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EE.UU.: Las 350 familias de la granja South Central han vuelto a okupar tras el desalojo policial

Una granja en el centro de Los Ángeles

Fuentes: Diagonal

350 familias campesinas construyeron durante 14 años una granja colectiva en pleno L.A. El esfuerzo por mantener el proyecto pese al desalojo supuso una de las luchas sociales más significativas de 2006 en EE.UU. Algo despertó en Los Ángeles en el año ’92, las luchas populares recorrían las calles y avenidas de la mastodóntica capital […]

350 familias campesinas construyeron durante 14 años una granja colectiva en pleno L.A. El esfuerzo por mantener el proyecto pese al desalojo supuso una de las luchas sociales más significativas de 2006 en EE.UU.

Algo despertó en Los Ángeles en el año ’92, las luchas populares recorrían las calles y avenidas de la mastodóntica capital del Estado de California, luchas protagonizadas fundamentalmente por población afroamericana y latina en defensa de sus derechos civiles y contra la brutalidad policial. Ese mismo año, la imagen de una patrulla del departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) golpeando salvajemente a un ciudadano afroamericano, Rodney King, recorrió las pantallas televisivas de todo el mundo. Esa imagen sólo era el preludio de una gran batalla que habría de librarse en el eje surcentral de la ciudad como respuesta a la absolución de los cuatro policías agresores. La explosión de rabia y frustración fue de una dimensión abrumadora, acercándose a los disturbios raciales que recorrieron EE UU durante la década de los ’60 en el marco de las movilizaciones del black power. El grito unánime de las poblaciones negra y latina se había fusionado en la denuncia de las terribles condiciones de vida a que estaban abocados en suelo norteamericano por no ser ciudadanos blancos de primera, por seguir arrastrando el yugo de la esclavitud y la colonización a sus espaldas. Es a lo largo del convulso año ’92 cuando el Ayuntamiento compra en South Central seis hectáreas de terreno a nueve propietarios privados, con la intención de construir una gran incineradora de basura en pleno barrio.

Sin embargo, los vecinos se oponen desde un primer momento e inician una lucha a través de diferentes organizaciones sociales que contaban con un fuerte arraigo en el tejido asociativo del barrio. Tras varios meses de movilización logran paralizar las obras y toman esas 6 hectáreas de terreno para desarrollar un proyecto de jardín y huerto comunitario que unirá a más de 350 familias de la zona, transformando un terreno árido, vacío y abandonado en un célebre y querido espacio de la ciudad donde se producirán frutas, verduras, legumbres y flores para la comunidad, así como numerosas iniciativas políticas, sociales y lúdicas de los vecinos.

Maniobras especulativas

En agosto de 2003, el alcalde de Los Ángeles, Antonio Villaraigosa, de origen mexicano, vendió el terreno por cinco millones de dólares en una maniobra especulativa salpicada de irregularidades, que ha puesto de manifiesto la violación de algunos procedimientos legales que exige el propio Ayuntamiento de la ciudad. La nueva propietaria del espacio es la Libaw-Horowitz Investment Company, dirigida por el conocido empresario norteamericano Ralph Horowitz, propietario original del espacio que lo vendió al Gobierno de la ciudad por 4,7 millones de dólares a finales de 1980, y ahora, una vez recuperado, lo vuelve a poner en venta por 16,3 millones de dólares, una cifra absolutamente inalcanzable para los campesinos de South Central a pesar de las innumerables muestras de apoyo que han recibido de parte de cientos de organizaciones sociales del Estado de California y México.

Después de tres años de pelea legal en los juzgados y de fuerte movilización social en las calles de Los Ángeles, el 1 de mayo de 2006 llegó la orden de desalojo inminente del espacio. Para ese momento, el capital corporativo de la ciudad ya había decidido construir una gran superficie comercial en este terreno, y el desalojo no se hizo esperar.

Despliegue ‘antiterrorista’

La mañana del 14 de junio de 2006, tres grandes máquinas bulldozers y un desproporcionado despliegue policial, que incluía tres helicópteros y material antidisturbios de las fuerzas de choque antiterroristas, destruían las plantaciones, jardines y algunos de los 600 árboles que durante 14 años han sido cultivados por los campesinos de South Central, en su empeño por revitalizar el barrio e implementar políticas de desarrollo comunitario propias que contrarrestasen los efectos de la pobreza y la droga.

Alrededor de 66 personas fueron detenidas cuando defendían pacíficamente con sus cuerpos los accesos a los jardines. Gran parte de estos activistas se encadenaron a un nogal centenario y otros permanecieron subidos a los árboles con el objetivo de dificultar al máximo el desalojo. Cabe destacar los rostros conocidos que también han querido acompañar esta lucha en primera línea como son Zack de la Rocha (ex vocalista de la banda Rage Against the Machine), Daryl Hannah y Joan Baez, entre otros.

Tras el desalojo

Tras dos días de desalojo en un clima de absoluta militarización del barrio, éste pudo hacerse efectivo. Sin embargo, los habitantes de South Central no han cejado en su empeño y siguen reuniéndose para buscar una solución conjunta. Quieren que su grito se una al de muchos que pelean en condiciones similares, como el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil o los campesinos recientemente represaliados de San Salvador Atenco en México.

Gritan para romper el silencio que reina en la ciudad y aclarar que los frutos que sembraron durante años no sólo dieron cosechas que poder vender, sino que también construyeron vínculos y afinidades sociales muy fuertes, que ahora se expresan en un poderoso nivel organizativo. Mientras discuten su futuro, algunos campesinos ya han tomado la iniciativa de okupar un pequeño parque cercano a la zona desalojada, donde vuelven a cultivar y a vender sus productos. Donde pretenden que la llama de la esperanza no se apague para poder seguir pensando otro mundo y otras relaciones.

Un distrito olvidado

South Central es un distrito golpeado por la pobreza, la marginalidad, el desempleo y, por supuesto, la droga. Las dotaciones y equipamientos de financiación pública son prácticamente inexistentes y los servicios sociales ofrecen una cobertura testimonial. Un barrio completamente desestructurado y olvidado a su suerte por el Ayuntamiento, que sólo parece recordar su existencia a través de grandes operativos policiales en la lucha contra el «crimen organizado».