En los años recientes, las relaciones entre los países centroamericanos y la Federación Rusa han dado un salto cualitativo, superando las rémoras ideológicas de la Guerra Fría y los pragmatismos liberales de gobiernos proestadunidenses que marcaron la pauta durante la mayor parte del siglo XX. Este resultado nos indica los cambios globales actuales, la constante […]
En los años recientes, las relaciones entre los países centroamericanos y la Federación Rusa han dado un salto cualitativo, superando las rémoras ideológicas de la Guerra Fría y los pragmatismos liberales de gobiernos proestadunidenses que marcaron la pauta durante la mayor parte del siglo XX.
Este resultado nos indica los cambios globales actuales, la constante transición de un mundo unipolar a un mundo multipolar y, en este escenario geopolítico, el rol que juegan hoy geográficamente los países del Istmo, de Guatemala a Panamá.
¿Cuáles son las condiciones que han hecho posible despertar las relaciones entre Rusia y Centroamérica?
En primer lugar, los profundos cambios comerciales interoceánicos que experimentan los cinco continentes en al actual despliegue del capital, su concentración y centralización de alta densidad con la subsecuente multiplicación y apertura de mercados de producción, circulación y consumo de mercancías y valores. A este proceso se le ha denominado mundialización del capital.
La región centroamericana se erige como el strategy bridge international entre los océanos de mayor flujo comercial ultramarino, el Atlántico y el Pacífico, donde se ubican las potencias Rusia, China, Estados Unidos y Europa.
Esta condición geográfica relanza a Centroamérica como la línea divisoria más estrecha entre ambos océanos, por lo tanto, de mayor facilidad para cruzar de un lado a otro, situación ventajosa para las inversiones masivas de capitales en infraestructura, rutas comerciales marinas, tecnologías de punta aeroespacial, energéticas y bioprospección acuática.
En segundo lugar, se trata de un nudo económico, de la intersección-tensión entre proyectos promovidos por países centrales de Europa, Asia y Norteamérica. Específicamente, el Tratado de Libre Comercio (CAFTA-DR) y el Asocio para el Crecimiento con los Estados Unidos; el Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) donde participan Rusia, China y Japón; y el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea (ADA). Además del proceso propio de integración con el Sistema de Integración Centroamericana (SICA).
Estos megaproyectos delinean una nueva geopolítica del poder. Acercan perspectivas económicas de antiguas potencias y potencias emergentes un tanto discontinuas y disímiles unas de otras, pensadas y articuladas en direcciones diferentes y, a veces, contrapuestas. Se trata de una reunión de vectores de fuerza donde convergen pero con intereses diferentes.
Y en tercer lugar, la disputa por el liderazgo mundial de bloques regionales de poder económico y político. En el año 2011, el prestigioso diario inglés Financial Times publicó una investigación donde asegura que en tres espacios geográficos, Estados Unidos, Europa y Japón, residen el 90 por ciento de las corporaciones del gran comercio, la banca y la industria. Las decisiones económicas mundiales se deciden allí, según el rotativo.
Por tanto, la hipótesis vale en el sentido de que hasta ese año el poder real mundial se concentró en estos polos económicos regionales. Allí es donde se decidían en mayor grado el presente y el futuro del género humano; también se decidían las tasas relativas de explotación, las ganancias relativas y las políticas geoestratégicas acorde con las necesidades empresariales.
Sin embargo, las economías emergentes como China, Rusia, India, Brasil, Sudáfrica, integrados en el bloque BRICS, generan un contrapeso con relativa eficacia y que ha despegado con mayor fuerza en los últimos cinco años, sobre todo a raíz de la crisis sistémica financiera con epicentros precisamente en los otrora centros del poder mundial, Japón, Estados Unidos y Europa.
Con el estallido del sistema financiero anglosajón, el juego de poder global ha cambiado en poco tiempo trastocando las reglas y las perspectivas del orden mundial a mediano y largo plazo, donde se vislumbran poderes mundiales compartidos, influencias paralelas en regiones específicas del planeta y tensiones multipolares. El poder global que parecía concentrarse en un solo polo tiende a recomponerse y compartirse entre bloques.
Acuerdos entre Rusia y Centroamérica
En este escenario se enmarcan los países Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y también Panamá. Su situación geopolítica está atravesada por la dinámica protoestatal regional en constante transformación.
Los países centroamericanos impulsan acercamientos con las potencias emergentes. Y lo hacen con iniciativas propias o comunes. Mantienen acuerdos en bloque o individuales y van escalando posiciones.
Con Rusia han dado los primeros pasos de reciprocidad y complementariedad diplomática. Por ejemplo, hace unos días, El Salvador y Rusia sostuvieron la V Reunión de Consultas Políticas con el fin de fortalecer vínculos.
Los vicecancilleres destacaron el avance en materia económica y cooperación que desde octubre de 2010 comenzó a delinearse con la apertura de la embajada salvadoreña en Moscú y el relanzamiento diplomático bilateral.
Los proyectos son comerciales, intercambio cultural y educativo, tecnologías de punta, turismo, agricultura, seguridad y combate al crimen organizado.
En los últimos 3 años el valor de los intercambios comerciales entre la Federación Rusa y El Salvador, oscilaron entre los 30 y 60 millones de dólares anuales.
Los alcances se reflejan en el comercio de alimentos, el suministro de la industria automovilística y construcción, turismo binacional de ciudades compartidas y el acuerdo de intercambio entre el Instituto Especializado de Educación Superior para la Formación Diplomática del Ministerio de Relaciones Exteriores de El Salvador y la Academia Diplomática del Ministerio de Relaciones Exteriores de la Federación Rusa.
Se trata de un alcance «sin ataduras ideológicas» como lo han definido sus promotores. Se abrió así un vínculo de propuestas diversas y respeto mutuo.
Luego de dos décadas de la firma de los Acuerdos de Paz que puso fin a la guerra civil, El Salvador también comenzó a abrir otros nuevos horizontes de relación diplomática con Camboya, Vietnam, Indonesia, Cuba y China.
Nicaragua es otro país centroamericano que ha profundizado las relaciones con Rusia. Además de lo económico, social, tecnológico y el turismo, los acuerdos binacionales alcanzan otras áreas de interés mutuo.
A finales de octubre recién pasado, suscribieron el convenio de Protección de Inversiones sobre seguridad y cooperación económico-militar en el marco de la lucha contra el crimen organizado. Se encuentra en proceso de construcción un centro de entrenamiento para agentes antidrogas.
Honduras celebró recientemente la apertura de su embajada en Moscú después de 23 años de frías relaciones. Es el último país centroamericano que instaló su representación diplomática en Rusia. No obstante, los acuerdos trazados van orientados a los procesos de seguridad, megaproyectos energéticos, infraestructura y los componentes humanitario, científico como educativo.
Guatemala también mantiene un convenio de seguridad y lucha contra el narcotráfico, el cual se encuentra en fase de consolidación. En 2010 se inauguró en la capital guatemalteca el centro cultural ruso donde se promueve la cultura y la educación binacional.
Según las autoridades diplomáticas rusas, la relación comercial bordea los 40 millones de dólares anuales. Está en prospectiva también la exploración y explotación energética entre ambas naciones en aguas territoriales guatemaltecas.
Costa Rica ha profundizado sus relaciones culturales con Rusia. Cuenta con cooperaciones en temas relacionados al cine, artes escénicas, museos y modernas bibliotecas.
En las áreas de mayor incidencia binacional se encuentran el comercio, seguridad y tecnología a partir de sus relaciones en la llamada Cuenca del Pacífico o Transpacífico, proyectos donde convergen países latinoamericanos y asiáticos.
Y Panamá que destaca las áreas de seguridad, comercio y educación y el dinámico puente de desarrollo con el tercer vínculo además de los dos océanos, la entrada a Sudamérica.
A nivel de bloque, el llamado SICA ha suscrito 22 proyectos de seguridad y lucha contra el crimen organizado, además de programas de integración social y lucha contra la pobreza. Son cinco los ejes temáticos: integración económica, fortalecimientos de instituciones de la integración, gestión de riesgos y cambio climático, seguridad y pobreza.
De esta manera, Centroamérica se ubica en el tablero geopolítico mundial actual con altas potencialidades. ¿Podrá consolidar su integración y fortalecerse en el nuevo orden mundial en construcción o seguirá con la carga histórica de región periférica y subordinada? ¿Podrá dar a sus ciudadanos y pueblos la posibilidad de vivir mejor? Las preguntas son en realidad desafíos y sus acciones definirán, en el actual mundo cada vez multipolar, las respuestas.
Este artículo fue publicado originalmente en RT: http://actualidad.rt.com/blogueros/ricardo-martinez/view/111700-rusia-centroamerica-novedad-geopolitica
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