Kiev pretende ingresar a la comunidad del viejo continente. Bruselas aún no dio el visto bueno. Gas y petróleo son recursos de disputa ¿Qué papel juega Moscú en este escenario? Los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea (UE) aprobaron en la jornada de ayer el mandato para negociar un acuerdo reforzado de política […]
Kiev pretende ingresar a la comunidad del viejo continente. Bruselas aún no dio el visto bueno. Gas y petróleo son recursos de disputa ¿Qué papel juega Moscú en este escenario?
Los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea (UE) aprobaron en la jornada de ayer el mandato para negociar un acuerdo reforzado de política de vecindad con Ucrania, pero al mismo tiempo enfriaron las expectativas de adhesión de la ex República soviética, alentadas por algunos Estados miembros como Gran Bretaña, Polonia y Suecia.
Estos tres países pedían incluir en el mandato negociador una referencia expresa a las «aspiraciones europeas» de Ucrania. Pero el resto de Estados miembros, liderados por Francia y España, se opusieron al entender que, al tener el mandato negociador valor legal, se abría por la puerta de atrás la candidatura de Ucrania a la UE.
Como una especie de solución de compromiso, los jefes de la diplomacia europea adoptaron una declaración política separada del mandato negociador, y que por tanto no tiene ningún valor jurídico, en la que «reconocen las aspiraciones europeas de Ucrania» pero insisten en que «un nuevo acuerdo reforzado no prejuzga cualquier posible futuro desarrollo de las relaciones entre la UE y Ucrania».
La comisaria de Relaciones Exteriores, Benita Ferrero-Waldner, destacó que el mandato «es para profundizar la relación con Ucrania en el marco de la Política de Vecindad, que es distinto de la ampliación, pero al mismo tiempo no prejuzga el futuro». Por su parte, el ministro francés de Asuntos Exteriores, Philippe Douste-Blazy, insistió también en que «la política de vecindad es distinta de la política de ampliación».
En las conclusiones adoptadas por los Veintisiete se reitera el «fuerte compromiso» de la UE para apoyar las reformas políticas y económicas en Ucrania que «vayan dirigidas a reforzar más la democracia, estabilidad y prosperidad en el país». En este sentido, el acuerdo reforzado de política de vecindad servirá para «construir una relación cada vez más cercada con Ucrania con el objetivo de una integración económica gradual y una profundización de la cooperación política».
Por otro lado, Ucrania un enclave energético de gran importancia para Europa y el llamado mundo occidental, anunció en voz de Yuri Boiko, ministro de Combustible y Energía que Kiev aumentará un 7,3 por ciento tránsito de gas natural con destino a Europa.
«Hacemos todo lo posible para cargar al máximo nuestros gasoductos. Este año alcanzaremos los 122.000 millones de metros cúbicos», señaló Boiko en rueda de prensa.
La capacidad de la red de gasoductos ucranianos es de 287.700 millones de metros cúbicos, de ellos 178.500 millones destinados a la exportación. En 2006, por territorio ucraniano transitaron 113.700 millones de metros cúbicos de gas con destino al mercado europeo.
Casi el 80 por ciento del gas natural ruso con destino a Europa pasa por Ucrania, en su mayoría a través del gasoducto Druzhba (Amistad), mientras el resto cruza territorio bielorruso.
En ese sentido, Moscú observa con gran interés el rumbo futuro que pueda tener su país vecino, dado que Ucrania pertenece al espacio geopolítico de influencia directa de Rusia, y cualquier acercamiento a Occidente no sería de gran agrado para el Kremlin.
Cabe recordar además que el gigante euroasiático es un actor de suma importancia en el tablero energético mundial. La misma UE depende en gran medida del aprovisionamiento ruso. En base a acuerdos bilaterales, la gigantesca empresa paraestatal Gazprom suministra hasta el 40 por ciento del gas natural y el 25 por ciento del petróleo que consume Europa.
Según varios expertos, Rusia ha recuperado en el último quinquenio el primer puesto en la producción mundial de petróleo, cuyos precios elevados favorecen la mejora del nivel de vida y la estabilidad política, hasta el punto de convertir a su presidente, Vladimir Putin en el restaurador del orgullo nacional desprestigiado tras la desintegración de la URSS (Unión de Republicas Socialistas Soviéticas) en 1991.
En ese marco, muchos son los que acusan a Putin de utilizar el factor energético como un instrumento de diplomacia en virtud de realzar su posición estratégica en Europa.
El llamado espacio postsoviético, que aglutina a países como Azerbaiyán, Armenia, Georgia, Moldavia y Ucrania es de gran importancia para el Kremlin.
«La llamada revolución naranja en Ucrania (noviembre del 2004), favorecida por los europeos, fue encajada por Putin como una afrenta intolerable, un nuevo intento de llevar las fronteras de la OTAN (Organización del Atlántico Norte) casi al corazón de Rusia y negarle el acceso al mar Negro. Los consejeros del Kremlin están persuadidos, como el polaco-estadounidense Zbigniew Brzezinski, que ´sin Ucrania, Rusia no es más que una potencia asiática´», sostiene en un análisis sobre el tema el periodista e historiador Mateo Madridejos.
Esta situación, se suma el hecho que pese a las críticas que desde Europa se realizan a la política energética de Putin, es válido recordar que dentro los países del viejo continente existen serías diferencias en cuanto al tema.
La reciente situación producida en Bielorrusia, donde el abastecimiento de petróleo volvió a ser el centro de la escena. La canciller alemana, Angela Merkel, presidente de turno de la UE, encabezó la irritación de los 27 estados miembros. Sin embargo, cabe destacar que su país, es el máximo importador de petróleo ruso (25 por ciento del consumo), donde se privilegia la acción bilateral, en connivencia con Francia.
En septiembre de 2005, el entonces canciller alemán, Gerhard Schröder y Vladimir Putin hicieron un acuerdo para la construcción de un gasoducto bajo el Báltico que margina a Polonia y a los estados bálticos. El gasoducto noreuropeo, cuya capacidad final cubrirá cerca del 10 por ciento de la demanda de gas natural de la unión. Además la moneda con la que se comerciará en este proyecto será el euro pese que hasta ahora el dólar había sido la moneda mundial de las transferencias de petróleo y gas.
A principios de 2006, se acentuó la llamada «Guerra del gas» ente Rusia y Ucrania. En esa oportunidad Putin, acusó a su homologo ucraniano y pro estadounidense, Víktor Yuschenko, de desviar ilegalmente el gas destinado a Europa, una denuncia que Kiev rechazó de inmediato.
La tensión se agudizó en base a las intenciones de Gazprom de llevar a niveles de mercado los precios que cobraba a los antiguos aliados soviéticos, entre ellos Ucrania y Moldavia.
Por el territorio Ucraniano fluyen cerca del 25 por ciento del consumo de gas de Europa y cuando Gazprom recortó el volumen de gas enviado a Europa en 120 millones de metros cúbicos al día, 13 países europeos entraron el alerta por la disminución gasifera.
La desviaciones a la orbita occidental que la Ucrania de Yuschenko mostró desde su llegada, nunca fueron bien vistas por Moscú. En ese entonces, el Ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, advirtió a Kiev, que el ingreso de Ucrania a la OTAN afectará inevitablemente las relaciones con Rusia.
El 2007 parece tener otras texturas entre Rusia y Ucrania, hace pocos días Putin y Yushchenko acordaron, tras sostener conversaciones telefónicas, discutir cooperación estratégica en el sector del gas natural.
Según una declaración de la oficina de prensa de Yuschenko, el acercamiento incluiría la firma de un memorándum para fijar los acuerdos alcanzados durante las discusiones, que se iniciarán pronto. Ambos mandatarios también acordaron apoyar la coordinación entre los departamentos de seguridad y diplomático de los dos países.
Asimismo, planearon impulsar un plan de acción para el desarrollo de las relaciones ucraniano-rusas en el periodo 2007- 2008. Durante su visita a Kiev el 22 de diciembre pasado, Putin prometió que Rusia garantizaría los suministros de gas natural a Ucrania en el marco de los pertinentes tratados bilaterales, y mostró sus esperanzas en ampliar la cooperación en el sector energético.
A su vez, en la reciente cumbre ruso-alemana celebrada en Sochi, Putin y Merkel mostraron signos de dialogo fluido entre ambos países. Como estaba previsto el tema energético fue el plato fuerte de las conversaciones bilaterales. El presidente ruso insistió en que Moscú impulsa el diálogo energético con la Unión Europea sobre bases de respeto a los intereses mutuos y señaló que Rusia y Alemania están interesados en garantizar la seguridad energética global.
En respuesta a una pregunta, el inquilino del Kremlin agregó que Rusia está lista para construir instalaciones para el almacenamiento de gas en Alemania. En este caso, explicó, Alemania se convertiría en un centro de distribución del combustible en Europa, lo cual incrementaría la seguridad energética en el continente.
La canciller alemana, como contraparte, señaló que entendía la voluntad rusa de establecer relaciones de mercado con Ucrania y Bielorrusia en el comercio del petróleo y el gas. «No solo lo entiendo, sino que acepto que Rusia quiera establecer precios de mercado para sus socios ucranianos y bielorrusos en lo referente a las ventas de esos hidrocarburos», remarcó.
Merkel fue explícita al reconocer que en el buen sentido de la palabra la UE depende hoy desde el punto de vista energético de los suministros de Moscú. Reconoció que esa dependencia estratégica prevalecerá en la próxima década, pero aclaró que de esa relación se derivan beneficios para una y otra parte.
«En mi opinión, Rusia y Europa se necesitan mutuamente, y consecuentemente resultan importantes los mecanismos que fortalezcan estos vínculos», concluyó la cancillera alemana.
Aunque desde su Revolución Naranja Ucrania no cesa de hacer guiños a Bruselas, tras favorecer a doce nuevos miembros en sólo dos años y medio, la UE y sobre todo su opinión pública, es reacia a todo lo que suene a compromiso en materia de ampliación.
No solo esto, el resurgimiento de Rusia como una gran potencia en el tablero geopolítico signado por las políticas unilaterales de Estados Unidos, hace que su peso se acentué más, en especial en su espacio de influencia directa, donde se encuentra Ucrania.
Rusia es una potencia energética, militar y nuclear, y en este nuevo mundo multipolar que va germinando, con distintos actores de peso -China, la Unión Europea, Japón, Estados Unidos, India, Sudamérica- las disputas por áreas de influencia serán decisivas. En este marco es donde Ucrania pretende su ingreso a la Unión Europea.