusia. Su socialismo real funciona; es más, hace milagros, gracias al precio bajísimo del petróleo y del gas que Rusia le ha reservado estos años. Un regalo de miles de millones de dólares, concedido con vistas a un nuevo abrazo tras el desastre de la separación. Pero con ese regalo Bielorrusia ha seguido creciendo al ritmo de los tigres asiáticos. ¿Cómo funcionará sin las subvenciones energéticas del Gran Hermano? ¿Qué hará Lukashenko para seguir siendo popular con el recibo del gas encarecido del doble? Sin Lukashenko, Putin podría tener dos presidentes muy amigos (suyos) en las repúblicas que se han redescubierto «hermanas». ¿Por qué no intentarlo? Finalmente: ¿quién protestaría en Occidente si Putin echara una mano para acabar con ése al que sistemáticamente etiquetan como el «último dictador» de Europa? Nadie. El presidente ruso, atendiendo a sus propios intereses, se asumiría nada menos que el papelón de democratizador de Bielorrusia. He aquí un puro «movimiento de caballo» digno de un gran jugador de ajedrez.

Fuente:
http://www.megachip.info/modules.php?name=Sections&op=viewarticle&artid=3170

Traducido por Gorka Larrabeiti, miembro de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta página se puede reproducir libremente con fines no lucrativos, a condición de respetar su integridad y de mencionar a sus autores y la fuente.