Las denuncias de que Tailandia utilizó bombas de racimo en los últimos choques fronterizos con Camboya son nuevo motivo de tensión entre los dos vecinos, y causan alarma internacional. El grupo por el desarme Coalición contra las Municiones de Racimo (CMC, por sus siglas en inglés) informó a comienzos de este mes haber confirmado que […]
Las denuncias de que Tailandia utilizó bombas de racimo en los últimos choques fronterizos con Camboya son nuevo motivo de tensión entre los dos vecinos, y causan alarma internacional.
El grupo por el desarme Coalición contra las Municiones de Racimo (CMC, por sus siglas en inglés) informó a comienzos de este mes haber confirmado que Tailandia utilizó esas armas durante las escaramuzas entre tropas de los dos países en febrero, en una disputa por un área cercana al templo de Preah Vihear.
El grupo señaló que fue la primera vez que esas armas fueron empleadas desde que entró en vigor un histórico tratado que las prohíbe, aunque el gobierno tailandés aún niega que los explosivos específicos que lanzó estén incluidos en el tratado.
La CMC dijo que el embajador de Tailandia ante la Organización de las Naciones Unidas en Ginebra, Sihasak Phuangketkeow, reconoció en una reunión este mes que las tropas de su país habían disparado proyectiles DPICM en los combates de febrero.
La directora de la coalición, Laura Cheeseman, dijo estar «horrorizada» por el hecho de que el ejército tailandés haya recurrido a bombas de racimo. «Tailandia había sido líder en la prohibición global a las minas antipersonal, y es inconcebible que usara bombas prohibidas que mataron indiscriminadamente e hirieron a civiles de forma similar», dijo Cheeseman en una declaración.
Sin embargo, Tailandia se niega a clasificar a las armas usadas como bombas de racimo. Funcionarios tailandeses dijeron que los soldados lanzaron los explosivos en respuesta a los cohetes disparados por las fuerzas camboyanas. «Los soldados se defendieron cuando fueron atacados por múltiples cohetes», dijo a IPS el portavoz del gobierno, Panitan Wattanayagorn. «Cuando se atacaron a civiles en Tailandia, se defendieron usando un tipo especial de armamento, incluyendo» al DPICM, indicó.
Las bombas de racimo están diseñadas para estallar en el aire sobre sus objetivos, liberando infinidad de bombetas con alto poder explosivo en un amplio radio. Críticos señalan que esas sub-municiones muchas veces no estallan en el impacto, y quedan enterradas, suponiendo un grave peligro para civiles.
La CMC informó que sus miembros habían examinado dos áreas afectadas en torno al templo de Preah Vihear –incluido en la lista de patrimonio de la humanidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco)– y encontraron varios tipos de bombetas de racimo, incluyendo al sub-munición M85, del DPICM.
Un informe de 2007 del grupo noruego People’s Aid concluyó que los índices de falla de las sub-municiones M85, producidas por Israel, eran inaceptablemente altas.
Aunque contienen mecanismos de autodestrucción que garantizan que no más de uno por ciento de las bombetas fallen, el informe estima que las bombas de racimo lanzadas en Iraq y Líbano tuvieron índices de falla de hasta 12 por ciento en algunos casos.
Un típico proyectil de 155 milímetros puede portar en su interior 49 bombetas M85, lo que significa que un solo cohete podría dejar al menos cinco sub-municiones sin estallar en un radio de tres hectáreas.
La directora del grupo Servicio Jesuita para el Refugiado en Camboya, Denise Coghlan, fue parte de un grupo que visitó el área de Preah Vihear poco después de los combates de febrero. Dijo que dos hombres habían muerto y otras dos personas habían perdido sus extremidades luego de que estallaran las bombas de racimo. «Me indignó mucho que personas murieran o resultaran heridas por municiones de racimo», dijo Coghlan a IPS. «Es una flagrante violación al nuevo derecho internacional».
Aunque el gobierno de Tailandia insiste en que el proyectil DPICM no es una bomba de racimo, otros observadores lo critican duramente.
«Noruega condena todo tipo de uso de municiones de racimo», dijo el canciller noruego Jonas Gahr Store este mes. «Esas armas matan y amputan miembros de civiles, y tienen consecuencias humanitarias inaceptables mucho después de que son usadas».
«Asia sudoriental es una región que ya ha sido duramente afectada, y el incidente fronterizo entre Camboya y Tailandia demuestra claramente por qué esta arma está prohibida», añadió.
Gran Bretaña también expresó su inquietud por las denuncias. «Que hayan podido ser usadas esas municiones es de algo seria preocupación para el Reino Unido», dijo a IPS una portavoz de la Oficina de Asuntos Exteriores y Commonwealth (Mancomunidad Británica de Naciones). «Condenamos en los términos más fuertes el uso de municiones de racimo, que causan un inaceptable daño en la población civil», añadió.
La CMC, por su parte, señaló que el aparente uso de Tailandia de esas armas contra Camboya tendría que hacer pensar a ambos países para que firmen la Convención contra Municiones de Racimo.
El tratado, que prohíbe a las partes utilizar o almacenar esos explosivos, entró en vigor el año pasado, pero ni Tailandia ni Camboya lo han suscrito.
Y lo más probable es que el incidente de febrero aleje a ambos países de la Convención.
Camboya fue en su momento un abierto defensor del pacto, pero sorprendió a observadores al no firmarlo en 2008 arguyendo las actuales tensiones fronterizas con Tailandia y la necesidad de determinar su actual reserva de bombas de racimo. «Todavía lo estamos estudiando. Desde un punto de vista militar, es difícil tomar una decisión mientras la otra parte usa ese tipo de municiones contra nosotros», dijo a IPS el secretario de Estado camboyano Prak Sokhon y asesor del primer ministro Hun Sen sobre el tema.