Ahora que la humanidad lucha por seguir en pie tras el golpe de KO del covid-19, puede ser útil analizar cómo sobrevivimos a desastres anteriores para entender no sólo como superar este, sino también para estar más preparados para otros en el futuro.
Cojamos el ejemplo de Kachchh –a veces escrito como Kutch en español e inglés– en el oeste de India. Entre 1998 y 2001 Kachchh fue devastado por dos ciclones, la sequía y un enorme terremoto. Murieron miles de personas, mientras decenas de miles perdieron sus hogares y medios de vida. Pero pasados unos años, la región ha sido testigo de una reconstrucción admirable. Tiene importancia para la crisis del covid-19 no porque los dos desastres sean similares, sino porque los efectos colaterales lo son.
Durante el confinamiento impuesto por el estado, quienes experimentan los mayores sufrimientos son los migrantes y trabajadores por un salario diario, vendedores callejeros y otros pequeños comerciantes, así como productores del sector primario como granjeros, pescadores, pastores, artesanos y trabajadores del bosque que no pueden acceder a sus recursos naturales o a los mercados en los que venden sus productos. Esto ha dejado en evidencia las enormes fallas de una sociedad muy desigual, donde solo una minoría puede seguir trabajando desde la seguridad de sus hogares. Centenares de millones no se lo pueden permitir y cuentan con muy pocos sistemas de seguridad social.
Lo que el Kachchh posterior a 2001 nos enseña es el potencial de levantar medios de vida dignos y sostenibles basados en la economía local y el gobierno comunitario, que puedan reducir significativamente la vulnerabilidad de estos millones de personas.
La Kutch Navnirman Abhiyan
Entre las numerosas iniciativas gubernamentales y de la sociedad civil que surgieron en Kachchh tras el primer ciclón, quizá la más innovadora fue la Kutch Navnirman Abhiyan (o Campaña para la Reconstrucción de Kachchh). Aproximadamente una docena de organizaciones de la sociedad civil (OSC) que trabajaban en diferentes sectores se unieron para organizar enormes medidas de asistencia y rehabilitación para centenares de aldeas. Entre ellas se encontraban Kutch Mahila Vikas Sangathan (KMVS), Sahjeevan, el Vivekanand Research and Training Institute (VRTI), y varias otras.
Juntas, examinaron 580 aldeas afectadas de Kachchh para dirigir las medidas de asistencia gubernamentales y no gubernamentales.
Uno de los descubrimientos más importantes del estudio fue la pérdida de los medios de producción de la población local, debido a los daños a los materiales utilizados en la artesanía y la agricultura. A medida que la gente migraba fuera de sus asentamientos para encontrar trabajo, se producía también un debilitamiento de la autoconfianza y los vínculos sociales.
Por lo tanto, lo más importante en los años iniciales de la Abhiyan, dice uno de sus fundadores, Sandeep Virmani, fue «la firme creencia en que las iniciativas posteriores al desastre tenían que orientarse hacia la reconstrucción de la autoconfianza local y la capacidad de la gente de reconstruir sus vidas. La caridad sola no lo conseguiría, de hecho, solo perpetuaría un estado de dependencia que supondría que la siguiente vez que golpesase un desastre, la gente seguiría sin estar preparada para hacerle frente».
La Abhiyan también descubrió que las fuerntes culturales locales de resiliencia, solidaridad y espíritu emprendedor podían ser utilizadas para enfrentarse a la crisis.
Lo que siguió fue una historia extraordinaria de reconstrucción, no solo de medios de vida físicos y materiales, sino también de conocimiento, orgullo, autoconfianza y voluntad.
Lna filosofía de Abhiyan fue de una relevancia clave para ello, según la cual «El objetivo de la red es establecer una sinergia entre el conocimiento humano y los recursos físicos y financieros para colaborar en conseguir una Kachchh gobernada por iniciativas comunitarias. La red anima al desarrollo de la autoayuda, especialmente en los sectores marginados, integra la sabiduría tradicional con las nuevas tecnologías e innova y equilibra los temas de derechos humanos con las responsabilidades humanas».
Basándose en esto, varios miembros de la Abhiyan se centraron en diferentes aspectos de la reconstrucción, desde el empoderamiento de las mujeres y otros sectores marginados, a la regeneración de la naturaleza y los recursos naturales y la recuperación o el mantenimiento de la enorme diversidad artesana de la región.
Recuperación de la artesanía en Kachchh
Mucho antes de que empezase la Abhiyan en los 80, una iniciativa de recuperación de artesanía, Shrujan, ya había demostrado la posibilidad de generar medios de vida desde el hogar desde principios de los 70.
Su fundador, Chanda Shroff, se dio cuenta de la increíble artesanía del bordado de la región cuando recorrió las zonas castigadas por la sequía. Estudios detallados revelaron diferentes tipos de bordado específicos para cada comunidad (pastoreo, agricultura, comercio, etc.), con la inclusión de motivos por género, edad, estado civil y estado social. Shrujan ayudó a la conversión de estas destrezas para su uso no solo doméstico, sino también para el mercado.
Cuando se formó la Abhiyan en 1998, Shrujan se unió también a la asistencia posterior al desastre. Hoy, más de 3.500 mujeres de más de 120 aldeas forman parte del proceso Shrujan, ganando un sueldo decente desde sus propios hogares en lugar de tener que emigrar para trabajar.
El ethos de Shrujan de recuperación de la artesanía se ha visto en diversas comunidades en Kachchh, como los Ajrakh, o los khatris impresores en madera, quienes tras el terremoto fueron desplazados de sus aldeas. Bajo el liderazgo de Ismailbhai Khatri, las familias convergieron cerca de Bhuj en Ajrakhpur, un nuevo asentamiento que recibió el nombre de su artesanía, y transformaron la región en un próspero centro de impresión en madera.
Llevando esta historia un poco más allá, los vankar de Kachchh -tejedores manuales- también han realizado una transformación impresionante, gracias al centro de diseño de artesanía Khamir y algunas escuelas de diseño de tejidos manuales.
La comunidad se había enfrentado previamente a un grave descenso de la demanda por culpa de la producción industrial en masa de Ludhiana y otras zonas. Los tejedores sufrieron además un duro golpe por los desastres naturales. Sin embargo, cuando se recuperó el tejido alrededor de 2005-6, según la antigua directora de Khamir, Meera Goradia, se debió a «la creación de una completa cadena de valor mediante el uso del algodón orgánico local, kala, para hacer productos maravillosos y el liderazgo e innovación mostrados por algunos tejedores.»
15 años más tarde, la industria artesana es lo suficientemente robusta como para atraer a jóvenes de la comunidad para que la reemprendan, abandonando su trabajos en la industria o en el Golfo. Además de los incentivos económicos, los hombres tienen igualmente un orgullo especial por continuar la herencia familiar (¡por no hablar de la comodidad de sentarse en casa para trabajar y ser sus propios jefes!) Cuando se le preguntó al joven tejedor de alfombras Prakash Naranbhai Vankar por qué no había ido a trabajar en las tecnologías de la información, este respondió tranquilamente: «mi telar es mi ordenador».
Mediante este proceso de reconstrucción comunitaria dirigido por la Abhiyan, se han producido diversos cambios positivos en las jerarquías de casta, género y edad. Por ejemplo, se les ha permitido a las jóvenes vankar sentarse al telar (algo que tradicionalmente no se permitía) y expresar su creatividad.
Establecimiento de puentes en la brecha de gobernanza
Por supuesto, la artesanía es solo un aspecto de las vidas y medios de sustento de la gente. La alimentación, el forraje, el agua, la vivienda, la energía, el saneamiento, la salud, la educación y otras necesidades y aspiraciones también deben ser cubiertas. Es la falta de estos recursos, o la falta de acceso a ellos de algunos grupos marginados, lo que fuerza a la gente a migrar, haciéndolos doblemente vulnerables durante crisis como los confinamientos por el covid-19.
Algunas organizaciones que formaban parte del Abhiyan inicial o surgieron de él, se han centrado en algunas de estas necesidades y aspiraciones básicas. Esto ha ayudado a crear más actividad económica local y a reducir la falta de acceso a las infraestructuras que fuerzan a la emigración.
Por ejemplo, Sahjeevan, VRTI, y Arid Communities and Technologies (ACT), creada en 2004, han permitido la captura descentralizada de agua y su gestión en docenas de aldeas y en la ciudad de Bhuj. Este programa incluye la formación de jóvenes locales para convertirse en parageohidrólogos. Solo en el taluka –división administrativa– de Abdasa, más de 100 aldeas con 40.000 habitantes se han beneficiado de ello mediante un programa llamado Paani Thiye Panjo. Nada despreciable en una de las regiones de India con menos precipitaciones, sometida a periódicas sequías.
Luego está la comunidad maldhari (pastoral) de Kachchh, que depende de los ecosistemas de pastizales de la región, hogar de una gran población de diversas ganaderías. Las tierras de pasto de los maldharis han sido invadidas por la industria y la agricultura.
Con ayuda de Sahjeevan y otros grupos, los maldhar se movilizaron bajo la Banni Pashu Uccherak Maldhari Sangathan (Asociación de Criadores Banni) y reclamaron los derechos colectivos sobre las vastos pastizales banni según la Ley de Derechos Forestales. Aseguraron sus medios de vida basados en la naturaleza mediante la comercialización de la leche de camello, entre otras estrategias.
Esto es importante, porque sin un acceso continuado a un ecosistema de pastos sano, hubieran sido mucho más vulnerables en la actual crisis. Según Ramesh Bhatti de Sahjeevan, «la mayor parte de los maldharis están saliendo adelante bien durante la actual crisis, especialmente si se encuentran en su ruta de trashumancia. Ninguno está afectado por el covid-19. Han vuelto a la práctica tradicional de no entrar en las aldeas cuando hay algún brote de una enfermedad.»
Muchos pueden sobrevivir con leche y la comida que puedan encontrar en los pastizales o el desierto. Para aquellos que necesiten paquetes de comida o otras necesidades básicas, Sahjeevan ha organizado su entrega por sí misma o con la ayuda de la administración del distrito. Sahjeevan también ha convencido a las empresas lecheras Amul y Sarhad para que vuelvan a comprar leche de camella, que habían dejado de hacer cuando se anunció el confinamiento.
La filosofía de gobernanza comunitaria de Abhiyan ha llegado a 150 panchayats –órgano de autogobierno local– con su programa SETU. Iniciado pocos días después del terremoto, ayuda a establecer puentes (setu en guyarati) entre los aldeanos y el gobierno, permite el empoderamiento de los panchayats y facilita la autovaloración y auditorías de los gobiernos locales.
En los últimos años se ha extendido al autogobierno urbano en Bhuj –capital del distrito– con el programa colaborativo Hogares en la Ciudad de algunas de las OSCs anteriormente citadas (KMVS, Sahjeevan, ACT) junto con Hunnarshala y Urban SETU. Esta construcción de puentes ha ayudado a la asistencia directa cuando ha sido necesario en la actual crisis.
El camino por delante
La importancia crucial de estos programas iniciados por comunidades y OSCs es el foco para generar medios de vida dignos y sostenibles que se basen en las destrezas, conocimiento y capacidad de innovación tradicionales.
Esto es completamente lo contrario al enfoque de diversos programas del gobierno introducidos tras el terremoto, que se centraron en el establecimiento de grandes industrias (en su mayoría poseídas por forasteros).
No hay duda de que estas unidades proporcionan algunos empleos a la población local. Sin embargo, la naturaleza de este empleo es insegura, puesto que su mayor parte es informal o no organizado, y sujeto a su fin en cualquier momento. Como cualquier empresa capitalista, supone la explotación del trabajo y la ecología.
Ahora bien, crear mercados globales para artesanía local no se aparta mucho de todos estos problemas sistémicos. La dependencia de los mercados externos para la venta también ha aumentado la huella ecológica de la artesanía. Ha creado también una cierta fragilidad desde el punto de vista de la sostenibilidad, puesto que los locales dependen de los mercados globales hoy paralizados por la pandemia. La plena transformación hacia la autodependencia solo se completará cuando el comercio de tales productos esté de nuevo localizado en algún grado, lo que a su vez necesita de una economía local robusta.
No obstante, al menos hay mucho más control local sobre los medios de producción, la satisfacción de trabajar desde casa o lugares locales y el orgullo de continuar creativamente la herencia kacchhi.
Como dice Sushma Iyengar, activa desde el principio en Abhiyan, estos enfoques, «empujan al gobierno a adoptar un enfoque de reconstruccion más sostenible, con una participación importante de las comunidades, OSCs y parte del sector privado».
Este enfoque setu, facilitado por las OCSs y dirigido hacia los marginados, es tan importante como el de conseguir la autodependencia y el empoderamiento de las instituciones comunitarias. Forja capacidad de autogobierno y formas directas de democracia.
No se puede replicar simplemente la experiencia de Kachchh en otras partes, ya que esta tiene su propia singularidad cultural, ecológica y política. Pero las lecciones generales se pueden aplicar en toda India. La artesanía y otras industrias a pequeña escala, la agricultura, el pastoreo, los servicios y energía descentralizados, tienen el potencial de mantener o crear medios de vida para millones de indios. Pero, como hemos visto antes, esto requiere cambios fundamentales en nuestro funcionamiento económico y político.
¿Se puede usar la crisis de covid-19 como una oportunidad para hacer esta corrección de rumbo?
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Ashish forma parte de Kalpavriksh y Vikalp Sangam, en Pune.
Fuente: http://espai-marx.net/?p=7535