El Gobierno serbio ha pedido a los serbios de Kosovo que boicoteen las elecciones legislativas convocadas para el 17 de septiembre en la provincia de mayoría albanesa administrada por la ONU. «Ocho años después del establecimiento de la misión de la ONU en Kosovo no se han asegurado las condiciones elementales para una vida segura […]
El Gobierno serbio ha pedido a los serbios de Kosovo que boicoteen las elecciones legislativas convocadas para el 17 de septiembre en la provincia de mayoría albanesa administrada por la ONU.
«Ocho años después del establecimiento de la misión de la ONU en Kosovo no se han asegurado las condiciones elementales para una vida segura y libre para los serbios y otros no albaneses en la provincia», indica el comunicado gubernamental.
La nota agrega que es «deprimente que dos tercios de los serbios de Kosovo» todavía vivan como refugiados fuera de la provincia, ya que todavía no han podido retornar a sus hogares, que abandonaron a partir de 1999 ante el acoso albanés.
Mientras, el Gobierno aún no se no se ha pronunciado sobre si los serbios deberían participar o no en las elecciones locales en Kosovo, que se celebrarán también el 17 de noviembre.
El jefe de la administración interina de la ONU en Kosovo (UNMIK), Joachim Rücker, convocó las elecciones parlamentarias y locales hace dos semanas, aunque se reservó el derecho de posponer la fecha si su celebración influye en el proceso de negociaciones sobre el futuro estatuto de Kosovo.
¿Independencia o amplia autonomía?
La nueva ronda de negociaciones se abrió el mes pasado, al fracasar, por el rechazo de Rusia, el intento de que el Consejo de Seguridad de la ONU adoptase un plan que otorga a Kosovo una independencia tutelada internacionalmente, que Serbia rechaza.
La ‘troika’ de mediadores, EEUU, la Unión Europea y Rusia, deberá presentar un informe sobre los resultados al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, el 10 de diciembre.
Los albaneses, que son un 90% de los alrededor de dos millones de habitantes de Kosovo, reclaman la independencia como la única solución, que Belgrado rechaza tajantemente y ofrece a la provincia una amplia autonomía.
Unos 100.000 serbios que quedan en Kosovo denuncian ser discriminados y poco protegidos.