La robotización va hacer desaparecer millones de empleos. Ese es el nuevo mantra que los economistas del sistema repiten machaconamente y que tiene como objetivo presentar como problema lo que bien pudiera ser una solución. Pero no adelantemos acontecimientos y analicemos la película por partes. Terminator entra en acción El año 2013 los profesores de […]
La robotización va hacer desaparecer millones de empleos. Ese es el nuevo mantra que los economistas del sistema repiten machaconamente y que tiene como objetivo presentar como problema lo que bien pudiera ser una solución. Pero no adelantemos acontecimientos y analicemos la película por partes.
Terminator entra en acción
El año 2013 los profesores de la Universidad de Oxford C.B Frey y M.A. Osborne presentaban un trabajo titulado The future of the employment en el que alertaban que «de acuerdo con nuestras estimaciones el 47% de los empleos están en riesgo» (Frey y Osborne, 2013). En este famoso y emblemático trabajo se anunciaban de forma dramática la desaparición de un buen número de ocupaciones y, por si fuera poco, correlacionaron negativamente salario y computarización. O dicho de otra forma, que los procesos de robotización iban a generar, también, la disminución de los salarios. Terminator entraba fuerte en escena disparando, sin contemplación alguna, contra empleos y salarios.
Obviamente, el debate sobre las consecuencias del desarrollo tecnológico en el empleo no es nuevo y podemos recordar, por ejemplo, al movimiento ludita del siglo XIX destruyendo las máquinas que supuestamente iban a acabar con el empleo. Lo cierto es que la tecnología siguió avanzando y el número de personas empleadas también.
Ahora, sin embargo, el anuncio sobre la amenaza tecnológica o de la robotización no proviene de la clase trabajadora. Son los economistas e instituciones económicas del establishment las que de forma permanente nos acribillan con informes que vienen a recordarnos que Terminator 4.0 está a la vuelta de la esquina.
Por ejemplo, el informe Industria 4.0: Global Digital Operations Study 2018 realizado por la consultora PwC para 27 países hablaba del fuerte efecto que iba a tener la automotización en el empleo y cifraba, por ejemplo, que el 34% de los empleos del estado español iban a ser automotizados para el 2030.
El Foro Económico Mundial que anualmente se reúne en Davos (Suiza) lleva años introduciendo este tema en su programa de debate y con ello, obviamente, pretende extender dicho debate al conjunto de la opinión pública mundial. De hecho, recientemente este mismo organismo acaba de publicar The Future of Jobs 2018 en el que se vaticina la posible pérdida de 75 millones de empleos, aunque también habla de la creación de nuevas ocupaciones. Este trabajo, además, es la segunda edición de un primer informe publicado en 2016 en el que se anunciaba la inmediata pérdida de 5 millones de empleos en cinco años.
Es evidente la intención del foro de los más ricos del planeta por insertar permanentemente este debate en los medios y para ello, bien en forma de informes bianuales o programándolo en sus reuniones anuales, nos recuerdan que independiente de su magnitud, es cosa de tiempo, Terminator viene a por nosotr@s.
Terminator acabará contigo, no te resistas
Durante los últimos años también se han elaborado otro tipo de informes y trabajos que han refutado dicha tesis. Por ejemplo, el trabajo publicado por Wolfang Dauth y otros sobre el tema, para el caso alemán, afirma que «los robots no han tenido un efecto agregado en el empleo alemán» (Dauth y otros, 2017). Claro que para comprender las razones de dicha afirmación, a continuación, señalan que «este efecto parece deberse en gran medida a los esfuerzos de los consejos de trabajo y los sindicatos» (ídem). Obviamente, hay quien no desea que se hable de esta parte y, por tanto, algunos estudios tienen más reflejo que otros en los medios de comunicación.
¿Pero y qué busca el establishment con la publicación de dichos trabajos apocalípticos? Pues ni más ni menos que titulares, por ejemplo, como el publicado por El País en noviembre del 2017: «La robótica eliminará hasta 800 millones de empleo en el 2030 (El País, 2017). Y si alguien tiene duda de las intenciones del diario, añado el segundo titular de la noticia que nos alivia la dramática amenaza al decir que si bien Japón, EEUU y Alemania serán los más golpeados por la automatización, «El impacto en México será menor por los bajos sueldos» (Ídem). ¿Bajar los sueldos es la solución?
En este caso el informe fue realizado por la Consultoría Mackinsey Global Institute. Vease la calidad científica del mismo que calculaba entre 400 y 800 millones los empleos que iban a desaparecer. ¿Y qué más da que un estudio de semejantes características se parezca más a una predicción de cualquier adivinador televisivo que a una investigación científica, si lo que buscaban la Consultoría Mackinsey Global y El País era meternos el miedo hasta los huesos?
Dice Marina Garcés que vivimos un tiempo donde todo se acaba, se agota y «ya hace tiempo que se decretó la muerte del futuro y la idea de progreso» (Garces, 2017:14). La pérdida del futuro tiene consecuencias directas en la desaparición de un horizonte que nos marque el camino por donde transitar. Ello, obviamente, tiene consecuencias en nuestra forma de pensar, de reflexionar y, por ende, de actuar. La desaparición del futuro tiene consecuencias hoy, aquí y ahora en la medida que negandonos el poder avanzar, sólo nos queda retroceder o simplemente resistir de forma pasiva ante la que se nos avecina.
La robotización o la digitalización pudieran aparecer como la solución a muchos de nuestros problemas, sin embargo, son presentadas, representadas, como auténticas amenazas con las que resulta inútil combatir. «La fascinación por el apocalipsis domina la escena política, estética y científica. Es una nueva ideología dominante que hay que aislar y analizar, antes de que como un virus, se adueñe de lo más íntimo de nuestras mentes» (Garcés, 2017).
El virus generador de las distopías 4.0 no tienen otro objetivo que negar la posibilidad de nuevas utopías 4.0 que puedan guiar nuestras luchas, nuestros esfuerzos y nuestras vidas.
Los marcos y conceptos del virus terminator
La robotización generará la desaparición de millones de empleos. Ese es el nuevo virus terminator que en forma de marco o frame pretende infectar nuestras mentes para negar una reflexión diferente a la establecida por el capital y sus intereses.
Es suficiente mirar en cualquier navegador de internet para comprobar que los medios del establishment correlacionan negativamente empleo y robotización. Además, lo hacen valiéndose de verbos como desaparecer, amenazar, eliminar, acabar, destruir y que no tienen otro objetivo que fortalecer el mencionado marco. Es verdad que podemos encontrar algún que otro artículo sobre las nuevas profesiones que generará la digitalización, pero el objetivo de dichos artículos es el mismo, en la medida que no niegan la supuesta tendencia global que correlaciona negativamente robotización y empleo. Y claro está, esa relación negativa se extiende a los salarios de donde se deduce que nos dirigimos, inexorablemente, a una sociedad dual con dos grandes tipos de empleos: unos pocos muy bien remunerados y otros, la mayoría, muy mal retribuidos. Y sigue Terminator acabando con todo tipo de esperanza; ni empleo, ni sueldo digno.
¿Pero y por qué es tan importante para el establishment taladrar nuestras mentes con dicho marco? El conocido sociólogo y promotor del Frame Analysis afirmaba lo siguiente: «el marco organiza algo más que el significado; organiza también la participación…los participantes normalmente no sólo adquirirán un sentido de lo que está pasando, sino que también (en cierto grado) quedarán espontáneamente absorbidos, enganchados, cautivados» (Goffman, 2006:359)
Ese, y no otro, es el objetivo del marco estudiado: engancharnos a una lógica sin solución. Una ecuación donde a la gran mayoría de los y las ciudadanas de a pie no les queda otro remedio que resignarse ante dicha evolución y aceptar, entre otras cosas, jornadas de 40 horas o más, bajadas de sueldo y un sistema socialmente injusto sin precedentes.
Se puede plantear, con absoluta lógica que la robotización y la digitalización debieran dar pie, directamente, a la reducción de la jornada laboral, pero, obviamente, al capital no le interesa dicho debate. Como está ocurriendo, le es mucho más rentable extender la utilización de los contratos parciales involuntarios, con sueldos miserables, que aceptar una lógica e histórica reducción de la jornada laboral debida a los avances tecnológicos.
En La Vigencia de El Manifiesto Comunista, reflexionando sobre el tema, Zizek se pregunta si «no es esta amenaza una buena razón para reorganizar la producción de manera que los obreros trabajen menos? En pocas palabras, ¿no es este problema su propia solución?» (Zizek, 2018:14). ¿Y por qué nos presentan como problema lo que bien pudiera ser una solución?
Pero, además, hay otras razones importantes por las que machaconamente el poder económico y financiero mundial, nos repite mediante sus voceros que la robotización destruirá «empleo». Si, ellos siempre dicen empleo, porque saben, cómo sabemos tod@s, que los robots lo que hacen es disminuir el «trabajo». Si, las palabras importan. Y si, además, son elementos principales de los marcos mentales que pretenden condicionar nuestros marcos de reflexión y acción, las palabras importan mucho más.
Utilizar empleo y no trabajo, deja fuera de nuestro marco reflexivo el trabajo no remunerado. Utilizar empleo y no trabajo deja fuera la economía de los cuidados. Utilizar empleo y no trabajo posibilita hablar, como mucho, del reparto del empleo, pero en ningún caso del reparto del trabajo.
Pero, todavía, hay más. Dice Amaia Pérez de Orozco que la diferencia entre una economía de género y una economía feminista es que la primera tiene como objetivo integrar la mirada del feminismo en los conceptos ya establecidos de la economía. Sin embargo, para la economía feminista «pensar e intervenir sobre la economía implica cambios de mayor calado que, a menudo, conllevan rupturas conceptuales, metodológicas y políticas» (Pérez Orozco, 2014:44).
Ese es, precisamente, el objetivo principal del virus terminator 4.0: negar la posibilidad de rupturas conceptuales y metodológicas que pongan en cuestión el discurso mayoritario de una ciencia económica que, desgraciadamente, se ha convertido en la ideología legitimadora básica y fundamental del sistema. El reto, por tanto, pasa por pensar, re-pensar, poner en cuestión sus conceptos, sus marcos y el conjunto de su modelo económico y social.
¿Y si empezamos a imaginar una utopía 4.0?
Nos dirigimos a una sociedad donde la robotización y la automatización se van a extender. Si, de acuerdo. Pero también nos dirigimos a una sociedad donde las personas mayores cada día van a ser más y donde la economía de los cuidados va ir en aumento. ¿Por qué se oculta este segundo marco? ¿Por qué se prestigia la digitalización y no el cuidado de las personas? ¿Cómo afecta todo ello al reconocimiento de dichos trabajos y con ello a sus sueldos? ¿Qué efecto tiene todo ello en la brecha salarial entre mujeres y hombres? ¿Si la robotización puede generar la disminución o desaparición de muchos trabajos, por qué no re-enmarcamos el debate y hablamos del reparto de trabajo tanto en las denominadas esferas productivas y reproductivas? ¿Y por qué no dejamos de presentar lo reproductivo como algo subalterno a lo productivo? ¿Por qué la revolución digital y la robotización 4.0 no pueden servir para abrir el debate sobre una jornada laboral establecida hace ya cien años y en condiciones tecnológicas totalmente diferentes? ¿Por qué los locales de negocios pagan impuestos (por ejemplo, el I.A.E) y los robots no han de pagar impuestos? ¿Y por qué, en definitiva, no pensamos, y re-pensamos, la economía para repartir todo el trabajo y toda la riqueza y vivir en una sociedad más igualitaria?
Hay quien dirá que para hacer posible todo ello necesitamos una nueva correlación de fuerzas que sea capaz de hacer frente a la concentración de poder (también tecnológico) y a la ofensiva del capital que estamos padeciendo. Efectivamente, sólo desde la recuperación del poder poder político y de la soberanía de los pueblos y de los sectores populares se puede acabar con los procesos de concentración, oligarquización y privatización del poder al que estamos siendo sometid@s.
Los marcos del establishment como el del Terminator 4.0, no solo buscan representar la realidad. Tienen como objetivo último, negar cualquier reflexión o marco alternativo que la pueda transformar. Nuestra función tiene que ser la de re-pensar el marco y ofrecer visiones y propuestas alternativas que lo pongan en cuestión.
Es posible apostar por la robotización para disminuir el trabajo. Es posible reconocer en forma de empleo y derechos laborales a la economía de los cuidados. Es posible disminuir las horas de empleo para garantizar un mayor reparto del trabajo. Es posible regular laboralmente para garantizar que dicha disminución de horas de trabajo no se traduzca en disminución de salarios. Es posible poner en marcha una fiscalidad progresiva y tecnológica que garantice que los beneficios del revolución 4.0 son repartidos en beneficio del conjunto de la sociedad. Es posible apostar por un sector público fuerte que garantice servicios públicos que prioricen la educación, la sanidad, los cuidados y, en definitiva, la sostenibilidad de la vida. Es posible aprovechar la digitalización para apostar por una banca pública al servicio de la personas y de la economía real. Y, cómo no, es posible apostar por la revolución tecnológica para re-pensar, también, un modelo económico que disminuya la huella ecológica sin límite a la que estamos sometiendo a los recursos naturales.
Todas estas y otras alternativas son posibles, son reales y son materializables. Claro que para ello se necesita, entre otras cosas, ensanchar el marco de lo posible. Se trata de no tragar con ruedas de molino 4.0 y ofrecer un marco, un nuevo horizonte, de transformación económica, política y social hacia el que transitar con ilusión y convencimiento. Como dice Lakoff «el cambio de marco, es cambio social» (Lakoff, 2007:4).
Bibliografía
Dauth, W. y otros (2017): German Robots – The Impact of Industrial Robots on Workers. Institute for employment research. Germany.
El Pais (2017): La robótica eliminará hasta 800 millones de empleos en el 2030. Recuperado: https://elpais.com/economia/2017/11/30/actualidad/1512012918_284848.html
Frey y Osborne (2013): The future of employment: how susceptible are jobs to computerisation. Oxford University. Oxford
Garces, M. (2017): Nueva ilustración radical. Anagrama. Barcelona
Goffman, E. (2006): Frame Analysis. Los marcos de la experiencia. CIS. Madrid
Lakoff, G (2007): No pienses en un elefante. Editorial Complutesen Madrid
Perez Orozco, A. (2014): Subversión feminista de la economía. Traficantes de Sueños. Madrid
Zizek, S. (2018): La Vigencia de El manifiesto comunista. Anagrama. Barcelona.
Joseba Permach Martin es economista y sociólogo. Miembro de Iratzar Fundazioa.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.