Recomiendo:
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Razones y pasos de una guerra sin fin (o de la guerra del fin) (y IV)

Fuentes: Rebelión

1ª parte

1. Un capitalismo en la UCI

2. Acumulación bélica de capital

2ª parte

3. Algunos entresijos de la Guerra Total o Guerra sin fin

4. El asedio a Rusia dentro de la Guerra Total: ciertos pasos decisivos

3ª parte

5. Por qué estas batallas de la Guerra Total no son una lucha entre imperios

6. El fin del orden mundial del siglo XX

***

4ª parte y última

7. El Gran Reinicio y las luchas de clase horizontales intercapitalistas y entre élites

Habíamos dado indicios en el primer apartado sobre el atolladero en el que está empantanado el capitalismo, que aquí sintetizamos muy brevemente con:

a) una permanente eliminación y deterioro de la relación salarial y del valor;

b) un gigantesco proceso de concentración monopólica que prácticamente ha acabado con la economía de mercado;

c) unas cada vez más poderosas élites desconectistas que viven de rentas fuera del contacto con el mundo del trabajo y que por tanto han perdido cualquier hipotética función histórica;

d) el desmoronamiento de las sociedades sobre las que se implanta este orden económico

Ante tamaña degeneración sistémica, y teniendo en cuenta ante todo que sin sociedad no hay economía, mucho se ha hablado del Gran Reinicio o “Reset Económico” en los términos empleados por las propias elites del capital global, desde que se enunciara por primera vez en el Foro de Davos de 2020.[1]

Para calibrar mejor sus condiciones y consecuencias, convendrá que atendamos al menos a algunas claves básicas.

Primer punto a tener en cuenta: los posibles objetivos

El pretendido “reseteo” del capitalismo bien puede estar buscando una contracción forzada de cierta “vieja economía” (trasporte, turismo, agricultura, industria manufacturera, inmobiliaria, alimentaria, textil, fosilista en general…), en su transición a una nueva con miras a garantizar su “sostenibilidad” para unos pocos, ante el fracaso del acople progresivo que ha venido expresándose como “lucha contra el cambio climático”, “transición ecológica” o “transición energética” y que ha compendiado en la Agenda 2030 buena parte de esas pretensiones[2]. Miremos algunos de sus pasos:

En 2015 la ONU/EEUU publica la Agenda 2030, de «desarrollo sostenible» capitalista. La gran mayoría de países acepta su puesta en marcha y comienzan a legislar sobre el hábitat.

En 2016, después de las campañas de Afganistán, Irak, Libia y Siria, Donald Trump vence las elecciones con el programa MAGA (“Make America Great Again), una suerte de Fortress América que de por sí suponía un intento incompleto e infructuoso de reindustrialización.

En 2019 la UE plantea el Fit for 55 (FF55), cuyo objetivo es la reducción de la emisión de CO2 en un 55% hasta 2030. Los ajustes industriales planteados son tan profundos que son adjetivados por los funcionarios de Bruselas como draconianos, y anticipan la desindustrialización europea según es diseñada por EEUU.

Ese mismo año EEUU plantea el Green New Deal (GND), la versión anglosajona del Plan de Ajuste Estructural tercermundista, orientado a los requerimientos ecológicos, cuyo eje central fue la “economía verde” de derivados financieros y una política dirigida por sanciones, incentivos y cupos.

En 2019 se produce también la 1ª Guerra del Litio (en Bolivia) patrocinada por Tesla.

En 2020 se desata la “pandemia”. Las potencias centrales del Sistema -el “Occidente Colectivo”-, aprovechan la coyuntura para poner a punto una Nueva Normalidad de Descenso. Las economías hibernan, en mínimos productivos y de consumo.

En 2020 Biden vence las elecciones con el programa Built Back Better (BBB), lo que de por sí supone la fusión del nacionalismo MAGA por su empeño en la reindustrialización, y el GND por su incidencia en la sostenibilidad del capitalismo.

El primer revés para el proyecto de contracción económica basado en el “Cambio Climático”, sin embargo, fue que el Sur y el Oriente Globales se negaron a secundarlo (los presidentes de China y de Rusia ni siquiera estuvieron presentes en el encuentro llamado a dar carta de legitimidad a todo ello: el COP26, en Glasgow, 2021). Sabían claramente que no podían hacer funcionar sus economías sin carbón, petróleo y otros combustibles fósiles, y mucho menos desarrollar cultivos y aliviar la pobreza.

El Sur Global y el Oriente Global –buena parte de cuyas formaciones estatales participan ya de la Nueva Ruta de la Seda multipolar- encabezados por India, China, Sudáfrica e Irán, no se han mostrado dispuestos a un desmantelamiento de su desarrollo industrial-tecnológico, más o menos incipiente o más o menos avanzado según los casos, pero siempre con enorme esfuerzo conseguido frente al histórico colonialismo y neocolonialismo occidental. Por ello, el “Acuerdo” perdió respaldo y fuerza. De hecho, se reconoció que las emisiones seguirían aumentando hasta 2030 (el programa de “civilización ecológica” de China –al que aludimos en el apartado anterior- se perfila como lo más revolucionario puesto en juego, que empezará a notarse verdaderamente a partir de entonces). Pues mientras no cambien las coordenadas de capitalismo depredador a que el Occidente Colectivo tiene sometido al mundo, todo su discurso “verde” no es más que parte de su geopolítica de dominación.

Al no lograr imponer su Economic Reset desde la economía, ni políticamente a través de las Cumbres de Cambio Climático[3], ni tampoco a partir de la guerra biológica o “pandemia” –en 2021/2022-, la élite globalista -con su brazo armado OTAN- ha ido recurriendo a distintos episodios bélicos contra el proyecto multipolar y por el control mundial de las fuentes energéticas. Pero en su urgencia ha decidido dar un paso más en esa escalada bélica, como hemos visto más arriba: por primera vez acosa a una gran potencia nuclear (posiblemente el segundo ejército del mundo y el primero en términos defensivos), miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.

Este nuevo paso en la acumulación bélica conlleva ya sí una interrupción generalizada (con tendencia a cronificarse) de las cadenas del valor, que entraña a su vez una destrucción acelerada de capital mediante distintas pero entrelazadas dinámicas de Guerra.

Tal contracción de la economía puede albergar también la intención de rebajar la enorme y perniciosa montaña de capital ficticio que hoy pone en peligro la continuidad del sistema capitalista, y que podría ir acompañado del despliegue de una infraestructura digital global para la toma de posesión tecnocrática. Pero lo que resulta patente es que de momento lo que se está generando es una lucha a muerte por el acaparamiento de los últimos recursos y fuentes de energía fósil, con la consiguiente “desposesión energética” de la mayor parte de la humanidad, al tiempo que se contrae también el Centro del Sistema (las formaciones socioestatales que lo han venido dominando hasta ahora), por reducción de la riqueza real restante y eliminación de competidores, donde EE.UU. cada vez está menos dispuesto a compartir algo de aquélla, como veremos en el tercer punto de este apartado.

Segundo punto a tener en cuenta: qué facciones del capital emprenden el Gran Reinicio o pugnan por imponer su proyecto del mismo, y a quiénes se enfrentan globalmente

Nunca, pero aún menos en la geopolítica actual, pueden verse las formaciones socioestatales como monolíticas decantaciones políticas. Antes al contrario, en periodos de crisis generalizada las tensiones internas entre las clases dominantes se agudizan (puede decirse más vulgarmente: cuando el pastel se va achicando se hace más perentorio conseguir las porciones que van quedando).

Asistimos hoy a una cruenta y agudizada pugna global entre sectores del capital, donde el capital a interés especulativo parasitario (CIEP) parece haber tomado la delantera, con redes globales de control que persiguen la definitiva abolición de la soberanía de los Estados, así como el desleimiento de las sociedades para su conversión en dirigidas masas amorfas (recordemos que a diferencia del CIEP, el capital productivo sí necesita de ciertas formas de sociedad, a las que contribuye a su manera a sostener).

Así por ejemplo, en el caso de la principal potencia que comanda el capitalismo global, tenemos tres tendencias pronunciadas, con claras extensiones a escala global. La globalista, la continentalista unipolar imperial, y la continentalista de repliegue.

El globalismo financiero busca, posiblemente, un Estado global sin barreras al flujo financiero; plataformas de servicios financieros conectadas con empresas transnacionales (ETNs); control de los Bancos Centrales independientes de gobiernos estatales; pérdida de entidad de lo estatal-nacional; posibilidad de una fuerza armada global, como la OTAN; una moneda independiente de cualquier país; adueñarse y/o fragmentar el complejo financiero-militar-industrial USA y su Reserva Federal. En esa Red financiera global tenemos a Wall Street – City London – Bolsa de HongKong – S & Poors – los Rotschild – Cargill – Monsanto – Citigroup – Barclays – HSBC – Lloyd’s – ING Barings – Santander – CH… y la mayor parte del Partido Demócrata.

El continentalismo financiero imperial persigue fortalecer el poderío de USA y de su dólar, potenciando el complejo industrial-militar-petrolero-farmaceutico (aquí se asientan los “halcones”). Es la base del unipolarismo estadounidense continuador de la Trilateral para “un nuevo siglo americano” y se expresa a través del desarrollo de lo multinacional bajo el dominio de Estados-continentes liderados por EE.UU. Aquí se encuentran actores como Moody’s – Rockefeller – Goldman Sachs – Warren Buffet – Esso J.P. Morgan – The Washington Post – Halliburton (Dick Cheney) – Bank of America – Kraft Food, más el capital estadounidense de Clarín, El País y otros periódicos globales…

El continentalismo nacional productivo (“America First”), por su parte, busca la reindustrualización de EE.UU. y un mayor centramiento en sí mismo para poder salir de su aguda crisis, y especialmente la conectada a su mundo financiero-especulativo de capital ficticio y dinero inventado sin valor, lo que se traduce en una reubicación de las ETNs, un repliegue militar a cambio de la venta de tecnología armamentística. También en la contención migratoria. Bajo este epígrafe se encuentran parte del Partido Republicano – Tea Party-Trump – Trump – la gran industria, en clara minoría frente a los otros dos.

Como quiera que Trump no está interesado en la guerra contra Rusia ni en el mantenimiento de una muy cara OTAN, ni en la exacerbación ficticia-financiera ni en la expansión militar de USA[4], las otras dos facciones le han desplazado del gobierno mediante un “golpe blando”, hostigándole mediática, política y judicialmente sin cesar. Proceso en el que los demócratas especialmente se han servido de algunas de las claves ideológicas destacadas de la Agenda 2030 (exhibiendo el “feminismo postmoderno”, el “verdismo”, el “antirracismo postural”, la supuesta preocupación por la inmigración, etc.), al puro estilo del neoliberalismo “progre”.

***

Del otro lado, para Rusia la ofensiva de la OTAN a través de Ucrania se ha convertido en una guerra a vida o muerte (como hemos dicho, el Eje Anglosajón hace décadas que alberga planes de desmembración de Rusia -como ya hiciera con la URSS-, para apoderarse sin obstáculos de sus enormes riquezas y alinear bajo su órbita al mayor país del mundo). Sin embargo, no todos sus sectores dirigentes o con peso en esta formación socioestatal ven las mismas salidas. Distingamos al menos, para entender un poco el entramado de fuerzas, entre tres grandes sectores políticos:

a) Sector pro-occidental, donde se sitúa la mayor parte del gran empresariado -eso que los medios otanistas llaman “oligarcas” y que ellos mismos crearon con el destrozo del mundo postsoviético y su “doctrina del shock”; así como ciertas elites tradicionalmente vinculadas por interés al Occidente Colectivo, aunque también pesan en ellas razones culturales e históricas[5].

En este sector se apoyaría la ofensiva del Eje Anglosajón para lograr un cambio de gobierno claramente dócil a los intereses del hegemón y sus subordinados de la OTAN, no sólo haciendo que la Rusia que quedara se distanciara de China, sino dejándola lista para sumarse al Bloque Occidental contra ella.

b) Sector ultranacionalista, marcadamente conservador (con tendencias incluso fascistas entre ciertos ámbitos) y expansionista, que ve en la guerra un buen momento para reafirmase dentro de la sociedad rusa.

c) Sector soberanista, que defiende la independencia de Rusia y que sabe que tiene que enfrentar la gran ofensiva a muerte del Occidente Colectivo o formaciones socioestatales centrales del Sistema Mundial capitalista.

Aquí a su vez, pueden señalarse cuanto menos dos importantes subfacciones:

c.1./ Quienes enfrentan esta agresión con las reglas de juego del propio capitalismo, tal como está Rusia inserta en él (Putin y algunos de sus más cercanos, por ejemplo).

c.2./ Quienes saben y quienes van cobrando conciencia de que Rusia no podrá sobrevivir a semejante ofensiva si no rompe con esas reglas y emprende una reindustrialización tecnológica importante -superando la reprimarización de la economía a la que le condujo la derrota en la Guerra Fría-, así como acomete un giro hacia un capitalismo de Estado, con posibilidades de ir desbrozando un nuevo camino de transición al socialismo. [Aquí los niveles de gradación u objetivos en ese camino varían bastante de unas a otras organizaciones y agentes políticos, pero en conjunto podrían incluirse en esta subfacción a algunas figuras del actual establishment, sectores intelectuales y académicos[6], además de una todavía relativamente escasa pero creciente parte de la población, y amén de las entidades comunistas (PCFR, RCRP, Esencia del Tiempo)].

Si bien dentro del gobierno ha perdido fuerza el sector ultra liberal y prooccidental, su presión económica e ideológica continúa. Aun así, lo cierto es que la propia agresión imperial obliga a Rusia a reestructurarse profunda y perentoriamente, lo que sin duda abre las posibilidades para emprender una nueva transición postcapitalista.

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En cuanto a China, la línea de Xi Jinping de empezar a intensificar el avance hacia el socialismo tiene que enfrentar las tendencias “occidentalizantes” habidas no ya sólo entre el gran empresariado sino dentro del propio partido comunista. Asimismo tiene que vérselas con otras tendencias que promueven la continuación de una transición más lenta, como la que ha hecho China hasta hoy, con una convivencia más amoldada o dócil con el capitalismo. Todo indica que tras el XXº Congreso del PCCh la facción de Jinping ha salido claramente fortalecida (como se simbolizó con el apartamiento del expresidente Hu Jintao, que representa al sector liberal)[7].

Y esto es importante, porque del resultado de unas y otras de esas luchas internas chinas, de cómo se manejen las contradicciones entre el sector estatal y el privado-capitalista, más la presión de las propias luchas de la fuerza de trabajo hacia el socialismo, devendrá el futuro inmediato de la humanidad.

Lo que parece evidente, hoy por hoy, es que la plena subordinación europea (sumisa ya en todos los arcos parlamentarios de sus formaciones estatales, de izquierda a derecha[8]), deja a Europa como un actor político y económico cada vez más empequeñecido, perdiendo el papel en el mundo que creó con su expansión colonial a partir del siglo XV. Un mundo que se entrevé definitivamente post-europeo.

Tercer punto a tener en cuenta. Los resultados

Resumamos y concluyamos. Capitales que operan en sectores de alta tecnología y que incluyen en lugar destacado a las energías renovables, impulsan la aceleración de la transformación tecnológico-“ecológica”, al tiempo que buscan remodelar las relaciones sociales e internacionales.

Un nuevo modelo económico basado en la alta tecnología (aeroespacial, armamentística, financiera, informático-mediática, farmacéutico-biológica, “verde”) no es factible, para empezar, sin la base de las energías fósiles, pero tampoco sin grandes recursos públicos (sin el apoyo político e incentivos gubernamentales). Los cuales, a su vez, siendo bastante exangües en esta fase de capitalismo degenerativo, han requerido de dos causas concurrentes para desplegarse: la “pandemia” y la guerra.

Los Estados, con el concurso entusiasta de las izquierdas del Sistema, asumen los gastos de las operaciones, mediante “planes de recuperación”, fabricando dinero de la nada y endeudándose a mansalva. Dinero que, por supuesto, no se destina a resolver problemas sociales ni sanitarios (al revés, el deterioro de los sistemas de salud públicos se ha acrecentado desde la “pandemia”), sino a la digitalización[9] (incluso para la atención sanitaria, donde se eliminan profesionales y relaciones directas entre éstos y la población), la “economía verde”[10] y las nuevas tecnologías concomitantes. Todo dirigido desde los puestos de mando del Gran Capital Global (Foro Económico Mundial, Club Bilderberg, G7…).

Pero para ello se necesita también remodelar unas nuevas relaciones sociales en consonancia con el nuevo modelo de explotación global, que conlleva medidas de vigilancia, control y represión que desarticulan las movilizaciones obreras-ciudadanas, su capacidad de confrontación[11]. La “pandemia” cumple el papel perfecto para entrenarse y empezar con todo ello.

La guerra contra Rusia (y la UE) en Ucrania, por su parte, sirve a los capitales estadounidenses para acelerar el proceso de penetración de su capital “verde” y de tecnología punta en Europa, al tiempo que sus capitales “fósiles” (imprescindibles para los “verdes”) siguen lucrando también en el “viejo continente” a través de terceros.

Los Estados europeos, además, tendrán que devolver con creces en breve (cuando venzan sus títulos de deuda pública) ese dinero en forma de ajustes estructurales que terminarán de destrozar las condiciones sociales y laborales de la UE (aunque también esto es extensible a otros lugares del planeta). Y tengamos en cuenta que según aumenta el numerador en la relación deuda/PIB a cuenta de los planes de recuperación y “transición energética”, el denominador se achica debido a las medidas bélico-económicas contra Rusia, la crisis estructural que padecen las formaciones socioestatales europeas y la contracción económica debida a la gestión de la “pandemia”. Lo que da como resultado una relación deuda/PIB al borde del abismo. Si al tiempo se quiere salvar al conjunto de la Banca -que ha venido arrostrando tipos reales de interés negativos- disparando precisamente los tipos de interés, una mayor contracción económica y monto de la duda están garantizadas, y con ellas las posibilidades de precipitarse por ese despeñadero.

Por eso el Gran Reinicio del capitalismo se empeña en expresarse mediante una vuelta de tuerca a la pérdida de democracia, al control poblacional, a la precarización de los mercados laborales, al empobrecimiento generalizado, a la militarización, al deterioro ambiental, a la destrucción de lo social. De hecho, las mismas elites lo han anunciado como la convergencia de los sistemas económicos, monetarios, tecnológicos, médicos, genómicos, ambientales, militares y de gobierno.

También da como resultado un claro, persistente e intenso proceso de oligopolización y concentración de la riqueza, con la eliminación de grandes y medianos capitales, así como la desaparición de más y más de los pequeños. Bien claramente, esto se compagina no sólo con el empobrecimiento generalizado de las poblaciones (que podría paliarse tímidamente, en lo inmediato, para evitar mayores desestabilizaciones, a través de unas u otras modalidades de “renta” social), sino con la posibilidad de una creciente población sobrante. Procesos vinculados igualmente a la acumulación bélica de capital y a la procura del abortamiento de cualquier intento de soberanía.

El director del Foro Económico Mundial (FEM) o Foro de Davos, Klaus Schwab, ha sostenido hace poco que “nosotros construimos el futuro, una comunidad poderosa”. Para añadir seguidamente: “tenemos los medios para mejorar el estado del mundo, para lo cual son necesarias dos condiciones: la primera, es que actuemos todos como partes interesadas de comunidades más grandes, para que no sólo sirvamos a nuestros propios intereses, sino que sirvamos –arrastremos detrás nuestro- a la comunidad. La segunda es construir la legitimidad social que vaya más allá de la elite minoritaria que somos.”

Parece muy difícil decirlo más claro, pero no, las elites del Foro de Davos son capaces de hacerlo, insistiendo en que la crisis energética mundial es una “transición” que “será dolorosa” para la mayoría, pero que no debe ser resistida “por naciones tentadas a preservar su propia soberanía sobre la agenda global”.

Apresurándose en transitar por esa vía ideológica abierta destacan las izquierdas integradas de la institucionalidad europea. Así, el vicecanciller de los verdes alemanes, Robert Habeck, al hablar sobre la crisis energética advirtió que “los gobiernos de las naciones individuales no deberían buscar proteger a sus propios ciudadanos, sino seguir la regla de los mercados”. Por su parte, la CEO financiera de Noruega, Kjerstin Braather, describió la “agitación energética global” como una “transición”, admitiendo que habrá escasez masiva y dificultades económicas, pero afirmando que “el dolor valdrá la pena”. Curioso, misma frase que Joe Biden utilizó ese mismo día en otro foro.

“Las naciones no deben resistir la transición globalista dolorosa”, proclaman a los cuatro vientos las elites del FEM.

Por supuesto que dentro de esta ofensiva globalista antisoberana, el Eje Anglosajón tiene como principal objetivo (desde hace unos dos siglos al menos) imposibilitar que Eurasia se erija en actor político colectivo y que se vincule económica y energéticamente, para lo que resulta vital ante todo separar a Alemania de Rusia (la inyección de recursos a la Alemania derrotada y arruinada de los años 20 del siglo XX, y su rearmamento por parte del Eje Anglosajón, tenían como objetivo que fuera ella la que protagonizara la agresión a la URSS).

Como meta adjunta a la anterior se busca que al golpear económicamente a Europa se le quite a China su principal comprador o se le empequeñezca. Empobrecer a Europa debilita a un importante comprador de China y de otras partes de Asia (en un nuevo alarde de sumisión, Alemania ha dejado de financiar las inversiones de sus principales empresas en China y dice “estar diversificando” la dependencia de las importaciones de ese país; aunque el descalabro de la economía alemana parece haber impulsado finalmente a Scholz a viajar a Pekín, para “fortalecer la cooperación práctica”[12]).

Otro propósito que se realiza es que EE.UU. subordina aún más a Europa y la elimina como competidora en diferentes renglones de la economía y la tecnología. 

Ya hemos visto en el apartado 3 la guerra judicial-económica que USA lleva a cabo contra Europa, por eso vienen especialmente a cuento aquí las declaraciones del que fuera presidente francés por bastantes años, François Mitterrand:

“Francia no lo sabe, pero estamos en guerra con Estados Unidos. Sí, una guerra permanente, una guerra vital, una guerra económica, una guerra sin muerte, en la superficie. Y sin embargo, una guerra a muerte.” (https://covertactionmagazine.com/2022/10/14/how-much-longer-can-the-u-s-continue-to-wage-economic-war-on-europe-and-much-of-the-world-without-a-major-blowback-effect/).

Macron (y diríamos que Scholz también), están empezando a aprender lo que esas palabras significan. Aun así la clase capitalista europea y sus “líderes” políticos parecen limitarse a seguir instrucciones, en un proceso de subordinación acelerada y acentuada de este pseudocontinente, a la que algún autor ha puesto el nombre de “puertorriquización de Europa” (Michael Hudson, Michael Hudson: «La guerra es contra Europa y Alemania» | Burbuja.info; La inminente ruptura global provocada por el choque entre distintos órdenes económicos – Observatorio Crisis; Entrevista al economista estadounidense Michael Hudson – Observatorio Crisis; también viene al caso el siguiente artículo de Najda Salson: https://observatoriodetrabajadores.wordpress.com/2022/10/24/privatizacion-de-como-blackrock-o-deloitte-se-apoderan-de-los-gobiernos-de-europa-najda-salson/).

En ese proceso, Europa Occidental va dejando de recibir inversiones y sufre un verdadero plan AntiMarshall del que sólo parece ver la salida peleando por los recursos africanos contra Rusia y China, e intentando sustituir la energía que rechaza de Rusia a precios mucho mayores de intermediarios de los mismos recursos rusos o de EE.UU., que además lucra con la disparada venta de armas a sus subordinados y cada vez más especialmente a Europa Oriental.

Todo esto no podría ser entendido sin considerar primero que hay facciones de poder en Europa que pueden estar interesadas en desvincularse de las energías fósiles, para lo que están dispuestas a seguir al Eje Anglosajón en su guerra contra Rusia. Y es imprescindible tener presente también que Europa es un territorio ocupado o invadido por un ejército extranjero, el de EE.UU., con más de 80.000 efectivos militares repartidos en unas 118 bases en Alemania, 44 en Italia, 25 en Gran Bretaña y 2 en España, además de tener tropas e instalaciones en Polonia, Rumanía y otros países, con cerca de 400 armas atómicas que posee en suelo europeo (150 de ellas en Alemania), bajo el mando directo del United States European Command o EUCOM[13].

Pero lo que no tiene ningún eximente histórico ni posibilidades de reparación de daños, es la plena colaboración de las izquierdas institucionales -y en general izquierdas integradas en el Sistema- con el proyecto de demolición social a medio plazo y, en términos generales, con el suicidio europeo. Esto quiere decir que el decurso de los acontecimientos terminará de barrerlas. El daño es ya prácticamente irreparable en casi toda Europa para lo que queda de los partidos y organizaciones de la III Internacional (no digamos ya de la IV, autoaniquilada en este contexto)[14], por su aceptación del marco dado de las cosas establecido por la UE-OTAN, cuando no por el seguidismo expreso de sus directrices globales y su alineamiento estratégico por pasiva o, sin más disimulos, por activa.

Por el contrario, en ambas Europas se da un proceso acelerado de renazificación, especialmente en la oriental. De ahí que no habrá que cavilar mucho para percatarse de que la situación se torna, en cualquier caso, más y más peligrosa para Rusia.

En conjunto, el Occidente Colectivo acentúa las políticas neocoloniales militaristas dando lugar a un rearme generalizado, como parte de la Guerra Total o guerra sin fin en la que hemos entrado, la cual conlleva también la partición del mundo entre quienes “están con él o contra él”, en un maximalismo político-militar que va evidenciando según se desarrollan los hechos la creciente soledad de ese “mundo occidental” (ver aquí, por ejemplo, https://www.legrandsoir.info/mohamed-hassan-sur-le-monde-multipolaire-le-neocolonialisme-est-mort.html).

Y no olvidemos que el objetivo último de esta guerra multiespectral, sin fin, es acabar con China (como ya se hiciera en el pasado reciente a partir de las guerras del opio -muy cerca de ella Japón es el país con más bases militares estadounidenses de todo el mundo, 120; con Corea del Sur albergando 15 de ellas también y unos 35.000 soldados que la propia Corea costea con $ 1.035 millones al año; y ahora EE.UU. planea hacer de Australia un portaviones nuclear contra China-), por ser la única potencia que puede asumir el relevo hegemónico en el mundo[15]. Se trata de reestructurar el control mundial de la energía y los recursos. Para poder seguir fungiendo de hegemón, EE.UU. necesita vitalmente mantener el dominio de los mercados energéticos y fijar el precio de los combustibles. El grupo euroasiático, en cambio, con los BRICS ampliados, no sólo planea comerciar en monedas nacionales, y no con el dólar, sino que quiere ligar esas monedas a los productos básicos (petróleo, gas, alimentos, materias primas…), en una suerte de “cesta de monedas” que alberguen un valor inherente, en contra de un dólar-papel cada vez más desligado del valor)[16].

Se trata también, como acabamos de ver, del control de las poblaciones del mundo. Porque no podemos pasar por alto que la guerra social (con el drástico disciplinamiento de la fuerza de trabajo que persigue)[17] es parte también de esta Guerra Total.

Entramos, en definitiva, en una nueva etapa del capitalismo global (que enciende un turboimperialismo) centrada en la disputa geopolítica y geoeconómica entre Estados Unidos y China (más Rusia), pero que afecta en la agresión imperial a todos y cada una de las formaciones socioestatales que se le oponen con algún mínimo de soberanía, y que podría prolongarse al menos por dos décadas, mientras el planeta obligará a la humanidad a experimentar una verdadera “transición ecológica” (y no la publicitada por el Sistema).

“Esto se vuelve crítico en tiempos en los que el neoliberalismo, como forma de acumulación capitalista y dominación político-cultural, dejará de ser conocido en su modo convencional, lo mismo que la hegemonía militar estadounidense, y comenzará una fase de dominación mucho más violenta y peligrosa”, donde paradójicamente agendas diversas emitidas por el eje atlantista entran cada vez más en juego.

“Es así como las agendas vinculadas a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) acordados por la ONU se han imbricado en los distintos planes de gobiernos progresistas y mantienen patrocinio en la región [NuestraAmérica] a través de megacorporaciones ONGizadas como la Fundación Open Society, que financia a formaciones políticas de izquierda y derecha. Nancy Fraser se refiere al neoliberalismo progresista como una alianza de las corrientes principales de los nuevos movimientos sociales (feminismo, antirracismo, multiculturalismo y derechos de los LGBTQI) con sectores de negocios de gama alta «simbólica» y sectores de servicios (Wall Street, Silicon Valley y Hollywood).” (los dos últimos entrecomillados en https://observatoriodetrabajadores.wordpress.com/2022/10/28/muta-el-progresismo-latinoamericano-entre-ciclos-oleadas-y-agendas-mision-verdad/).

Así que el Gran Reinicio podría suponer incluso, finalmente, tanto el paso hacia un capitalismo final, barbarizado y definitivamente despótico, como incluso ser parte de un proyecto para pasar (ya sea tras ese escalón intermedio o no) hacia un modo de producción automatizado donde la relación salarial constitutiva del capitalismo se vaya extinguiendo por sí misma (quien posea las máquinas “humanoides” ya no precisará de asalariados/as: biogenética + inteligencia artificial + robótica permiten máquinas sustituidoras de humanos). “Islas” de automatización mundiales en determinados enclaves privilegiados, combinadas con formas de explotación precapitalistas para la mayoría del planeta, y una ingente cantidad de humanidad “sobrante”, puede ser un escenario probable a medio plazo, no sin antes haber experimentado la humanidad los terribles sufrimientos y muerte que acompañan a un sistema en abierta descomposición.

Hoy posiblemente, además de las luchas de clase en todos lados -que tendrán que resultar para ser efectivas del nacimiento de nuevas izquierdas capaces de estar a la altura de los tiempos (¿una V Internacional?)-, sólo China (con la mayor o menor ayuda de Rusia, ya veremos) puede alterar ese decurso histórico. Pero para ello deberá salir victoriosa de su propia pugna interna, con el imprescindible empuje de las fuerzas populares. Hacia el socialismo.

Las posibilidades de un mundo mejor a partir de la multipolaridad están por definirse y concretarse, pero de lo que no cabe duda es de que si el Mundo Anglosajón-Unipolar triunfa en esta guerra, a la humanidad le espera la versión del capitalismo más ficticia, irracional y al tiempo salvaje. Eso sólo puede significar la multiplicación del dolor, la precariedad social, las penalidades y la muerte.

Por eso mismo, cualquier encogimiento de hombros, “ninismo” o equidistancia (“todos son iguales” o “todos forman parte de lo mismo”) respecto de esta Guerra Total (bajo el pretexto de que el mundo bonito no existe en ningún lado), es no solamente soñar en las nubes con lo que eso significa para caer golpeados por la bestialidad unilateral en curso, sino que incapacita para cualquier análisis riguroso de coyuntura, para albergar cualquier estrategia digna de tal nombre y para poder transformar nada en absoluto (porque, por una parte, probablemente sólo hay algo más peligroso que equivocarse de enemigo, y es confundirse de amigo, y por otra, apelar a la paz abstracta -como a la bondad del mismo calibre-, sin partir –para transformarlas- de las condiciones reales que la impiden o de los procesos políticos que la pueden conseguir realmente, sólo conduce a perpetuar la guerra y el dominio de los poderosos). Saber distinguir entre agresores y agredidos, entre quienes llevan el Caos sistémico y la Barbarie social generalizada, y entre quienes pretenden defenderse e incluso combatir todo eso; ubicar dónde está el lado de la Muerte y dónde se sitúan las posibilidades de construir un mundo a partir de otros parámetros -por mucho que haya que luchar en él para sentar las bases mínimas de sociedades socialistas, como viéramos al final del apartado anterior-, resulta vital para las clases trabajadoras, y a la postre para el conjunto de la especie y la ecosfera toda.

Para que la guerra sin fin no se convierta en la guerra del fin.

Notas:

[1] El Gran Reinicio también llamado Gran Reseteo es una propuesta de economía planificada del Foro Económico Mundial (FEM) para reconstruir la economía tras la pandemia de covid-19. Fue presentado en junio de 2020 por Carlos, príncipe de Gales, y Klaus Schwab, el director del FEM. La inauguración del Gran Reinicio se dio en junio de 2020, donde se reunió toda la élite financiera, tecnológica y política mundial. El lugar de encuentro fue en Davos (Suiza), siendo el príncipe de Gales quien inauguró el gran evento global.

[2] Agenda a la que por cierto pretendidos comunistas españoles no han tenido empacho en ponerse al frente. Reproduzco en este primer punto en gran medida, por considerarlo merecedor al menos de tenerlo en consideración, lo señalado en Heraklio, TARCOTECA contrainfo: Occidente Acelera una Agenda Decrecentista y Neocolonial que No Entiende. Desmoralización previa a la Disrupción y en Dierckxens y Formento, La gran transición hacia el mundo multipolar. El Sur Global en la iniciativa estratégica. Acercándonos Ediciones. Buenos Aires, 2022.

[3] La COP27 termina con un plantón aún mayor del Sur Colectivo a la imposición de agendas de las potencias imperiales. Y es que de acuerdo con un estudio de la plataforma Our World in Data, que analiza el período entre 1751 y 2017, Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea son responsables de alrededor del 50% de las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera en conjunto (25% EEUU y 22% los países de la UE), mientras que China habría contribuido con un 12,7% [sobre la estrategia de acoso a China a través del clima, por ejemplo: La jugada que hace EEUU para convertir el cambio climático en otro punto de confrontación con China – 06.11.2022, Sputnik Mundo (sputniknews.lat)]. Como parte de la dimensiones cognitiva y económica de la Guerra Total, hay desde hace algunas décadas todo un entramado imperial que bajo la excusa del “anti-cambio climático” propone al Sur Global y al Oriente Global la paralización, más la escalada del endeudamiento y de la dependencia [al tiempo que, por supuesto, no hace nada por eliminar al responsable máximo del desastre: el modo de producción capitalista con sus elites -parece ser que sólo 125 multimillonarios consumen un millón de veces más gases contaminantes que una persona promedio: Oxfam: multimillonarios emiten un millón de veces más gases contaminantes que una persona promedio – 08.11.2022, Sputnik Mundo (sputniknews.lat)– ni por dejar de trasladar la contaminación al Sur Global ( https://vk.com/wall-211725988_12325-; https://observatoriodetrabajadores.wordpress.com/2022/11/21/occidente-utiliza-la-cop27-para-culpar-a-los-paises-mas-pobres-la-codicia-privada-prevalece-sobre-la-supervivencia-de-la-humanidad-prabir-purkayastha/; incluso desde algunos foros capitalistas se atreven a hablar de ello: https://www.zerohedge.com/news/2022-12-02/dark-agenda-behind-wefs-green-energy-push ]. Todo esto no es sino parte del imperialismo ecológico desplegado por “Occidente” (cuanto más urgente se vuelve la escasez de recursos naturales, más violenta resulta la política imperialista, nos advertía Marx).

Las campañas más recientes han sido financiadas por el Fondo de Emergencia Climática, un organismo estadounidense creado en 2019 por tres grandes oligarcas: Trevor Nelson, empresario y antiguo alumno de la Fundación de Bill Gates, cercano a Howard Warren Buffett, nieto del financiero más famoso de Wall Street. Pero también Rory Kennedy, hija del senador Bob Kennedy. Además, Aileen Getty contribuyó al Fondo con 600.000 dólares. Es la tercera generación del imperio Getty, fundado por su padre John Paul Getty, un magnate de los combustibles fósiles. Propietario de la Getty Oil Company, fue considerado en su día el hombre más rico del planeta.

En general, en cualquiera de los campos humanitarios, de desarrollo, derechos humanos o sociales en sentido amplio, las cifras de dinero proporcionadas a ONGs o empleadas directamente en la creación de las mismas por el Eje Anglosajón con la red mundial sionista, alcanza cotas astronómicas. Con ellas se ataca a gobiernos díscolos, se dividen movimientos sociales, se desvirtúan objetivos y se encauzan luchas hacia terrenos inofensivos para la acumulación de capital.

[4] Su continentalismo en cambio pretende un repliegue que abarca como propio todo el continente americano, por lo que es profundamente hostil a cualquier proceso de autonomía en NuestraAmérica.

[5] Conveniente seguir aquí la obra de Antonio Fernández Ortiz. Por ejemplo, Octubre contra El Capital. El Viejo Topo. Barcelona, 2016; La revolución de los ‘otros’. El imperialismo, Octubre, los bolcheviques y la ética soviética. El Viejo Topo. Barcelona, 2018. Agradezco también a nuestra compañera Sara Rosenberg sus apuntes en este pasaje.

[6] Véase esta carta que dirige un antiguo “occidentalista” ruso, Sergei Karaganov: https://rafaelpoch.com/2022/12/07/un-punto-de-vista-del-establishment-ruso-sobre-la-guerra-de-ucrania/

[7] Alberto Cruz “China: un mayor énfasis anti-occidental y el retorno al marxismo (si es que se fue)”: https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2752. A diferencia de Rusia (y no digamos ya de EE.UU.), contar con un Partido Comunista al frente de la sociedad (un partido que nunca perdió frente al capitalismo ni el Occidente Colectivo), así como con una economía en gran medida planificada, otorga a China claras ventajas comparativas. Así, por ejemplo, China ha estructurado una economía de «bajo costo»: vivienda barata, educación, atención médica y transporte subsidiados, lo que permite aumentar el poder de compra de la población por fuera de las necesidades básicas y el consiguiente crecimiento del mercado interno, con lo que el país se hace más y más “competitivo”. En contraste, el modelo financiarizado de la deuda de “Occidente” tiene un alto costo, con economías en declive y sectores de la población cada vez más empobrecidos y privados de ingresos disponibles, después de pagar los altos costos del servicio de la deuda.

[8] Sólo ciertas ultraderechas (más o menos vinculadas a la facción trumpista estadounidense) ponen distintos peros de cosmética a esa hegemonía o, como algunas neopopulistas, se oponen a ella parcialmente en cuanto que afecta a la “nación” propia. Mientras que algunas izquierdas extraparlamentarias -no todas coincidentes en identificar amigos y enemigos- tienen posiciones más completas contra ella, pero sin apenas fuerza social.

[9] La digitalización persigue fines económicos, ciertamente, pero también militares, de orden público y de dominación. Con la moneda digital ya en ciernes, por ejemplo, se garantiza la vigilancia y control de la población, al tiempo que se asegura también el control total y directo sobre las cuentas bancarias; además de tener la capacidad de silenciar las voces disidentes al poder bloquear las cuentas de las personas e instituciones divergentes. La monitorización permanente de nuestras vidas va ligada a la potestad de controlar nuestra posibilidad de disponer de medios de pago (que ya no serán físicos).

[10] Desde 2008, como ya dije, se emprende un “New Green Deal” (con la fundación de un grupo que en Gran Bretaña recibe ese mismo nombre) para intentar volver a salvar la economía capitalista, rememorando el New Deal de los años 30, pero en realidad operando en sentido totalmente contrario. Nada tiene que ver, en esta ocasión, con un figurado “Trato” entre clases para aumentar la demanda y estimular la economía productiva o fortalecer el papel regulatorio del Estado en ella. Ahora de lo que se trata es de lo contrario: una ofensiva de clase desde arriba que contrae drásticamente la demanda, golpea la economía productiva al tiempo que elimina capitales de la arena de la competencia y deja al Estado reducido a mero agente del capital a interés especulativo parasitario, para control y disciplinamiento de sus poblaciones. En cualquier caso, ese proyecto tiene tal influencia que es capaz de protagonizar el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

[11] Giulio Palermo, El conflicto ruso-ucraniano. El imperialismo estadounidense a la conquista de Europa. El Viejo Topo, 2022. Aquí están expresadas algunas referencias suyas. Recomendable de consultar.

[12] Circunstancia que no ha sido desaprovechada por Jinping para volver a hacer defensa del multipolarismo y la paz. Dijo: “En la actualidad, la situación internacional es compleja y fluida. Como potencias influyentes, China y Alemania deben unirse y trabajar juntos en tiempos de agitación, y hacer más contribuciones a la paz y el desarrollo mundiales”.

Sin embargo, contra ello, y por si fuera poco, EE.UU. acaba de aprobar la Ley de Reducción de la Inflación, según la cual el país reducirá los impuestos y ofrecerá incentivos energéticos a las empresas que se abran allí, con el fin de atraerse inversión y fuerza de trabajo cualificada europea (y de otras partes del mundo). De hecho, hace un tiempo que ha comenzado la salida de finanzas y producción de la UE hacia EE.UU., como país “energéticamente estable”. Las principales corporaciones manufactureras se están preparando para trasladar sus plantas a América del Norte, al tiempo que la agenda verde impuesta a los europeos está destruyendo su agricultura.

[13] Todo eso además de las redes de vigilancia y espionaje, como el Echelon (que se descubrió que espió a Merkel), que controla las propias comunicaciones internas europeas y que es gestionado por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) con la colaboración de agencias de inteligencia y espionaje del Eje Anglosajón amplio (Gran Bretaña, Canadá, Australia, Nueva Zelanda) [Ver sobre asuntos tan escabrosos como estos, artículo de Rafael Poch: https://rafaelpoch.com/2019/08/27/bommeleeer-la-novela-negra-de-luxemburgo/]. No hay que perder nunca de vista, junto a todo ello, el permanente bombardeo mediático-ideológico a que están sometidas las poblaciones europeas, que ablanda sus conciencias y las hace interiorizar “la maldad” de los enemigos de “Occidente” (aquí da en el clavo John Pilger: https://www.elviejotopo.com/topoexpress/silenciar-a-los-corderos/).

[14] De la II Internacional nada que añadir, pues hace tiempo que no es sino una facción de la burguesía.

Por lo que respecta a la “nueva izquierda”, “light”, perfectamente integrada en el Sistema o compatible con él, nada tiene que aportar cuando el mismo entra en declive degenerativo. En general, no sólo para los acólitos de Laclau, no estaría nada mal que no se perdiera de vista una reflexión “materialista” básica: ninguna propuesta, por ingeniosa o convincente que parezca, puede constituirse en contra-hegemonía a menos que ofrezca soluciones reales a los problemas sociales.

[15] Para ello EE.UU. activa también cercanas maniobras de provocación y permanente asedio contra Corea del Norte -a la que desde hace 70 años obliga a gastar en armamento sin cesar-, buscando su caída.

[16] Ya han postulado para la ampliación de los BRICS Irán, Argentina y Argelia. Otros que han mostrado interés ​​en convertirse en miembros son Turquía,  Arabia Saudita, Egipto y Afganistán. “Indonesia acaba de aplicar, en Bali. Hay una lista de espera con países observadores como Kazajstán, Emiratos Árabes Unidos –EAU-, Tailandia, Nigeria, Senegal y Nicaragua. Un nuevo G20, el viejo ya no le sirve a nadie. Luego, están los estrechos vínculos de los BRICS con un conjunto de bloques comerciales regionales: ASEAN, Mercosur, GCC (Consejo de Cooperación del Golfo), Unión Económica EuroAsiática (EAEU), Zona de Comercio Árabe, Área de Libre Comercio Continental Africana, ALBA, SAARC y, por último, la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), el acuerdo comercial más grande del planeta. Esto conducirá inevitablemente a una segunda ola de 16 aspirantes al BRICS+, que incluirá en Asia a Azerbaiyán, Mongolia, Uzbekistán, Tayikistán, Turkmenistán, Pakistán, Vietnam y Sri Lanka” (Dierckxens y Formento, El neofeudalismo financiero global se empantana en Ucrania y Estados Unidos (observatoriocrisis.com)). También en NuestraAmérica encontramos a un considerable contingente, en parte aglutinado en torno a la CELAC.

Siempre interesante seguir también a Pepe Escobar en este ámbito: “Adiós G20, hola BRICS” https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2753. Respecto al dólar sin valor, la propia ex ministra austriaca de Asuntos Exteriores, Karin Kneissl, ha llegado a decir que en 2022 el dólar estadounidense ha impreso más papel moneda que en toda su historia.

[17] Mucha atención en las medidas que se están tomando por parte de las elites “occidentales”. En el Reino de España, por ejemplo, se ha tramitado la Ley de Seguridad Nacional del gobierno del PSOE-Unidas Podemos que prevé que el presidente del gobierno, por encima de la Constitución, pueda declarar sin más trámite una “situación de interés nacional” que permita adoptar medidas de excepción ante circunstancias que afecten a la ciberseguridad, la seguridad económica y financiera, la marítima, aérea y ultraterreste, la seguridad energética, la sanitaria y la “preservación del medio ambiente”; pero que además tiene un “numerus apertus” para crisis no previstas. Entre sus peligrosísimas disposiciones cito:

  • «La aportación de recursos humanos y materiales, tanto públicos como privados, en una situación de interés para la Seguridad Nacional”.
  • «En los casos de situación de interés para la Seguridad Nacional, cualquier persona, a partir de la mayoría de edad, estará obligada a la realización de las prestaciones personales que exijan las autoridades competentes, siguiendo las directrices del Consejo de Seguridad Nacional o de la autoridad funcional, sin derecho a indemnización por esta causa, y al cumplimiento de las órdenes e instrucciones, generales o particulares, que aquellas establezcan».
  • «Cuando la naturaleza de la situación de interés para la Seguridad Nacional lo haga necesario, las autoridades competentes, siguiendo las directrices del Consejo de Seguridad Nacional o de la autoridad funcional, podrán proceder a la requisa temporal de todo tipo de bienes, así como a la intervención u ocupación transitoria de los que sean necesarios y, en su caso, a la suspensión de actividades».
  • El Catálogo de recursos del Sistema de Seguridad Nacional constituye la relación del conjunto de los recursos humanos, medios materiales, instalaciones y cualesquiera otros activos, bienes o derechos pertenecientes a las entidades integradas en el sector público, a las empresas privadas o a los particulares, que puedan ser de utilidad para el cumplimiento de las funciones asignadas en el artículo 19 de esta ley».
  • «los documentos y la información manejada por el Sistema de Seguridad Nacional quedan excluidos del derecho de acceso a la información pública».
  • «El Gobierno podrá acordar la suspensión del régimen de liberalización establecido en esta ley cuando se trate de actos, negocios, transacciones u operaciones que, por su naturaleza, forma o condiciones de realización, afecten o puedan afectar a actividades relacionadas, aunque sólo sea de modo ocasional, con el ejercicio de poder público, o actividades directamente relacionadas con la defensa o la seguridad nacional, o a actividades que afecten o puedan afectar al orden público, seguridad pública y salud pública».

Previamente, El Consejo de Ministros del 28 de diciembre de 2021 aprobó, anticipadamente, la modificación mediante Real Decreto de la Estrategia de Seguridad Nacional. Tal Real Decreto identifica como uno de los riesgos para la Seguridad Nacional las «Campañas de Desinformación», definiéndolas como sigue: «Las campañas de desinformación tienen clara repercusión en la Seguridad Nacional y deben diferenciarse de otros factores como la información falsa -fake news- o información errónea -misinformation-. De hecho, las campañas de desinformación no contienen necesariamente noticias falsas, sino que pretenden distorsionar la realidad mediante contenido manipulado». Es decir, el Estado se autoatribuye la potestad de identificar como «desinformación», no ya noticias falsas, sino informaciones que, a su juicio, pretendan manipular la realidad. Así mismo, se propone “hacer frente a las campañas de desinformación, que socavan la confianza de los ciudadanos en las instituciones democráticas y conducen a la polarización social, requiere hacer un uso sistemático de la detección, alerta temprana y notificación». Toda la información en A las puertas del estallido de la mayor crisis de la historia del capitalismo. Nuestras tareas – Coordinación núcleos comunistas (wordpress.com)

Estamos hablando tan sólo de un ejemplo de lo que prepara el capitalismo degenerativo del Eje Anglosajón-OTAN. En Canadá, otro ejemplo, ya se ofrece eutanasia a la población empobrecida (https://twitter.com/i/status/1599270657589530625). Y lo de enviar al ejército ya sea para contrarrestar manifestaciones o directamente para reprimirlas (https://nuevarevolucion.es/gobierno-britanico-recurrira-al-ejercito-para-enfrentar-huelgas-obreras/), así como impedir por vía judicial las huelgas (https://twitter.com/Reuters/status/1598805458155970565), comienza a hacerse algo extendido. Por eso, el tiempo para reaccionar, para emprender la propia transformación social, se va acortando.

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