Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Asia se encuentra actualmente en medio de una carrera armamentista sin precedentes que no solo agudiza las tensiones en la región, sino compite con los esfuerzos de los países asiáticos por encarar la pobreza y la creciente disparidad económica. La brecha entre ricos y pobres -calculada con el coeficiente Gini que mide la desigualdad- ha aumentado de un 39% a 46% en China, India, e Indonesia. Mientras los grupos familiares pudientes siguen recibiendo porciones cada vez mayores de la torta económica, «es probable que niños nacidos en familias pobres tengan una probabilidad 10 veces mayor de morir en la infancia» que los de familias acaudaladas, según Changyong Rhee, economista jefe del Banco de Desarrollo Asiático.
Esta tendencia a la desigualdad es particularmente aguda en India, donde la expectativa de vida es baja, la mortalidad infantil alta, la educación desigual, y el analfabetismo generalizado, a pesar del estatus de ese país como tercera economía por su tamaño en Asia, después de China y Japón. Según una obra benéfica independiente, la Fundación Naandi, cerca de un 42% de los niños de India están desnutridos. Bangladesh, un país mucho más pobre, tiene mejores resultados en todas estas áreas.
Y sin embargo, el año pasado India fue el principal comprador de armas del mundo, incluyendo un acuerdo según el cual gastará 20.000 millones de dólares en aviones caza franceses de alto rendimiento. India también está desarrollando un misil balístico de largo alcance capaz de transportar múltiples ojivas nucleares, y comprando submarinos y naves de superficie. Se prevé que su presupuesto militar aumente un 75% este año a 42.000 millones de dólares.
«Es ridículo. Estamos entrando a una carrera armamentista inútil a costa de las necesidades de la gente pobre. · dijo al New York Times Praful Bidwai de la Coalición de Desarme Nuclear y Paz.
China también se encuentra en medio de un auge armamentista que incluye el refuerzo de su armada, la construcción de una nueva generación de aviones furtivos, y el desarrollo de un misil balístico que tiene la capacidad potencial de neutralizar a portaaviones estadounidenses próximos a sus costas. El presupuesto para armas de Beijing ha crecido a una tasa de un 12% por año y, con 106.410 millones de dólares, es ahora el segundo mayor del planeta. El presupuesto de EE.UU. -sin contar las diversas guerras en las que Washington está involucrado- es de un poco más de 800.000 millones de dólares, aunque algunos han calculado que es más de 1 billón [millón de millones] de dólares.
Aunque China ha hecho enormes progresos en la superación de la pobreza, unos 250 millones de chinos siguen siendo considerados oficialmente pobres, y la economía del país, ardiente hasta hace poco, se está enfriando.
Lo mismo vale para la mayor parte de Asia. Por ejemplo, la tasa anual de crecimiento económico de India ha caído de un 9% a 6,1% durante los últimos dos años y medio.
Tensiones entre China y otras naciones en la región han provocado una carrera armamentista local. Taiwán está comprando cuatro fragatas de misiles teledirigidos de la clase Perry, hechas en EE.UU., y Japón ha transferido gran parte de sus fuerzas armadas de sus islas en el norte colocándolas de cara al sur, hacia China.
Las Filipinas están gastando casi 1.000 millones de dólares en nuevos aviones y radar, y recientemente realizó juegos de guerra conjuntos con EE.UU. Corea del Sur ha probado exitosamente un misil crucero de largo alcance. Washington está reanimando los vínculos con los brutales militares de Indonesia porque la nación insular controla las vías marítimas estratégicas por las cuales pasa la mayor parte del comercio y los suministros energéticos de la región.
Australia también está reorientando su defensa para enfrentar China, y el ministro de Defensa australiano, Stephen Smith, «ha instado «a que India juegue el papel que podría y debiera tener como una gran potencia emergente en la seguridad y estabilidad de la región».
Pero ese «papel» no es de ninguna manera obvio, y algunos han leído la declaración de Smith como un intento de atar a Nueva Delhi a un frente unido contra Beijing. El reciente ensayo del misil balístico de capacidad Nuclear Agni V de India, es visto ampliamente como dirigido hacia China.
India y China libraron una breve pero brutal guerra fronteriza en 1962, e India afirma que China ocupa actualmente unos 39.000 kilómetros cuadrados de territorio indio. Los chinos, por su parte, reivindican 104.000 kilómetros cuadrados del Estado indio de Arunachai Pradesh. Aunque el primer ministro indio Manmohan Singh dice que «en general nuestras relaciones [con China] son bastante buenas», también admite que «el problema fronterizo es un problema antiguo».
India y China también tuvieron una breve disputa el año pasado cuando un buque de guerra chino exigió que el barco de ataque anfibio indio Airavat se identificara poco después de que la nave abandonara el puerto de Hanoi, Vietnam. El incidente no tuvo consecuencias, pero el presidente indio Pratibha Patil subrayó posteriormente la necesidad de «seguridad marítima», y «la protección de nuestras costas», nuestras ‘líneas marítimas de comunicaciones’ y las áreas de desarrollo offshore».
La postura vigorosa de China en el Mar del Sur de China también ha provocado tensiones con Vietnam, Taiwán, Brunei, y Malasia. Un enfrentamiento en abril pasado entre un buque de guerra filipino y varios barcos de vigilancia chinos en Scarborough Shoal todavía hierve a fuego lento.
La actitud más enérgica de China en la región proviene en gran parte de la crisis de 1995-96 en el Estrecho de Taiwán en la cual dos portaaviones estadounidenses humillaron a Beijing en sus propias aguas. Hubo poco peligro serio de guerra durante la crisis -China no tiene la capacidad de invadir Taiwán- pero el gobierno de Clinton aprovechó la oportunidad para demostrar el poder naval de EE.UU. El crecimiento naval de China data de ese incidente.
El reciente «pivote» del gobierno de Obama hacia Asia, incluido un refuerzo militar en Wake y Guam y el despliegue de 2.500 marines en Australia, ha aumentado las tensiones en la región, y la mano dura de China en el Mar del Sur de China, han ofrecido a Washington una ocasión de insertarse en la disputa.
China es quisquillosa cuando se trata de sus aguas territoriales -y es difícil echarle la culpa, en vista de la historia de los últimos 100 años- pero no existe evidencia de que sea expansionista. Un portavoz del Ministerio de Exteriores chino dijo en febrero: «Ningún país, incluido China, ha reivindicado la soberanía sobre todo el Mar del Sur de China». Beijing tampoco parece ansioso de utilizar la fuerza militar. Beijing ha aprendido algo de su desastrosa invasión de Vietnam en 1979.
Por otra parte, Beijing está seriamente preocupado sobre quién controla los mares de la región, en parte porque aproximadamente un 80% de los suministros de energía pasa por cuellos de botella marítimos controlados por EE.UU. y sus aliados.
Las tensiones en Asia son reales, aunque no tan agudas o profundas como han sido presentadas en los medios estadounidenses. China e India tienen, por cierto, «problemas» fronterizos, pero China también describe a Nueva Delhi como «no competidores sino socios» e incluso ha ofrecido una alianza para impedir que «potencias extranjeras» -léase EE.UU. y la OTAN- interfieran en la región.
La verdadera pregunta es: ¿puede Asia lanzarse a una carrera armamentista sin aumentar la creciente brecha entre ricos y pobres y la inestabilidad política que probablemente sea causada? «El aumento de la desigualdad amenaza la sustentabilidad del crecimiento asiático», dice el economista del Banco de Desarrollo Asiático, Rhee. «Una nación dividida y desigual no puede prosperar».
Hace más de medio siglo el ex general y presidente Dwight Eisenhower señaló que «cada cañón que es producido, cada buque de guerra que es puesto en marcha, cada cohete lanzado significa… un robo a los que pasan hambre y no son alimentados, los que pasan frío y no son vestidos… de ninguna manera es un modo de vida… es la humanidad colgada de una cruz de hierro».
Los estadounidenses han ignorado la advertencia de Eisenhower. Las naciones asiáticas deberían prestar atención.
—————-
CONN HALLINAN escribe en dispatchesfromtheedgeblog.
Fuente: http://www.counterpunch.org/