En aldeas y ciudades del noreste de Tailandia la población se reúne a celebrar el impulso otorgado a Yingluck Shinawatra para llegar a ser la primera mujer en gobernar el país. Bajo el cielo estrellado del domingo electoral, un grupo de aldeanos se sentó sobre colchones en el exterior de una casa en esta aldea […]
En aldeas y ciudades del noreste de Tailandia la población se reúne a celebrar el impulso otorgado a Yingluck Shinawatra para llegar a ser la primera mujer en gobernar el país.
Bajo el cielo estrellado del domingo electoral, un grupo de aldeanos se sentó sobre colchones en el exterior de una casa en esta aldea de las afueras de la principal ciudad de esta zona, Khon Kaen, disfrutando la victoria de una candidata que «le prestó mucha atención al pueblo», como describió Paitoon Pohnang, uno de ellos.
Al escuchar los informes de prensa señalando que el opositor partido Phue Thai (para los tailandeses) de Yingluck iba ganando escaños, el grupo estalló en silbidos y aplausos.
«Creo que una mujer puede ser primera ministra en Tailandia», dijo emocionado el productor arrocero Sukunthai Buthawong, de 61 años.
«Tenemos que probar algo nuevo, no votando solamente a hombres para que conduzcan el país. Yo voté sintiendo de esta manera. Quiero un cambio. Quiero hacer historia», declaró.
Las casi 30 personas reunidas en torno a ella, integrantes de la misma comunidad arrocera, se hicieron eco de su sentir.
«Las mujeres son detallistas y trabajan con cuidado», agregó otro agricultor vistiendo una camiseta roja, el color con que se identifican los miembros del Phue Thai.
Las celebraciones fueron más vívidas este lunes en el mercado del centro de Khon Kaen, a 24 kilómetros de Baan Fang. Las mujeres usaban camisetas rojas y, algunas, lazos del mismo color en sus cabezas, mientras bailaban al son de la música local en sus puestos de verduras y carne.
«Estoy feliz y enloquecida. Esto es mejor que ganar la lotería», gritó una verdulera que solamente se identificó como Ratree.
«La población rural participa en la política más que antes», señaló el vendedor de pescado Phrapapai Pongpan, agregando que fueron a votar «tras ver las injusticias que tuvieron lugar en los últimos años».
El escrutinio final de las 20 provincias del nororiente, donde se concentra gran parte del electorado –alrededor de 15 millones de votantes de los 47,3 millones registrados en todo el país–, confirmó esto. Phue Thai se aseguró 104 de los 126 escaños disputados en esta zona rural.
Los resultados no oficiales revelaron este lunes que ese partido obtuvo una mayoría simple: 265 de los 500 escaños parlamentarios.
El Partido Demócrata, que desde diciembre de 2008 lidera un gobierno de coalición, logró apenas 159 escaños.
Yingluck no pasó por alto la importancia de las zonas rurales en los comicios de este fin de semana. Esta novata en el área política es atractiva y fotogérnica, y fue una exitosa empresaria hasta hace seis semanas, cuando la designaron candidata para liderar el partido Phue Thai.
Esta opción fue influenciada por el máximo líder del partido, su hermano mayor Thaksin Shinawatra, el ex primer ministro derrocado en 2006 por un golpe militar y que ha vivido en el exilio para evitar pasar dos años en la cárcel por corrupción.
Durante su campaña política en el nororiente del país, Yingluck pidió a los miles que asistieron a los actos de su partido que la votaran no sólo por las políticas en favor de los pobres, sino también para garantizar que este este país del sudeste asiático tuviera a una mujer como primera ministra.
«¿Quieren a una primera ministra para liderar el país?», preguntó a una multitud de casi 5.000 personas congregadas en un campo de la oriental provincia de Ubon Ratchathani en vísperas de las elecciones del domingo.
«¡Sí!», gritó la muchedumbre.
Yingluck transmitió un mensaje similar en una entrevista que mantuvo con IPS antes de subir al escenario de un acto político en la también oriental provincia de Buri Ram.
«Mi éxito será el éxito del país», dijo la política vistiendo una camiseta que ostentaba una caricatura de sí misma reclinada contra el número «1», que identifica a su partido.
«Puedo usar mi fortaleza como mujer. Las mujeres somos más transigentes, y estamos más dispuestas a hablar y a reunirnos con todos para hacer una Tailandia unida», aseguró.
Su ruta hacia la dirigencia nacional es similar a la que recorrieron otras mujeres de dinastías políticas en Asia, donde esposas o hijas de primeros ministros o presidentes fueron votadas por sus vínculos familiares. Tal fue el caso de la filipina Corazón Aquino, elegida primera mujer presidenta en 1986, y de la srilankesa Sirimavo Bandaranaike, cuya elección en 1960 la convirtió en la primera mujer primera ministra de todo el mundo.
Thaksin presentó a Yingluck llamándola «mi clon», y sugiriendo que ella seguiría su mismo modo de implementar políticas y conducir las riendas del país.
«Ella demostró ser mucho mejor de lo que se esperaba. Su estilo, su calidez y su sinceridad emocionaron a muchos votantes de modos que un hombre líder del Phue Thai no lo hubiera hecho. Para el final de la campaña se había convertido en una superestrella», dijo una alta fuente del partido que prefirió no identificarse.