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Venezuela mantiene viva la esperanza

Fuentes: Progreso Semanal

Cuando los líderes latinoamericanos declaran su intención de redistribuir la riqueza hacia abajo en sus países, en Washington suena una campana pavloviana. Como el perro en los experimentos del científico ruso, la pandilla de seguridad nacional de EEUU responde con una intervención agresiva apenas se menciona que se tomará parte de las ganancias mal habidas […]

Cuando los líderes latinoamericanos declaran su intención de redistribuir la riqueza hacia abajo en sus países, en Washington suena una campana pavloviana. Como el perro en los experimentos del científico ruso, la pandilla de seguridad nacional de EEUU responde con una intervención agresiva apenas se menciona que se tomará parte de las ganancias mal habidas de de los asquerosamente ricos y se distribuirá entro los miserablemente pobres.

 

Véase una lista parcial solo en Latinoamérica.

1954, la CIA derrocó el gobierno elegido del Presidente Jacobo Árbenz en Guatemala porque éste tenía la intención de expropiar -pago por medio- parte de las vastas y ociosas tierras de la United Fruit Company en el país.

1959, Fidel Castro se convirtió en un objetivo de la desestabilización y el terror porque redistribuyó la riqueza.

1964 , Estados Unidos apoyó un golpe militar en Brasil para evitar que el nacionalista presidente Joao Goulart reformara la estructura económica brasileña.

1965, tropas de EEUU evitaron que Juan Bosch asumiera la presidencia en la República Dominicana.

1970-73, La CIA desestabilizó el gobierno de Allende en Chile y apoyó un sangriento golpe militar.

1980, la CIA trató de descarrilar las reformas del Primer Ministro Michael Manley de Jamaica. La Agencia lanzó una guerra encubierta contra los sandinistas de Nicaragua entre 1979 y 1990 y cooperó en derrocar al Presidente Jean Bertrand Aristide de Haití (dos veces).

La CIA sabía del planificado golpe de abril contra el presidente venezolano Hugo Chávez. Un documento de la Agencia del 6 de abril de 2002 reporta que «facciones militares disidentes, incluyendo algunos altos oficiales disgustados y un grupo de oficiales radicales de menor graduación, están acelerando esfuerzos para organizar un golpe contra el Presidente Chávez, posiblemente este mes». El informe situaba al golpe en el contexto de una huelga de trabajadores del petróleo. «Para provocar la acción militar, los complotados puede que traten de explotar la inquietud proveniente de las manifestaciones de la oposición programadas para más tarde este mes o las actuales huelgas en la compañía petrolera estatal PDVESA». Washington no informó a las autoridades venezolanas de estos hechos. ¿Complicidad en el crimen? Que la CIA supiera del golpe me sorprendió tanto como si Bush hubiera dicho un disparate.

 

Al llegar el 2 de diciembre busqué en el Aeropuerto Internacional de Caracas a probables agentes de la CIA. Prevalecía una aparente serenidad, pero excitantes cambios sociales estaban teniendo lugar en todo el país.

El 3 de diciembre viajé a Guarenas, una ciudad de unos 140 mil habitantes, a unos 25 kilómetros al este de Caracas. Me había unido a cientos de Artistas e Intelectuales en Defensa de la Humanidad, entre ellos el actor Danny Glover, el ex Primer Ministro argelino Ben Bella y el Premio Nóbel Adolfo Pérez Esquivel. Estuvimos ocho horas aplaudiendo a abuelas que demostraban sus recién adquiridas habilidades de lectura y señalaban con orgullo el Polo Norte en un mapa, después de pasar un curso de geografía. El programa de educación (llamado «Misión Robinson» por Samuel Robinson, uno de los maestros de Simón Bolívar) se extiende ahora hasta las más remotas áreas rurales. Maestros cubanos ayudan a los educadores venezolanos a llevar la alfabetización y estudios más avanzados a áreas que anteriormente estaban abandonadas.

 

También conocimos a decenas de médicos, enfermeras y técnicos de rayos X y de laboratorios, todos cubanos. Parecían tener una interacción común y amistosa con los pacientes pobres de clínicas de cuidados primarios de salud en Oropeza Castillo, un barrio marginal de apartamentos en edificios erosionados.

Los cubanos, indistinguibles de los venezolanos en cuanto al color de la piel -ligeramente diferentes por su acento y porque usaban bata blanca-, describían con orgullo de qué manera sus programas de cuidado primario de salud y sus centros de diagnóstico tratan diariamente a miles en instalaciones que los residente no tenían anteriormente. Un grupo de mujeres aseguraron que los cubanos las trataban con dignidad y profesionalismo, desde exámenes físicos hasta rayos X y pruebas de laboratorio.

Antes de que yo viajara a Venezuela, un rico estudiante venezolano me dijo que «los médicos de Castro quitan el trabajo a los médicos venezolanos. Tratan a los pacientes y no cobran. ¿Cómo van a sobrevivir nuestros médicos?»

Antes de que llegaran los médicos cubanos, pregunté a una mujer de mediana edad, «¿qué tipo de atención médica tenían ustedes?»

Ella se echó a reír. «Cuando los estudiantes se graduaban de la Escuela de Medicina venían y nos trataban, pero sin ningún sistema de apoyo. Hacían todo lo que podían, pero los hospitales públicos estaban sucios y a menudo tenían personal inadecuado, incluso cuando llegábamos con alguna emergencia», dijo otro. «Vean cuántos niños morían al nacer». Ella dijo el nombre de las vecinas que habían perdido a sus bebés.

Al día siguiente el Presidente Hugo Chávez brindó las cifras exactas. «Antes de que comenzáramos los nuevos programas de cuidados primarios», dijo Chávez, «nuestra tasa de mortalidad infantil era de 34 por cada 1 000 nacidos vivos. Durante el pasado año la hemos reducido a 17, una importante disminución, pero aún es demasiado alta». Imagínense un país rico en petróleo con tales cifras de mortalidad. Los médicos cubanos están ayudando a disminuir aún más esa tasa.

El programa Barrio Adentro de Chávez también incluye comedores públicos y mercados donde el gobierno ofrece alimentos gratuitos o subsidiados a los residentes más pobres.

En la «Casa de Alimentación Auricela Díaz», los residentes nos sirvieron arroz, frijoles, carne de cerdo y plátanos fritos. Los residentes dijeron que reciben comidas como esta de manera regular, gracias a Hugo Chávez. En el patio de la escuela, profesores cubanos de educación física habían organizado una carrera de sacos y otros juegos con la participación de padres e hijos. Varios vecinos comentaban de cómo ha mejorado la calidad de vida desde la llegada de los cubanos. «Se parecen mucho a nosotros», me dijo una mujer después de que su hija ganara un premio en una competencia de coordinación. «Usted sabe, caribeños».

Un medico cubano de Sancti Spíritus me dijo que sus «abuelos eran guajiros analfabetos, y cada vez que me ven, mi abuela se echa a llorar. Ella aún no puede creer que yo sea medico. Estoy pagando mi deuda con mi país ayudando a la gente aquí en Guarenas. Me siento bien haciéndolo».

Había suficientes niños descalzos corriendo por todo aquello para garantizar que yo no estaba viendo versiones caribeñas de una aldea Potemkin, una comunidad ideal construida para agradar a Catalina la Grande.

«Esta es mi revolución», me dice orgullosamente Asia, una joven de piel oscura. «Y nos pertenece porque votamos por ella varias veces». Ella se refería tanto a las elecciones de 1998, cuando los venezolanos votaron abrumadoramente a favor de Hugo Chávez como presidente y al referendo de 2004, cuando casi 60 % lo prefirió. Él juró terminar con la cleptocracia que había gobernado durante décadas al país, y repartir la riqueza entre los pobres. «Me siento orgullosa de ser venezolana», dijo. «Realmente siento como si el espíritu de Bolívar estuviera vivo con Hugo Chávez».

Los ricos se comportaron en Venezuela como lo hicieron en Cuba después de la revolución de 1959, en Chile después de la elección de Allende en 1970 y en Nicaragua después del triunfo sandinista de 1979. Respondieron a la pérdida de algún poder y privilegios montando una sucia campaña en contra del nuevo gobierno.

Después de cuatro años de incesante propaganda de que Chávez era un dictador, estúpido, gay, títere de Castro, un terrorista, un incompetente, la vieja clase privilegiada convenció a sus corrompidos socios líderes sindicales en la industria petrolera para que declararan una huelga. En abril de 2002, con la bendición de la Administración Bush, montaron un fallido golpe de estado. Posteriormente trataron de destituir a Chávez por medio de un referendo. Cuando casi el 95% del electorado se presentó a votar, la vieja elite dominante comprendió que no podía usar un ritual democrático en contra del primer presidente venezolano que había dado verdadero significado a la palabra democracia.

Chávez ganó a pesar de la incesante oposición de los dos principales diarios (El Universal y El Nacional) y las más importantes emisoras de televisión. Chávez es un «negro mono», se burlaban sus opositores blancos. Hasta Colin Powell se sintió ofendido mientras apoyaba políticas para derrocar a Chávez.

 

Él habló a los delegados a la Reunión en Defensa de la Humanidad de por qué había rechazado el modelo del FMI. «Nos provocó el ‘Caracazo’ (motines contra el FMI en 1989)», Los ricos impusieron a los pobres políticas de austeridad y luego las fuerzas represivas mataron a tiros a más de 2 000 personas. Estas políticas neoliberales han hecho que exista un millón de niños viviendo en barrios marginales. Es más, Egipto, Indonesia, Argentina y decenas de países del Tercer Mundo han sufrido también las políticas del FMI. Las políticas económicas neoliberales, dijo Chávez a los delegados asistentes, produjeron una nación rica en petróleo con más de un millón de adultos analfabetas. Durante décadas los gobiernos Social Demócrata y Demócrata Cristianos se alternaron en el poder y saquearon el erario público.

 

Chávez alabó a los 10 000 médicos cubanos, además de enfermeras y técnicos, que trabajan en las más de 10 000 clínicas urbanas y rurales. Chávez también ha invertido en viviendas y en la reforma agraria para campesinos pobres -117 000 mil familias han recibido más de 2 millones de hectáreas hasta enero.»Hemos hecho muy poco», dijo Chávez. «La gran tarea no se ha realizado». Él espera ganar una mayoría más amplia en 2006, basado en el desempeño de su gobierno. Dijo que Venezuela no puede hacerlo sola, que debe formarse un bloque de países latinoamericanos para garantizar un desarrollo apropiado. Chávez ha dado pasos junto a Castro de Cuba y Lula de Brasil para comenzar tal proceso. «El mundo necesita desarrollo y paz, y el único camino a la paz», terminó, «es la justicia».

Chávez citó a Bolívar, Martí, O’Higgins y a autores contemporáneos en su discurso, nada del ignorante militar campesino que sus enemigos presentan. Mostró cultura, sentido del humor, una voluntad de hierro y determinación para avanzar en sus ambiciosos y justos programas. Presentó como su objetivo un modelo razonable de democracia social.

En camino hacia el aeropuerto pasé frente a elegantes y altos edificios y vecindarios ricos. Indudablemente se intensificará la lucha de clases. La pregunta aún sin responder: ¿cómo hacer para que Bush no intervenga y así defender la humanidad en Venezuela?

Saul Landau es Director de Medios Digitales y de Programas de Extensión Internacional del Colegio de Letras, Artes y Ciencias Sociales de la Universidad Estatal Politécnica de California, Pomona.

www.saullandau.net