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Entrevista a Carlos Taibo

Rusia en América Latina, entre el comercio y la geopolítica

Fuentes: BBC Mundo

El interés comercial y económico es central en la visita que hace el presidente de Rusia, Dimitri Medvedev, a varios países de América Latina. Pero también existe una fuerte dimensión simbólica: «Recordarle a Estados Unidos que Rusia puede tener influencia en espacios geoestratégicos muy próximos al territorio norteamericano». De esta manera respondió Carlos Taibo Arias, especialista en estudios rusos, a varias de las preguntas de los lectores de BBC Mundo sobre el significado del reciente activismo ruso en la región.

¿Qué provecho puede sacar América Latina de Rusia?, pregunta Ricardo Vega, de la Ciudad de México. Desde Alemania, Gregorio Galazka, lo formula de otra forma: ¿Qué puede ofrecer una alianza con la Rusia actual que (los países latinoamericanos) no hayan podido conseguir con la de Estados Unidos?

«América Latina está interesada en diversificar su régimen de relaciones políticas y comerciales. Su dependencia con respecto al gran gigante del norte, Estados Unidos, es abusiva y, en ese sentido, es saludable que se establezca esa diversificación de tal suerte que se amplíen las relaciones con la Unión Europea, que se amplíen las relaciones horizontales con África o con Asia y que se busquen nuevos socios. No olvidemos que la Federación Rusa es, en una lectura legítima, una potencia emergente que tiene activos interesantes para los países de América Latina.»

Rusia no es lo que era en los 60 -dice José Rodríguez, de Lima, Perú-, años en los que pertenecer al eje de un imperio tan grande podría parecer muy interesante. ¿Qué tiene Rusia para ofrecer que pueda atraer de manera significativa la atención de las naciones sudamericanas que en estos tiempos prefieren construir su propio eje?

«Rusia es, en primer lugar, un país con cierto desarrollo tecnológico bastante notable en algunos ámbitos. También es un productor importante de materias primas energéticas, algo interesante para aquellos países de América Latina que no disponen de estas últimas. Y, en tercer término, ofrece un mercado razonablemente prometedor, en expansión, al menos desde el año 2000.

Al margen de lo anterior, en el terreno político, es una de esas potencias que ejercen de contrapeso de la hegemonía estadounidense, y esto puede ser un activo interesante para aquellos países que están buscando en América Latina hacer frente a esa sumisión visible que sus Estados han padecido en el pasado con respecto a Estados Unidos.»

Adriana Barrios, de Caracas, Venezuela, pregunta qué lectura podría darle la nueva administración de EE.UU. a la gira del presidente ruso, teniendo en cuenta el despliegue estadounidense en Europa Oriental (radares y misiles). La misma pregunta hacen varios lectores, como Edward Paniagua, de República Dominicana.

O Marlon García, desde Santa Clara, California, EE.UU., quien formula: ¿Hasta dónde cree que Rusia desea llegar con sus maniobras militares en el área de influencia de EE.UU.?

¿Creé que sea una medición de fuerza o Rusia esta interesada en ayudar a Latinoamérica?, plantea Roger González, de Panamá.

«Éste es uno de los elementos interesantes para evaluar la política rusa, aunque sospecho que la política rusa obedece más bien a intereses comerciales que se vuelcan en los países visitados por Medvedev. En Cuba porque es un aliado tradicional del pasado, con el cual hay una inercia de relaciones.

Pero en Venezuela, porque es un país importante en su condición de productor de materias primas energéticas. En el ámbito militar, intuyo que si Venezuela ha buscado la adquisición de armas rusas es antes por efecto de su imposibilidad para comprar armas en otros mercados más vinculados con los intereses del mundo occidental.

Creo que es el propósito del gobierno de Chávez de romper amarras con una relación tensa con EE.UU. y buscar otras contrapartes.

Y en Brasil, porque es la principal potencia regional en el terreno económico y comercial en América Latina.

Creo que esta dimensión es la principal, pero es verdad que hay otras subterráneas, en virtud de lo cual Rusia desea dar algún tipo de respuesta a una política muy agresiva que Estados Unidos ha desplegado en su propio «patio trasero».

Pienso ante todo en el Cáucaso, y en ese sentido, sin duda hay una dimensión simbólica interesante del viaje de Medvedev, que consiste en recordarle a Estados Unidos que Rusia también está en disposición de mejorar sus posibilidades en recintos geoestratégicos muy próximos al territorio norteamericano y moderadamente preocupantes para Estados Unidos.»

¿Podríamos estar hablando de una nueva Guerra Fría si Rusia continúa aumentando sus intereses en el área latinoamericana?, pregunta Carlos Salazar, de Ciudad Ojeda, Venezuela. Lo mismo hacen Richard Vera, de Trujillo, Perú; Darío Valero, de Madrid, España, y Walter Gutierrez, de Guatemala.

Yo creo que la metáfora de la Guerra Fría está de más en este caso. Me parece que los viajes de Rusia se atienen a dinámicas mucho más tradicionales y que no reclaman del empleo de conceptos tan agudos. Al margen de lo anterior, creo que no debemos olvidar que tanto Rusia como EE.UU. comparten hoy el mismo sistema económico, con modulaciones eventualmente diferentes, pero en sustancia es el mismo sistema. Esto no ocurría antes de 1991.

En segundo término, la candidatura de Rusia para liderar un bloque de oposición al mundo occidental creo que, hoy por hoy, es muy débil. Bastará con recordar que el gasto militar ruso está años luz del gasto militar estadounidense. No sólo eso, está por debajo del gasto militar del Reino Unido, de Francia y de Alemania. Lo he dicho bien: cuatro estados miembros de la OTAN, la alianza atlántica, destinan a defensa más de lo que destina la Federación Rusa.

¿Se puede aún considerar a Rusia como una «influencia socialista» en América Latina?, pregunta William Salazar, de Venezuela.

«Evidentemente, no. Rusia no es un modelo socialista. Es un modelo de capitalismo probablemente inserto en alguna de las modalidades más activas de la globalización, con lo cual el código ideológico que podía invocarse en el pasado hoy ha perdido todo sentido.

La sugerencia de que Rusia busca gobiernos de izquierda podría llevar a la conclusión de que en Rusia hay un gobierno emplazado ideológicamente a la izquierda, algo que los hechos desmienten de manera palmaria.

Lo que ocurre es que determinadas contingencias del escenario internacional facilitan este tipo de lecturas que son más bien producto de algo que viene del pasado y que se ajusta un poco a las realidades del presente.

Y me imagino perfectamente a Medvedev visitando Colombia o haciendo lo propio con México, dentro de unos meses.

Omar Pérez Veloz, de Santo Domingo, República Dominicana, comenta que el liderazgo de Estados Unidos en América Latina ha menguado por su política internacional. ¿Por qué Medvedev hace la vista en este momento? ¿Aprovecha Rusia la transición que se vive en EE.UU.?

«No me lo parece. Es más razonable invocar en este caso el desarrollo convencional y cotidiano de unas relaciones que han estado presentes desde mucho tiempo atrás.

Tendríamos que hacer preguntas similares sobre viajes de los presidentes rusos a Asia o África, recintos en los cuales, probablemente, esta dimensión subterránea de confrontación con Estados Unidos no está tan claramente presente.

Entiendo que la visita rusa estaba programada desde antes. Establecer una relación como algunos hacen, por ejemplo, entre el viaje de Medvedev y la crisis en el Cáucaso en el verano es echar mano de la imaginación.

Carlos Taibo Arias es profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid y experto en temas rusos. Es autor de: Rusia en la era de Putin (Catarata, Madrid, 2006), La explosión soviética (Espasa, Madrid, 2000), Sobre política, mercado y convivencia (Catarata, Madrid, 2006), La Unión Soviética. El espacio ruso-soviético en el siglo XX (Síntesis, Madrid, 1999).