Un paro nacional de 24 horas en Perú para protestar contra las políticas del presidente Alan García se cumplía este miércoles con bloqueo de carreteras y marchas, en una jornada en la que 200 personas fueron detenidas en diferentes enfrentamientos entre manifestantes y la policía Los disturbios alcanzaron incluso la frontera del país con Brasil, […]
Un paro nacional de 24 horas en Perú para protestar contra las políticas del presidente Alan García se cumplía este miércoles con bloqueo de carreteras y marchas, en una jornada en la que 200 personas fueron detenidas en diferentes enfrentamientos entre manifestantes y la policía
Los disturbios alcanzaron incluso la frontera del país con Brasil, donde fue saqueada e incendiada la sede del gobierno regional de Madre de Dios, en la ciudad de Puerto Maldonado, en lo que probablemente fue el más grave enfrentamiento de la jornada de huelga, en que no hubo heridos.
El gobierno y el sindicalismo presentaron reportes contradictorios del paro nacional, pues mientras Lima aseguró que 93 por ciento de los trabajadores acudió a su lugar de labor, la izquierdista Confederación General de Trabajadores de Perú (CGTP) dijo que fue mayoritario el cese de actividades.
Los medios coincidieron en un punto medio al señalar que había partes del país prácticamente paralizadas mientras en otras existía relativa normalidad.
Según Dpa, el consenso de los medios era que el mayor acatamiento al paro se localizaba en los Andes sureños, en el centro y en la Amazonia. Ciudades como Cusco e Iquitos estaban paralizadas, mientras que en esta capital y departamentos vecinos todo transcurría con relativa normalidad.
En Lima el paro tuvo el efecto de producir una sensible disminución del transporte público, a la vez que se advertía discreta presencia de militares en varias vías.
La CGTP, que llamó a la protesta, calificó la paralización de «contundente y exitosa a escala nacional», según Mario Huamán, secretario general del gremio.
Huamán afirmó que el llamado a huelga se acató de manera absoluta en sectores como comercio minorista, textiles, agroindustria, agricultura, transporte, petróleo, pesca y educación. Los campesinos se mantienen movilizados en las regiones sureñas de Cusco, Puno, Apurímac, Arequipa, Tacna, Moquegua y Ayacucho.
En esta última ciudad el cívico Frente de Defensa de los Intereses del Pueblo exige la expulsión de unos 200 soldados de Estados Unidos que desde junio pasado cumplen actividades cívicas, y sostiene que esa es una presencia que afecta la soberanía nacional.
El paro fue originalmente convocado para protestar contra las promesas incumplidas del gobierno y el alza en el costo de vida, pero ha servido para expresar inquietudes sobre múltiples temas sectoriales y regionales.
«Hay hasta el momento 200 detenidos a escala nacional al haber intentado hacer actos ilícitos», dijo por su parte el ministro del Interior, Luis Alva Castro, quien sin embargo señaló que no hubo muertos o heridos. Añadió que «el paro no ha tenido la acogida que sus dirigentes imaginaban».
Poco más tarde, el presidente Alan García celebró que «la población ha demostrado que no tenía ni tiene la voluntad de paro, de detener al país paralizando las actividades productivas (…) éste es un tema positivo de destacar, porque a pesar de la insatisfacción que podría sentir (la población), sabe que no es la manera de expresar su descontento. Por ese camino (los sindicalistas) no van a torcer lo que el gobierno viene haciendo de manera sensata por el país».
Las detenciones se produjeron por intentos de huelguistas de bloquear carreteras, sobre todo en regiones del sur del país, las más pobres y que son las mayores opositoras al gobierno de García.
El gobierno se vio obligado a sacar a las calles a las fuerzas armadas en apoyo a la policía, encargándose de la vigilancia de aeropuertos y empresas estratégicas como agua y electricidad.
Cientos de trabajadores marcharon a media mañana desde varios lugares de Lima al centro de la ciudad, lo que generó gran congestión vehicular. Los manifestantes se reunieron en la céntrica Plaza 2 de Mayo, para asistir a un mitin contra el gobierno.
Marchas similares se produjeron en ciudades del interior, donde grupos de manifestantes cortaron las principales rutas y sostuvieron escaramuzas con la policía.
El paro de la CGTP coincide con una paralización de 48 horas que se inició el martes y fue convocada por los dos principales gremios agrarios, la Confederación Campesina de Perú y la Confederación Nacional Agraria.
Ambos gremios rechazan una reciente ley que permite el ingreso de empresas mineras en territorios de las comunidades campesinas, lo que significaría la disolución de las mismas, según denuncian.
Huamán dijo que los trabajadores exigen al gobierno un aumento general de sueldos y salarios para compensar «el alza incesante del costo de vida», así como «el cambio de la política económica neoliberal que atenta contra los intereses de los más pobres».
El paro se produce en un momento en que Perú atraviesa por un periodo de euforia económica, beneficiándose de un crecimiento cercano a 10 por ciento.
Este crecimiento, sin precedentes en este país de 28 millones de habitantes, se da especialmente en la capital y en las zonas costeras, mientras que las regiones selváticas y andinas en el este y el sur se sienten abandonadas por la acción del Estado.
En la región amazónica de Madre de Dios, al este de Perú, manifestantes incendiaron la sede del gobierno local, según medios de comunicación locales, en tanto que hubo bloqueos y marchas en las regiones andinas de Cusco, Puno y Ayacucho, y también en Chiclayo, en la costa norte.
En el sur del país, la policía dijo que usó bombas lacrimógenas para despejar la carretera en Ica, mientras que en Arequipa mujeres golpearon cacerolas.