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Tambores de guerra. De Iraq a Irán: las mismas mentiras y el mismo lenguaje

Fuentes: Global Reasearch

Traducido para Rebelión por Felisa Sastre

Si se compara la preparación de la crisis que condujo a la guerra de agresión contra Iraq con la actual para justificar la agresión contra Irán, es improbable que se encuentren diferencias. Las mentiras y el lenguaje utilizados son los mismos. La vía hacia una resolución pacífica se ha reemplazado, de forma deliberada, por la de la guerra de agresión. La razón es la de manipular la opinión pública y justificar otro ataque contra una nación musulmana.

Para poner en marcha una guerra de agresión- tal como ha ocurrido en todas las guerras estadounidense-británicas- tiene que elaborarse una crisis y venderla a la gente. Se tienen que inventar mentiras, manipular el lenguaje para engañar y justificar la guerra. Ha de demonizarse a los líderes del país elegido como objetivo y hay que calificar a sus gentes de «víctimas» desvalidas necesitadas de la ayuda del «hombre blanco».

La inexistencia de negociaciones se suplanta por «la interrupción de las negociaciones»; la investigación científica con fines pacíficos se convierte en «fabricación de bombas nucleares» y el gobierno elegido democráticamente se transforma en «régimen dictatorial». Las diferencias mínimas estriban en el énfasis de los discursos. A Colin Powell y Hans Blix les han sustituido la retórica todavía más enérgica de Condoleeza Rice y Mohamed El Baradei.

Irán ya era objetivo de la intimidación estadounidense antes de la actual crisis montada por Estados Unidos. Junto a Iraq, Irán se ha convertido en objetivo de la administración Bush desde 2001. Si George Bush incluyó a Corea del Norte en su «Eje del Mal» fue sólo como una maniobra de distracción para engañar al mundo: así su «guerra contra el terrorismo» no era una guerra mesiánica contra los musulmanes. Según ésta, los Estados Unidos están por encima de la ley. Aunque se trate de investigación científica y de tecnología, los países árabes deberían pensárselo dos veces antes de suscitar la cólera de la violencia estadounidense.

Los pretextos de que se han valido para la actual crisis, inventada por Estados Unidos, son que Irán está en proceso de «fabricar materiales nucleares» que pudieran utilizarse para la producción de armas nucleares. Por supuesto, no hay pruebas. Como en el caso de Iraq, Irán no está haciendo nada ilegal y la acusación no es ni más ni menos que un pretexto para una guerra de agresión.

Las razones para cualquier agresión estadounidense contra Irán no son diferentes de las que dieron lugar a la guerra contra Iraq: el derrocamiento del gobierno independiente de Irán; el control estadounidense de sus reservas de petróleo; y el incremento del dominio y el expansionismo de la política sionista de Israel. Además, Irán se está utilizando como pretexto para normalizar lo inimaginable: el uso de armas nucleares y de una guerra nuclear futura contra los países en desarrollo no occidentales.

Al fracasar en la obtención de una victoria en la guerra de Iraq, y enfrentados a la resistencia feroz del pueblo iraquí, Estados Unidos se sirve de sus aliados europeos como instrumento para el montaje de otra crisis y la venta de otra guerra arropada por los europeos. Los aliados tras las bambalinas (Francia y Alemania) en la guerra de Iraq han resucitado rápidamente para dirigir las acusaciones en la próxima guerra, y el presidente Jacques Chirac ya ha empezado a hablar de atacar con armas nucleares a los «enemigos» de Francia.

Por otra parte, Irán no está haciendo nada ilegal. Irán ha firmado el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (NTP, en sus siglas inglesas). El actual programa nuclear iraní fue bendecido por la Administración estadounidense en 1957, tras el golpe de Estado patrocinado por Estados Unidos contra el primer ministro, Mohamed Mossadegh, democráticamente elegido. En efecto, Donald Rumsfeld , Dick Cheney y Paul Wolfowitz apoyaron a Irán en su propuesta de convertirse en una potencia nuclear durante la administración de Ford, en la que los tres polluelos de halcón tuvieron altos cargos.

El conflicto actual con Irán sobre una «amenaza» nuclear es, lisa y llanamente, la habitual amenaza de la que se valen Estados Unidos y sus aliados para intimidar y amedrentar a los países que tienen un gobierno independiente. Después de Iraq, Irán es el único que queda. No existe prueba alguna de que Irán tenga un programa secreto de fabricación de armas. Irán ha firmado el NPT y, como cualquier otro país, tiene el derecho de seguir con la investigación tecnológica con fines pacíficos- en el campo de la medicina y en el de la energía- en el marco del NPT. Más aún, Irán no es una amenaza para la paz mundial y no está implicada en ocupaciones coloniales ni agresiones.

Por contraste, Israel está armada hasta los dientes con masivos arsenales de armas nucleares, químicas y biológicas y además no ha firmado el NPT. Israel es una potencia colonial y ha amenazado a Irán y Siria en el pasado. El Estado judío está ilegalmente implicado en el expolio de las tierras del pueblo palestino, y continúa con la ocupación ilegal de territorios sirios y libaneses.

A pesar de la creciente amenaza de Israel a los pueblos de la zona y a la paz mundial, a Israel de forma deliberada se le deja al margen de esta farsa y se le califica de país «que se defiende». Sin embargo, muy al contrario, Israel «representa una enorme amenaza para la paz mundial», y este peligro debería tomarse muy en serio.

La postura de Estados Unidos y Europa es la de la ley del embudo: unas normas para Israel y otras para el resto del mundo. Así, a Israel se le puede permitir usar misiles nucleares contra búnkeres de fabricación estadounidense para atacar las instalaciones de investigación iraníes. Es indecoroso negar a Irán el derecho de proseguir una investigación y tecnologías pacíficas mientras se continúa suministrando armas a un monstruo armado hasta los dientes.

Los occidentales deberían reconocer el peligro del terrorismo de Israel contra los pueblos nativos de la región, terrorismo que lleva a cabo con el apoyo del gobierno de Estados Unidos y sus aliados europeos, que no sólo le facilitan el soporte político y económico sino que están preparados para actuar como representantes de Israel y facilitar así el terrorismo israelí. Los agentes del servicio de inteligencia de Israel (Mossad) que actúan en todo el mundo van provistos de pasaportes de países occidentales – estadounidenses, canadienses, alemanes y suizos- para ocultar su verdadera identidad y llevar a cabo en todo el planeta actividades de espionaje y terrorismo, en especial en el Mundo Islámico.

Ha sido duro para la imaginación occidental reconocer la condición de seres humanos a gentes de distinto color (afganos, palestinos, iraquíes o iraníes) que soportan los horrores de Occidente e Israel. Este racismo profundamente arraigado, sionista-occidental, que se arrastra todavía del colonialismo, se promueve, en lugar de contrarrestarlo, desde los principales medios occidentales de información y por los expertos siempre que se preparan para la guerra. En efecto, la ignorancia occidental de las masacres masivas de hombres, mujeres y niños iraquíes llevadas a cabo por las tropas estadounidenses y británicas se matiza con la idea de que los iraquíes y los musulmanes son seres inferiores. Una guerra de agresión contra Irán serviría para confirmar semejante ignorancia y bien arraigado racismo.

Permanecer en silencio ante otra guerra agresiva es convertirse en cómplice. La única solución pacífica y sencilla de la violencia es la completa finalización de la ocupación colonial en la región y el establecimiento de una zona sin armamento nuclear que incluya a Israel.

Ghali Hassan es colaborador de Globalresearch y vive en Perth, Australia.

Enlace original:

http://www.globalresearch.ca/index.php?context=viewArticle&code=HAS20060120&articleId=1763