Hemos venido observando un deterioro continuado de las relaciones entre China y los Estados Unidos y, evidentemente, la pugnacidad proviene de los personeros de la actual Administración Trump, pero sostengo que ese enfriamiento corresponde a una cierta visión sobre el papel de China, cuando Estados Unidos está en una fase de declive y el país […]
Hemos venido observando un deterioro continuado de las relaciones entre China y los Estados Unidos y, evidentemente, la pugnacidad proviene de los personeros de la actual Administración Trump, pero sostengo que ese enfriamiento corresponde a una cierta visión sobre el papel de China, cuando Estados Unidos está en una fase de declive y el país asiático comienza a descollar, con fuerza, en sectores preocupantes para el liderazgo de la potencia norteamericana: financiero, tecnológico, en la quántica y en un posicionamiento más audaz en el campo internacional. No obstante, el presidente Trump utiliza el momento electoral con fines muy precisos y sus funcionarios aumentan la retórica contra China.
Las relaciones entre EEUU y China han sido, desde la visita del presidente Nixon a Pekín en 1972, unas relaciones de amor-odio. La evolución de tales relaciones desde la llegada al poder de la administración Bush ha seguido esa pauta: desconfianza y alejamiento hasta finales de 2001 y colaboración y acercamiento durante 2002 y 2003. Es muy posible que, en años venideros, se observe una repetición de esa pauta, pero la percepción norteamericana de que China es un competidor estratégico nunca ha variado.
Las relaciones entre Estados Unidos (EEUU) y la República Popular China son, como es natural, uno de los aspectos más destacados del panorama internacional en los primeros años del siglo XXI.
Según el Instituto ingles Elcano, a ojos de Washington, China es no sólo el país más poblado del mundo y un miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, sino una potencia emergente en los planos económico, político y militar. El extraordinario crecimiento de la economía china en los últimos 25 años ha hecho que su PIB se haya más que cuadruplicado desde 1980 y que, medido en paridad de poder adquisitivo, sea ya el segundo mayor del planeta. La creciente apertura de China la ha convertido en un socio comercial preeminente de Washington (el comercio bilateral ascendió a 147.000 millones de dólares en 2002) y en lugar preferente de la inversión directa de las empresas de EEUU. La relación con EEUU incluye intereses económicos y tecnológicos sustanciales. En 2002 China fue el cuarto mayor socio comercial de EEUU así como su sexto mayor mercado y su cuarta mayor fuente de aprovisionamiento exterior (las cifras previstas para 2003 indican que podría convertirse en su tercer mayor socio comercial, por delante de Japón). La inversión directa de empresas estadounidenses en China supera ya los 43.000 millones de dólares y se produce en sectores de tanta importancia tecnológica como la energía, la automoción o las telecomunicaciones.
China tiene, igualmente, un peso político cada vez mayor en Asia y en las organizaciones internacionales. La modernización militar del país es otro aspecto a tener en cuenta. Aunque el presupuesto militar chino asciende oficialmente a 20.000 millones de dólares al año, se estima que la cifra real podría ser varias veces superior (entre 45.000 y 65.000 millones, según Washington). Además, el Departamento de Defensa de EEUU considera que esa cifra se podría triplicar o cuadruplicar de aquí al año 2020.
En palabras de James A. Kelly, secretario asistente de Estado para Asuntos de Asia Oriental y el Pacífico:
“En su calidad de país más poblado del mundo, con una economía enorme y de rápido crecimiento y con un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, China está encaminada a convertirse en un actor de primer orden en los asuntos mundiales. En algunos aspectos, ya lo ha conseguido; en otros, tiene aspiraciones de liderazgo que pueden complementarse –o entrar potencialmente en conflicto– con los objetivos de nuestra nación. Gestionar nuestra relación con ese país dinámico y cambiante y asegurar que las relaciones entre EEUU y China sean un factor de paz, prosperidad y seguridad son tareas tan críticas como complicadas” (Kelly, 2003: 1).
Para China, EEUU posee el know-how imprescindible para las cuatro modernizaciones lanzadas en 1978. Tanto en Asia oriental como en Asia central, Washington encabeza un arco de alianzas y arreglos estratégicos, y entre éstos, uno que incluye a Taiwán, que Pekín considera su provincia número 23, y otro a su seguridad inmediata, la península coreana. Además, Washington es determinante en las decisiones que adoptan los organismos internacionales de alcance asiático y global en los que Pekín se ha integrado.[1]
Cuando comenzaron los primeros escarceos de “guerra comercial”, en ese mundo de hace dos años que hoy parece tan lejano, lo primero que llamaba la atención eran las eventuales vulnerabilidades de China ante las amenazas de EEUU, y luego, cómo resolvería Trump la cuestión de la profunda integración de ambas economías más allá de lo comercial. Esos puntos débiles de China eran los siguientes: 1) aranceles y mayores precios para sus exportaciones. Pero atención, que el crecimiento chino ya no es tan dependiente de las exportaciones: las ventas a EEUU representaban casi el 10% del PBI chino antes de 2008; en 2018, sólo el 4%; 2) bloqueo de adquisición de compañías por parte de China, especialmente en áreas sensibles y restricción de inversiones en los diez sectores clave del plan Made in China 2025. El blanco de las medidas de Trump nunca fueron los bienes de baja tecnología o commodities. Y, visto más estratégicamente, incluso la reducción del déficit comercial de EEUU con China es menos importante que obstaculizar el progreso chino, también por la vía de las reducciones de importaciones estratégicas en tecnología desde EEUU; 3) EEUU puede blandir el arma del control de acceso a las operaciones financieras globales, algo que mostró su tremenda efectividad en el bloqueo a Irán: “Estados Unidos, de forma unilateral, se ha otorgado el derecho de perseguir en la justicia a quien en el resto del mundo utilice los dólares estadounidenses en transacciones que considere contrarias a la política de Washington” (P. Rousset, “¿A dónde nos puede llevar el conflicto?”, cit.). Aunque no es tan simple de implementar con China precisamente por el mayor grado de integración, que podría dañar a las propias empresas, bancos y fondos de inversión yanquis; 4) acaso el mayor peligro para China es que EEUU logre consolidar un frente único internacional anti chino[2].
Liman Lima, de la BBC News Mundo, publicaba el 16 mayo 2019 que: En una serie de editoriales y artículos de opinión, diarios y televisoras se volcaron a recordar el heroico pasado de China para asegurar que el país resistiría, una vez más, las presiones, la «avaricia» y la «arrogancia» de EE.UU. «Toda China y su pueblo están siendo amenazados. Para nosotros, esto es una verdadera ‘guerra del pueblo’«, afirmaba un editorial publicado por la agencia Xinhua y el Diario del Pueblo, portavoz del Partido Comunista. Es decir, desde que Estados Unidos comenzó sus presiones, la dirección china hizo saber, cual sería su postura ante estas..
China es considerada un peligro en materia comercial y tecnológica, lo que explica las decisiones contra la empresa Huawei, las acusaciones de guerras cibernéticas que Beijing habría impulsado contra Estados Unidos y la guerra arancelaria y económica iniciada por Washington desde junio del 2018.
Durante años, Estados Unidos ha venido orquestando una campaña para desestabilizar a China, primero con el Tibet, después con los uigures musulmanes, de origen turco, quienes viven fundamentalmente en Sinkiang y últimamente en Hong-Kong, sin dejar de hacer acciones en Taiwán, como la venta de aviones de combate. En Hong-Kong, con el apoyo de Gran Bretaña, Estados Unidos creó un movimiento que mantuvo una serie de huelgas y protestas violentas que pusieron en jaque al Gobierno Regional, amenazando la estabilidad de China.
Lasrelaciones entre Pekín y Washington alcanzaron hoy preocupantes máximos de deterioro, según la agencia noticiosa EFE, con el cierre del Consulado de EEUU en la ciudad de Chengdu, en respuesta a la clausura del consulado chino en Houston, en una espiral a la que los expertos no ven salida hasta pasadas las elecciones norteamericanas.
Más de 35 años después de su apertura, la sede consular estadounidense en Chengdu, ciudad suroccidental y capital de la provincia de Sichuan, arriaba la enseña del país norteamericano a las 06.18 horas locales (22.18 GMT del domingo), en unas imágenes retransmitidas por la televisión estatal china CCTV. El Consulado de EEUU en Chengdu fue inaugurado en 1985 por el entonces presidente Ronald Reagan, y en él trabajaban unas 200 personas -150 de ellas empleados locales- que cubrían el Tíbet y otras regiones del suroeste de China, de acuerdo con su página web. La crisis de los consulados, último jalón de la tensión creciente entre ambas potencias mundiales desde el pasado abril -cuando el coronavirus comenzó a asolar EEUU- ha llevado sus relaciones a uno de sus peores momentos en décadas.
Viene a sumarse al intercambio de acusaciones por el origen y gestión del coronavirus, la guerra tecnológica y comercial, a los reproches de Washington por la nueva ley de seguridad para Hong Kong o por la situación de los derechos humanos de las minorías musulmanas en la región noroccidental china de Xinjiang.
El influyente director del diario oficial Global Times, Hu Xijin, instaba en la red social Weibo (el Twitter chino) a fabricar nuevos misiles nucleares una vez que el país “afronta desafíos de seguridad sin precedentes por parte de Estados Unidos“.
“Que China tenga un más potente arsenal nuclear es el instrumento multiplicador más importante para mantener la arrogancia americana bajo una línea de seguridad. Nada es más efectivo”, escribía Hu en un mensaje de Weibo
Una opinión, en la que coinciden los expertos consultados por Efe, especialmente tras el discurso del secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, en la Biblioteca Richard Nixon de Yorba Linda, al este de Los Ángeles.
Una intervención en la que Pompeo empleó la retórica de la guerra fría y habló de China como una amenaza existencial para la economía, la libertad y la democracia en el mundo, al tiempo que instó a crear una alianza occidental para plantar cara a Pekín.
“Si leemos el discurso de Pompeo está claro que no hay vuelta atrás. Estados Unidos se enfila claramente a una confrontación con China“, considera el profesor español Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China. A su juicio, es “previsible que en los próximos meses la tensión vaya en aumento o incluso que se produzca algún episodio de cierta gravedad”. En este sentido, cita la reciente decisión de China de situar al cuerpo de guardacostas del país bajo el control directo de la Comisión Militar Central, lo que indica que Pekín considera que se puede producir algún tipo de conflicto en el Mar del Sur de China.
“No quiero decir que pueda haber una guerra, ni mucho menos, pero sí un episodio de tensión que permita a Trump demostrar su firmeza frente a China“, dice y prevé, en cualquier caso, que los próximos meses “van a ser muy complicados”.
Ríos considera que incluso si Joe Biden se impone a Trump en noviembre, “nada volverá a ser igual que antes” ya que “estas diferencias estratégicas no tienen vuelta atrás”, aunque reconoce que el equipo del candidato demócrata “apuesta claramente por reducir la tensión con China e incluso por reforzar la cooperación en algunos ámbitos de interés global”. Yo comparto ese criterio, pues, no obstante los matices, las relaciones con China van más allá de uno de los dos Partidos políticos.
Un conflicto que también tiene elementos de tensión militar, sobre todo cuando la referencia es el Mar de la China, la Península coreana y las presiones que Washington ejerce con ayuda de sus aliados Australia, Japón y Corea del Sur, fundamentalmente, y los apoyos de Washington a los grupos opositores en Hong Kong, acusando a China de afanes expansionistas y de acosar a la región administrativa especial mediante la imposición de una ley que castiga los actos considerados de sedición, lo que determinó que Washington le quitara a Hong Kong el tratamiento preferencial en materia económica.
China blinda su soberanía tecnológica, con un sistema de posicionamiento propio, el Beidou-3, y así no depender del GPS norteamericano. Al mismo tiempo, el gigante asiático, impulsa las investigaciones e innovaciones en el campo tecnológico, indispensables para garantizar su desarrollo económico y militar.
Beijing urge a Washington a rechazar la desvinculación, así expresó el consejero de Estado y Ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, durante una entrevista exclusiva con la Agencia de Noticias Xinhua, precisando que: Durante mucho tiempo, China y Estados Unidos, en base a ventajas y a la cooperación de beneficio mutuo, han conformado una comunidad de intereses complementarios. China, en su desarrollo, se ha beneficiado de la apertura y la cooperación con diversos países, incluyendo a Estados Unidos y, a la vez, ha brindado una fuerza motriz y un mercado inmenso para el crecimiento sostenido de Estados Unidos.
La radio CGTN en español señala este 6 de julio que: De las 70 mil empresas estadounidenses que han invertido en China con un volumen de ventas anual de 700 mil millones de dólares, el 97% obtiene ganancias. Incluso pese a la fricción comercial chino-estadounidense y el impacto de la Covid-19, la absoluta mayoría de dichas empresas prefiere quedarse en China e incrementar sus inversiones… El jefe de la Diplomacia china remarcó que Pekín no quiere librar una “guerra diplomática” con Washington porque sabe que eso sólo dañará aún más los intereses de ambas naciones. Wang alerta, para finalizar, que China dará la debida respuesta a Estados Unidos, si este sigue el camino equivocado en sus relaciones con el gigante asiático.
Las anteriores son sensatas afirmaciones, preñadas de lógica, pero la visión de Washington es diferente. Mike Pompeo apunta que el compromiso con China ha fracasado.
Las autoridades norteamericanas han llegado al punto de afectar las relaciones e investigaciones chino-estadounidenses, como explica la siguiente información de Prela, del 6 de agosto: En un artículo del investigador cubano y vicepresidente de la Academia de Ciencias, Carlos Rodríguez, , publicado en la revista nacional Juventud Técnica, se expresa que, hasta el momento, no hay evidencias de transferencia efectiva de información protegida o sensible de los expertos norteamericanos a otros en el país asiático.
«Sólo en el siete por ciento de los casos el vínculo involucraba a una firma y apenas el cuatro por ciento tenía alguna patente no informada en el exterior», señala el escrito.
Esta declaración de la Academia de Ciencias de Cuba ocurre tras la publicación de un escrito en la revista Science donde se denuncia que, hasta el 15 de junio pasado, 54 científicos norteamericanos del sector biomédico habían sido despedidos u obligados a renunciar por sus instituciones, luego de que supuestamente no declararan su cooperación con China.
Gran parte de los científicos estadounidenses tenían proyectos financiados por el Instituto Nacional de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), agencia del gobierno estadounidense que distribuye los fondos federales para las investigaciones biomédicas. Según Science, un total de 399 científicos están siendo investigados a instancias del NIH, el 82 por ciento de ellos de origen asiático. Además, otros 121 son también «del interés» del Buró Federal de Investigaciones, mientras que 44 más fueron denunciados por sus propias instituciones. Lo anterior muestra el clima en que se mueven las relaciones entre ambos países.
Jesús Romo de la Cruz, analista de telecomunicaciones en Telconomia, apuntó que la situación de Huawei[3] en Brasil puede determinar la importancia que la empresa otorgue al mercado latinoamericano en el futuro. «Creo que, si llega a pasar algo muy restrictivo para Huawei en Brasil, le está quitando a América Latina un país muy importante. Estarías hablando de que probablemente mantendrías tus mercados en México, Argentina, pero quitas un componente muy importante como Brasil, que es de los países que adopta más rápido las tecnologías de banda ancha móvil. Una América Latina en donde tengas restringido participar en Brasil ya no es lo mismo», expresó.
El experto en telecomunicaciones consideró que esta situación muestra la intención de Estados Unidos para tratar de impedir que Huawei participe en la instalación y suministre equipos para las redes de telecomunicaciones 5G en América del Sur.
Sin embargo, Jesús Romo apuntó dos factores que hacen difícil suponer que Huawei quede excluido de la región. Por un lado, esta empresa es proveedora de muchos equipos que forman parte de las actuales redes 4G de operadores, como América Móvil, de Carlos Slim, en México[4].
Asian Review en la sección internacional ha publicado que, China y Rusia marchan hacia una alianza financiera, en detrimento del dólar, en lo que vienen trabajando desde hace 5 años. Y apuntan que Alexey Maslov, director del Instituto de estudios del Extremo oriente de la Academia de Ciencias de Rusia, le dijo a Nikkei Asian Review que la desdolarización de Rusia-China se acerca a un momento de breakthrough, que puede elevar la relación al nivel de alianza[5].
Un hecho que tendrá mucho significado y que demuestra lo meticuloso del quehacer chino, es la firma de una alianza con Irán, lo que tendrá sus repercusiones en Washington, pues es contrario a la política de máxima presión sobre el país persa[6]. Se trata de un acuerdo “secreto” de cooperación económica y militar entre Beijing y Teherán, de 25 años de duración, que inyectará a la debilitada economía iraní 400 mil millones de dólares en inversiones de capital chino, en condiciones ventajosas. Según The New York Times, el acuerdo con Irán es una asociación económica y de seguridad que permitirá a China invertir en la banca, las telecomunicaciones, los puertos, los ferrocarriles y docenas de otros proyectos de Irán, “socavando los esfuerzos de la administración Trump para aislar al Gobierno iraní”.
Ambos países ya habían acordado una asociación estratégica en 2016, pero este nuevo convenio, resumido en 18 páginas que en las primeras líneas identifica a sus firmantes como “Dos culturas asiáticas antiguas, dos socios en los sectores de comercio, economía, política, cultura y seguridad con una perspectiva similar y muchos intereses mutuos bilaterales y multilaterales” representa un golpe demoledor para la política agresiva de la administración Trump hacia Irán[7].
Según el experto ruso DMITRY SEDOV (08/01/2020) las partes prevén una gama sin precedentes de proyectos conjuntos para un período de 25 años. Las negociaciones sobre el pacto comenzaron en 2016, cuando Xi Jinping visitó Teherán y propuso considerar la idea de concluir dicho acuerdo. A tenor del acuerdo, la República Popular China planea invertir $ 400 mil millones en Irán y participar en el desarrollo de áreas vitales de la economía iraní. Casi 100 proyectos conjuntos chino-iraníes se incluirán en el megaproyecto Belt and Road, cuyas rutas cruzarán toda Eurasia. Aquí se construirán aeropuertos, ferrocarriles de alta velocidad, puertos marítimos, puentes, carreteras y otras instalaciones de infraestructura. Por otra parte, Huawei, que está siendo expulsada de Estados Unidos, prepara una red de telecomunicaciones 5G en Irán.
Un artículo separado prevé la creación conjunta de los últimos tipos de armas. Está prevista la asistencia a Irán en la creación de misiles balísticos. Por su parte, Irán se compromete a establecer suministros de petróleo y gas a la República Popular China, cuya producción ahora se ha reducido debido a las sanciones estadounidenses. China es el mayor importador de petróleo del mundo e importa alrededor de 10 millones barriles diarios.
Ese es otro eslabón más, en la cadena de acciones chinas frente al hegemonismo norteamericano; pero tiene un peso muy grande, por tratarse de una acción que ayuda a la economía y la defensa iraní ante el asedio de Washington. Y China, por su parte, continua fortaleciendo la Ruta de la Seda. Su iniciativa del Cinturón y camino de la Seda busca generar una gigantesca red de comercio e infraestructuras llamada a interconectar tres continentes. Es una jugada estratégica de alto calibre.
En esa línea, según afirma el experto Federico Pieraccini [8], en un estudio difundido por The Strategic Culture Foundation, “la estrategia de Beijing, al asegurarse con Irán un abastecedor de petróleo seguro —sin que necesariamente medie el pago en dólares— tiene como objetivo de largo plazo socavar la principal fuente de ingresos y poder de Estados Unidos: a saber, el dólar estadounidense como la moneda de reserva mundial”.
El presidente Donald Trump anunció amplias restricciones en Estados Unidos contra las redes sociales chinas TikTok y WeChat, una decisión que provocó este viernes la reacción de Pekín y una amenaza de acciones legales por una de las empresas afectadas. El decreto presidencial evoca una amenaza a la «seguridad nacional, la política exterior y la economía de Estados Unidos» para justificar la decisión. Mediante un decreto, que entra en vigor en 45 días, Trump prohíbe toda transacción en Estados Unidos con las empresas dueñas de la aplicación para compartir videos TikTok y la de mensajería WeChat.
El compromiso entre Estados Unidos y China ha contribuido a la paz y prosperidad mundial, dijo el expresidente estadounidense Jimmy Carter, el 7 de agosto e instó a ambos países a cooperar en la lucha contra la pandemia de Covid-19.
En una carta a los participantes en un diálogo virtual sobre las relaciones entre EEUU y China, Carter recordó la decisión que tomó con el fallecido líder chino Deng Xiaoping a finales de 1978 de establecer relaciones diplomáticas entre los dos países. «Este compromiso nos ha permitido, así como a la región de Asia y el Pacífico y el mundo entero, disfrutar de una paz y prosperidad incomparables», afirmó.
El ex mandatario confió en que el diálogo virtual, organizado por el Centro Carter y la Asociación de Amistad del Pueblo Chino con el Extranjero, ayude a reducir las tensiones bilaterales.
«Si bien nuestras naciones tienen diferencias, confío en que utilicen esta discusión para determinar qué diferencias se deben superar para fomentar nuestra relación bilateral», resaltó. Carter subrayó también que Washington y Beijing pueden trabajar juntos en muchos temas, como la lucha contra el cambio climático, la prevención de la proliferación nuclear y el combate al terrorismo.
Es evidente que, si en una esfera se hace indispensable la cooperación conjunta entre ambos países, es la esfera del cambio climático y ello es inaplazable.
Por otra parte, China exigió hoy a Estados Unidos actuar con sensatez en la situación de Taiwán y el mar Meridional, y abstenerse de realizar cualquier movimiento que ponga en peligro la paz y la estabilidad de la región. Durante una conversación telefónica el ministro de Defensa Wei Fenghe ratificó a su homólogo norteamericano, Mark Esper, la postura de Beijing respecto a dichos temas, urgió a Washington cesar declaraciones erróneas y gestionar mejor el control de riesgos marítimos.
El titular del Pentágono planteó que las partes deben mantener el diálogo y la consulta para evitar malos entendidos. Según un breve reporte sobre el contacto telefónico, ambos líderes ‘hablaron sobre las relaciones militares y los intercambios en la próxima fase’.
Wei y Esper dialogaron en medio de fricciones acrecentadas entre sus respectivos países que cubren distintos frentes y, al decir de Beijing, colocan los nexos bilaterales en su peor momento desde su establecimiento en 1979.
La conversación también se produjo en vísperas de la anunciada visita a Taiwán el próximo domingo del secretario estadounidense de Salud y Servicios Humanos, Alex Azar, el funcionario de más alto rango de la Casa Blanca que llegaría allí en 41 años. El estado asiático rechaza ese viaje, recordó que la cuestión de la isla sureña es la más sensible en los nexos bilaterales y advirtió a que ‘cualquier intento de negar o desafiar el principio de ‘Una sola China’ terminará en fracaso.
Después de que el Departamento de Estado del Gobierno de Donald Trump declarara ilegales los reclamos marítimos de Pekín en el Mar del Sur de China[9], la Marina de los EEUU publicó fotos del destructor USS Ralph Johnson navegando cerca de las disputadas Islas Spratly, en el Mar del Sur de China. Zona por la que transita hasta el 20% del comercio mundial y en la que se ubican reservas de crudo y gas natural nada desdeñables.
La región del Mar del Sur de China, parte del Océano Pacífico, abarca 3,5 millones de kilómetros cuadrados desde el estrecho de Karimata, cerca de Indonesia, hasta el estrecho de Malaca, en Malasia, y el estrecho de Taiwán.
En los últimos años, China ha estado firme en sus reclamos jurisdiccionales, ampliando el alcance militar y rechazando reclamos de otros Estados a través de la diplomacia coercitiva. En los últimos tiempos, tanto Estados Unidos como China realizaron maniobras militares en la región y las están utilizando para transmitir “comunicación estratégica” a sus aliados y adversarios.
En una presentación a la ONU, en mayo de 2010, China reclamó 2.09 millones de kilómetros cuadrados y dijo que tenía “soberanía indiscutible sobre las islas en el Mar del Sur de China y las aguas adyacentes, y disfruta de derechos soberanos y jurisdicción sobre el aguas relevantes, así como el fondo marino y el subsuelo”. Desde entonces, China ha estado construyendo bases militares en islas artificiales en la región que también reclaman Brunei, Malasia, Filipinas, Taiwán y Vietnam.
Refutando las acusaciones de los Estados Unidos de construir un “imperio marítimo” en el agua en disputa, China afirmó que su jurisdicción existió por más de 1.000 años. El pasado lunes 13 de julio, en un importante discurso sobre políticas, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, dijo que el mundo no permitirá que China trate al Mar del Sur de China, estratégicamente importante, como su “imperio marítimo” y prometió apoyar a los países preocupados del sudeste asiático contra la “campaña de acoso” de Pekín, que busca controlar la región rica en recursos[10].
La estrategia de Washington de establecer una camisa de fuerza a Pekín en el Mar Meridional, busca limitar su expansión marítima e influencia regional, todo ello entendido en un contexto de ascenso de China como potencia mundial, y la rivalidad que ello supone para Estados Unidos como potencia hegemónica. Para conseguirlo dispusieron el objetivo de desplazar hasta el 60% de la flota para el año 2020, garantizando así, según Washington, la libre navegación. El Mar Meridional de China promete seguir siendo uno de los más grandes desafíos geopolíticos contemporáneos.
Como es bien conocido, todo lo relativo a Taiwán es sensible, por lo que esa decisión de la Administración norteamericana es muy delicada y tensa las relaciones bilaterales con el gigante asiático. Se aprecia que la Administración sigue una hoja de ruta muy precisa, para ir escalando el deterioro con China, y no pasa una semana sin nuevas medidas en ese sentido, las que enrarecen el clima entre ambas naciones. Pero además, los medios estadounidenses y de otros países occidentales están contribuyendo a ello, con una campaña bastante sinuosa contra China y en la que ese país, es “el diablo.”
Desde abril, la administración Trump ha advertido a los fondos de pensiones federales que no inviertan en índices cuyas carteras incluyan grandes empresas chinas. Ha endurecido las regulaciones de control de exportaciones, suspendido las visas para estudiantes y funcionarios chinos y presionados por normas de contabilidad supuestamente más transparentes para las empresas chinas que cotizan en bolsas de valores de Estados Unidos. El mes pasado el Departamento de estado requirió que un segundo grupo de medios estatales chinos se registrara como agente extranjero en el Departamento de Justicia.
En el camino de ir tensando cada vez las relaciones con China,Washington intenta obligar a las compañías chinas a abandonar las bolsas de Estados Unidos a pesar de que semejantes «manipulaciones políticas» dañarían los intereses de los inversores estadounidenses, declaró este 7 de agosto, el Ministerio de Relaciones Exteriores de China.
«Las respectivas declaraciones de Estados Unidos y su actitud hacia China son manipulaciones políticas, un intento de obligar a las compañías chinas a retirar sus acciones de las listas de cotizaciones de las bolsas de EEUU, lo que dañaría seriamente los intereses de los inversores norteamericanos», comentó el portavoz de la Cancillería china, Wang Wenbin.
The Wall Street Journal había publicado, citando a representantes del Departamento del Tesoro y la Comisión de Bolsas y Valores de Estados Unidos, que la administración Trump elaboró un plan que obliga a las compañías chinas a aceptar las reglas de auditoría. Y si no lo hacen deben retirarse de las bolsas estadounidenses.
Algunos analistas señalan que el yuan, pronto será la segunda divisa de reserva global, debido a que China ostenta las mayores reservas y oro (sic) en el mundo, con US$3.4 millones de millones (trillones en anglosajón) (dato de 2020)
Como nueva Guerra Fría, en todo caso, para EEUU el enfrentamiento con China asume características inéditas, del tipo del “choque de civilizaciones” que predicaba el reaccionario politólogo Samuel Huntington en los 90. En abril del año pasado, el director de planificación política del Departamento de Estado, Kiron Skinner, explicaba a un foro de especialistas que EEUU necesitaba una estrategia de contención contra China equivalente a la que diseñara George Kennan para la URSS. Y admitió: “La Unión Soviética y esa competencia que teníamos con ellos era, en un sentido, una lucha dentro de la familia occidental”, en referencia al origen del pensamiento marxista, y agregó: “Es la primera vez que tenemos una superpotencia competidora que no es blanca…
El 8 de agosto de 2020, «El Departamento del Tesoro anunció las llamadas nuevas sanciones contra varios dirigentes de las instituciones del gobierno central de China en Hong Kong y funcionarios de la región administrativa de Hong Kong, las condenamos enérgicamente y expresamos nuestra protesta decidida», reza el comunicado de la oficina del Gobierno central chino en esta región administrativa especial. El gobierno de Hong Kong aseguró que apoyará al gobierno central a la hora de tomar medidas de respuesta. Según Beijing las nuevas sanciones de Washington buscan intervenir en los asuntos internos de Hong Kong.
«Las sanciones anunciadas por EE.UU. tras la aprobación de la Ley de Autonomía de Hong Kong son una burda interferencia en los asuntos de Hong Kong», subraya, que tiene por objetivo socavar el principio «un país, dos sistemas» y «detener el desarrollo de China». Además de la jefa administrativa de Hong Kong, Carrie Lam las sanciones fueron impuestas al comisionado de la Fuerza de Policía (HKPF), Chris Tang, al secretario de Seguridad de Hong Kong, John Lee Ka-chiu, a la secretaria de Justicia, Teresa Cheng y al director de la Oficina de Asuntos de Hong Kong y Macao del Consejo de Estado Xia Baolong, entre otros. De acuerdo al Departamento del Tesoro las sanciones son una extensión de la Ley de Autonomía de Hong Kong que el presidente Donald Trump, promulgó 14 de julio luego de la adopción de la ley de seguridad nacional por parte de China[11].
En medio de ese complejo contexto, el presidente chino, Xi Jinping, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, sostuvieron en el mes de julio una conversación telefónica y prometieron que los dos países se apoyaran firmemente entre sí en la salvaguarda de la soberanía. China apoyara firmemente, como siempre, el camino de desarrollo de Rusia que se ajuste a sus propias condiciones nacionales y apoyara incondicionalmente a incondicionalmente a Rusia para que acelere su desarrollo y revitalización, indicó. Al destacar que la situación internacional está cambiando rápidamente, Xi enfatizó que es muy necesario que China y Rusia, como socios estratégicos integrales de coordinación, fortalezcan la comunicación y cooperación estratégicas[12]
Un reciente despacho de la agencia AP, fechado en México, señalaba que en análisis de los expertos Matthew Lee y Will Weissert, que de triunfar Biden, en las elecciones de noviembre, es probable que Estados Unidos dé un giro de 180 grados en su política exterior, pues se espera que revertirá, desmantelará o reducirá drásticamente muchas de las medidas más importantes y audaces del presidente Donald Trump. Desde América Latina hasta África y, en particular, Europa, y en temas como comercio, terrorismo, control de armas e inmigración, el casi seguro nominado demócrata y sus asesores han prometido desencadenar un tsunami de cambios en la forma en que Estados Unidos se maneja en la arena internacional. La política hacia China seria: Biden ha sido algo lento en criticar directamente las recientes acciones de Trump contra China, pero su equipo de campaña cuestiona si el presidente Trump mismo socavará al final las duras medidas de su gobierno adoptando un tono más suave hacia Beijing. El gobierno de Trump “tiene un historial de hablar en voz alta pero sin resultados” concretos, dijo Jeff Prescott, asesor en política exterior del equipo de campaña de Biden.
La respuesta sobre las relaciones con China es muy ambigua, lo que tiene muchas lecturas, entre ellas, que podrán cambiar las formas, pero no el contenido. China no creo que quiera, en estos instantes, una Guerra Fría con Estados unidos, pues hasta ahora su política ha sido la de ganar tiempo y concentrarse en su desarrollo económico, la solución de sus problemas internos y crear un entorno que le sea favorable a esos planes. Pero al mismo tiempo, China se ha preparado para una etapa difícil, y una prueba de ello, ha sido la decisión de fortalecer el liderazgo de Xi Jinping[13]
Yang Jiechi, miembro del Buró Político y Director de la Oficina de la Comisión de Trabajo de Asuntos Exteriores del Comité Central del Partido Comunista de China ha publicado la siguiente carta y sobre la que destaco aspectos que considero esenciales y los revela la posición de China con relación a Estados Unidos
La relación entre China y EE.UU. es una de las relaciones bilaterales más importantes en el mundo. Defender y estabilizar los lazos China-EE.UU. resulta en una necesidad primordial no sólo para el bienestar de nuestros dos pueblos y los pueblos del resto del mundo, sino también para la paz, la estabilidad y el desarrollo mundiales.
El mundo está atravesando grandes cambios poco vistos en cien años, y la paz y el desarrollo siguen siendo los temas principales de la era. Defender la paz mundial y promover el desarrollo compartido constituyen una responsabilidad y misión común de China y EE.UU
La actual administración norteamericana, cuando empezó su mandato, también ha aceptado construir junto con China los lazos basados en la coordinación, la cooperación y la estabilidad
Toda la comunidad internacional es testigo de las provocaciones unilaterales de la administración norteamericana y de su equivocación de acometer una serie de retóricas y acciones para intervenir en los asuntos internos de China, atentar contra nuestros intereses y perjudicar gravemente los lazos bilaterales, todo lo cual ha derivado en la situación más compleja y severa desde el establecimiento de los lazos diplomáticos.
El Presidente Mao Zedong declaró solemnemente que el pueblo chino se ha puesto en pie.
Con una visión clarividente, el Presidente Mao Zedong y el Premier Zhou Enlai adoptaron la decisión e hicieron gestiones personales por la “diplomacia del ping-pong” entre China y EE.UU., y seguida por la visita secreta a China en julio de 1971 del Dr. Henry Kissinger
“He venido aquí por los intereses de mi pueblo. Como ustedes confían profundamente en su sistema, nosotros, también en el nuestro. Lo que nos reúne aquí no es la misma convicción sino los mismos intereses y deseos. Así que no hay razón para que seamos enemigos. Ahora llega el momento de que ambos pueblos avanzamos hacia grandes perspectivas para construir un mundo nuevo y mejor”, dijo el presidente Richard Nixon.
Que con independencia de los sistemas sociales, todos los países deben manejar sus relaciones a la luz de los principios del respeto a la soberanía y la integridad territorial, no agresión, no intervención en los asuntos internos, igualdad y beneficio recíproco, y convivencia pacífica
Luego, la administración de Jimmy Carter, aceptó los tres principios planteados por China consistentes en “rompimiento de lazos diplomáticos con Taiwán, retirada de tropas de la Isla y derogación del Tratado de Defensa con Taiwán”, y acordó con China el tratamiento adecuado del problema de Taiwán. el pueblo estadounidense mantiene con la población de Taiwán los lazos culturales, comerciales y otros vínculos de carácter no oficial. El 1° de enero de 1979, ambos países formalizaron sus relaciones diplomáticas. Implantaron el principio de una sola China, reafirmaron el respeto mutuo, el trato en pie de igualdad y la busca de terrenos comunes por encima de las divergencias
Actualmente, algunos políticos estadounidenses alegan que EE.UU., al acercarse a China y establecer lazos diplomáticos con China, tenía como objetivo de cambiar China, y que esta política ha sido un fracaso total.
Pero, los hechos son los hechos y la historia no acepta ninguna tergiversación.
La cooperación sino-estadounidense siempre se caracteriza por el beneficio mutuo y la ganancia compartida, y los 41 años de vinculaciones sino-estadounidenses han beneficiado tanto a los dos países como al mundo entero.
Los productos chinos de buena calidad a buen precio han traído beneficios tangibles para los consumidores estadounidenses. De igual manera, las empresas estadounidenses han sacado abundantes ganancias del inmenso mercado y el excelente entorno de negocios de China.
Desde la aparición de COVID-19, los diversos círculos sociales de China y EE.UU. han venido ayudándose mutuamente en los temas regionales candentes como la Península Coreana, Afganistán y Medio Oriente, e impulsando el proceso de solución política de dichas cuestiones. Además, han desplegado una fructífera cooperación en los ámbitos como la lucha antiterrorista, la no proliferación, la lucha contra drogas, la prevención y el control de enfermedades, la reducción de la pobreza, el mantenimiento de la paz, y la lucha contra el abuso y el contrabando de fentanilo
Frente a la crisis financiera asiática en 1997 y la crisis financiera internacional en 2008, China, EE.UU. y los demás países concernientes aunaron esfuerzos para abordarlas de manera adecuada, aportando así importantes contribuciones a la salvaguardia de la estabilidad financiera internacional y el fomento de la recuperación económica mundial. Gracias a los esfuerzos mancomunados de China, EE.UU. y otros países pertinentes, se suscribió el Acuerdo de París, fomentando la cooperación mundial sobre cambio climático
Segundo, debemos siempre perseverar en el rumbo acertado de estas relaciones, reconociendo el hecho de que tenemos más intereses comunes que discrepancias.
Debemos siempre dedicar constantes esfuerzos en ampliar la cooperación binacional con apego al principio de cooperación de ganancia compartida, en aras de mayor bienestar de ambos países y del mundo entero. Estas experiencias provechosas fueron útiles en el pasado, lo son ahora, y lo serán también en el futuro.
Entretanto, con la interconexión de las economías del mundo y el avance vertiginoso de la ciencia y la tecnología, la humanidad ha pasado a ser una comunidad que comparte el mismo futuro, y el mundo se ha convertido en una aldea global interdependiente, donde ningún país se salva solo.
Algunos políticos estadounidenses, por su arrogancia e ignorancia, interfieren arbitraria y brutalmente en los asuntos internos de otros países violando la Carta de las Naciones Unidas y las normas básicas que rigen las relaciones internacionales.
No estamos interesados en interferir en los asuntos internos de EE.UU., y de igual manera, la parte estadounidense debe respetar la decisión de China sobre su propio camino de desarrollo.
China sigue inquebrantablemente un camino del desarrollo pacífico y espera que los demás países hagan lo mismo
Un país debe respetar los intereses vitales y preocupaciones fundamentales del otro. Las cuestiones relacionadas con Taiwán, Hong Kong, Tíbet y Xinjiang son de intereses medulares de China que afectan a su soberanía estatal y su integridad territorial
Ambas partes necesitan llevar a cabo diálogo y comunicación en las diversas áreas, y para tal efecto, China siempre mantiene abierta su puerta. Ambas partes deben promover la cooperación mediante comunicación y abordar adecuadamente las divergencias a través de diálogos.
Los dos ejércitos, por su parte, deben intensificar contactos e intercambios, y utilizar bien el mecanismo de confianza mutua en aras de convertir las relaciones militares de ambos países en un factor estabilizador de los lazos bilaterales.
Notas:
[1] Real Instituto Elcano. Las relaciones entre Estados Unidos y China: ¿asociación o competencia estratégicas?Pablo Bustelo y Augusto Soto. WP30-2003 – 16.12.2003. Pablo Busteloinvestigador principal para Asia-Pacífico del Real Instituto Elcano y profesor titular de Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid.Augusto Sotoinvestigador asociado para Asia-Pacífico del Real Instituto Elcano y profesor del Centro de Estudios Internacionales e Interculturales de la Universidad Autónoma de Barcelona. Antiguo periodista en la agencia de noticias Efe en Pekín.
[2] Marcelo Yunes. Intelectual marxista. Especialista en economía. Autor del artículo Estados Unidos y China: una rivalidad estratégica que abre un nuevo orden.
[3] A inicios de 2018, lanzó una campaña contra Huawei, el gigante chino de las telecomunicaciones que las agencias de inteligencia estadounidenses creen que es controlado por el Ejército Popular de Liberación
[4] REUTERS / Matthew Childs
[5] Dmitri Simes, 6 de agosto de 2020.
[6] Una de las líneas centrales de la política exterior estadounidense, implementada al amparo de la violación, por parte de la Casa Blanca, del Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA por sus siglas en inglés), que el pasado 14 de julio cumplió 5 años desde su firma en Suiza. Máxima presión que implica sanciones económicas, tecnológicas, financieras, sanitarias, congelamiento de bienes de la nación persa y la amenaza de impedir el levantamiento de las sanciones en el campo militar, que debe terminar el próximo mes de octubre pero que, en manos de Trump, se ha convertido en una presa electoral para satisfacer al Complejo Militar-Industrial que necesita, para su desarrollo y posibilidades de venta de armas.
[7] Artículo publicado en ALMAYADEEN el 27 de julio de 2020, por Leonel Nodal, titulado ¨La pesadilla iraní¨
[8] Analista en geopolítica internacional independiente, basado en Milán, Italia. Escribe para Strategic Culture Foundation. Especialista en conflictos políticos y estratégicos. Escribió ¨Los grandes desarrollos sugieren fuertemente el fin del orden unipolar mundial¨, 16.06.2017, The Iranian revolution of 1978-1979 removed from power the country’s monarch and replaced it with an Islamic y «The West Is in Disarray, and It Will Only Get Worse», The Deeper Story Behind the Assassination of Soleimani. Washington Threats to Engage in False flag Sniper …
[9] El Mar Sur de China, Mar Meridional, o el “mediterráneo asiático” como algunos expertos han tenido bien en denominarlo, está compuesto principalmente por los archipiélagos de las islas Paracel, las islas Spratly y las islas Pratas. Este área lleva décadas siendo una zona geoestratégica de gran relevancia y conflictividad entre los países colindantes
[10] Las razones por las que han aumentado las tensiones entre Estados Unidos y China en el Mar del Sur de China. Susana Noguera e Iftikhar Gilani, 17 de julio de 2020. Agencia Anadolu de la India.
[11] Información ofrecida por Telesur.
[12] XINHUA – 2020-07-09 01:14:13
[13] Xi Jinping es el secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China, presidente de la Comisión Militar Central y, desde 2013, presidente de la República Popular China. Desde octubre de 2007 es miembro del Comité Permanente del Buró Político del CC PCCh. Entre esa fecha y noviembre del 2012 fue además miembro del Secretariado del CC PCCh y presidente de la Escuela Central del Partido. En marzo de 2008 asumió la vicepresidencia de la República Popular China, hasta marzo de 2013. En noviembre de 2012 fue electo secretario general del CC PCCh y en marzo de 2013 Presidente de la República Popular China, cargos que ocupa hasta la actualidad, junto a la presidencia de la Comisión Militar Central, tanto del CC PCCh como del Estado. Comenzó a trabajar en enero de 1969 e ingresó al Partido Comunista de China (PCCh) en enero de 1974. Se graduó de la Escuela de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Tsinghua, con sede en Beijing, donde se especializó en teoría marxista y en educación ideológica y política. Realizó un postgrado mientras trabajaba y obtuvo un doctorado en Derecho.