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Suramérica le da la ‘malvenida’ a Bush

Fuentes: La Prensa

Ningún presidente norteamericano ha deteriorado tanto la imagen de su país como lo hace George W. Bush. La irritación popular y el rechazo a su figura es de tal magnitud que hasta Mar del Plata en Argentina, llamada la «ciudad feliz», se ha transformado en una urbe aterrorizada por el estado policial que se ha […]

Ningún presidente norteamericano ha deteriorado tanto la imagen de su país como lo hace George W. Bush. La irritación popular y el rechazo a su figura es de tal magnitud que hasta Mar del Plata en Argentina, llamada la «ciudad feliz», se ha transformado en una urbe aterrorizada por el estado policial que se ha montado a raíz de su llegada para la IV Cumbre de Presidentes de las Américas. Dicen que no se habia visto esto ni en la peor época de la dictadura militar y hasta llevaron un portaaviones para hotel del estadounidense.

El país está alborotado temiendo los peor y preparándose para darle una malvenida a Bush. Las marchas de repudio, protestas, paros laborales y estudiantiles son diarios. La población llama a colgar telas negras en sus ventanas los días que permanezca en el territorio. Igualmente, en estos días tuvo lugar la Segunda Cumbre de los Pueblos Indígenas de Américas que dieron un rotundo no al ALCA y a Bush que estará este 3 y 4 de noviembre en el país. Hoy día, está planificada una marcha encabezada por Adolfo Pérez Esquivel y Armando Maradonna.

A la vez, la Alianza Social Continental convocó a la III Cumbre de los Pueblos bajo las consignas: «Otra América sí es Posible»; «Fuera Bush de Nuestro Territorio».

¿Se dará cuenta Bush que la época del «patio trasero» llega a su fin, y que los 530 millones de habitantes del continente ya no quieren más miseria? . Es muy posible que no. Teniendo en cuenta su coeficiente de inteligencia, seguramente sus «cerebros» le convencieron que está cumpliendo los «mandatos de Dios», y que los manifestantes son «excomunistas convertidos en terroristas». Para que no los vea, dicen que dormirá en el portaaviones como en su última visita a Chile. Igualmente han llevado en dos aviones Hércules, 500 agentes especiales armados hasta los dientes, su propia comida, armas pesadas y varios helicópteros artillados.

Nestor Kirchner ha desplegado 10 mil policías especializados y comandos militares acompañados por varios carros antimotines. La Fuerza Aérea dió órden a pilotos de los cazabombarderos A-4 «Fightinghawk» y a los de Mirage para que derriben cualquier avión que se acerque al local de la Cumbre. La Armada fue puesta en alerta y unas 200 manzanas aledañas a la Cumbre están acordonadas y sus habitantes circulan con carnets especiales. Los que pueden se han ido de la ciudad y muchos comercios han cerrado.

No sería extraño que suceda como en su visita a Perú el 2002, donde toda protesta contra Bush se apagó tras una extraña explosión que nunca fue aclarada.

Por otro lado, los medios argentinos, han sido instados a difundir noticias positivas sobre la Cumbre. «Están orinando y nos dicen que digamos que está lloviendo», ironizó un periodista radial de Mar del Plata.

Viendo la ciudad sitiada se diría que hay un golpe de estado o algún evento importantísmo, pero no es ni uno ni otro, simplemente una reunión que distraerá a Bush de sus problemas domésticos, del fracaso de su guerra en Irak y Afganistán, y de paso tratar de resuscitar lo muerto: el ALCA. Para los 34 presidentes latinoamericanos es otra reunión social donde asegurarán su futuro personal. Ni el más cínico de esos líderes cree en la utilidad de la agenda de la Cumbre cuyo lema principal es: «Crear condiciones para el trabajo decente y reforzar el rol de las pequeñas y medianas empresas». Saben que la globalizacion a la norteamericana, nunca lo permitirá.

Mejor hubiera sido la Cumbre en una isla solitaria y que Bush done los 60 millones de dólares que gasta en el despliegue, a los sobrevientes del huracán Katrina y Wilma que hasta ahora no son atendidos. Igualmente, Kirchner ha debido distribuir los 40 millones de dolares del derroche, para los piqueteros desocupados que languidecen en las calles de Argentina.

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