Los empleados corrían de un lado a otro entre las filas de sillas, chequeando las luces y las banderas de un improvisado escenario. Era evidente que estaban nerviosos. Esto nunca se había hecho antes. Las ruedas de prensa puede que sean eventos rutinarios en Washington, pero no en la Agencia Central de Inteligencia. Por primera […]
Los empleados corrían de un lado a otro entre las filas de sillas, chequeando las luces y las banderas de un improvisado escenario. Era evidente que estaban nerviosos. Esto nunca se había hecho antes.
Las ruedas de prensa puede que sean eventos rutinarios en Washington, pero no en la Agencia Central de Inteligencia. Por primera vez en su historia, el director de la CIA ofrecía una conferencia de prensa televisada en vivo y directo desde la sede principal de la agencia de espionaje en Langley, Virginia.
En todo caso, daba más la impresión de estar en una boda, y los anfitriones estaban ansiosos por ver cómo los invitados -que no son parte de «la compañía»- se comportarían.
La lista de invitados era reducida, para empezar… casi todos los estadounidenses. Antes de que comenzaran los festejos, los empleados de la CIA se ubicaron en la entrada del edificio -la misma que aparece en «Argo» y otras películas de Hollywood- para averiguar si teníamos un teléfono inteligente, una portátil o «cualquier cosa que pueda transmitir.»
A los reporteros sólo se nos permitió ingresar con grabadoras digitales y computadoras portátiles. La NBC estaba gestionando la transmisión en vivo en representación de un pool de cadenas de televisión, y solo un puñado de fotógrafos, entre ellos Jim Watson, de la AFP, fueron autorizados a tomar fotos.
Cada fotógrafo tenía a modo de sombra una especie de escolta de la CIA que se aseguraba de que no tomara fotos a los empleados de la agencia sentados entre la audiencia. Estos «guardaespaldas» estuvieron «de pie detrás de nosotros y pedían periódicamente ver nuestras fotos en la parte posterior de nuestra cámara para supervisar lo que estábamos haciendo con diferentes lentes», contó Jim. La cámara de televisión tuvo que estar siempre enfocando el podio, para asegurar que los funcionarios de la CIA que se sientan en las primeras filas no aparecerían en pantalla.
Muchos de nosotros habíamos estado en el interior del edificio antes, pero nunca en tales condiciones. Para informes de inteligencia ocasionales, se le da a un pequeño grupo de periodistas acceso a funcionarios que no pueden ser citados por su nombre, y no hay señales de televisión en directo.
El jefe de los espías de Estados Unidos John Brennan convoca la conferencia de prensa dos días después de un duro informe de la Comisión de Inteligencia del Senado que relató cómo la CIA sometió a sospechosos de terrorismo a torturas y abusos en los años posteriores a los ataques del 11 de septiembre de 2001.
Periodistas incrédulos no podían creer que ese evento estaba ocurriendo, y tampoco algunos de los empleados de la CIA al ver todo lo que sucedía. «Esto es un gran problema para nosotros», dijo uno.
Tal vez la agencia esperaba que el vestíbulo de mármol blanco, con las insignias de la agencia blasonadas en su piso, insuflaría un sentimiento de intimidación y moderación en el personal de prensa. El vestíbulo de la CIA tiene una estatua de bronce de tamaño natural del hombre que está considerado el padre fundador de los servicios de inteligencia, «Wild Bill» Donovan, quien planeó las complejas misiones de espionaje de la legendaria OSS (Office of Strategic Services, la precursora de la CIA) durante la Segunda Guerra Mundial. Del otro lado tiene un muro conmemorativo con 111 estrellas, cada una en honor a un agente de la CIA que murió en el cumplimiento de su deber.
A diferencia de una rueda de prensa típica en la Casa Blanca o el Departamento de Estado, las primeras filas fueron acordonadas para uso de funcionarios de la CIA. «Una zona de amortiguación», en palabras de un periodista.
El informe del Senado describe con absoluto detalle los crudos métodos de tortura utilizados por agentes de la CIA para tratar de «quebrar» a sospechosos miembros de Al Qaida en la ola que siguió a los atentados del 11 de septiembre de 2001, que incluían el submarino, colgarlos durante horas por las muñecas y encerrarlos en pequeños cajones en forma de ataúd.
La CIA había tratado de responder al informe y publicado material publicado en su sitio web, dijo el portavoz Dean Boyd. «Pero nuestro punto de vista no está allí», dijo. Brennan «realmente quiere hablar sobre el informe del Senado», aseguró, y hacerlo en una inédita conferencia de prensa le garantiza atención mundial.
Desde el podio, el jefe de la CIA defendió largamente a los agentes de la CIA, admitiendo que había habido abusos «aberrantes» en la estela del 11-S pero negándose a usar la palabra «tortura».
Cuando Brennan se bajó del escenario, los miembros del personal de la CIA parecieron visiblemente aliviados de que el evento hubiera salido a pedir de boca.
Hubo también un pequeño momento histórico para AFP, como uno de los pocos medios de comunicación extranjeros presentes. Cuando me las arreglé para hacer una pregunta, debe haber sido la primera vez que las palabras «Agence France-Presse» se anunciaron por un micrófono en ese lugar.
Grabado en la pared del vestíbulo hay un pasaje del Evangelio de San Juan: «Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.»
A juzgar por mi experiencia ese día allí, la agencia de espionaje más poderosa del mundo no está lista para compartir sus verdades con el mundo exterior. Permitir cámaras de medios dentro de su sede era un fuerte gesto de apertura, pero también estaba claro que la transparencia no iría demasiado lejos.
Después del evento mi colega fotógrafo, Jim, tuvo que mostrar todas sus fotos a su cuidadora. Ella vetó cuatro.
Dan De Luce es periodista de AFP en Washington y cubre la fuente del Pentágono.
Fuente: http://blogs.afp.com/focus/?post/todos-invitados-a-la-cia2#.VJMHKaALk