Tres años (y un mes) después de haber sido arrestado en Irak, se inició el 3 de junio el consejo de guerra contra el soldado Bradley Manning, acusado de haber filtrado a WikiLeaks cientos de miles de documentos clasificados del gobierno norteamericano, del Departamento de Estado y del Pentágono, que dan cuenta de algunos de […]
Tres años (y un mes) después de haber sido arrestado en Irak, se inició el 3 de junio el consejo de guerra contra el soldado Bradley Manning, acusado de haber filtrado a WikiLeaks cientos de miles de documentos clasificados del gobierno norteamericano, del Departamento de Estado y del Pentágono, que dan cuenta de algunos de los crímenes de lesa humanidad perpetrados por Estados Unidos en Irak y Afganistán (y en otros lugares, como la base militar de Guantánamo en Cuba).
El marine Manning tuvo acceso a esos documentos mientras trabajaba cerca de Bagdad, capital de Irak, como analista de inteligencia militar entre setiembre de 2009 y mayo de 2010, cuando fue arrestado. Desde esta última fecha estuvo recluido durante más de nueve meses en la cárcel militar de Quantico, en el nordeste de EEUU, en condiciones que el relator de la ONU sobre torturas calificó de crueles, inhumanas y degradantes, y que el propio soldado denunció. En abril de 2010 fue trasladado a la cárcel militar de Fort Leavenworth, en Kansas. El 21 de mayo de 2013 la jueza militar Denise Lind cerró un año y medio de visitas preparatorias y fijó las reglas para el juicio que, bajo estrictas medidas de seguridad y a puertas cerradas, sin ningún público ni medio de comunicación presente, se desarrollará probablemente hasta fines de agosto en la cárcel de Fort Meade, en el estado de Maryland, próximo a la ciudad de Washington.
La causa del soldado Manning ha sido sostenida con decisión por las organizaciones de defensa de los derechos civiles. Según el periódico británico The Independent, alrededor de mil simpatizantes y activistas para la defensa de los DDHH se reunieron al lado de la entrada de Fort Meade el día del inicio del juicio, llevando pancartas con mensajes como «Libertad para Bradley» y «Bradley Manning preso por haber expuesto crímenes de guerra». Este es el fondo del asunto. Entre los participantes en la demostración se encontraba Daniel Ellsberg, un antiguo integrante del Departamento de Defensa que filtró documentos secretos del Pentágono sobre las masacres perpetradas por las tropas norteamericanas en la guerra de Vietnam.
Según su abogado defensor, David Coombs, el soldado Manning, ahora con 25 años, se declarará culpable de 10 de los cargos menores que se le imputan (o de 11 según otra versión), pero rechazará los cargos más graves, entre ellos el de «ayuda al enemigo», que se castiga con prisión perpetua y ninguna posibilidad de libertad condicional, por haber transferido a WikiLeaks información confidencial sobre las guerras en Irak y Afganistán y más de 250 mil cables del Departamento de Estado. En una comparecencia previa ante la prensa, y en presencia de la citada jueza militar, Manning declaró que nunca quiso perjudicar a su país y agregó: «Creía que la publicación (de los documentos confidenciales) podría provocar un debate público sobre nuestras fuerzas armadas y nuestra política exterior en general». De esta forma estaba admitiendo la transmisión intencionada de un video que muestra a un helicóptero de combate disparando contra civiles iraquíes en julio de 2007, así como informaciones sobre las guerras en Irak y Afganistán, y sobre los detenidos y torturados en la base militar estadounidense de Guantánamo, en territorio usurpado a Cuba. Todo esto -reiteramos- es lo que realmente importa.
La jueza Lind anunció que en el juicio a puertas cerradas testificarán 24 personas, entre ellos uno de los Navy Seals que participó en el operativo en que fue asesinado el líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, durante el asalto a su residencia en Pakistán en mayo de 2011. Trascendió que en dicha residencia se encontraron documentos filtrados por WikiLeaks.
Al examinar el acta de acusación, se ha argumentado con razón que la documentación del Departamento de Defensa sustraída por Manning no fue entregada a ninguna organización ni Estado enemigo de Estados Unidos, sino al medio de comunicación internacional dirigido por Julian Assange (WikiLeaks), lo cual no significa ninguna amenaza a la seguridad de su país, sino en todo caso un antídoto contra la perpetuación de las prácticas criminales e inhumanas cometidas por la superpotencia militar yanki en territorios iraquí y afgano (y otros más).
Por otra parte, ha quedado demostrado que el peligro para Estados Unidos no deriva de la difusión de información verdadera sino, por el contrario, del ocultamiento, la deformación y la falsedad. Es lo que ocurrió con la invasión a Irak, desencadenada sobre la base de la mentira de la posesión de armas de destrucción masiva por el régimen de Saddam Hussein, y que se saldó con la muerte de 4.500 soldados norteamericanos, de cientos de miles de iraquíes y de «una devastación material sin precedentes, cuya estela de barbarie aún persiste», como se ha escrito.
En un editorial de La Jornada de México leemos esta certera caracterización: «La posibilidad de que Manning sea condenado por difundir información sobre diversas atrocidades cometidas por Washington contrasta con la impunidad de que gozan los autores materiales e intelectuales de actos de barbarie como el perpetrado el 12 de julio de 2007 en Bagdad por la tripulación de los helicópteros Apache contra el reportero Namir Noor-Eldeen, de la agencia Reuters, y 10 personas más; las múltiples torturas en la prisión de Abu Ghraib y en otras cárceles controladas por el Pentágono; la eliminación de sospechosos en puestos de control; el ocultamiento de miles de muertes y el asesinato de civiles a manos de tropas invasoras, y otras prácticas criminales, cuyos autores posiblemente han sido condecorados como héroes de guerra».
En conclusión, el juicio contra Manning es un síntoma más de la descomposición moral, política y jurídica de la superpotencia, ejercida contra quienes tienen el valor y la clarividencia de denunciar la barbarie y los abusos que comete en varias regiones del mundo. Las amenazas para la seguridad de Estados Unidos y para la paz mundial no derivan de las revelaciones difundidas a través de WikiLeaks, sino de los múltiples operativos belicistas del imperio, varios de los cuales están en curso, en aras de su aspiración al dominio mundial.
A todo esto, Julian Assange sigue retenido sin término en la embajada de Ecuador en Londres, por culpa de la actitud inaudita del David Cameron y Su Majestad británica de impedir su extradición a Ecuador, como lo reclama en forma insistente, con espíritu libertario y justiciero, el gobierno de Rafael Correa.