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Usurpadores de glorias ajenas

Fuentes: Rebelión

Con motivo de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, la Casa Blanca publicó el siguiente comunicado: “El 8 de mayo de 1945, EE.UU. y el Reino Unido lograron la victoria sobre los nazis. El espíritu de EE.UU. siempre ganará. Al final, eso es lo que siempre pasa”. Sonaría bonito de no ser falso en su totalidad, puesto que no menciona a la URSS ni al gigantesco esfuerzo y sacrificio de ese país en la derrota del nazismo.

Según dicho bulo, pronunciado en el más puro estilo prepotente de Washington, bastó que las tropas anglosajonas desembarcaran en Normandía, para que todo terminara para Hitler, pues Alemania capituló en menos de un año. Contar medias verdades es, tal vez, la mejor forma de mentir. Por eso esta comunicación ha provocado tanta indignación entre los que con mucha razón se sienten ofendidos. María Zajárova, portavoz del Ministerio de Exteriores de la Federación Rusa, opina que se intenta neutralizar el efecto positivo de la declaración conjunta emitida el 25 de abril por los presidentes Putin y Trump, con motivo del 75 aniversario del histórico encuentro de las tropas soviéticas y estadounidenses en el río Elba, lo que es contraproducente “para un país que se llama a sí mismo el líder del mundo libre, el defensor de la democracia y el luchador implacable contra las ‘fake news’, no podemos resignarnos a ello”.

Rusia se irrita cuando se minimiza su papel principal en la derrota de Alemania nazi, porque en esa guerra realizó el mayor aporte y sacrificio que se ha hecho alguna vez en la historia de la humanidad, para vencer a un enemigo poderoso y a una ideología, cuyas victorias hubieran significado la esclavitud y el exterminio del resto de los pueblos del mundo, incluido el estadounidense. “Causan una indignación extrema los intentos de tergiversar los resultados de la derrota del nazismo y la contribución decisiva de nuestro país, que no cesan en Washington incluso en vísperas de una fiesta sagrada. Los funcionarios estadounidenses no tuvieron el valor ni el deseo de hacer justicia, aunque sea a medias, al papel innegable y los colosales e inigualables sacrificios que hicieron entonces el Ejército Rojo y el pueblo soviético a nombre de toda la humanidad”, protesta la Cancillería Rusa.

Cuando la Casa Blanca se jacta de su victoria sobre Alemania, se refiere al 6 de junio de 1944, cuando los Aliados iniciaron en Normandía, la Gran Muralla del Atlántico, la tan dilatada apertura del Segundo Frente, que en algo alivió la presión que las tropas alemanas habían ejercido durante los últimos tres años en el frente soviético-alemán. En las entrañas de la URSS, donde se dieron las más fieras batallas que aniquilaron a la coalición hitleriana, fue derrotada la Werhmacht, que hasta entonces había conocido sólo victorias. De las 783 divisiones alemanas destruidas durante la guerra, 607 lo fueron en este frente, donde también fueron abatidos 77.000 aviones y aniquilados 48.000 tanques y 167.000 cañones, así como 2.500 navíos de guerra, lo que significó el completo descalabro de Alemania nazi. Es bueno recordarlo porque entonces, como ahora, el mal crecía sin fin sin que nadie fuera capaz de detenerlo; sin embargo, la heroica lucha de todos los hombres libres salvó al mundo de la barbarie.

¿Fue ese desembarco importante? ¡Sí!, pero de ninguna manera determinante ni definitivo, ya que para ese entonces el mando alemán tenía agotada casi todas sus reservas y no podía realizar un posible incremento posterior. Pero los falsificadores de la Historia de la Segunda Guerra Mundial pretenden transformar este desembarco en la toma de Berlín y al 6 de junio de 1944, en el 9 de mayo de 1945. La mayor partes de las fuerzas alemanas estaban comprometidas en el frente oriental, donde combatía el 70% de la Wehrmacht. Cuando se produjo el desembarco, había más alemanes luchando contra Tito en Yugoslavia, que en Normandía.

Por otra parte, en el Frente Oriental los alemanes tenían las tropas más selectas y numerosas, que peleaban con mayor decisión y coraje, prácticamente hasta la muerte; el Ejército Alemán ya no era el de los años anteriores, sus mejores soldados habían caído muertos o habían sido hechos prisioneros en las batallas de Moscú, Stalingrado, Kursk, Minsk, Leningrado, etc. Según Louis Snyder, historiador norteamericano del City College de New York, “la gran Wehrmacht ya no era la soberbia máquina de guerra sino unas huestes heterogéneas formadas por húngaros, polacos, rusos, franceses y hasta negros e indios. Las divisiones que defendían la ‘Muralla del Atlántico’ estaban compuestas en gran parte de hombres muy mayores, de soldados muy jóvenes y de extranjeros obligados a combatir por el Reich”. Según Gerd Von Rundstedt, Comandante General de las fuerzas alemanas en Occidente, “la muralla del Atlántico era una ilusión, inventada para confundir tanto al pueblo alemán como al enemigo. A mí siempre me molestó cuando leía leyendas sobre la inquebrantable defensa. Era ridículo llamar a eso barrera. Hitler nunca la visitó y no vio qué es lo que representaba en la realidad”.

No se trata de restarle méritos a esa operación, pero cada cosa debe tener su puesto correspondiente en la historia. Se debe recalcar que si el desembarco se hubiera realizado anteriormente, la guerra hubiera terminado antes. Su retraso no sólo significó que el peso de la guerra recayera casi totalmente en los hombros de la parte soviética sino también que el martirio de los pueblos ocupados se prolongara inútilmente. Henry L. Stimson, entonces Ministro de Guerra de los Estados Unidos, escribe en sus memorias, de 1948: “No abrir a tiempo el frente occidental en Francia significaba trasladar todo el peso de la guerra a Rusia” y reconoce que el pueblo norteamericano debería recordar que en 1942 estuvo al borde de la catástrofe, si la URSS no hubiera sostenido su frente, los alemanes hubieran estado en condiciones de conquistar Gran Bretaña, habrían podido de apoderarse de África y crear una plaza de armas en América Latina.

Ahora, 75 años después, se pretende olvidar el enorme sacrificio del heroico pueblo soviético en la lucha por liberar al mundo del peligro fascista. Pero la verdad es inobjetable. La Enciclopedia Académica Norteamericana escribe lo siguiente sobre la batalla de Normandía: “Los alemanes resistieron más de un mes mientras las fuerzas aliadas se fortificaban en las repletas costas. Los defensores, sin embargo, se encontraban en una situación no muy equilibrada, puesto que Hitler se vio obligado a enviar a gran parte de sus fuerzas desde Francia al Frente Oriental, donde atacaban los soviéticos”. Se refiere a que la URSS cumplió la promesa hecha a los aliados en Teherán, de que después del desembarco en Normandía, comenzaría una ofensiva general en el frente soviético-alemán, con el fin de disminuir la presión que sobre los aliados se produciría en Francia. Esta ofensiva, denominada Operación Bagratión, una de las más exitosas de la Segunda Guerra Mundial, produjo tales derrotas a la Wehrmacht que el alto mando alemán las calificó de “peor que Stalingrado”. Además, cuando los alemanes desencadenan la contraofensiva llamada ‘Viento del Norte’, en las Ardenas, donde la Wehrmacht amenazó a las tropas aliadas con un segundo y más desastroso Dunkerque, Churchill escribe a Stalin: “El General Eisenhower está deseoso de conocer qué planes tienen ustedes. ¿Se podría contar con una gran ofensiva rusa en el Vístula o en cualquier otra parte durante el mes de enero?” Stalin le contesta: “Sin tomar en cuenta las dificultades que representa el mal tiempo, en vista de la situación en que se encuentran nuestros aliados en el Frente Occidental, el Comando Supremo del Ejército Soviético ha decidido desencadenar una ofensiva a gran escala contra los alemanes a lo largo de todo el Frente Central, sin tomar en cuenta las condiciones meteorológicas”. A lo que Churchill responde: “Le estoy enormemente agradecido por su emocionante misiva… Ojalá la buena suerte les acompañe en su noble tarea. Sus noticias reconfortaron enormemente al General Eisenhower, puesto que los alemanes deberán dividir sus fuerzas”. Esto también es parte de la historia no contada por Washington.

Tampoco cuentan que luego de la Batalla de Kursk, la derrota de Alemania era inevitable, porque desde ese momento había perdido toda iniciativa. El General Guderian escribe: “Sufrimos una derrota demoledora en Kursk. Las tropas blindadas, que habían sido repuestas con gran esfuerzo como consecuencia de las grandes pérdidas de hombres y material de guerra, quedaron fuera de servicio por largo tiempo. Era imposible restituirlas a tiempo para… el caso del desembarco con el que los Aliados amenazaban para la primavera siguiente. Como consecuencia del fracaso del plan Ciudadela, el frente oriental absorbió todas las fuerzas que estaban emplazadas en Francia”. La victoria soviética de Kursk demostró a los Aliados que si no desembarcaban en Europa, la URSS sola era capaz de derrotar a Alemania; fue el factor decisivo para que no se aplazara más el desembarco en Normandía.

Hay mucho más, pero por hoy, basta. Usurpar glorias ajenas es un intento vano de EEUU por conservar una hegemonía, que en realidad es caduca y anacrónica.